Este año 2006 va a ser un año decisivo para la Revolución Bolivariana. En diciembre se realizarán las elecciones presidenciales y el imperialismo y la oligarquía van a usar sus medios para impedir la reelección del presidente Chávez o, en su defecto, restar legitimidad a la elección del mismo para continuar tras las elecciones su campaña desestabilizadora. Esta campaña comenzó con la retirada de la oposición en las elecciones a la Asamblea Nacional. Y continuó con el espionaje de la embajada norteamericana, cuyo fin era entrar en contacto con militares venezolanos y obtener información de las recientes compras de las FAN. Este conflicto terminó con la expulsión del agregado militar John Correa, que fue seguida de la escalada verbal del Departamento de Estado norteamericano.

El imperialismo busca tumbar la revolución e impedir la reelección de presidente Chávez

Esta estrategia busca movilizar una base de masas para que apoye a la oposición. Sin embargo, por ahora no han tenido éxito. El 4 F una marea roja cubría Caracas desde la cota mil hasta la avenida Bolívar; una marea que dejaba en ridículo la marcha opositora convocada el mismo día. Tras el asesinato de los hermanos Faddoul y del empresario Sindoni intentaron movilizar de nuevo sobre la base de la denuncia de la violencia e inseguridad: tuvieron algo más de respuesta. Sin embargo, cuando intentaron movilizar a los jóvenes, de nuevo la movilización de la juventud revolucionaria el día 22 dejó en ridículo el movimiento escuálido. Ahora con la muerte del secretario de la Conferencia Episcopal Venezolana, quien apareció asesinado en un motel capitalino, están intentando continuar su escalada mediática. Sin embargo, las revelaciones recientes dadas por el Fiscal General dejan poco margen de maniobra para intentar vincular esta muerte con un asesinato político. La táctica será la misma durante todo el año y la repetirán una y otra vez para reavivar de nuevo a su base social y lanzarla contra la revolución.

En este movimiento cruzado, el imperialismo prepara el terreno internacional. Los videos exhibidos recientemente en el programa de VTV La Hojilla son una muestra de esto. Los videos tienen como finalidad convencer a las personas que viven fuera de Venezuela de que en nuestro país se vive una peligrosa dictadura, “que Chávez planea borrar las fronteras de Suramérica para convertirse en un `tirano´ continental, que la libertad de expresión está en peligro, que Venezuela está financiando el terrorismo y prepara armas nucleares, y que el pueblo venezolano reclama una intervención extranjera para acabar con el gobierno del Presidente Chávez”. Esto no es más que la punta del iceberg de la campaña mediática internacional contra la revolución.

Venezuela es la clave de la revolución latinoamericana. Es donde este proceso está más adelantado por la organización del pueblo y los trabajadores. El giro a la izquierda en todo el continente ha sucedido sin que el imperialismo haya podido, por ahora, detenerlo; y promete profundizarse. Las elecciones presidenciales mexicanas con la posibilidad de la histórica victoria del PRD con Andrés Manuel López Obrador y las elecciones en Nicaragua con al probable victoria del Frente Sandinista refleja y a la vez empuja a las masas hacia la izquierda y da alas a una mayor oleada revolucionaria en todo el continente, que incluso está penetrando las fronteras nacionales de EEUU. La clase obrera norteamericana ha empezado a moverse; las marchas históricas contra la nueva ley anti-inmigración han puesto en pie a las masas, no tan sólo de latinos sino también de un modo solidario al conjunto de la clase trabajadora, que cada día ve como la burguesía norteamerticana los echa a la calle con miles de puestos eliminados en las grandes empresas. Ford ha anunciado recientemente la reducción de más de 30 mil puestos de trabajo y otras grandes empresas, no sólo del sector automotriz, siguen el mismo camino. Todo esto viene a sumarse a la reciente huelga de los trabajadores del transporte en Nueva York.

El imperialismo y la oligarquía están pagando sus sucesivas derrotas durante los últimos años en suelo venezolano: la del golpe de Abril 2002, el paro petrolero, la Guarimba, el referéndum revocatorio, las elecciones a alcaldes, gobernadores y a la Asamblea Nacional.

