hollande_sarkzozyEn la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, celebradas el 22 de abril, ha ganado el socialista François Hollande (28,6%), quedando en segundo lugar el actual presidente Nicolás Sarkozy (27,1%). Es la primera victoria de la izquierda en unas elecciones presidenciales desde 1995, además es la primera vez que un presidente se presenta a la reelección y pierde la primera ronda electoral, y eso a pesar de utilizar el atentado de Toulouse para su propio beneficio electoral. El domingo 6 de mayo ambos candidatos se enfrentarán en una segunda vuelta que, de cumplirse lo que pronostican las encuestas, ganará holgadamente Hollande, con una previsión de voto del 56%. La caída de Sarkozy sería un golpe para la derecha europea que perdería así a una de sus principales figuras y uno de los grandes valedores de la política de austeridad fiscal.

En tercer lugar ha quedado el ultraderechista Frente Nacional, encabezado por Marine Le Pen, que ha conseguido un 17,9% de los votos, frente al 10,44% de 2007, ha pasado de 3,8 a 6,4 millones de votos, el mejor resultado conseguido hasta la fecha por la ultraderecha francesa. Como ya viene siendo habitual, la mayoría de la prensa y comentaristas políticos están utilizando los resultados del FN para tratar de desmoralizar a los sectores más conscientes de los trabajadores y de la juventud y minimizar el avance de la izquierda francesa. El FN ha arrastrado a un sector del electorado de derechas descontento con Sarkozy, además de recoger los votos conseguidos en 2007 por el ultraderechista Movimiento por Francia, casi 900.000 votos.
El avance de la ultraderecha es un reflejo de la profunda crisis social que existe en Francia. La mayor parte de sus votos los consigue en el noreste, en la costa mediterránea y en algún departamento del sur, en su mayoría regiones industriales golpeadas duramente por las medidas de austeridad aplicadas por los distintos gobiernos durante las décadas de los 80 y 90, donde se han destruido miles de empleos debido al el cierre masivo de industrias, con tasas de desempleo superiores a la media del país y con altos índices de pobreza. El avance de la ultraderecha en estas zonas también es resultado del fracaso del reformismo, que ha sido incapaz de ofrecer una alternativa a estos sectores más desfavorecidos y, por tanto, ha dejado el terreno libre para la demagogia populista reaccionaria del FN.

Avance de la izquierda y retroceso de la derecha

La izquierda ha conseguido los mejores resultados en una primera vuelta de las presidenciales desde 1988. Respecto a la primera ronda de las elecciones de 2007 la derecha pierde casi 4 millones de votos, pasa de 23,4 a 19,4 millones (el partido de Sarkozy, la UMP; FN; el partido del centrista Bayrou, MODEM), mientras que la izquierda avanza y gana casi 3 millones, pasa de 12,7 a 15,7 millones de votos (PSF; PCF; Nuevo Partido Anticapitalista, NPA; Lutte Ouvriere y Los Verdes). La participación, aunque elevada, ha sido inferior a la de 2007. Además, hay que tener en cuenta que para votar es necesario inscribirse en el censo electoral; así, entre las abstenciones y los no inscritos, hay unos 12 millones de franceses que no votan, en su mayoría votantes de la izquierda.
front_de_gaucheEl Frente de Izquierdas (FDG), la coalición electoral formada por el Partido Comunista (PCF) y el Partido de Izquierda, encabezada por Jean-Luc Mélenchon, ha conseguido un 11,1%, casi 4 millones de votos. A pesar de que las encuestas les daban una perspectiva de voto mayor, los resultados cosechados por el FDG son un éxito si tenemos en cuenta que hace apenas tres meses las encuestas le daban un 5% de los votos. El PCF en 2007 logró sólo el 1,93% de los votos, poco más de 700.000 votos. En total, las organizaciones a la izquierda del PSF han conseguido 5,4 millones de votos (15,13%), frente a los 2,7 millones de votos (8,91%) de las anteriores presidenciales.
A pesar del intento de minimizar los resultados del FDG estos son un síntoma del profundo giro a la izquierda que se está desarrollando en la sociedad. La campaña electoral del FDG ha movilizado a decenas de miles de personas hasta el punto de que la propia prensa burguesa francesa tiene que reconocer que hacía décadas que Francia no vivía mítines tan masivos como los organizados por el FDG: 120.000 personas en París y en Marsella, 60.000 en Toulousse, así a lo largo y ancho del país. El programa electoral del FDG se ha convertido en un éxito de distribución, con más de 400.000 ejemplares vendidos. En Toulousse, Lyon o París es la tercera fuerza política por delante del FN. En Alsacia, el PCF, que apenas existía en el frente electoral, el FDG ha conseguido un 7% de los votos. En ciudades con empresas en lucha como Seine Maritime, donde se encuentra la refinería Petroplus amenazada de cierre, el FDG ha logrado un 17,68% de los votos; en Montataire, donde está la empresa Still Saxby, en lucha desde el pasado mes de febrero para evitar los despidos, ha conseguido un 23,09% de los votos; en Alizay, donde está localizada la papelera M-real, con movilizaciones desde de octubre, ha logrado el 35,59%; lo mismo ha sucedido en ciudades como Florange donde está la planta de ArcerlorMittal; en Aulnay-Sous-Bois, con el 14,6%, donde hay una planta de Citroen-Peugeot amenazada de cierre.
La noche electoral Mélenchon valoró positivamente los resultados del FDG, como un paso importante para avanzar aún más en las elecciones legislativas del próximo mes de junio. En su discurso defendió la necesidad de derrotar a Sarzoky y pidió el voto para Hollande en la segunda ronda de las presidenciales. La próxima gran movilización del FDG será el Primero de Mayo. Junto con la CGT tiene el objetivo de impulsar manifestaciones históricas, con decenas de miles de jóvenes y trabajadores en las calles.

La crisis del capitalismo francés

Francia es la segunda economía europea tras Alemania, pero está atravesando los mismos problemas que el resto de países de la UE y cada vez está más en el punto de mira de los mercados financieros. Los capitalistas franceses quieren llevar a cabo los mismos recortes y contrarreformas que sus homólogos europeos están aplicando en sus respectivos países. Si la derecha, con Sarkozy al frente, no había lanzado aún la gran ofensiva contra la clase obrera es porque estaban esperando a las elecciones y pretendían evitar un gran desgaste electoral.
El periódico británico Financial Times, en su edición del 11 de abril, hablaba del fracaso de Sarkozy. A pesar de la reforma de las pensiones de 2010, que incrementó la edad de jubilación y el periodo de cotización, exigía al gobierno francés “reformas fundamentales” inmediatas. Uno de los grandes problemas del capitalismo francés es el gasto público, el mayor de Europa, que representa más del 55% del PIB. Los representantes del capital son conscientes de que no va a ser una tarea fácil. El citado artículo recogía las declaraciones de uno de los principales banqueros franceses: “Se debería haber hecho más, pero cuando se emprendan estas reformas en Francia, habrá que superar una resistencia popular muy fuerte”. Efectivamente, ni la burguesía francesa ha podido imponer todo su programa (y los resultados de la segunda vuelta podrían complicarle más la situación), ni la clase obrera francesa ha dicho la última palabra en el terreno de la movilización, un terreno en el que su capacidad de impacto político y social se multiplica respecto a un proceso electoral.


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