Durante muchos años la prensa capitalista, profesores eruditos y analistas burgueses han estado analizando los “archivos secretos soviéticos” y se ha especulado mucho sobre los “terribles secretos del régimen comunista” que finalmente confirmarían el “carácter demoníaco” del comunismo.

Después de los acontecimientos que tuvieron lugar a finales de los años ochenta y principios de los noventa, los historiadores finalmente pudieron acceder a los archivos soviéticos. Esperaban una afluencia de datos acusatorios terribles. Por supuesto que han encontrado una gran cantidad de pruebas nuevas que confirman los horribles crímenes del estalinismo. Nosotros tampoco hemos tenido nunca duda de esto. Trotsky y sus seguidores condenaron estos crímenes mucho antes de que se abriera cualquier archivo. Los seguidores de Trotsky en la Rusia soviética durante la década de los años veinte y treinta, pudieron conocer de primera mano estos crímenes porque se encontraban entre los primeros que sufrieron las consecuencias de la degeneración estalinista. Miles de ellos murieron a manos de los secuaces de Stalin.

Los historiadores burgueses esperaban encontrar muchas evidencias que pudieran ser utilizadas para demostrar que no había diferencia entre el estalinismo y el régimen sano de Lenin y Trotsky que vino inmediatamente después de la revolución. Pero se han encontrado con problemas para encontrar documentos que puedan ser utilizados para desacreditar a los dirigentes de la Revolución Rusa: Lenin y Trotsky. En el pasado los documentos más difíciles de conseguir eran los relacionados con los dirigentes de la Oposición de Izquierdas, ahora cualquier historiador tiene claro porqué ocurría esto. Los archivos demuestran que estos dirigentes jugaron un papel clave en la revolución de 1917 y en el establecimiento del estado soviético.

Durante los últimos diez años se han publicado nuevos datos y muy interesantes sobre algunos de los momentos críticos de la Revolución Rusa. Entre estas nuevas fuentes tenemos dos libros sobre uno de los acontecimientos más trágicos de la Revolución Rusa: la llamada rebelión de Kronstadt.

No es necesario describir aquí todos los aspectos de este acontecimiento tan conocido. A principios de marzo de 1921, en uno de los períodos más críticos de la existencia de la república soviética, en la base naval de Kronstadt, cerca de Petrogrado, hubo un intento de golpe militar contra el gobierno soviético. La Unión Soviética estaba pasando en ese momento por una situación muy crítica y eso obligaba a Lenin y a Trotsky a ocuparse muy rápidamente de los rebeldes. Después de rechazar el ultimátum lanzado por el gobierno para que capitularan, Kronstadt fue tomado y capturado en el segundo ataque. Los dirigentes rebeldes huyeron a Finlandia.

A finales de los años treinta un grupo de antiguos trotskistas, incluido Víctor Serge, Max Eastman, Souvarine y algunos otros, atacaron a Trotsky por su comportamiento durante la rebelión. (Al hacer esto Víctor Serge contradijo sus ideas anteriores expresadas en el momento de la rebelión). Describieron los acontecimientos de Kronstadt como una rebelión de trabajadores y marineros contra la “dictadura bolchevique” y consideraban el aplastamiento de los rebeldes como un “primer paso hacia el estalinismo”. Más tarde, otros ideólogos y propagandistas anticomunistas adoptaron esta misma crítica. Trotsky respondió en 1938 a estas personas en su artículo Alarma por Kronstadt donde analizaba la naturaliza pequeño burguesa de este golpe.

No hay necesidad de repetir aquí los argumentos de Trotsky, aquel que lo desee puede leer el artículo. Aquel que quiera conocer la verdad puede leer a Trotsky. Lo que aquí pretendemos es dar algo de la nueva información publicada en estos documentos recientes: una colección de material sobre Kronstadt.

El primer libro publicado lleva el extraño título de: El Trotsky desconocido: el Bonaparte rojo (Krasnov V. G. Moscú. 2000). Este intenta describir el papel de Trotsky durante la guerra civil rusa. El segundo libro: Kronstadt 1921 (Moscú. 2001), es una colección de documentos sobre la rebelión de Kronstadt. Es importante insistir en que ninguno de los dos libros ha sido escrito por simpatizantes bolcheviques.

