Todo el mundo es consciente del desastre ocurrido el 26 de diciembre. El tsunami que golpeó a más de 14 países dejó tras de sí un rastro de muerte y destrucción. Sri Lanka fue el país más afectado después de Indonesia, aquí el terremoto alcanzó los 9Todo el mundo es consciente del desastre ocurrido el 26 de diciembre. El tsunami que golpeó a más de 14 países dejó tras de sí un rastro de muerte y destrucción. Sri Lanka fue el país más afectado después de Indonesia, aquí el terremoto alcanzó los 9 puntos en la escala de Richter. El temblor sísmico que generó el tsunami no sólo ralentizó durante un momento la rotación del planeta, sino que también cambió considerablemente el ritmo y la secuencia de acontecimientos en el escenario político de Sri Lanka.

La presidenta Chandrika Bandaranaike Kumaranatunge (CBK) encabeza una alianza del PA-JVP (Alianza Popular _ Janatha Vimukthi Peramuna) que consiguió el poder parlamentario en abril de 2004. Sin embargo, en diciembre se enfrentó a una serie de desgracias, apenas seis meses después de asumir el poder político. El continuo y rápido aumento del coste de la vida y la inflación han provocado incesantes críticas e insatisfacción política. El gobierno también se vio afectado adversamente por el efecto de la subida de los precios del petróleo y la devaluación de la rupia cingalesa. Aunque la alianza PA-JVP ganó las elecciones generales en abril, en octubre todavía no tenía garantizada la mayoría parlamentaria. Esto hizo que perdieran el puesto de presidente del parlamento que fue a parar a manos de la oposición. Después de mucha manipulación y trato financiero, la alianza pudo comprar a algunos parlamentarios que pertenecían a grupos étnicos minoritarios y finalmente pudo anunciar que había conseguido la mayoría parlamentaria necesaria.

La alianza no pudo reiniciar las negociaciones de paz con los Tigres de Liberación de Tamil Ealam (LTTE) debido a las profundas y abiertas contradicciones relacionadas con el “proceso de paz” que existen dentro de la alianza. Las negociaciones de paz tuvieron éxito inicialmente durante la corta vida del gobierno del Partido de Unidad Nacional (PUN) en diciembre de 2001. Dentro de la misma alianza el JVP se opone abiertamente al proceso de paz patrocinado por los noruegos, mientras que el Partido por la Libertad de Sri Lanka (SLFP), uno de los principales partidos dentro del PA, estaba oscilando en su posición. Como la comunidad internacional ha vinculado toda la ayuda económica al “proceso de paz”, la alianza PA-JVP no está recibiendo una ayuda extranjera significativa, esto a su vez que la mayoría de las actividades de desarrollo económica previstas también están amenazadas. Además de todo esto, los Tigres amenazan con reiniciar las hostilidades, eso significaría el resurgimiento de la guerra en el norte y el este. Los países donantes están aterrorizados ante estos acontecimientos y han lanzado un ultimátum al gobierno cingalés.

Con este telón de fondo el gobierno cingalés aprobó en noviembre su primer presupuesto. A primera vista el presupuesto parecía ser popular, con un presupuesto para el estado del bienestar, eso silenció muchas críticas, tanto de la oposición como de la opinión pública en general. Sin embargo, aunque de palabra parecía estar orientado hacia la población, si se analizaba más en profundidad se podía observar que estaba “vacío” de contenido, con objetivos a corto plazo y sin medios concretos para cumplir sus promesas. Se hablaba de concesiones a distintos sectores y la implantación de muchos proyectos, pero no contenía ninguna indicación de donde iban a sacar el dinero. Dado el escepticismo de la comunidad empresarial nacional y de la comunidad internacional ante la posibilidad de manejar el proceso de paz y la economía por parte del gobierno, los países donantes han dado un ultimátum y presionan al gobierno para que ponga en práctica su presupuesto popular. Si persisten en intentar esto lo que conseguirán será acelerar la inflación provocando a su vez una subida de los precios, más impuestos y mayores tasas de interés.

Aterrorizado ante lo arriba mencionado y la posibilidad de que el PUN recupere su popularidad, el gobierno se ha dedicado frenéticamente a intentar desviar la atención de la población. La presidenta ordenó el encarcelamiento del partidario del PUN, S. B. Dissanayake (SBD), un antiguo socio cercano de la actual presidenta que se pasó al PUN en 2002. El PUN consiguió llevar a cabo una exitosa campaña de protesta contra este arresto. Así que en el momento en que el tsunami asolaba las zonas costeras cingalesas la alianza del PA-JVP se enfrentaba a una situación muy difícil en todos los frentes. Todos sabemos que las guerras y los desastres naturales pueden actuar como un catalizador de los procesos sociopolíticos, como ya hemos mencionado antes, el desastre del tsunami también ha cambiado el ritmo y la secuencia de los acontecimientos políticos en Sri Lanka.

