Por la mañana del pasado sábado 9 de mayo decenas de elementos de la policía militarizada de Baja California (BC) irrumpieron violentamente en la Colonia Nueva San Juan Cópala, en el valle de San Quintín, bajo el pretexto de detener a un grupo de jornaleros agrícolas acusados de intentar prender fuego a un rancho. Los cuerpos represivos arremetieron contra los jornaleros incluso al interior de sus domicilios; como un mecanismo de autodefensa los obreros agrícolas confrontarían a los cuerpos represivos, resultando un saldo de 70 heridos y 17 detenidos, todos ellos trabajadores.

Además se rumora que el enfrentamiento dejó tres muertos; por su parte las autoridades señalaron que la mayoría de los detenidos ya han sido liberados, excepto cinco de ellos acusados de delitos mayores.

Polarización

La acción represiva contra los jornaleros del Valle de San Quintín es obra de una provocación orquestada por el gobierno de Peña Nieto en coordinación con el gobernador panista de BC, Francisco Arturo Vega de Lamadrid.

La heroica lucha de los jornaleros de San Quintín estallada desde mediados de marzo pasado no sólo ha puesto de cabeza al gobierno de BC y al gran capital agroindustrial, sino que además se ha trasformado en un estupendo ejemplo a seguir pues demuestran que se puede luchar y obtener algunas conquista, a pesar del control gansteril ejercido por los charros de la CTM apoyados en pistoleros a sueldo. Un primer resultado tras el paro laboral y el amotinamiento de los jornaleros agrícolas de marzo pasado, fue la afiliación masiva al IMSS y el ofrecimiento patronal de un aumento salarial del 15%, porcentaje significativamente superior al 4% impuesto de manera anual en promedios desde los años 80 por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos. Para Peña los 80 mil obreros de San Quintín representan un mal ejemplo para los dos millones de jornaleros agrícolas de todo el país, mismo que laboran en condiciones tan abominables como las de sus pares en BC.

Desde el mismo día que los finqueros ofrecieron ese incremento, éste fue rechazado por los jornaleros quienes exigían un incremento hasta los $300 diarios frente a los 60 a 120 pesos que ganan tras intensas jornadas de 10 horas cuando menos. Finalmente tras las primeras negociaciones los jornaleros redujeron su demanda hasta los $200.

El hecho es que, amparados por Peña y de Vega Lamadrid, los patrones se han negado a ceder a las demandas, derivando ello en una mayor polarización en San Quintín, pues la reacción ante ello de parte de los jornaleros ha consistido en impulsar movilizaciones y paros laborales a lo largo de las últimas semanas.

Así, la respuesta ante ello, y dado el temor de que el movimiento pudiera tener un efecto de contagio hacia otras regiones dominadas por la agroindustria, el Estado y la burguesía han pasado a la ofensiva montando una burda provocación para justificación acciones represivas contra los jornaleros en lucha con la intención de arrodillarlos para derrotarlos y de paso mandar un mensaje a los trabajadores de todo el país en el sentido de que los capitalistas no se tentarán el corazón al momento de defender sus intereses.

Provocación

Producto de la presión de los jornaleros, el gobierno federal se ha visto obligado a intervenir como supuesto mediador del conflicto entre trabajadores y finqueros, sin embargo esa participación sólo se ha basado en poner todos sus esfuerzos del Estado a favor de los patrones a través de toda clase de maniobras y actos de sabotaje. Eso es exactamente lo que ocurrió el pasado 8 de mayo cuando el subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, dejó plantada a una asamblea de 4 mil jornaleros ante los cuales tenía la obligación por acuerdo, de presentar los avances sobre las negociaciones del gobierno federal con la patronal sobre el pliego petitorio definido por los trabajadores. El representante de Peña no solo no asistió a la asamblea sino que además amenazó vía telefónica al vocero de la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social, Fidel Sánchez Gabriel, cuando éste último le recriminó su inasistencia al acto: "no me amenaces, Fidel, porque no me conoces, no sabes quién soy yo”, espetaría el funcionario de Gobernación al dirigente jornalero.

Pero los que sí asistieron a la asamblea sería un grupo de aproximadamente 200 provocadores que agredirían a los jornaleros; para evitar el enfrentamiento los dirigentes optaron por disolver la reunión.

Al siguiente día, como un acto de repudio a las maniobras del gobierno, los jornaleros impulsaron un paro de labores; con ese objetivo una brigada se trasladó al Rancho Seco para animar a sus compañeros para paralizar la producción. Sin embargo el finquero propietario los acusó ante la policía de pretender quemar el rancho. Así el Estado encontró la excusa perfecta para descargar toda su rabia contra los jornaleros trasladando a toda su fuerza posible para reprimir violentamente a los jornaleros directamente en su propio domicilio y tratar de aplastar de una vez por todas su resistencia.

¡Contra la reacción, la unidad!

Por sí misma la lucha de los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín es valiosa en tanto contienda de la clase trabajadora contra la explotación capitalista, pero lo es más aún porque demuestra que incluso en condiciones tan aparentemente desfavorable, los trabajadores se pueden poner en píe y transformarse en un abierto desafío contra el poder del Estado, el de la burguesía y el de los propios charros sindicales. Es por ello que los jornaleros de San Quintín merecen todo el apoyo de los trabajadores y sus organizaciones del resto del país. Tenemos que repudiar con fuerza las acciones represivas del Estado, pero también debemos seguir el ejemplo los cañeros de Morelos mismo que el viernes pasado se movilizaron por sus propias demandas y abiertamente en apoyo de los jornaleros de San Quintín. La unidad de todos los trabajadores es la clave para frenar la represión y para asegurar el triunfo de los jornaleros.

Es necesario extender la lucha desarrollando iniciativas que puedan integrar al combate a los dos millones de obreros de campo de todo el país, así como también impulsar acciones de solidaridad en las ciudades organizando movilizaciones y paros. Es necesario que en los centros de trabajo y en las universidades se organicen comités de apoyo que difundan información sobre la lucha de los jornaleros de San Quintín y que llamen a acciones para frenar la represión y para asegurar el triunfo sobre la monstruosa explotación capitalista de la agroindustria mexicana.

¡Fuera y Vega de Lamadrid!

¡Respeto a los derechos democráticos y sindicales de los jornaleros de San Quintín!

¡Por el cumplimiento pleno del pliego petitorio!

¡Libertad inmediata e incondicional de los jornaleros presos!

¡Expropiación bajo el control democrático de los trabajadores de toda la agroindustria!


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