La correlación de fuerzas es hoy muy favorable para el movimiento revolucionario, muy favorable para avanzar hacia el socialismo, como acertadamente ha repetido el presidente Chávez. El capitalismo aún subsiste en Venezuela y el mismo fue, es y será una amenaza para la revolución. El capitalismo es el obstáculo al desarrollo del país y de la revolución.

El capitalismo es un obstáculo y una amenaza para la Revolución Bolivariana

Detener esta amenaza y permitir que la Revolución Bolivariana avance al socialismo es una tarea que sólo puede llevar a cabo la clase trabajadora, aliándose con los campesinos y las comunidades organizadas. Cuando los capitalistas recurrieron al paro petrolero fue la clase trabajadora la que desbarató sus planes, puso de nuevo a funcionar sin jefes ni “especialistas” una industria tan compleja y tecnificada como la petrolera.

Para que la Revolución Bolivariana se complete en el socialismo es necesario que la clase trabajadora entre decisivamente en escena y termine con el capitalismo en Venezuela de un modo revolucionario; esto es, a través de la toma y ocupación de toda la industria básica, el sistema bancario, los monopolios de alimentos, vestido y calzado, así como las principales mecanometalúrgicas y su puesta en funcionamiento bajo su control a través de un plan democrático que englobe toda la economía del país. En 2005 se vio el inicio de ese movimiento de la clase obrera para dejar su sello en esta revolución. Todo ello culminó con las expropiaciones de empresas y la formación de Invepal e Inveval que le dio continuidad y profundización a la comenzada en el Central Azucarero Pío Tamayo. Este proceso de expropiaciones continuó a lo largo del año y se extendió a un puñado de industrias, como Sideroca, Tomatera Caigua, Central Cumanacoa y, donde el proceso cogestionario logró mayores avances hacia el control obrero, en Alcasa.

Este movimiento de expropiaciones podía haber ido mucho más lejos. En julio del año pasado el presidente Chávez anunció el propósito del gobierno nacional de expropiar 800 empresas cerradas y 1140 infrautilizadas. En el Encuentro de Empresas Recuperadas realizado en noviembre pasado, la entonces Ministra del Trabajo Maria Cristina Iglesias señalo que “la ocupación de empresas no era un problema si no la soluciona a un problema” e hizo un llamado a la UNT y a los trabajadores a ponerse al frente de este proceso de tomas. La UNT desgraciadamente no hizo nada de esto.

Balance de un año de cogestión

Esto llevó a que los sectores reformistas y burocráticos dentro del Gobierno y del aparato del Estado intentaran frenar la extensión y profundización de este proceso. Un primer paso en este sentido es la forma que tomaron las expropiaciones de las empresas y su posterior puesta en funcionamiento. La cogestión en Inveval e Invepal se dio como una sociedad accionarla entre el Estado y la cooperativa de los trabajadores. El 51% pertenecía al estado y el 49% a los trabajadores. En la práctica esa sociedad no existe. Todo el capital lo pone el Estado, el dinero para el funcionamiento de la empresa, el pago de salarios, materia prima, etc. Por otra parte, el control de la empresa no la tiene el Estado sino la asamblea de los trabajadores aunque de los 5 directivos de la empresa tres son del Estado y dos nombrados por los trabajadores. Por orden del Presidente Chávez, el presidente de estas empresas debía ser un trabajador de la misma, elegido en asamblea. Así, en Invepal quedó al frente Edgar Peña (quien fue recientemente desincorporado por la presión de los trabajadores y la presidencia ha sido asumida temporalmente por la actual ministra del MILCO, María Cristina Iglesias) y en Inveval, Jorge Paredes.

En la práctica hay una nacionalización bajo control obrero (si bien con ciertas limitaciones y contradicciones); sin embargo, la forma que adopta es la de una sociedad Estado-cooperativa, sometida a todas las presiones que impone el estar sumergida en el mercado capitalista que aún pervive en el país. Esa contradicción no se puede mantener mucho tiempo y o la forma vence al contenido o el contenido vence a la forma.