La crítica anti-bolchevique intenta presentar una imagen popular de Kronstadt donde la simpatía popular de los soldados del Ejército Rojo estaba del lado de los rebeldes. Se ha especulado mucho sobre una masa de soldados negándose a tomar parte en el ataque por razones políticas y también historias sobre deserciones en masa entre los soldados del Ejército Rojo, y que muchos de ellos se pasaron al lado de los rebeldes de Kronstadt. Pero todo esto es un mito.

Lo que ocurrió realmente es completamente diferente. Se dio el caso de una unidad que se pasó al lado de los que defendían Kronstadt, que ocurrió durante el primer ataque infructuoso. Se trataba del batallón de regimiento 561 del Ejército Rojo, este regimiento fue reclutado entre antiguos prisioneros de Machno, Wrangel y Denikin. Es perfectamente conocido que durante la guerra civil en Rusia algunas unidades campesinas se cambiaron de bando, incluso varias veces, debido a los fracasos militares.

Se dio otro caso con los regimientos 236 y 237 de infantería que se negaron a atacar. Su posición fue: “¡No vamos a pasar el hielo! ¡Nos iremos a nuestras aldeas!” Estas unidades campesinas estaban aterrorizadas ante la idea de atacar a través del hielo esta fortaleza de primera clase defendida por acorazados. Hubo otros informes de negativas a cumplir las órdenes en diferentes unidades, pero en todos estos casos las causas estaban relacionadas con la pobre calidad de la comida y la ropa, la mala calidad del camuflaje. No dieron razones políticas. Esto es fácilmente comprensible si recordamos que el joven régimen soviético heredó una economía atrasada y, por encima de eso, que se vio obligado a utilizar sus escasos recursos para defenderse contra los Ejércitos Blancos que contaban con el apoyo de los imperialistas que intentaban aplastar la revolución.

La situación dentro de Kronstadt también parece algo diferente al mito. No existía una masa sólida de soldados que estuviese firmemente detrás de la rebelión. Incluso los historiadores burgueses como Krasnov han tenido que reconocer esto. Dentro de Kronstadt hubo enfrentamientos entre los viejos marineros revolucionarios y los nuevos reclutas que procedían de familias campesinas y pequeño burguesas. Este dato se puede comprobar en el hecho de que algunos barcos declararon su neutralidad mientras que otros se posicionaron en contra de los rebeldes.

Aquí merece la pena citar algunas de las declaraciones publicadas por las tripulaciones de varios barcos, entre ellos los dragaminas Ural, Orfei y Pobeditel: “Los hombres de los guardias Blancos que están dirigiendo a los rebeldes pueden hacer mucho daño a la república y puede que ni siquiera duden en bombardear Petrogrado”.

La misma situación se podía encontrar detrás de las líneas de batalla rebeldes. En el informe de inteligencia militar del Séptimo Ejército podemos ver que muchos marineros y soldados rebeldes querían pasarse al lado de los bolcheviques pero fueron amenazados por sus comandantes.

Según los documentos publicados en estos dos libros hay nuevos datos sobre lo que ocurrió en la ciudad de Kronstadt. Durante el ataque Kronstadt los trabajadores de la ciudad se movilizaron contra los golpistas y liberaron la ciudad incluso antes de que llegaran las fuerzas principales del Ejército Rojo. Así que en realidad lo que tuvimos no fue una rebelión de trabajadores y marineros contra el bolchevismo, sino ¡una insurrección de trabajadores y marineros bolcheviques contra los “rebeldes”!

En las proclamas de los marineros de Kronstadt vemos las palabras que hacen referencia a “los hombres de los guardias Blancos que están dirigiendo a los rebeldes”. No eran simples palabras. El mando real de los rebeldes no estaba concentrado en el soviet de Kronstadt, como podrían pensar algunos ingenuos, sino en el llamado “Tribunal por la defensa de la fortaleza de Kronstadt”. Uno de sus dirigentes era el contralmirante S. H. Dimitriev (que fue ejecutado después de la caída de la fortaleza), el otro era un general, A. H. Koslovsky, que huyó a Finlandia. Estos dos antiguos oficiales estaban muy lejos de sentir simpatía por el socialismo “con los bolcheviques o sin ellos”.

