El pasado 31 de julio Fidel Castro anunció oficialmente el traspaso de responsabilidades a su hermano Raúl Castro, vicepresidente del partido y del Consejo de Estado. Una grave enfermedad intestinal le obligaba a retirarse de sus tareas de gobierno por tiempo indeterminado.

Las reacciones no se hicieron esperar; los elementos contrarrevolucionarios que residen en Miami expresaron su júbilo, ante lo que ellos presentían como los últimos momentos de la vida de Fidel, con manifestaciones carnavalescas por las calles de esa ciudad. Incluso desde la Fundación Nacional Cubano Americana (institución de corte claramente fascista) se exhortó de forma más o manos clara, a las Fuerzas Armadas revolucionarias de Cuba a que llevaran a cabo un golpe de estado.
Por su parte el sector de la prensa internacional que con mayor o menor virulencia siempre ha atacado al gobierno cubano, también con poco disimulado júbilo, empezó a especular sobre posibles medidas, pasos y personas que pudieran dirigir la "transición" en Cuba. A la vez que esperaban una reacción masiva por parte de la población cubana, según ellos hastiada del régimen que gobierna la isla.
Pero todos sus anhelos, todos los castillos en el aire que construyeron en las primeras semanas de la retirada de Fidel, se han derrumbado estrepitosamente. Lejos de las explosiones de júbilo esperando el final del "odiado dictador", lo que nos hemos encontrado es con la profunda preocupación de la mayoría de la población por el futuro de la isla.
La revolución cubana, sus logros y la figura de Fidel, siguen gozando de un sólido apoyo entre la mayoría de los trabajadores, campesinos y el pueblo cubano en general.

La realidad cubana

Es evidente que el hecho de que Fidel se encuentre convaleciente, introduce un importante nuevo elemento en la situación política; ningún otro dirigente cubano tiene la autoridad y el carisma del que él goza.
Por otro lado, Fidel ha dejado claro su inflexible oposición a que el capitalismo vuelva a imponerse en la isla. Su retirada de la escena, aunque las autoridades cubanas y el mismo Fidel insistan en que es temporal, ha levantado expectativas entre la burguesía internacional en el posible nuevo rumbo que pueda tomar la política a aplicar por los que hoy dirigen el gobierno cubano.
Así las palabras de Raúl Castro, el pasado 2 de diciembre, en el acto de conmemoración del 50 aniversario del desembarco del Granma, en el sentido de hacer un llamado al gobierno de Estados Unidos a "resolver en la mesa de negociaciones el prolongado diferendo entre EEUU y Cuba", ha levantado toda una polvareda en los medios de comunicación burgueses de todo el mundo.
Una delegación de diez congresistas norteamericanos visitó la isla el 16 de diciembre. Estos mantienen con respecto a Cuba una política parecida a la de la burguesía europea; esto es, son partidarios de suavizar el embargo a cambio, eso sí, de que el gobierno cubano aplique medidas para facilitar la entrada progresiva pero firme del capitalismo en la isla.
Esta visita hay que contemplarla dentro de la estrategia de este sector de los representantes políticos de la burguesía que persiguen, al igual que los partidarios del embargo (sólo que con otros métodos), hacer retroceder a Cuba a la situación de antes de la revolución.
Era una misión exploratoria que tenía como objetivo sondear a los altos cargos del gobierno cubano sobre cuál va a ser la política que van a seguir, e intentar averiguar el peso y la capacidad de decisión que tienen los sectores procapitalistas. Todo parece indicar que de momento no han sacado nada en claro.

Los peligros de
la corrupción
y el burocratismo

Pero más allá de estas maniobras, nada nuevas por otro lado, es innegable que en Cuba hay problemas y existen peligros graves que acechan a la revolución y amenazan con destruirla. Un elemento importante que alimenta estas dificultades es el acoso criminal del imperialismo USA.
El bloqueo económico sobre Cuba tiene graves efectos. Las medidas que la administración Bush tomó para reforzarlo provocaron que en 2005 Cuba perdiera 4.186 millones de dólares. En total, según datos oficiales, 45 años de bloqueo han supuesto pérdidas globales de 86.108 millones de dólares para el pueblo cubano. Pero seríamos unos ingenuos y le haríamos un flaco favor a la revolución, si concluyéramos que los peligros que acechan a las conquistas del pueblo cubano provienen sólo del acoso externo.
El propio Fidel declaraba, en su discurso del 17 de noviembre de 2005, que el mayor peligro para la revolución cubana no se encuentra en EEUU sino en la misma isla, especialmente, como él mencionó específicamente, los peligros de la corrupción y el burocratismo. Fue precisamente ese discurso el pistoletazo de salida de una campaña interna con la que se pretende luchar contra la corrupción y el burocratismo a todos los niveles.
Como parte de esta campaña se crearon los grupos de trabajadores sociales, cuya labor es la de velar por el cumplimiento de las normas de distribución y evitar el robo de los recursos del Estado; también se incrementaron y fortalecieron los controles e inspecciones. Lo que esta campaña está sacando a la luz es verdaderamente preocupante y pensamos que exige analizar las razones de fondo de esta situación y tomar medidas que ataquen el problema de raíz.
Hasta agosto de 2006 los inspectores integrales de La Habana realizaron 22.692 verificaciones y en 11.692 centros encontraron violaciones de precios y alteraciones en la norma de los productos. El 52% de los centros examinados tuvo problemas. Las infracciones más comunes en estos centros eran: bocadillos con menos jamón del estipulado, jarras de cerveza de 260 cl. cuando deberían tener 350 cl., tarrinas de helado con un contenido real muy inferior a los 250 gr. que anuncia la etiqueta, etc.
Estos son casos concretos en la distribución al por menor que demuestran la amplitud del problema, aunque es evidente que lo más lesivo para la economía cubana son las irregularidades provenientes de la gestión que algunos funcionarios hacen de las empresas estatales. En este ámbito se está desarrollando una campaña de auditorías y los datos también son preocupantes: de las empresas auditadas, alrededor de un 60%, más de un 30% han presentado problemas.
También debemos tener en cuen-ta el efecto que tuvo la introducción de reformas de mercado en la isla tras la caída de la URSS. Estas han dado lugar al nacimiento de una capa dentro de la sociedad cubana con intereses en el restablecimiento del capitalismo en la isla. Los duros años del periodo especial han sembrado también ilusiones en ciertas capas de que bajo el capitalismo disfrutarían de una vida más cómoda. De hecho, para muchos cubanos de a pie infringir las normas de "distribución" para llevar unos pesos a casa es algo imprescindible para cubrir las necesidades básicas de la familia. El salario medio (unos 300 pesos mensuales) no da para llegar a fin de mes; además muchos de los productos esenciales hay que adquirirlos con divisas, lo que incrementa todavía más la necesidad de estos pesos extra. El cubano tiene que "lucharla" diariamente para tener sus necesidades básicas cubiertas. Está claro que el efecto del criminal embargo juega un importante papel; limita al Estado cubano la capacidad de poder acceder a productos básicos a precios de mercado y, por tanto, esto repercute tanto en la cantidad disponible de estos productos como en su precio final.

