El origen de clase de la opresión de la mujer y su papel en la revolución
En el sistema capitalista, la mujer trabajadora se vive una doble explotación, por un lado la derivada por su posición en el sistema de producción y por otro, la derivada de su género. Engels explica, en el prefacio de la primera edición de El Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, cómo el origen de la opresión de la mujer se debe a una cuestión material. "Según la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, a final de cuentas, la producción y reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción es de dos clases. De una parte, la producción de los medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir esto se necesitan, de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en el que viven los hombres en una época o en un país dados está condicionado por estas dos especies de producción: por el grado desarrollo del trabajo, de una parte, y de la familia de la otra".
Engels explica también, en esa misma obra, cómo la sujeción de la mujer a la economía doméstica determinó las bases de la opresión de género: "El primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el antagonismo del hombre y la mujer con la monogamia, la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino". La primera expresión de la sociedad de clases fue la gestación de la opresión femenina.
Así, la opresión de la mujer tiene su origen en la sociedad de clases y por lo tanto la lucha contra la opresión de la mujer es también parte de la lucha de la clase obrera contra la opresión capitalista. La opresión de la mujer no es un problema de género en abstracto. De hecho, la mujer burguesa está interesada en mantener a la mujer proletaria en sus condiciones de opresión, tanto económica como en el seno de la familia. La opresión de género es parte del engranaje de la opresión de clase. En los momentos decisivos y por lo general, cada mujer, como cada hombre, se posiciona ante los problemas sociales en función de los intereses de la clase a la que pertenece.
El papel de la mujer en la vanguardia revolucionaria
Ante las necesidades de desarrollo del capitalismo, se produce la incorporación de la mujer al trabajo. Su nueva posición en los medios de producción sienta las bases de la emancipación de la mujer. La mujer toma conciencia de la doble opresión a la que está sometida, por una parte la opresión capitalista en la fábrica y la explotación dentro de su hogar; ya que la incorporación al trabajo no la exime de sus responsabilidades domésticas.
En lo que respecta a la opresión capitalista en la fábrica, la mujer es consciente también de cómo sus condiciones laborales son peores que las de sus compañeros masculinos. La mujer toma conciencia de que son la capa más reprimida de la clase trabajadora. El papel que juega la mujer en la vanguardia revolucionaria es notorio, situándose a la cabeza de las luchas por las reivindicaciones de la clase trabajadora, en numerosos ejemplos históricos.
León Trotsky explica cómo el inicio de la revolución rusa coincide con el Día Internacional de la Mujer, el 23 de febrero (8 de marzo en nuestro calendario). Ese día ninguna organización hizo un llamamiento a la huelga, ni tan siquiera la organización bolchevique más combativa de todas, el comité de la barriada obrera de Viborg.
Las obreras de algunas fábricas textiles se declararon en huelga y enviaron a sus delegadas a los diversos comités metalúrgicos solicitándoles que secundaran la huelga, objetivo que consiguieron a pesar de la consigna que desaconsejaba la proclamación de la huelga por temor a que las autoridades enviaran al ejército contra los trabajadores. Muchas de estas obreras eran esposas de soldados. Las mujeres salieron a la calle y se dirigieron a los soldados, que después se negaron a disparar contra los trabajadores, volviendo sus armas contra la el régimen zarista.
Las manifestaciones de mujeres, todas obreras, se dirigían a la Duma al grito de "¡Pan!". Ese 23 de febrero, 90.000 obreras y obreros se declararon en huelga. Al día siguiente el movimiento huelguístico cobró mayor fuerza y la consigna de "¡Pan!" es sustituida por las de: "¡Abajo la autocracia!" y "¡Abajo la guerra!".
Las conquistas de la revolución
La importancia que tenía para los bolcheviques la cuestión de la mujer se hace evidente cuando analizamos los logros de la revolución para igualar en derechos a hombres y mujeres. El incipiente estado obrero no sólo otorgó la igualdad de derechos jurídicos y políticos, sino que hizo todo lo posible para dar acceso real a las mujeres a todos los ámbitos culturales y económicos.
