Colombia: Desaceleración económica, crisis polìtica y agudización de la lucha de clases
“En los últimas dos décadas, Colombia no había vivido una situación laboral tan agitada como la que se ha registrado en los últimos dos meses”. Esta frase con la que inicia un artículo sobre la situación laboral en el país uno de los principales medios de comunicación de la burguesía colombiana, la revista Dinero, confirma el mismo análisis que desde hace ya tiempo venimos realizando los marxistas. Colombia sigue la senda revolucionaria del resto de América Latina. Al desplome de los principales indicadores económicos y las crecientes divisiones en el seno de la clase dominante se une la poderosa recuperación y radicalización de las luchas obreras y populares.
La situación económica y la crisis de las pirámides
El crecimiento del PIB se redujo de 8% en el último trimestre de 2007 a 3,7% en el primer semestre de 2008. La producción manufacturera cayó 9%.1 “Las cifras de desaceleración son en verdad dramáticas. (...) Los indicadores de confianza industrial y de condiciones para la inversión de la encuesta de opinión de Fedesarrollo, que han demostrado ser indicadores líderes de lo que ocurre en la actividad real, se han desplomado. Lo mismo sucede con los indicadores de la actividad constructora (licencias y ventas). Asimismo, las cifras de crecimiento del comercio minorista han venido cayendo, aunque tuvieron un pequeño repunte en julio. El Índice de Confianza del Consumidor también se ha desplomado”, explica el ex Ministro de Hacienda, Guillermo Perry. 2
Pero lo peor está por llegar. Dependiente de las exportaciones a EE.UU. y Venezuela, y de las remesas de los emigrantes, la economía colombiana sufrirá durísimamente los embates de la crisis internacional. El 10% más rico de la población concentra el 46,5% del ingreso, más que el 80% de la población con menores ingresos, (37,7%). El desempleo reconocido oficialmente supera el 12%, el más alto del continente. El 89% de la población económicamente activa corresponde a trabajadores informales o subempleados.3La crisis arrasará muchos de esos empleos y agravará una pobreza que ya ronda el 70%. La principal válvula de escape a todos estos problemas ha sido, durante los últimos años, la emigración a Europa, Estados Unidos o países vecinos como Venezuela o Ecuador. Pero esta escapatoria, con la crisis, empieza a bloquearse también.
El potencial revolucionario de las luchas obreras y populares
El factor más destacable de los últimos meses ha sido la entrada en escena, con un ímpetu y extensión no vistos en años, de las masas, y en primer lugar de la clase obrera. La propia burguesía es consciente de ello como reconoce en su edición de Noviembre de 2008 la cita de la revista Dinero con la que iniciábamos este artículo. En 2008, solamente en Bogotá ha habido más de 400 huelgas, más de una por día. Además hemos visto huelgas nacionales sectoriales que, por su dureza y duración, han servido de punto de referencia al conjunto de la clase obrera y despertado una enorme ola de simpatía en toda la sociedad.
El papel de la CUT y el PDA
En ausencia de una perspectiva global y tras varios meses de huelga, tanto los trabajadores judiciales como los corteros tuvieron que negociar acuerdos separados. Pero la clase obrera colombiana ha levantado la cabeza, tensado sus músculos y mostrado su potencial revolucionario a toda la sociedad. La marea de la movilización obrera y popular resurgirá, y con fuerza redoblada, en los próximos meses. La clave para que este ascenso de la lucha de clases culmine en la transformación socialista de la sociedad o no reside en la política que apliquen los dirigentes de la CUT y el PDA.
