LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA DEBE AVANZAR HACIA EL SOCIALISMO PARA DERROTAR A LA REACCIÓN
1. La oposición contrarrevolucionaria venezolana y el imperialismo estadounidense han iniciado una violenta campaña nacional e internacional de desestabilización contra el gobierno de Hugo Chávez, en la que los dirigentes de la oposición reaccionaria han lanzado a sus seguidores a realizar todo tipo de algaradas y acciones de violencia en la calle con el fin de sembrar el caos. Estos grupos fascistas se dedican a atacar a militantes y locales de trabajadores y organizaciones vecinales, a proferir amenazas e insultos de todo tipo e incluso han llegado a disparar armas de fuego contra los ciudadanos que se oponen a sus acciones terroristas. La inmensa mayoría de la población rechaza estos actos, como demostró la movilización masiva del domingo 29 en la que durante más de seis horas más de un millón de manifestantes procedentes de todo el país llenaron las calles de Caracas contra el golpismo y la intervención imperialista en Venezuela.
2. Las calumnias acerca de lo que realmente está ocurriendo en Venezuela vuelven a llenar los teletipos de las agencias, las pantallas de TV y las páginas de los periódicos. El objetivo de toda esta campaña de violencia es el mismo que en abril de 2002 o en diciembre de 2002 y enero de 2003: utilizar a los sectores más alienados y desesperados de la clase media para provocar el caos y “justificar” los planes golpistas de los dirigentes de la reacción e intentar preparar a la opinión pública internacional para una nueva ofensiva contra el gobierno democráticamente elegido de Hugo Chávez.
3. Esta vez la excusa elegida es el referendo revocatorio. Este es un derecho democrático que prácticamente no existe en ningún país y que el propio Chávez introdujo en la Constitución venezolana. La oposición necesitaría que el Consejo Nacional Electoral (CNE) considerase como válidas más de 2.400.000 firmas.
4. En diciembre pasado la oposición fue incapaz de recoger las firmas. Según todos los datos disponibles no superaron el millón novecientas mil firmas. Y ello a pesar de que durante la recogida de firmas se detectaron todo tipo de fraudes e irregularidades, desde firmas de difuntos hasta personas que firmaron varias veces o coacciones a trabajadores a los que se obligaba a firmar bajo amenaza de ser despedidos.
5. Figuras destacadas de la administración estadounidense han hecho declaraciones, presionando al CNE para que se posicione a favor de la oposición y convocar un referéndum revocatorio presidencial. El gobierno venezolano ha anunciado públicamente esta creciente intervención extranjera. También se han descubierto pruebas de que la organización de la oposición que coordinó la recogida de firmas, el SUMATE, ha recibido fondos económicos de la estadounidense Fundación Nacional para la Democracia, junto con toda una serie de organizaciones de la oposición.
6. Denunciamos esta campaña como un nuevo intento de derrocar al gobierno de Chávez y poner fin al proceso revolucionario que se ha abierto en Venezuela.
7. El imperialismo y la elite dominante local no pueden tolerar mucho más esta situación. No pueden tolerar un gobierno que aumenta la inversión en sanidad y educación, que se niega a privatizar las empresas y bienes propiedad del estado, que se opone al Acuerdo de Libre Comercio, que reafirma el carácter nacionalizado de la industria petrolera, etc. Pero sobre todo, no pueden tolerar el proceso de organización y politización de los trabajadores y sectores más oprimidos de la población que ha tenido lugar en el país. En dos ocasiones el movimiento revolucionario de las masas venezolanas ha derrotado los planes del imperialismo y la oligarquía local, cuando organizaron su golpe de estado del 11 de abril de 2002 y durante el sabotaje petrolero y cierre empresarial de diciembre de 2002 y enero de 2003.
8. Pero el peligro de un golpe reaccionario todavía no ha desaparecido. La oligarquía local y el imperialismo intentarán una y otra vez poner fin al proceso revolucionario. No podemos olvidar que es precisamente en estos procesos cuando la desesperación empuja a la burguesía a jugarse el todo por el todo ante el miedo a perder sus privilegios.
