La violencia supremacista blanca de este pasado fin de semana en Charlottesville y en todo el país ha actuado como despertador colectivo. Es necesario construir una izquierda poderosa que desafíe la violencia racista, la intimidación justiciera y las intolerantes políticas del gobierno Trump. Líderes como Bernie Sanders, junto con los sindicatos, grupos por los derechos civiles, inmigrantes, socialistas y otras fuerzas progresistas deben coordinar rápidamente las protestas de masas de cada ciudad para aislar a las fuerzas de extrema derecha. Estas protestas deben estar vinculadas con un programa claro contra Trump y las empresas, para unir a la gran mayoría de los trabajadores contra el racismo y el fanatismo.

La amenaza de la extrema derecha

Los grupos supremacistas blancos y neonazis desde la elección de Trump han organizado manifestaciones cada vez más descaradas y racistas. Aunque aún son pequeñas en tamaño, la confianza de los grupos neonazis y supremacistas blancos va en aumento. Los cientos de supremacistas blancos que asistieron a Charlottesville este pasado fin de semana a favor de la “unidad de la derecha” tenían el objetivo claro de llevar su movimiento a un plano superior.

Cuando el brutal asesinato de Heather Heyer por el neonazi James Fields aún estaba fresco en los titulares del sábado, Trump apareció en la televisión estatal para condenar la violencia y el odio “de muchas partes”. No condenar específicamente a los grupos supremacistas blancos y neonazis provocó la ira inmediata de millones de personas, mientras que una web de extrema derecha daba la bienvenida a los comentarios de Trump como “realmente buenos”.

El clamor popular contra el despliegue de violencia y fanatismo en Charlottesville demuestra la correlación de fuerzas real que existe en la sociedad norteamericana contra la extrema derecha. Desde ese día se producen protestas espontáneas masivas en ciudades de todo el país. Además de un plan de grandes protestas nacionales coordinadas, es necesario que la izquierda impulse la formación de grupos de defensa comunitarios y del movimiento obrero para defender físicamente nuestro movimiento y nuestras comunidades frente a los ataques de estos grupos.

Lo que está cada vez más claro es que las protestas antirracistas por sí solas no bastan para frenar el crecimiento del nacionalismo y el racismo en la sociedad. Frenar el ascenso del supremacismo blanco o construir una resistencia efectiva contra Trump requiera una estrategia política consciente de aislar a la extrema derecha.

Abordar las raíces del ‘Trumpismo’

Mientras la mayoría de los dirigentes republicanos intentan distanciarse de los grupos de extrema derecha, en realidad su apoyo a las políticas fanáticas y racistas del gobierno han alimentado el crecimiento de las ideas racistas y reaccionarias. Décadas de una política que defiende la “dureza contra el crimen” por parte de los dos partidos apoyados por los empresarios, han alimentado la islamofobia bajo el disfraz de “antiterrorismo”, la intensificación de las deportaciones de trabajadores inmigrantes ha creado un clima racista que han aprovechado las fuerzas supremacistas blancas.

El ascenso de las fuerzas reaccionarias de extrema derecha y neofascistas sólo se puede entender como un fenómeno internacional resultado de la crisis profunda del capitalismo global. Los gobiernos capitalistas en todas partes han provocado un aumento dramático de la desigualdad, con islas de extrema riqueza rodeadas por un mar creciente de pobreza, inseguridad económica y desintegración social. Con su sistema en crisis y frente a la amenaza de la resistencia de la clase obrera, un sector de la clase dominante está recurriendo al racismo, el nacionalismo y el fanatismo para dividir y conquistar.

Al mismo tiempo, el fracaso de la izquierda y el movimiento obrero en ofrecer una alternativa política de la clase obrera audaz, ha permitido el ascenso de figuras populistas de derechas como Trump. En las últimas elecciones Trump se presentó como la única alternativa “anti establishment” al dominio de Wall Street y a la elite política corrupta, todo ello después de que la campaña de izquierdas de Bernie Sanders fuera bloqueada por el establishment del Partido Demócrata. Esto permitió a Trump apelar demagógicamente a millones de votantes de clase media y trabajadores blancos que se enfrentan a la caída de los niveles de vida y están furiosos con el establishment político corrupto. Fue este contexto político y social lo que permitió que los cínicos llamamientos al orgullo nacionalista de Trump encontraran un eco, utilizando como chivo expiatorio a los inmigrantes, con su misoginia y su promesa de “drenar el pantano”.