El carácter reaccionario de la burguesía colombiana a lo largo de la historia
La oligarquía, o lo que es lo mismo la “burguesía nacional”, desde que se liberó del yugo español, nunca ha contemplado dar un paso atrás frente a las masas, ni uno adelante en el desarrollo del país. El propio Simón Bolívar, tras ver como la misma clase dominante en cuyo seno había nacido frenaba todos los intentos de desarrollar una genuina revolución democrático-burguesa y unificar a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia en la Gran Colombia exclamó: “He arado en el mar”. La Gran Colombia se desintegró rápidamente gracias a las aspiraciones locales y regionales de los caudillos, que en última instancia expresaban el carácter parásito, atrasado y degenerado de la clase dominante. Es en este contexto que inician las guerras civiles del primer periodo, que duran hasta el desarrollo regular del capitalismo entre 1925-1945 y que dejaron un rastro sangriento incalculable.
El ascenso revolucionario de los 70s y 80s
En los 70s y 80s, la crisis internacional del capitalismo provocó nuevamente un movimiento masivo de la clase obrera y los sectores populares en Colombia. Un punto álgido fue el paro cívico nacional de 1977. La ausencia de una organización política de masas de la clase obrera con un método y programa para alcanzar el poder hizo que la inestabilidad se prolongase varios años sin encontrar una salida revolucionaria. Tras la recesión de 1981, las masas culpaban al gobierno y la burguesía tanto de sus problemas inmediatos como de la guerra que desangraba al país. La burguesía, como hoy, empezó a dividirse. Un sector, liderado por el Presidente conservador que acababa de ser elegido, Belisario Betancur, lanzó el llamado “proceso de paz”. Su objetivo era ganar tiempo y legitimidad y apaciguar el descontento social.
Lecciones de la derrota de los 80s
A principios de 1985, el M-19 y el ELP deciden volver a la lucha en las montañas. Las masas, aunque golpeadas en su moral por el deterioro económico y la ausencia de una política revolucionaria que muestre una salida siguen, pese a todo, buscando titánicamente alternativas. Nace la Unión Patriótica (UP), como un movimiento de masas en el que -además de las FARC, que mantienen la tregua, y el PCC- participan decenas de colectivos obreros, campesinos y populares.
Los dirigentes de la UP, en virtud de su honestidad y heroísmo, contaban con un apoyo de masas. La burguesía lo sabe y pone en marcha la operación “Baile Rojo”. Entre 1986 y 1989 más de 3.000 dirigentes de la UP son asesinados. Las grandes movilizaciones de masas en repulsa por los crímenes demuestran que la correlación de fuerzas seguía siendo todavía favorable. Pero no se convoca ninguna huelga general que haga consciente a la clase obrera de toda su fuerza y la ponga al frente del movimiento. Tampoco se organizan comités de autodefensa ni se vuelca la experiencia militar, armas, etc. de las FARC en apoyo a las masas y bajo la dirección de éstas. Si se hubiera hecho habría sido posible cortar de raíz la extensión del paramilitarismo y derrotar los planes contrarrevolucionarios.
El reflujo de los 90
La burguesía, además, utiliza la política “del palo y la zanahoria”. Al mismo tiempo que siguen cayendo asesinados dirigentes obreros y populares, aprovecha el contexto de confusión ideológica de principios de los 90 para legitimar su dominio. La caída de la URSS y la desintegración definitiva de la UP han dejado a la izquierda desarmada. En 1991 se firma un acuerdo de paz con el M-19 y se convoca la Asamblea Constituyente. El “Eme” participa en ésta al lado del Partido Liberal y Conservador. La constitución provoca muchas ilusiones. Sin embargo, aunque consignaba importantes reivindicaciones como el derecho a la Tutela, en la práctica fue una manera de desviar la atención de las masas y engañarlas con un cambio aparente de fachada para que nada fundamental cambiase. Otra vez la ilusión constitucional y legalista terminó con el asesinato de muchos militantes del M-19 desmovilizados, entre ellos su candidato presidencial Carlos Pizarro en 1990.
