Se cumplen ahora cinco años de la guerra y ocupación imperialista de Afganistán. La excusa fueron los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y el objetivo declarado por los imperialistas era llevar la “democracia” al desgraciado pueblo afgano q Se cumplen ahora cinco años de la guerra y ocupación imperialista de Afganistán. La excusa fueron los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y el objetivo declarado por los imperialistas era llevar la “democracia” al desgraciado pueblo afgano que vivía sometido bajo el terrible régimen reaccionario de los talibanes.

Pero cinco años después, con un país asolado y destruido, con un reguero de miles de muertos por los bombardeos y la represión de las tropas de la coalición ¿Afganistán es más libre y democrático? ¿Las masas afganas viven mejor que antes? ¿Los talibanes y odiados señores de la guerra han desaparecido del país o siguen gobernándolo como hacían antes? Después de ver la reacción de los gobiernos europeos negándose a enviar más soldados al país ante la petición urgente de la OTAN es evidente que la situación no va nada bien para los imperialistas.

El gobierno “democrático” de Karzai ni siquiera controla Kabul, el país está dividido por la mitad y el sur está controlado por los talibanes (más bien una coalición de todas las fuerzas y grupos que se oponen a la ocupación imperialista) acercándose peligrosamente a Kabul, ya están en Logar, una ciudad a 25 millas de la capital. Los 22.000 soldados de la coalición no son suficientes para hacer frente a una insurgencia cada vez más numerosa y efectiva. Las bajas de la coalición en proporción son más elevadas que en Iraq, este año han muerto ya 151 soldados (130 en 2005 y 58 en 2004). Los ataques se multiplican, en julio hubo más de cien ataques al mes contra las tropas de ocupación, frente a los 25 que se producían en julio del año pasado.

Opulencia para los ricos, miseria para los pobres

Los imperialistas intentaron convencernos de que con ellos llegaría la “democracia” y la riqueza para los afganos. Pero, según cuentan testigos presenciales, Kabul se ha convertido en un reflejo de la creciente desigualdad social que reina en el país. Hoy en Kabul es posible comprar relojes y joyas caras, ir a hoteles de cinco estrellas como el Serena propiedad del Aga Khan, viajar en limusina, etc., todo esto para el disfrute de una élite enriquecida gracias a la corrupción y al tráfico de drogas.

La ONU publicaba un informe sobre el alarmante incremento de la producción de opio en el país. Según el responsable antidroga de la ONU, Antonio María Costa, este año la cosecha alcanzará aproximadamente las 6.100 toneladas (con ellas se fabricarán 610 toneladas de heroína), esto supone el 92% del suministro mundial y un 30% más de lo que se consume en el mundo. Todo esto sucede con la “vista gorda” de las tropas de la ocupación, desde que están en el país la producción de opio ha aumentado un 50%.

Al otro lado tenemos a la población afgana tremendamente empobrecida y sufriendo unas condiciones de miseria y pobreza terribles. Los datos hablan por sí solos:

· La tasa de paro es de aproximadamente el 50%.

· El 50% de los trabajadores gana menos de 200 dólares al año o poco más de 300 dólares si están en la industria del opio.

· La esperanza de vida es de 43 años, una de las más bajas del mundo.

· Uno de cada cinco niños muere antes de cumplir los 5 años.

· Cada 30 minutos muere una mujer durante el parto.

· Sólo en Kabul hay 500.000 personas sin techo o en condiciones de vida deplorables.

· Menos del 6% de la población dispone de luz eléctrica.

· Las mujeres sufren la misma represión que con los talibanes ya que se reinstaló la Ley Sharia.

· La tasa de analfabetismo es del 70%.

No es de extrañar que la resistencia contra las tropas de la ocupación sea cada vez mayor y que cuente con el respaldo de toda la población. Por esa razón los jóvenes y trabajadores debemos exigir el final de la ocupación imperialista de Iraq y Afganistán. Debemos exigir al gobierno de Zapatero que saque a las tropas de Afganistán y que deje de colaborar en acciones imperialistas como las de Líbano o Timor, cuyo objetivo es el sometimiento de la población de estos países a los dictados del imperialismo.


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