Las elecciones ecuatorianas son un nuevo ejemplo del giro a la izquierda que vemos en América Latina. Con una participación del 72,2%, el candidato apoyado por la izquierda, Lucio Gutiérrez, ha ganado con el 55,5% de los votos. Su oponente, el multimLas elecciones ecuatorianas son un nuevo ejemplo del giro a la izquierda que vemos en América Latina. Con una participación del 72,2%, el candidato apoyado por la izquierda, Lucio Gutiérrez, ha ganado con el 55,5% de los votos. Su oponente, el multimillonario de derechas Álvaro Noboa, a pesar de invertir ingentes recursos en su campaña y recurrir a todo tipo de maniobras y promesas demagógicas, obtuvo un 45,5%.

Gutiérrez no es un golpista, como se empeñan en mentir los grandes medios de comunicación burgueses, sino un militar que durante la revolución popular del 21 de enero de 2001, presionado por el movimiento de las masas, se negó a reprimir a éstas y apoyó la revolución.

Como Hugo Chávez en Venezuela, ha llegado al poder empujado por los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad, que pretenden así cambiar su situación. Su gobierno estará sometido desde el principio a la presión de las masas por un lado, pidiéndole que resuelva los graves problemas de pobreza e injusticia social que padece el país y, por otra parte, a la del imperialismo y la burguesía ecuatoriana, en el sentido contrario

El programa de Gutiérrez

El nuevo presidente ha dicho que su objetivo es no polarizar y dividir a la sociedad ecuatoriana, sino una gran concertación nacional. En ese sentido ha incluido en su equipo al presidente de la Asociación de Bancos Privados, Mario Canessa, como guiño hacia los empresarios. El objetivo de los burgueses que han manifestado su disposición a colaborar desde dentro o fuera del gobierno es intentar controlar a este, frenar cualquier tentación izquierdista y desgastarlo para sustituirle lo antes posible por una opción más fiable para la clase dominante.

El equipo de Gutiérrez propone en su programa toda una serie de medidas que supondrían un avance para los trabajadores y campesinos. Subir las pensiones de los jubilados, crear un seguro universal para los pobres, aumentar y mejorar la infraestructura hospitalaria, repartir alimentos y material escolar gratuito a los niños de familias sin recursos y extender y mejorar la red escolar en la perspectiva de erradicar el analfabetismo. También plantean crear viviendas populares aprovechando tierras baldías del Estado y fomentar créditos a la autoconstrucción y a los pequeños productores. Pero creen que es posible conseguir esto bajo el capitalismo. Parecen convencidos de que no hay alternativa al capitalismo y de que la recuperación económica que ha vivido el país en los últimos dos años (tras el desplome del 7% en 1999, en 2001 el PIB aumentó un 5,6% y en 2002 lo ha hecho un 3,5%) puede concederles margen suficiente para no chocar con los capitalistas.

Gutiérrez ha dicho que está dispuesto a mantener la dolarización con modificaciones sociales, como reducir el IVA a un 10%, y que no privatizará las empresas públicas —como pide la burguesía— pero sí introducirá la gestión privada en las mismas para hacerlas más rentables; esta fórmula, allí donde ha sido ensayada, ha supuesto la antesala de la privatización y ninguna mejora para los trabajadores.

Bajo el capitalismo no hay solución

El crecimiento del PIB ecuatoriano se ha basado en las exportaciones de petróleo y las remesas de dinero de los emigrantes, cuyo número se ha multiplicado en el último periodo por la crisis. Éstas representan hoy la segunda fuente de riqueza del país tras el petróleo, por delante de exportaciones tradicionales como el banano y otros productos agrícolas, una muestra la debilidad de la economía ecuatoriana.

En un contexto de recesión en EEUU, que afectará a toda la economía mundial, la economía ecuatoriana será de las que más sufran. El paro golpeará a los ecuatorianos en el exterior y reducirá las remesas. La caída de la inversión acabará con los deseos de Gutiérrez de que empresas extranjeras inviertan en Ecuador. La propia burguesía ecuatoriana, débil y parásita, intentará competir en un mercado mundial cada vez más reducido recortando aún más los salarios, destruyendo empleo y exigiendo al gobierno que disminuya gastos sociales.

Las reformas más tímidas chocarán con los objetivos de los ricos. La perspectiva para Ecuador es la misma que hoy vemos en Venezuela. Lo más probable es que Gutiérrez se vea obligado a tomar medidas que le enfrenten a los capitalistas; en cualquier caso, su movimiento se verá dividido a derecha e izquierda y si decidiese no hacerlo serán otros de los que hoy están con él los que lo harán.


window.dataLayer = window.dataLayer || []; function gtag(){dataLayer.push(arguments);} gtag('js', new Date()); gtag('config', 'G-CWV853JR04');