La implicación consciente de la clase obrera: determinante

Es evidente que no estamos ante problemas aislados, nos encontramos ante una enfermedad que pone en peligro la revolución y sus conquistas. Para neutralizar la extensión de esa capa es imprescindible profundizar en las medidas que hagan posible la participación decisiva de la clase obrera en la gestión y control de la sociedad.
Raúl Castro en su discurso de clausura del XIX congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, el 30 de septiembre de 2006, hacía un esfuerzo por sacar a la luz las cuestiones de fondo que podrían estar en el origen de esta situación. Decía: "Uno de los más difíciles retos del trabajo ideológico es lograr que el trabajador se sienta dueño colectivo de las riquezas de la sociedad y actúe en consecuencia".
Desde nuestro punto de vista, el compañero Raúl Castro da en el clavo al referirse a esta cuestión para que la economía planificada funcione y se desarrolle.
Hablando de cómo enfrentarse a la corrupción en el mismo discurso, Raúl Castro explicaba: "Pero en las condiciones del socialismo es muy difícil enfrentar estos peligrosos vicios sin el concurso de los trabajadores, ellos son la fuerza esencial".
Efectivamente, la participación de los trabajadores es decisiva. Que estos sientan que los medios de producción son de su propiedad colectiva es uno de los factores clave y determinante para que la revolución avance y se enfrente victoriosa a los peligros.
En este sentido la clave para conseguirlo es fortalecer, dotar de funciones, de capacidad de decisión y autoridad los instrumentos para conseguir ese objetivo. Los comités en cada fábrica, barrio, coordinados a nivel de localidad, ciudad y a escala nacional, deben ser los organismos donde los trabajadores opinen, organicen, aprueben planes, dirijan empresas, controlen la distribución de productos; organismos estos en los que los responsables puedan ser elegidos por los trabajadores y puedan ser revocados por ellos mismos en el momento que consideren que no están cumpliendo su cometido. Pensamos que éstas son las medidas concretas, que al profundizar la democracia revolucionaria, posibilitaría que los trabajadores se "sintieran dueños colectivos de la riqueza de la sociedad y actuaran en consecuencia".

La revolución internacional, clave para
la revolución cubana

Como explicó Fidel en el citado discurso, la distribución ilegal y el burocratismo en la gestión económica afecta a la calidad y cantidad de las mercancías disponibles.
Pero estos no son los únicos elementos. El socialismo, como explicaba Marx, para establecerse, necesita dos condiciones básicas, la primera, la participación consciente de la clase obrera en la gestión de la sociedad y la segunda su carácter internacional. La historia ha demostrado de forma dramática, la inviabilidad del socialismo en un solo país. Hoy la revolución cubana se encuentra en un contexto históricamente favorable para salir de su aislamiento. El proceso revolucionario que se desarrolla en toda Latinoamérica, con Venezuela a la cabeza, es una oportunidad inmejorable para que la ruptura con el capitalismo, que en su día se produjo en Cuba, se extienda a todo el subcontinente. En esa tarea Cuba debería ser su principal impulsor.
La combinación de la riqueza intelectual generada en Cuba con los recursos humanos y materiales de países como Venezuela o Bolivia, bajo control de los trabajadores, posibilitaría que todas las necesidades de las masas cubanas y de todos los países quedaran cubiertas con creces.
Una federación socialista de estos países sería un irresistible polo de atracción para las masas oprimidas del resto de América Latina y del mundo entero. Hoy este objetivo es más posible y más necesario que nunca, el futuro de la revolución cubana está íntimamente ligado al de la revolución mundial, en estos momentos claramente en ascenso. Aprovechémoslo.


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