Antes de abordar el problema crucial de la crisis capitalista, su mecánica interna y las leyes que la gobiernan, vamos a concluir este primer apartado de la serie comentando someramente el proceso de circulación de el capital.

Como hemos señalado en artículos anteriores, la producción social capitalista no sólo supone la reproducción de objetos, también de la fuerza de trabajo y de las relaciones sociales de producción, por eso la producción capitalista implica la reproducción del sistema capitalista.

Existen dos formas de reproducción:

A) Reproducción simple. En este caso el capital sólo se reinvierte para obtener en el siguiente ciclo la misma cantidad de producción y el mismo beneficio, de tal manera que no se consigue ni ahorro ni inversión neta. Todo el incremento de plusvalía se traslada al consumo y no existe por tanto crecimiento.

B) Reproducción ampliada. Esta es la forma característica del modo de producción capitalista. Cada ciclo del proceso productivo supone un incremento de la producción respecto al anterior. La forma de lograr este crecimiento se basa en la inversión neta cada año, inversión que se obtiene de la parte de plusvalía anual obtenida que no se ha consumido.

La acumulación capitalista es, por tanto, la transformación de plusvalía en capital que se invierte en la producción en el siguiente ciclo.

La plusvalía aparece en primer término como parte del valor del producto. En el momento en que el producto se vende, la plusvalía se materializa apareciendo en forma de dinero capaz de ser usado como capital.

Los factores que influyen en el grado de acumulación de capital son diversos. Por ejemplo la proporción en que la plusvalía sea consumida o sea transformada en capital será fundamental. También influirá la tasa de plusvalía que se obtenga en el proceso de producción, cuanto más alta sea, mayor será el grado de acumulación. Tal como planteábamos en artículos anteriores, la pugna por la apropiación de la plusvalía se convierte en el eje central del conflicto entre el capital y el trabajo, que sigue siendo la contradicción fundamental de la sociedad capitalista y el motor de la lucha de clases.

Marx derivaba de este hecho varias conclusiones. En primer lugar la consideración de que en las condiciones de la producción capitalista, el incremento de los medios de producción y de consumo no eran sinónimo de la mejora permanente del nivel de vida de la clase obrera y sus familias. En consecuencia Marx estableció la ley de la pauperización creciente de la clase obrera, ley que ha sido siempre centro de ataque y crítica por parte de la burguesía y sus economistas y, por supuesto, de sus testaferros reformistas en el seno del movimiento obrero.

Durante años la clase dominante y sus medios de comunicación de masa han presentado la visión idílica de un mundo en constante crecimiento, donde los estándar de bienestar de las masas no tenían parangón con ninguna otra época de la historia. Esta leyenda ha pasado a convertirse en un axioma para los dirigentes reformistas y socialdemócratas de los partidos obreros y los sindicatos.

En realidad Marx tenía toda la razón. En las condiciones actuales del capitalismo contemporáneo, después de una década de crecimiento económico en los EEUU, después del llamado círculo virtuoso de la nueva tecnología, la polarización de la riqueza ha alcanzado niveles desconocidos. 220 multimillonarios poseen tantos ingresos como 2.500 millones de personas. Más de la mitad de la humanidad sobrevive con menos de 2 dólares diarios y mientras, la crisis se extiende por continentes enteros, provocando devastación y colapso social. Los acontecimientos revolucionarios en Argentina son una reivindicación de esta ley tan vilipendiada por nuestros enemigos de clase.

Junto con esta ley, Marx elaboró otra de gran importancia, la llamada ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia que incide en una de las causas recurrentes de la crisis capitalista. De estas dos leyes nos ocuparemos con más detenimiento en el siguiente bloque de artículos dedicados a la crisis.

El ciclo del capital industrial

El ciclo del capital atraviesa diferentes fases hasta que la plusvalía se materializa en el mercado.

La fórmula completa sería la siguiente:

1ª Fase: Capital Monetario (D-M). M corresponde tanto a fuerza de trabajo como a medios de producción. En esta fase el capital cambia de forma, puesto que de dinero pasa a transformarse en fuerza de trabajo y medios de producción, materias primas etc.

2ª Fase: Capital Productivo P. En esta fase el capitalista obtiene la plusvalía al apropiarse del valor de uso de la fuerza de trabajo pagando tan sólo su valor de cambio.

3ª Fase: Capital Mercantil. M'-D'. Finalmente las mercancías a las que se les ha incorporado el valor del trabajo se convierten de nuevo en dinero, obviamente acrecentado.

La fase segunda del ciclo corresponde lógicamente a la esfera de la producción, mientras la primera y la segunda se asignan a la esfera de la circulación.

El tiempo de rotación del capital estará condicionado por el proceso de producción de que se trate, pero en cualquier caso cuanto más corto sea ese periodo de producción mayor es el número posible de rotaciones que se pueden realizar en un año. El capitalista tiene un interés natural en acelerar el proceso de rotación del capital porque de esta manera aumentará la tasa anual de plusvalía,

  P  
P = ------ n (n es el número de rotaciones)
  V  


Como Marx explica en El Capital, no hay más valor que el creado por el trabajo. El capital industrial es el dominante en la sociedad capitalista porque es en la esfera de la producción donde se genera la plusvalía. Por supuesto, de la plusvalía participa también el capital comercial al intervenir en la venta de los productos en el mercado. El capital comercial es la esfera más antigua del capital pero sólo se limita al proceso de circulación. En la dinámica del ciclo capitalista, al capitalista industrial le sale a cuenta ceder una parte de su plusvalía a otros individuos a cambio de que le organicen la comercialización, de esta manera el beneficio del comerciante se logra como parte de la plusvalía que le cede el productor industrial.

El capital financiero tampoco produce plusvalía, pero sí obtiene cuantiosos beneficios que tal como Marx explica, se obtienen de la inversión o préstamo del propio dinero. Mediante el crédito, los bancos ponen a disposición de las empresas capital a un plazo determinado, cobrando un precio por ello que se denomina interés. Este interés no es un ingreso independiente sino una parte de la plusvalía que el capitalista industrial y el comercial cede al prestamista. De esta manera el capital financiero pone en manos de los capitalistas los medios necesarios para garantizar la explotación del trabajo ajeno, y como se ha producido durante la evolución del capitalismo, es el propio capital financiero el que se convierte en propietario industrial dando lugar a la aparición de una nueva oligarquía capitalista.


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