No es “la naturaleza”; son el capitalismo y los gobiernos a su servicio
En la semana del 8 de octubre entró a Venezuela el huracán julia provocado fuertes lluvias en las regiones del occidente y oriente del país. Según los medios de comunicación, afecto un aproximado de 41 municipios que presentan deslizamientos de sedimentos, desbordamiento de quebradas y crecidas de ríos que han inundado y arrasado con las comunidades. Las imágenes son impactantes: casas anegadas, miles de damnificados, hectáreas productivas perdidas, puentes caídos, derrumbes, familias tapeadas y una cantidad todavía por aclarar de fallecidos.
El huracán ha continuado su paso por el Caribe, Pacifico y Centroamérica golpeando a países como Colombia, Guatemala, Salvador, Honduras y México, dejando un reguero de destrucción y lamentables pérdidas de vida.
Esta situación es producto del cambio climático, ocasionado entre otros factores por el aumento de las temperaturas causadas por la explotación de carbono y otros hidrocarburos energéticos contaminantes. A pesar del discurso demagógico hablando de “responsabilidad ambiental”, “economía verde y ecológica” por los empresarios y gobiernos, la realidad es que son ellos los responsables de estas escenas apocalípticas causadas por su inescrupulosa política capitalista de explotación y devastación de la naturaleza.
Falta de inversión e irregularidades en la prevención y control de desastres
Las Tejerías, ciudad del Estado Aragua, ubicada alrededor de montañas, con una población de más de 50mil personas, que se fundó con una economía agropecuaria y posteriormente se ha convertido en una zona manufacturera e industrial, ha sido una de las poblaciones más golpeadas. Según informes oficiales, van 50 fallecidos y se presume la existencia de muchas más personas tapeadas por el lodo. Al igual que se superan los desaparecidos arrastrados por los escombros, rocas, árboles que el deslave y desbordamiento de las quebradas se llevó por delante.
A pesar del despliegue significativo de los organismos del estado para abordar la situación y dar apoyo a los habitantes afectados, no se ha tenido un balance completo de los motivos que han llevado a que los efectos del huracán estén siendo tan desastrosos.
Es obvio que situaciones como ésta, que vemos repetirse cada vez más en un país tras otro, son parte de la crisis climática mundial en la que nos encontramos. Pero, junto a ello, otro factor que impide responder a estas situaciones como se debiera es la aplicación de políticas capitalistas por parte del gobierno, la ineficiencia e irregularidades en la gestión gubernamental. A todo ello se une también obviamente el criminal bloqueo y sanciones económicas de EEUU que junto con la derecha y el saboteo empresarial recortan los ingresos del estado y agravan el mal funcionamiento de los servicios públicos: falta de mantenimiento de quebradas, las desmejoras y ninguna modernización de los cauces hidráulicos así como la organización preventiva.
A lo largo de los años ha crecido la población sin planificación alguna, por la necesidad de las y los trabajadores atraídos a una de las zonas industriales más significativas del país, con empresas capitalistas como Mack de Venezuela, Galletera Puig, Concrecasa, La Montserratina y la ensambladora de vehículos Chery, que tienen responsabilidad en la contaminación ambiental y a los que no les interesó nunca mejorar las condiciones de vida de la comunidad sino únicamente beneficiarse de la explotación de los obreros y de la ubicación de muchos de ellos en zonas de riesgo o sin las medidas necesarias para evitarlo.
Aunque el gobierno señala que tiene un sistema nacional de gestión de riesgo, hasta ahora no se conoce un informe serio sobre las causas del siniestro, ni cómo se están abordando los demás acontecimientos graves que se tienen en todo el país. Sobre Tejerías algunos ingenieros han demostrados que las condiciones podían preverse, pero la quebrada tiene un cauce que canaliza una sección hidráulica muy reducida, que apenas sirve para la época de verano y construida desde hace mucho tiempo. Similares realidades se repiten en otras zonas afectadas.
El presidente Nicolás Maduro se presentó en Tejerías, planteando restablecer las condiciones de hábitat y la economía de la población, ofreciendo entregar viviendas a todos los afectados y otorgó un bono especial. Pero estas medidas clientelares o coyunturales no resuelven los problemas de fondo. Se necesita profundizar en cómo evitar concretamente otra situación de desastre como ésta y las que están sucediendo en otras comunidades. Mientras, la burocracia del gobierno ha instalado una mesa de conversación directamente con la burguesía de las empresas afectadas para evaluar sus pérdidas, brindarles beneficios inmediatos, créditos e incorporarlos en los trabajos de recuperación, entre otras medidas.
Solo el pueblo salva al pueblo. Luchar por una política revolucionaria
Como siempre, los humildes y los trabajadores han demostrado su organización y solidaridad incondicional. Muchos están en las zonas afectadas dando todo, día y noche, con su fuerza de trabajo que es imprescindible para el restablecimiento de las zonas. Este es un ejemplo más, como se vivió en la vaguada de 1999 en el Estado La Guaira. Esta fue incluso más catastrófica, pero lo que no se puede permitir es que se repitan de nuevo las promesas de reconstrucción negociadas con los capitalistas, que en este caso algunas fueron ejecutadas, otras quedaron a medias y muchas se mantiene en la desidia.
En Vargas, después de 20 años, donde hubo miles de víctimas mortales con innumerables de pérdidas materiales, a pesar de la inmensa cantidad de dinero invertido para la recuperación, un gran porcentaje terminó desviado y la población todavía tiene zonas totalmente destruidas y nuevamente repobladas, con un riesgo mayor por la corrupción, falta de mantenimiento de los viejos y nuevos cauces, diques y la desorganización del hábitat.
La tormenta tropical Julia es una señal dramática de los futuros acontecimientos catastróficos que presentarán en los países. Los científicos pronostican que, de seguir aumentando las temperaturas, y llegar o superar los 2,6 ºC ocasionará enfermedades producto del calor, aumentos de mortalidad, erosión de suelos e inundaciones y caídas en los PIB de los diferentes países. Frente a esto es vergonzoso escuchar declaraciones simplistas, que alertan a los pobres para prepararnos a morir, en vez de hacer un llamado revolucionario a luchar contra el sistema capitalista, que provoca con su contaminación y la devastación del medio ambiente esta situación dramática.
Los gobiernos y las instituciones internacionales que defienden el sistema capitalista siempre frenarán cualquier medida que vaya contra los grandes monopolios capitalistas, que son los que detentan el poder real y los causantes de los males que vivimos. Tenemos que levantar una alternativa revolucionaria y luchar por gobiernos de los trabajadores y el pueblo que brinden seguridad, prosperidad y un futuro y una vida dignas.
Esto solo lo puede garantizar la clase trabajadora organizada y con un programa marxista. Un programa que plantee enfrentarse a los capitalistas y la burocracia, confiscando las grandes empresas y poniéndolas bajo el control democrático de la inmensa mayoría de la población. Así se podría producir de una manera ecológica y sustentable. La justicia social, la ecología, son valores ajenos a la clase capitalista; su sistema está sustentado sobre el egoísmo y enriquecimiento de unos pocos sobre la base de la explotación, la pobreza, el hambre y las guerras. Hoy más que nunca, socialismo o barbarie.