La Revolución Francesa de 1789, junto la Revolución Rusa, son las dos revoluciones clásicas. Una, la revolución proletaria por excelencia y, la otra, la revolución burguesa que más lejos llegó. A diferencia de la revolución inglesa, en Francia no había margen para ningún acuerdo entre la aristocracia y la burguesía. ¿Por qué? Llana y sencillamente, por la intervención de las masas campesinas y, fundamentalmente, proletarias y semiproletarias. Es este el aspecto que más desarrolla Kropotkin y que le diferencia de otros autores, que presentan la victoria de la revolución burguesa como algo inevitable unido al desarrollo de las fuerzas productivas. Kropotkin nos traza un cuadro dinámico de la lucha de fuerzas vivas en el seno de la sociedad francesa desde la convocatoria de los Estados Generales, a la toma de la Basilla y finalmente la caída de Robespierre y los Jacobinos, donde la victoria de la revolución no estaba prefijada de antemano.
Kropotkin nos muestra que el desarrollo de la revolución no es algo lineal y en continuo ascenso. Demuestra cómo en pleno proceso revolucionario, se producen momentos de reacción triunfante, con ciertos parecidos a lo que sucedería en la Revolución Rusa y en la revolución española. Los intentos de la burguesía por conseguir un acuerdo con la aristocracia, cómo éstos son desbaratados por la propia aristocracia, mientras que otras veces, es la presión desde abajo la que impide cualquier acuerdo. La organización de los municipios y los clubs políticos como forma de organización y de expresión de las masas oprimidas donde se daban procesos de democracia directa.
Y, finalmente, cómo bajo la presión de los acontecimientos, a la naciente burguesía no le queda más remedio que ponerse a la cabeza de la nación frente los particularismos territoriales sobre los que la aristocracia basaba parte de sus privilegios, produciéndose un fenómeno de gran importancia histórica: el nacimiento revolucionario de la nación. Proceso que después tendría sus secuelas con las unificaciones italiana y alemana.

La revolución se radicaliza

Vemos cómo cada ataque de la reacción es respondido con un nuevo giro a la izquierda  y con la profundización de la revolución. Cómo los elementos vacilantes se van quedando en el camino y algunos sectores que inicialmente se enfrentan a la monarquía, posteriormente, se acaban reconciliando con ella por miedo al cariz que toma el proceso. En el momento más desesperado, cuando Francia es invadida por los ejércitos de España, Saboya, Prusia, Austria e Inglaterra, se produce la expulsión de los girondinos y el ascenso de los jacobinos apoyándose en las masas pobres de París fundamentalmente. Es a partir de este momento cuando más se avanza y se profundiza en la lucha contra los privilegios. Además, se produce una auténtica catarsis en el ejército, apartando a todos los antiguos oficiales corruptos y traidores, e instaurando la leva en masa. Centralizando todo el poder, utilizando el terror revolucionario frente el terror blanco. Mientras se aprobaba la primera constitución que recogía el sufragio universal, convirtiéndose en la primera constitución realmente democrática. Se expropian y confiscan las tierras y las fortunas a la aristocracia, y se ponen al servicio de la asistencia de huérfanos, ancianos y viudas. Se suprimen todos los derechos feudales sin indemnización. Se ponen a la venta las tierras confiscadas a los terratenientes y a la Iglesia con grandes facilidades de pago a veinte o treinta años. Se ponen límites a las fortunas. Poniendo un máximo a los precios de los artículos de primera y segunda necesidad, entorpeciendo así el normal desarrollo del capitalismo. Todas estas medidas provocan el apoyo entusiasta de los sans culottes. De este modo, se dan los mazazos definitivos sobre el Antiguo Régimen, no dejando piedra sobre piedra. También lleva más allá de sus propios límites a la revolución burguesa.
El agotamiento de los sans culottes y los giros de Robespierre, provocarán la caída de los jacobinos. Después vendrán los tiempos de la más dura reación, que comparado con el terror jacobino, éste parecía una fiesta campestre. Después, los últimos intentos desesperados del París revolucionario por volver al régimen jacobino con la Conjura de los Iguales. Pero a pesar de toda la reacción posterior, ya no era posible regresar al punto anterior, todas las bases del Antiguo Régimen habían sido destruidas. Estos acontecimientos sirvieron de inspiración para el resto las masas empobrecidas de Europa, llegando su eco a la Revolución Rusa de 1905.


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