Hoy la palabra clave en Sri Lanka es ¡tsunami! ¡tsunami! ¡tsunami! La subida de los precios, el reinicio de las hostilidades con los Tigres y el encarcelamiento del Dissanayake, etc., son alto temporal y por último olvidado. El desastre del tsunami seguramente no tiene precedentes y todo el mundo todavía está impactado por el alcance del horror y la devastación. Las personas han perdido sus vidas, familiares, propiedades y fuentes de ingresos. Familias enteras han desaparecido y las palabras no bastan para explicar la situación. Pero al gobierno parece que no le faltan palabras, algo que sí les falta en términos de dirección, visión política e integridad.

Inicialmente, el gobierno entró en situación de pánico absoluto. En el momento en que el tsunami arrasó Sri Lanka la presidenta estaba de vacaciones en Londres, mientras que su hermana, una ministra parlamentaria, estaba de vacaciones en Los Ángeles. El primer ministro, Manida Rajapakse, estaba en Sri Lanka, pero según la constitución la figura de primer ministro es sólo nominal ya que todos los poderes ejecutivos recaen sobre el presidente. El gobierno, las fuerzas armadas, la policía y otro personal de emergencia estaban en estado de shock y paralizados. Pero poco a poco, lenta y continuadamente, el gobierno consiguió recuperar el control de la situación. Los medios de comunicación cooperaron junto con el gobierno para mantener a la población en un estado de desesperación y pasividad informando continuamente de incidentes desgarradores.

La respuesta de la comunidad internacional hizo que llegaran suministros de emergencia al país, de este modo se alivió la mayor parte de la carga inmediata del gobierno, es decir, suministrar ayuda. Sobra decir que el gobierno comenzó a capitalizar esta simpatía y apoyo internacional. Han llegado del extranjero equipos médicos, de emergencia, medicinas, suministros y dinero, mientras que al mismo tiempo los trabajadores cingaleses de manera voluntaria reconstruían puentes, carreteras y trabajaban para reconstruir los servicios básicos. La mayoría de los sindicatos hicieron un llamamiento y aproximadamente mil trabajadores ferroviarios consiguieron recuperar 30 kilómetros de la línea ferroviaria del sur que quedó absolutamente devastada por el tsunami. Estos trabajadores continúan su incansable trabajo de recuperación y han conseguido extender la línea ferroviaria del sur hasta la costa. Voluntarios civiles remueven escombros, limpian hospitales y escuelas, retiran los cadáveres descompuestos y suministran comida, alojamiento y ropa a los miles de afectados. Así que el gobierno lo ha tenido muy fácil. Han hecho lo que mejor saben hacer: sonreír ante las cámaras, conceder entrevistas y pretender que las cosas ocurren gracias a sus esfuerzos. El gobierno está capitalizando esta situación para conseguir más simpatías y apoyo por parte del resto del mundo.

Sin embargo, creemos que la respuesta inesperada conseguida por el gobierno desaparecerá pronto. Los medios de comunicación del gobierno están llenos de informaciones sobre la cantidad de ayuda recibida. Sí, es ayuda de socorro, no fondos para el desarrollo. Otro giro realmente irónico es que debido a la cobertura de la ayuda internacional hecha por los medios de comunicación, el entusiasmo y el esfuerzo de los servicios locales de voluntariado está decayendo rápidamente, mientras que el número de personas afectadas aumenta. Por lo tanto, el día de la verdad está llegando para el gobierno. Todos sabemos que las promesas hechas por varios gobiernos y organismos internacionales, como ocurre después de cualquier desastre, no necesariamente se traduce en dinero en efectivo. El ejemplo del terremoto de Bam en Irán es más que elocuente. Después de este terremoto se comprometió una ayuda internacional de aproximadamente mil millones de dólares. Sin embargo, al día de hoy, sólo han llegado 17 millones. El gobierno de Sri Lanka también tiene que hacer frente a esta realidad. Ahora el gobierno dice que hará esto, eso o aquello. Pero cuando las cenizas comiencen a desaparecer y las promesas se difuminen, entonces el gobierno cingalés se enfrentará a una situación totalmente desesperada. Por un lado, no estará en situación de reconstruir las zonas devastadas según las expectativas de las personas afectadas. Por otro lado, debido al gigantesco coste que supone la reconstrucción de esas zonas, el gobierno no estará en situación de desarrollar de la misma forma el resto del país.