Los sectores reformistas, impotentes para impedir la expropiación y el control obrero, pusieron todos los medios para que ésta retrocediera. Al establecer la sociedad 51% Estado, 49% trabajadores, insistieron en la idea de que progresivamente, si los trabajadores demostraban que eran capaces de conducir la empresa, las acciones del Estado pasarían gradualmente a manos de la cooperativa. Uno de los principales peligros de esta situación es que los trabajadores pueden dejar de verse como trabajadores y empezar a verse como socios cuyos ingresos, derechos y mejoras socioeconómicas provienen directamente del beneficio que obtenga la cooperativa compitiendo en el mercado. Si, además, la cooperativa nace con una deuda con el Estado que debe ir devolviendo progresivamente a medida que mejore su cuenta de resultados y la inversión en nuevas máquinas o derechos sociales de los trabajadores como el HCM, etc. también dependen de la posibilidad de la cooperativa de obtener beneficios, compitiendo con las empresas capitalistas en el mercado, la presión hacia que un sector de trabajadores pueda desviarse del contenido revolucionario y socialista que se buscaba para el proyecto y asumir prácticas capitalistas es mucho mayor. Este proceso es el que se dio con la junta directiva de Covinpa de Invepal.

Afortunadamente los trabajadores reaccionaron y en noviembre de 2005 cambiaron en asamblea a toda la junta directiva, ante la burocratización de los principales miembros de la misma. En el mes de abril, el presidente de Invepal, Edgar Peña, salía de la empresa y se está concretando la expulsión de la cooperativa de Edgar Peña y Alexis Hornebo (antiguo presidente de Covinpa). Todo esto muestra que el control obrero en Invepal funcionó y reivindica la capacidad de la clase trabajadora para dirigir las empresas. La solución final de que la Ministra Maria Cristina Iglesias (MILCO) sea presidente debe ser una medida temporal para que los trabajadores vuelvan a tener el control de Invepal.

La tercera empresa en que se puso en funcionamiento la cogestión fue Invetex. Aquí los reformistas pusieron su sello más directamente. La sociedad se constituía entre el Estado con el 51% y el capitalista Mishkin con un 49%. Los trabajadores no tenían ninguna participación en la misma. En un futuro, cuando la empresa empezara a funcionar, las acciones del Estado irían pasando paulatinamente a los trabajadores. Así se cuadraría el círculo: una sociedad Trabajadores-Capitalista. Esto es un completo engaño a la nación y al presidente Chávez. Ha pasado un año y Mishkin pone un obstáculo tras otro para que la sociedad no se forme. Los trabajadores llevan ya varios meses sin hacer nada. Y la hilandería de Tinaquillo, cerrada hace 14 años, sigue paralizada.

Promabasa y Sideroca están completamente paralizadas y con conflictos. Otros proyectos como la Tomatera Caigua aparentemente están funcionando bien. En Alcasa, el control obrero está completamente paralizado, si bien se está intentando reactivarlo. El 2005, año de desarrollo de la cogestión alcasiana, estuvo marcado no por una mejora en las condiciones de vida de los trabajadores, si no en muchos casos en un empeoramiento, producto en parte a la falta de comprensión en sectores de la dirección con la relación dialéctica que existe entre el desarrollo de un proyecto revolucionario y las justas reivindicaciones por mejorar su calidad de vida de los trabajadores. El hecho de que la vieja estructura jerárquica ha mantenido muchos de sus privilegios y no están trabajando, ni siquiera bajo la tutela de las ternas gerenciales escogidas por los trabajadores, ha generado gran malestar. La burocracia ha aprovechado ésta y cada una de las oportunidades que se le ha presentado para golpear la experiencia de cogestión y evitar que sirva de modelo a seguir en el resto de las empresas básicas de Guayana y del país.

La lucha por la toma de empresas, por su nacionalización y por el control obrero es la punta de lanza de la lucha por el socialismo en Venezuela. Toda una serie de trabajadores han sido los primeros en dar ese paso. Estas luchas al quedar aisladas y, de momento, no generalizarse, ha permitido al aparato del Estado, que es fundamentalmente el viejo aparato estatal de la IV República, frenar su desarrollo y profundización y sembrar en su seno el germen de su vuelta al capitalismo. En muchas otras está simplemente impidiendo su puesta en marcha.