Se ha hablado mucho sobre S. M. Petrecheko, el marinero y dirigente anti-bolchevique. Lo que realmente resulta interesante es observar que en 1927 este hombre fue reclutado por Stalin para la GPU y fue un agente estalinista hasta 1944, cuando fue arrestado por las autoridades finlandesas. Al año siguiente murió en un campo de concentración finlandés.

La verdadera historia es que los trabajadores y marineros de Kronstadt realmente comprendieron la auténtica naturaleza de estos rebeldes mucho mejor que cualquiera de estos intelectuales que han intentado edificar el mito de Kronstadt. Lo mismo se puede decir de las fuerzas contrarrevolucionarias que estaban funcionando en Kronstadt. El anterior primer ministro zarista y ministro de economía, y en la emigración director del Bando Ruso en París, Kokovzev, transfirió 225.000 francos a los rebeldes de Kronstadt. El Banco Ruso-Asiático transfirió 200.000 francos. El primer ministro francés, Briand, durante la reunión con el anterior embajador del gobierno Kerensky, Malachov, prometió “cualquier ayuda necesaria para Kronstadt”.

Como explicó Trotsky, la conocida como rebelión de Kronstadt no fue el primer movimiento pequeño burgués y anti-bolchevique que tuvo lugar durante la guerra civil y la revolución. Hubo otros movimientos que fueron dirigidos por personas que planteaban la consigna de “soviets sin bolcheviques”, etc. Hubo movimientos de este tipo en fábricas de los Urales y entre los cosacos arios. Pero de estas experiencias podemos ver claramente que en unas condiciones de guerra de clases, este tipo de consigna puede llevar directamente al campo de la reacción y barbarie medieval. No puede haber revolución sin partido revolucionario. Los trabajadores y soldados rusos de la época comprendieron esto muy bien. Lo comprendieron mucho mejor que algunas personas de hoy en día, entre ellos algunas de la izquierda.

La realidad fue que muchos militantes anarquistas, mencheviques, social-revolucionarios y de otros partidos, participaron en los soviets junto con los bolcheviques, pero no sin ellos. Había una gran diferencia entre la militancia normal de la base de estos partidos y sus dirigentes que eran completamente anti-bolcheviques. A principio de los años veinte las autoridades soviéticas locales en algunas zonas judías de Ucrania fueron reclutadas en su práctica totalidad entre los militantes del Bund. Muchos anarquistas participaron en la revolución y en la guerra civil al lado de los bolcheviques contra la reacción Blanca. También cooperaron con el nuevo poder hasta el ascenso del estalinismo. Incluso hoy en día estas personas valerosas son consideradas por algunos anarquistas modernos como “traidores”. ¡Algunas personas nunca aprenden!

No tenemos nada que temer de la publicación de más material de los archivos soviéticos. Esperamos que en los próximos cinco años se encuentren más documentos en estos archivos sobre las luchas largas y heroicas del proletariado ruso. Seguramente nos darán más información sobre las tradiciones revolucionarias de los trabajadores rusos.

Diciembre 2003

Apéndice: Ted Grant sobre Kronstadt

Antes de que se conociera este material procedente de los archivos soviéticos, Ted Grant publicó su libro Rusia: de la revolución a la contrarrevolución (1997). En el libro Ted escribía sobre los acontecimientos de Kronstadt y confirma lo que A. Kramer escribe en su artículo. Reproducimos aquí lo que aparece en el libro:

La rebelión de la guarnición naval de Kronstadt, en 1921, creó una situación muy grave. Sobre este acontecimiento se han escrito tantas falsificaciones, que se ha convertido prácticamente en un mito. El propósito es, como siempre, desprestigiar a Lenin y Trotsky y demostrar que el bolchevismo y el estalinismo son iguales. Resulta llamativo que todo el vocerío de indignación sobre Kronstadt une a los burgueses y socialdemócratas que se opusieron a Octubre con los anarquistas y ultraizquierdistas. Pero estas alegaciones no tienen nada que ver con la verdad.