Sindicalistas asesinados en Colombia anualmente (1991-2006)
Año 91 92 93 94 95 96 97 98 99 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 Total
Núm. 83 135 196 104 237 275 182 101 80 137 197 186 94 96 70 72 2245
Fuente: Amnistía Internacional, Colombia: La realidad del sindicalismo Datos y cifras, http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR230152007, Pág.1)
“Los paramilitares tienen su origen en los grupos civiles de "autodefensa", de carácter legal, creados por el ejército en las décadas de 1970 y 1980 para que actuaran como fuerzas auxiliares durante las operaciones de contrainsurgencia. Aunque su base legal quedó suprimida en 1989, siguen expandiéndose”.10 Los terratenientes y los caudillos locales (gamonales, caciques, etc.) se encargaron de organizar a los sectores más descompuestos de la sociedad, al lumpen. Ya dentro del narcotráfico estaban muy organizados estos elementos, contando con los ejércitos privados de los terratenientes, que atraen a sus mismos hombres y mujeres de hacienda.
El gobierno de Uribe
En el 2002 por Uribe votaron 5.862.655 personas, mientras que en el 2006 logró una impresionante votación de 7.307.835, un récord histórico. A pesar de todo, la mayorìa del electorado en ambos casos se fue a la abstención. En los dos procesos electorales 1.071.868 votos aproximadamente se producían en zonas controladas por el paramilitarismo. Uribe en su primera elección representó al Partido Liberal. Luego de unos meses dinamitó éste, que a propósito ya no cuenta con su antiguo poder, y se irguió fuera de él como una especie de árbitro y garante del orden por encima de diferentes partidos burgueses. Hizo una coalición con pequeños grupos de bolsillo, ligas de gamonales y caciques, de la mano del Partido Conservador. De ese modo se apoyó y se apoya en un montón de partidos “uribistas” que abundan en contradicciones, que se quejan de falta de atención, o de que sus directivas estén en la cárcel por ser paramilitares.
Las actuales divisiones burguesas
Por un programa socialista de expropiación de los capitalistas para la CUT y el PDA
El programa de defensa del Estado de Derecho, Capitalismo Nacional, Unidad de todos los colombianos, Paz Democrática, etc. que defienden los dirigentes del PDA sólo puede llevar al desastre. Un ejemplo de lo lejos que han llegado en su bancarrota ideológica algunos dirigentes es lo planteado hace unos meses por Petro (representante del ala derecha del PDA): “Cuando explote la narco burbuja, la sociedad colombiana experimentará un guayabo (crisis) atroz. (...) Ese será el momento del Acuerdo Nacional porque la mayoría de la población lo respaldará como su formula. Como por arte de magia, uribistas y miembros de la oposición, fuerzas sociales diversas se juntaran en ideas comunes. Lo que yo llamó los mínimos fundamentales”13
Un sector de la burguesía no ve con malos ojos que Petro y otros dirigentes del Polo planteen estas ideas. Por eso les fomenta hasta cierto punto mientras ataca a la izquierda. En un futuro, sobre todo si la movilización de las masas les desbordase, podrían utilizar a los reformistas para frenar el impulso revolucionario y, en cuanto pudiesen, poder aplastarlo. Cualquier pacto sólo servirá para dilatar medidas decisivas contra la oligarquía, en aras de la conciliación, y en cuanto ésta vea que ahora sí cuenta con la fuerza necesaria, si encuentra al movimiento de las masas desprevenido, procederá a reprimir y a matar por doquier, como siempre hizo. El único modo de evitarlo es que la izquierda del Polo y la CUT se organicen desde ya para explicar pacientemente este peligro y sobre todo para levantar una alternativa marxista a las políticas reformistas.
Los dirigentes de la izquierda del PDA deberían estudiar la experiencia sufrida por Izquierda Unida en España y por la Izquierda Arcoíris en Italia, las cuales por no exponer una política decidida, con un programa revolucionario y socialista, no lograron convencer a los trabajadores, ni a la juventud de su justeza, ni tampoco diferenciarse suficientemente a los ojos de las masas de los reformistas de derecha del PSOE o los Demócratas de Izquierda. Todo ello causó a estos partidos la pérdida de millones de votos y de casi toda su representación parlamentaria, en España, y en toda en Italia.