La UNT debe ponerse al frente de la lucha por la toma de empresas

Esta debe ser la tarea fundamental de la UNT en los próximos meses; dotarse de un plan de acción para impulsar la toma de empresas y exigir al gobierno su nacionalización bajo control obrero. Fabrica cerrada, fabrica tomada, tal como ha dicho el presidente Chávez. La UNT debe hacer un censo de las empresas cerradas, infrautilizadas o en conflicto por estado y hacer girar al conjunto del movimiento obrero del país en torno a la lucha por la nacionalización y el control obrero, implicando en esta lucha a las comunidades vecinas a dichas empresas.

Los trabajadores de las empresas ocupadas y en cogestión se han organizado en el Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO) que ya se ha movilizado dos veces en los últimos dos meses por la defensa de sus reivindicaciones y en apoyo al presidente Chávez. Es necesario que este Frente se organice aún mejor y llegue a más empresas. Al mismo tiempo, debe divulgare su programa, y sobre todo orientarse a la UNT, tanto a su base como a su dirección, para que se ponga al frente de esta lucha por el socialismo en Venezuela.

Los sectores reformistas han tratado de adulterar la idea del “socialismo del siglo XXI”, haciendo de éste uno donde la propiedad privada de las empresas y la banca “convive felizmente” con los trabajadores y los sectores populares. Tal concepción, si acaba imponiéndose, va a llevar al desastre tal y como lo hizo en otras revoluciones en el pasado. La clase obrera debe poner su sello en esta revolución a través de un programa revolucionario que la haga avanzar al genuino socialismo.

La segunda batalla de santa Inés y la lucha por el socialismo

La reelección del presidente Chávez es una cuestión vital para la clase trabajadora. El Presidente Chávez ha llamado a una segunda Batalla de Santa Inés para ganar esta lucha. Correctamente, el Presidente es consciente de que al igual que cuando el referéndum revocatorio, sólo una movilización de masas puede garantizar los 10 millones de votos. La clase trabajadora debe ponerse al frente de esta batalla por la reelección del presidente Chávez y llevarla más allá. Si la revolución no avanza al socialismo, está pérdida. Es por ello que los trabajadores debemos impulsar para que esta Batalla de Santa Inés se convierta también en una batalla por el socialismo en Venezuela.

La UNT, aprovechando e impulsando la movilización de masas, debe organizar a la clase obrera y detrás de ella a las comunidades para arrebatar a los capitalistas el control del aparato productivo del país, para ponerlo a funcionar para satisfacer las necesidades del conjunto de la población y no del beneficio privado. En ese sentido, se deberían conformar UBEs por el socialismo para organizar esta lucha. Las UBES deberían conformarse en cada empresa, fábrica, taller, etc., así como en las comunidades, sobre la base de la elección de unos voceros elegibles y revocables en cualquier momento por la asamblea de base. Al mismo tiempo, estas UBEs por el socialismo deberían tener una coordinación estatal y nacional para centralizar y organizar la lucha por la reelección de presidente Chávez y por el socialismo en Venezuela.

El saboteo económico de los capitalistas va a continuar. Los ejemplos más claros son los cierres de Sel-Fex en Caracas, Fábrica de Franelas Gotcha y Sanitarios Maracay en Aragua y KR en Carabobo. Esto es sólo el inicio de lo que va a venir en los próximos meses. La respuesta de los trabajadores de estas empresas ante el cierre ha sido tomarlas, demostrando su sano instinto revolucionario. Pero para hacer una revolución no basta con la disposición a la lucha de la clase trabajadora, con su instinto revolucionario. Es tarea de la UNT organizar, coordinar y extender estas luchas y exigir al Gobierno su nacionalización bajo control obrero. Si la UNT se pone al frente, las expropiaciones se extenderían rápidamente y el capitalismo tendría los días contados en Venezuela.

Únete a la CMR

La Corriente Marxista Revolucionaria, que forma parte a escala mundial de la Corriente Marxista Internacional (www.marxist.com), está al frente de este proceso, participando activamente en impulsar el FRETECO y la UNT y dotarles de un programa socialista y un plan de acción que lo implemente. Si estás de acuerdo con nuestras ideas, únete a la Corriente Marxista Revolucionaria para luchar por el socialismo en Venezuela e internacionalmente.

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