La primera mentira es identificar a los amotinados de Kronstadt con los heroicos marineros rojos de 1917. No tienen nada en común. Los marineros de Kronstadt en 1917 eran obreros y bolcheviques. Jugaron un papel vital en la Revolución, junto a los obreros de la cercana Petrogrado. Pero prácticamente toda la guarnición de Kronstadt se presentó voluntaria para combatir en las filas del ejército rojo durante la guerra civil. Fueron dispersados por los diferentes frentes; la mayoría no volvieron. La guarnición de Kronstadt en 1921 se componía principalmente de levas de campesinos inexpertos de la Flota del Mar Negro. Una mirada superficial a los apellidos de los amotinados demuestra inmediatamente que casi todos ellos eran ucranianos.

Otra mentira se refiere al papel de Trotsky en el episodio. En realidad, no jugó ningún papel directo, aunque como Comisario de Guerra y miembro del gobierno soviético aceptó plena responsabilidad por ésta y otras acciones gubernamentales. La toma de la fortaleza de Kronstadt por parte de los amotinados puso al Estado soviético en grave peligro, dado que acababa de salir de una guerra civil sangrienta. Es cierto que la delegación negociadora bolchevique, dirigida por Kalinin, llevó mal las negociaciones con la fortaleza, lo que inflamó una situación ya de por sí grave. Pero cuando los amotinados habían tomado la base naval más importante de Rusia, no quedaba margen para los compromisos.

El principal peligro era que Gran Bretaña y Francia utilizaran sus armadas para ocupar Kronstadt, con el motín como excusa. Esto hubiera puesto Petrogrado a su merced, ya que controlar Kronstadt significaba controlar Petrogrado. El único resultado posible era la contrarrevolución capitalista. La consigna "sóviets sin bolcheviques" demuestra que, de hecho, había elementos contrarrevolucionarios entre los marineros. A los bolcheviques sólo les quedaba una posibilidad: había que hacerse con la fortaleza militarmente. Estos acontecimientos se desarrollaron durante el X Congreso del Partido, que interrumpió sus sesiones para permitir que los delegados participasen en el ataque. Es interesante destacar que miembros de la Oposición Obrera, una tendencia semi anarco-sindicalista presente en el Congreso, también se unieron a las fuerzas atacantes. Esto pone fin a otra de las mentiras: la que intenta establecer una amalgama chapucera entre Kronstadt, anarquismo y Oposición Obrera, tres cosas que no tienen absolutamente nada en común.

Víctor Serge, que tenía muchas simpatías por el anarquismo, se opuso implacablemente a los amotinados de Kronstadt, como demuestra el pasaje siguiente:

"La contrarrevolución popular transformó la reivindicación de sóviets elegidos libremente por la de "sóviets sin comunistas". Si la dictadura bolchevique caía, era sólo un paso muy corto hacia el caos y, a través del caos, a la insurrección campesina, la masacre de los comunistas, el retorno de los emigrados y, al final, por la fuerza imparable de los acontecimientos, otra dictadura, esta vez anti-proletaria. Los despachos de prensa de Estocolmo y Tallin demostraron que los emigrados tenían en mente precisamente esta perspectiva (despachos que, por cierto, reforzaron la intención de los dirigentes bolcheviques de tomar Krondstadt rápidamente y a toda costa). No estábamos razonando en abstracto. Sabíamos que sólo en la Rusia europea había por lo menos cincuenta focos de insurrección campesina. Al sur de Moscú, en la región de Tambov, el maestro de escuela eserista de derechas Antonov, que proclamó la abolición del sistema soviético y el restablecimiento de la Asamblea Constituyente, tenía a sus órdenes un ejército campesino sobreviamente organizado de decenas de miles. Estaba en negociaciones con los blancos. (Tujachevsky suprimió esta Vendée a mediados de 1921)" (Víctor Serge, Memoirs of a revolutionary 1901-1944, pp. 128-9).


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