El 4 de octubre, por segunda vez en este año, más de un millón de trabajadores franceses salieron a la calle para exigir el final de la política de recortes sociales y ataques a los trabajadores del gobierno de derechas encabezado por Villepin. Si haEl 4 de octubre, por segunda vez en este año, más de un millón de trabajadores franceses salieron a la calle para exigir el final de la política de recortes sociales y ataques a los trabajadores del gobierno de derechas encabezado por Villepin. Si hacemos caso a lo que publicaba El País al día siguiente, todo fue un absoluto fracaso.

En el editorial titulado ‘Huelga muy francesa’, podemos leer lo siguiente: “La profundidad de la crisis francesa pudo comprobarse de nuevo ayer con la huelga convocada por las cinco confederaciones sindicales. ¿Contra qué? No está claro”.

Después de leer estas líneas uno puede sacar la conclusión de que los trabajadores franceses se manifiestan y protestan porque sí. Se trata del mismo razonamiento utilizado para analizar el “no” en el referéndum sobre la Constitución Europea, todo se debe al “carácter nacional”, al chovinismo francés, etc.

Pero si leemos la prensa francesa tenemos una visión totalmente distinta. En el periódico Le Monde, portavoz de la burguesía francesa y donde El País cuenta con un buen paquete de acciones, se podía leer lo siguiente: “La movilización fue fuerte tanto en París como en las provincias” (Le Monde, 5/10/05). Reconocía que en el sector público la participación fue mayor que en la anterior jornada de protesta del 10 de marzo y que en algunas ciudades las manifestaciones también fueron más numerosas.

Si la movilización no fue mayor se debió a que los sindicatos, una vez más, en lugar de convocar una huelga general se limitaron a una huelga en el transporte público y algunas empresas públicas, y manifestaciones en todo el país.

En total hubo más de 150 manifestaciones en las que participaron más de un millón de trabajadores. En la jornada de protesta del 10 de marzo participaron 700.000 trabajadores. La movilización estuvo convocada por todos los sindicatos y todos los partidos de la izquierda, incluido el Partido Socialista Francés. En las manifestaciones se podían ver contingentes de trabajadores de las empresas más importantes: Alcatel, Renault, Hawlett Packard, Airbus, Ford, la prensa no salió a la calle...

Según el mismo artículo de El País parece que los franceses no tienen razones aparentes para manifestarse, como tampoco las tenían para decir “no” a la Constitución Europea, parece que no son motivos la retirada de la ley de las 35 horas, el abaratamiento del despido, la implantación del contrato en prácticas durante un año, una tasa de paro del 9,9%, el aumento de la pobreza o las privatizaciones.

Explosión social en Córcega

El último ejemplo ha sido el anuncio de privatización de la empresa marítima SCNH que se encarga del transporte en ferry desde Marsella a Córcega. El anuncio de la privatización y los despidos ha provocado una verdadera explosión social en la isla, además de una huelga total en el puerto de Marsella. El gobierno anunció la marcha atrás en la privatización y envió a las fuerzas especiales del ejército, teóricamente para hacer frente a los independentistas, pero en la práctica para reprimir brutalmente a los trabajadores en huelga y a los jóvenes que diariamente se manifiestan en las calles de la isla.

Algunos hablan ya de un invierno como el de 1995, cuando los trabajadores consiguieron hacer retroceder los ataques del gobierno Juppé. El canal económico Bloomberg recogía las palabras de Pierre Concialdi, economista del Institut de Recherches Economiques et Sociales: “Hay muchos problemas: desempleo de masas, estancamiento del poder adquisitivo, déficit sanitario y el gobierno no hace nada en absoluto... es difícil decir si no se trata del inicio de otro invierno como el de 1995”. La lucha no ha terminado, los sindicatos han convocado otra jornada de protesta para el mes de octubre, esta nueva movilización demuestra una vez más que los trabajadores franceses no van a aceptar los ataques sin luchar y a pesar de lo que digan periódicos como El País, muestran el camino para el resto de los trabajadores europeos que se enfrentan a los mismos problemas y ataques.


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