Es necesaria una alternativa de izquierdas

Si la causa de fondo del Trumpismo es la crisis del capitalismo, cualquier movimiento eficaz para luchar contra la derecha debe vincularse con una fuerte oposición al racismo y el fanatismo, con un programa igualmente audaz para acabar con la pobreza, el desempleo, la inseguridad de la vivienda y la subfinanciación crónica de la educación, la infraestructura y los servicios sociales. En resumen, frenar el apoyo a Trump y a los grupos de extrema derecha requerirá construir un movimiento de masas que pueda ofrecer una alternativa política clara de izquierdas.

El potencial para conseguirlo ya es visible en el amplio apoyo a Bernie Sanders, especialmente en los “estados rojos” que votaron a Trump. El autocalificado como socialista democrático se ha convertido en el político más popular de EEUU y es la voz más destacada de la oposición a Trump. La popularidad de Bernie tiene que ver con su llamamiento a una “revolución política contra la clase millonaria”, sus reivindicaciones de “Medicare para todos”, educación gratuita, un programa masivo de empleo pagado con los impuestos a los ricos, y sus ataques no sólo a los republicanos sino también al establishment del Partido Demócrata que está sostenido económicamente por las empresas. Desgraciadamente, Sanders no ha logrado combinar su programa radical con la necesidad de un nuevo partido de masas de la clase obrera, un paso vital para unir la creciente resistencia a Trump con un movimiento de masas coherente.

Las protestas de masas y los grupos de defensa comunitarios

Las marchas por la “unidad de la derecha” en Charlottesville han enojado a millones de trabajadores que buscan una manera efectiva de luchar contra ellos. Comprensiblemente, la violencia de los neonazis ha generado una simpatía creciente entre un sector de activistas a responder físicamente a los ataques, reflejado en la consigna: “En cualquier momento, en cualquier lugar, da un puñetazo a un nazi” que se podía escuchar en las manifestaciones de todo el país.

Pero apelando sólo a este sentimiento real, desafortunadamente, se corre el riesgo de aislar a los activistas antirracistas, frenando nuestra capacidad de construir una respuesta de masas y el apoyo que necesitamos para ganar. Nuestro poder para derrotar a Trump y las fuerzas de extrema derecha reside en el potencial real de movilizar a la mayoría de la sociedad contra ellos. Si dirigentes progresistas como Sanders, junto con grupos de derechos civiles, organizaciones socialistas y obreras, apostaran enérgicamente por manifestaciones pacíficas de masas coordinadas, cientos de miles, posiblemente millones, saldrían las calles en una demostración de fuerza decisiva contra el racismo y el fanatismo.

Al mismo tiempo, la amarga experiencia ha dejado claro que no podemos basarnos en la policía para defender nuestro movimiento, mucho menos para defender a las comunidades negra, latina o inmigrante que son el objetivo de la intimidación y violencia racistas. Para defendernos debemos comenzar basándonos en nuestra propia fuerza colectiva y auto organización. Por tanto es necesario que el movimiento contra Trump se organice en grupos democráticos comunitarios y de trabajadores para vigilar y defender nuestras manifestaciones, para ayudar a las comunidades amenazadas.

Desde el mismo momento que Trump llegó al cargo, Socialist Alternative ha estado en primera línea de construcción de la resistencia a su agenda racista, sexista y pro empresarial. En cada etapa hemos vinculado el movimiento contra Trump y sus seguidores de extrema derecha a una estrategia y programa que puedan unir a los trabajadores en un movimiento de masas multirracial. Nuestro mensaje central es que para luchar eficazmente contra la derecha no podemos limitar nuestro mensaje simplemente a decir “no”.

En su lugar, debemos vincular las luchas defensivas actuales a un programa y estrategia que desafíen el control empresarial de la sociedad y poner fin a la inseguridad social y económica que es el terreno de cultivo donde crecen el racismo, el nacionalismo y el fanatismo.

El capitalismo está hundiendo al mundo en una crisis cada vez más profunda, la desigualdad social, la destrucción del medio ambiente, los conflictos y las guerras. Para erradicar totalmente estas condiciones sociales será necesaria la transformación socialista de la sociedad, tomar las 500 principales empresas y bancos, ponerlos bajo la propiedad pública y el control democráticos para que los ingentes recursos de la sociedad pueden satisfacer completamente las necesidades humanas, no sólo para llenar los bolsillos de los súper ricos. Si estás de acuerdo con esta posición únete ya a Socialist Alternative y ayúdanos a construir el tipo de movimiento que necesitamos hoy y para el futuro.


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