La situación de los Tigres no es indiferente para el gobierno. En realidad, todo lo contrario, los Tigres son lo peor que le podía pasar al gobierno, las zonas tamiles han resultado muy afectadas por el tsunami. La mayor parte de la zona controlada por los Tigres ha sido destruida, su propia maquinaria bélica ha sufrido numerosos daños. Aunque los Tigres pretenden tener una administración separada en el norte y el este, la población que está bajo su administración no ha recibido nada en términos de ayuda. Si algo ha quedado claro es la total incapacidad de los Tigres para manejar este tipo de situaciones. Desde hace tres semanas no hay ninguna noticia del paradero del jefe supremo de los Tigres, Prabhakaran, se especula sobre la posibilidad de su muerte.

Debemos discutir más a fondo la posible perspectiva política que seguirá al desastre del tsunami. Siempre hemos defendido que la ambición personal de la presidenta era el factor principal detrás de sus decisiones y acciones de los últimos dos años, más que los intereses de su clase capitalista. Sri Lanka tiene una constitución bonapartista y el presidente juega un papel parecido al de un bonapartista. Según esta constitución un individuo sólo puede ser presidente durante dos mandatos y ahora está terminando el segundo. Por esa razón intenta reformar la constitución y regresar al sistema de Westminster donde el primer ministro es el jefe ejecutivo. Así ella podría convertirse en primera ministra y continuar como líder del estado de Sri Lanka. Todas sus maniobras de estos últimos dos años han ido dirigidas para conseguir este objetivo.

Creemos que este gobierno presentó este presupuesto semi-social con el objetivo de celebrar un referéndum a principios de este año, la intención era obtener un mandato de la población para reformar la constitución sin recurrir a la necesaria mayoría de dos tercios del parlamento. Antes de esto también planeaba destituir al actual presidente del parlamento y sustituirlo por uno elegido por ella. Sin embargo, el tsunami ha desbaratado totalmente sus planes. Con todo lo que se habla sobre “cohabitación” y “cooperación para reconstruir la nación”, ahora será difícil que la presidenta destituya al presidente parlamentario, también le será difícil recurrir a unas elecciones o un referéndum para crearse una base popular, incluso es posible que en términos prácticos no la consiguiese. Por lo tanto, las olas del tsunami han desbaratado totalmente la agenda política personal de la presidenta.

En realidad, es una situación muy interesante y única. La presidenta y el gobierno están desorganizados. Los Tigres también lo están. La oposición no lo está, pero no está en situación de conseguir mucha ventaja política de la situación, el “perro guardián” de la nación, el JVP, está dentro del gobierno y de ninguna manera lo abandonará.

También es relevante e importante discutir situaciones y fenómenos similares, ver lo ocurrido en diferentes partes del globo y hacer paralelismos con la situación existente en Sri Lanka después del tsunami. Cuando se produce una catástrofe nacional los capitalistas quieren compartirla con la población. Esto ocurrió en Corea durante la última recesión. El gobierno coreano pidió a la población que donara su oro para recuperar sus reservas en divisas, millones de personas respondieron entregando su joyería. Pero después de la salida de la recesión y la economía comenzó a prosperar, las grandes multinacionales y las empresas coreanas son las que disfrutaron todos los beneficios. En Sri Lanka también, el gobierno está recordando a la población su deber cívico. ¿Pero qué papel y responsabilidad tiene el gobierno en esta situación desastrosa? Desgraciadamente, no hay un movimiento de izquierdas capaz de capitalizar esta situación. En los años treinta el Lanka Sama Samaja Party (LSSP) en Sri Lanka jugó un papel similar en la epidemia de malaria que asoló la isla. Decenas de miles murieron, sin embargo, el LSSP consiguió movilizar exitosamente a las masas para dar una respuesta a esa situación, no sólo consiguieron la ayuda médica y los servicios necesarios, también consiguieron demostrar la incapacidad del gobierno para manejar aquella situación. La manera en que los dirigentes del LSSP se enfrentaron a la epidemia de malaria, preparó el camino para los éxitos iniciales del LSSP en la movilización de las masas y consiguió entrar en el parlamento. Los escaños conseguidos en 1935 por el LSSP fueron ganados en las zonas afectadas por la malaria. El hecho trágico y desgraciado de hoy es que no existe una izquierda capaz de recordar al gobierno su responsabilidad. Vasudeva Nanayakkara, en su momento marxista, también se ha subido al vagón de los “ciudadanos responsables” ocupados en recoger dinero y distribuir los camiones de ayuda, no hace nada más. Y ni siquiera los medios de comunicación se hacen eco de esta noticia, esta es la situación en la que se encuentra la izquierda tradicional de Sri Lanka.

Nosotros, los compañeros de la nueva revolución en Sri Lanka, hemos insistido repetidamente en que el clima político en el país es muy volátil, que las olas del tsunami han creado más contradicciones haciendo que la situación sea aún más inestable en el futuro.

20 de enero de 2005


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