9. La única manera de salvaguardar el proceso revolucionario es con su propio fortalecimiento y avance hacia delante. Aquellos que organizaron el golpe de estado y el sabotaje petrolero todavía están en libertad o en el exilio. Esto se pudo ver claramente cuando el Tribunal Supremo de Justicia sentenció que no había habido golpe de estado en abril de 2002, sino sólo un “vacío de poder”. El viejo sistema reaccionario de justicia debe ser desmantelado y se debe establecer el principio de elección popular de los jueces, como única garantía de un sistema de justicia justo que defienda a las masas y no a los ricos.
10. La oligarquía venezolana y las empresas multinacionales todavía controlan firmemente los medios de comunicación de masas, la industria privada y el sistema bancario. Utilizan la propiedad de estas palancas clave de la sociedad para sabotear la voluntad de la mayoría y conspirar para llevar a cabo otro golpe reaccionario. Hay que nacionalizarlos y ponerlos bajo el control democrático de los trabajadores y la población. Hay utilizar estos recursos para satisfacer las necesidades de la mayoría como parte de un plan democrático de la economía.
11. Aunque se derrotó el sabotaje petrolero con la acción directa de los trabajadores del petróleo que tomaron el control (junto con las comunidades locales y la guardia nacional) de la industria petrolera, todavía en la industria estatal del petróleo, PDVSA, continúan las mismas estructuras burocráticas. Hay que poner esta empresa bajo el control y gestión democrática de los trabajadores. Esta es la única forma de impedir el surgimiento de una nueva burocracia que gobierne la industria en sus propios intereses.
12. Aunque muchos oficiales reaccionarios abandonaron el ejército cuando se declararon en rebeldía, muchos todavía están activos dentro del ejército y la tradicional estructura burguesa del ejército sigue prácticamente intacta. La única garantía de que el ejército no sea utilizado contra la población es a través de la creación de comités revolucionarios de soldados y oficiales, vinculando estos comités con las organizaciones revolucionarias de los trabajadores y la población que ya existen fuera del ejército.
13. Los ministerios y el aparato del estado en general están llenos de reaccionarios que constantemente sabotean el proceso revolucionario. Estas instituciones capitalistas deben desaparecer y sustituirlas con la elección popular de todos los funcionarios públicos con derechos a revocación, y que no puedan cobrar un salario superior al de un trabajador cualificado.
14. El movimiento revolucionario de los trabajadores y la población ha demostrado una y otra vez su disposición a luchar. Pero las organizaciones revolucionarias todavía son pequeñas, están divididas y dispersas. Necesitan unirse sobre la base de asambleas revolucionarias y comités revolucionarios de defensa en todos los barrios obreros, fábricas, escuelas y pueblos, donde todas las tendencias políticas libremente puedan plantear sus ideas y se puedan discutir democráticamente. Estos comités necesitan unirse a nivel local, regional y nacional, basándose en representantes elegidos democráticamente con derecho a revocación. Sólo a través de un debate democrático el movimiento revolucionario podrá conseguir la unidad necesaria.
15. Es necesario implantar estas medidas que supondrán el principio de un movimiento hacia el socialismo, que es la única forma real y seria de garantizar el futuro del proceso revolucionario. Algunos dirán que implantar estas medidas sería una provocación al imperialismo USA y que provocaría una intervención militar. Pero en realidad el imperialismo USA y la oligarquía local no necesitan más “provocación”, ya están conspirando e interviniendo desde el principio contra el proceso revolucionario. La única forma de evitar y derrotar una intervención imperialista es haciendo un llamamiento a los trabajadores y campesinos del resto de América Latina y a los propios trabajadores estadounidenses para que sigan el mismo camino que la población venezolana y para que tomen el futuro en sus manos. Una revolución socialista en Venezuela con un claro llamamiento internacionalista se convertiría en un poderoso polo de atracción para las masas de trabajadores y campesinos de todo el continente que ya han comenzado a moverse en países como Argentina, Ecuador, Bolivia o República Dominicana. Extender la revolución es la única forma de salvaguardarla.
¡Fuera las manos de Venezuela!
¡No a la intervención imperialista!
¡Contra la reacción golpista, formación de comités obreros, populares y de soldados que organicen la defensa de la revolución!
¡Por la revolución socialista en Venezuela. Por la revolución socialista en América Latina!