La participación de las mujeres en la vida política fue impulsada por el Partido Bolchevique planteando la idea de la necesidad de que las mujeres no militaran en asociaciones separadas, sino que fueran miembros de pleno derecho del partido, con los mismos derechos y las mismas obligaciones y participando en todos los ámbitos y niveles del partido. Para ello se crearon unos comités de agitación en cada organización regional o local con el objetivo de promover actividades y la militancia de las mujeres en el partido, donde también se les proporcionaba formación política.
Para poder liberar a la mujer del yugo del hogar se hacía necesaria la socialización de las tareas relacionadas con el mantenimiento del hogar. La creación de lavanderías, comedores sociales, casas-cuna..., fue lo que posibilitó la participación de la mujer en la vida política y cultural de la época.
En 1920 Rusia se convertiría en el primer país del mundo donde se legalizaba el aborto, evitando de ese modo las muertes derivadas de abortos clandestinos que no ofrecían las condiciones sanitarias adecuadas.
La prostitución, herencia del régimen precedente fue evaluada también por los bolcheviques. Lenin explicaba que la única manera de acabar con esta plaga social se encontraba en la reinserción de estas mujeres en el mundo productivo y su organización en el partido y los sindicatos. Sólo era posible acabar con la prostitución derrocando el sistema económico, social y cultural herencia del capitalismo. La lucha contra la prostitución fue muy enérgica y dio buenos resultados.
Los primeros años de la revolución fueron muy difíciles. La Primera Guerra Mundial provocó enormes dificultades para conseguir suministros, después empezó la guerra civil, junto con la agresión de los imperialistas contra el recién creado Estado Soviético, todo ello en medio del atraso general de la Rusia zarista. Los cambios que planteaba la revolución bolchevique tenían serias limitaciones que provenían de la situación de atraso heredada y de su crítica situación económica. Por todo ello, muchos de los planes de los bolcheviques no pudieron verse acabados en su totalidad, pero sentaron las bases para solucionar muchas de las situaciones y problemas que se habían heredado del régimen anterior.
Trotsky escribía al respecto:
"La revolución trató heroicamente de destruir el antiguo ‘hogar familiar', corrompido, institución arcaica, rutinaria, asfixiante, que condena a la mujer de la clase trabajadora a los trabajos forzados desde la infancia hasta su muerte. La familia, considerada como una pequeña empresa, debía ser sustituida, según la intención de los revolucionarios, por un sistema acabado de servicios sociales: maternidades, casas cuna, jardines de infancia, restaurantes, lavanderías... La absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la mujer, y en consecuencia a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular.(...) No fue posible tomar por asalto la antigua familia, y no por falta de buena voluntad; tampoco porque la familia estuviera firmemente asentada en los corazones. Por el contrario, después de un corto período de desconfianza hacia el Estado y sus casas cuna, sus jardines de infancia y sus diversos establecimientos, las obreras, y después de ellas, las campesinas más avanzadas, apreciaron las inmensas ventajas de la educación colectiva y de la socialización de la economía familiar. Por desgracia, la sociedad fue demasiado pobre y demasiado poco civilizada. Los recursos reales del Estado no correspondían a los planes y a las intenciones del partido comunista. La familia no puede ser abolida: hay que reemplazarla. La emancipación verdadera de la mujer es imposible en el terreno de la ‘miseria socializada'. La experiencia reveló bien pronto esta dura verdad, formulada hacía cerca de 80 años por Marx" (La revolución traicionada, L. Trotsky).
La crítica situación económica de Rusia y las dificultades derivadas del atraso del país limitaron los avances de la revolución en lo que respecta a cambios. Si la revolución se hubiera extendido a Europa, la sociedad rusa hubiera podido transformarse plenamente. La degeneración estalinista supuso un atraso y una pérdida de todas aquellas conquistas que habían iniciado la emancipación de la mujer, volviendo a dar vida a condiciones propias del sistema capitalista que hicieron retroceder la posición de la mujer en cuanto a su lucha por la emancipación.
Tal y como planteaba Trotsky en su discurso ante la II Conferencia Mundial de Mujeres Comunistas en 1921: "La mujer debe comenzar a dejar de ser una ‘hermana de la caridad', en el sentido político del término para participar en forma directa en el principal frente revolucionario de batalla".
En las actuales condiciones de crisis económica la clase obrera no tiene más salida que la lucha, y la mujer trabajadora volverá a jugar un papel clave, superior incluso a otras etapas históricas, tanto en el terreno sindical como en el político.