Desde el principio de la crisis todas las miradas se orientaron a las cajas de ahorros dada su enorme exposición a la enorme burbuja inmobiliaria, y es que habían invertido más de 600.000 millones de euros, frente a los 424.000 millones de la banca privada, aun cuando los activos de la banca son muy superiores a los de las cajas.
Esta enorme exposición sirvió para justificar la creación del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) en junio de 2009, una manera de rescatar a entidades financieras con dinero público para posteriormente entregarlas (perfectamente saneadas) a la gran banca, proceso contemplado en la Ley de Órganos Rectores de las Cajas de Ahorros (LORCA) aprobada en julio de 2010. Los últimos acontecimientos confirman la intención de bancarizar las cajas y algo que teóricamente era voluntario, en la práctica se está convirtiendo en obligatorio.
Del ‘stress test’ al ‘striptease’
El efecto balsámico que supuso la superación de los tests de estrés para el sector financiero de nuestro país el año pasado y presentados como la demostración de que el mismo estaba fuera de toda duda, se diluyó con la crisis de la deuda en Irlanda, cuya banca también había superado dichos tests. Demostrado que algo similar podía suceder con el sistema financiero en el Estado español, el diferencial de deuda pública alcanzó el 30 de noviembre un máximo de 283,32 puntos básicos.
A principios de enero se agravó esta situación cuando el BBVA y el Santander se tuvieron que comer buena parte de la deuda que intentaron colocar. Eso volvió a poner nerviosos a los mercados ya que la solvencia del conjunto de la economía española volvía a estar en entredicho, elevándose nuevamente el diferencial de deuda pública hasta los 266,49 puntos. Para Francisco González y Botín, la responsabilidad única es de las cajas, cuya situación lastra la imagen del sector financiero.
A finales de enero se publicaron los datos referentes a la exposición inmobiliaria de las cajas y los seis principales bancos. Poseen 300.000 millones de euros en activos inmobiliarios, de los que 143.000 se consideran potencialmente problemáticos: 61.500 millones son inmuebles adjudicados o adquiridos (la mayor parte procedentes de promotoras y constructoras), 42.000 se corresponden con créditos morosos y otros 40.000 con créditos subestándar (en peligro de pasar a ser morosos). De los datos también se deduce que las cajas están mucho más expuestas que los bancos. De media, las cajas han destinado casi el 20% de su inversión crediticia al mercado inmobiliario, frente al 11,7% de los principales bancos. De hecho, de los 143.000 millones problemáticos, más de 98.000 millones corresponden a las cajas.
Este striptease desnudó la mala situación de las cajas y aceleró decisivamente el proceso de bancarización.
Acelerando la bancarización
Para tapar este enorme agujero se aumentan drásticamente los fondos del FROB hasta los 99.000 millones de euros. Eso sí, cuando el plazo dado por el Gobierno para que las cajas traten de capitalizarse por sí mismas finalice en marzo de 2012, todas las cajas que necesiten ayuda del FROB tendrán que tener un banco asociado, quedando las cajas como meras fundaciones.
Para dar un último empujoncito en este proceso de conversión, se obliga a las cajas a disponer de un core capital (capital básico) del 9,5%, frente al 8% exigido a la banca en el Estado español o al 6% exigido en Europa, lo cual impide la viabilidad de las cajas porque casi ninguna dispone de ese capital ni tiene posibilidad de conseguirlo en este contexto, especialmente las que se encuentran en pleno proceso de fusión (Caja Madrid-Bancaja, CatalunyaCaixa, NovaCaixaGalicia...). Y porque las que pudiesen conseguirlo, tendrían que competir en inferioridad de condiciones con la banca privada.
Blanco y en botella: Caja Madrid-Bancaja ha creado Bankia y La Caixa ha anunciado que va a transformar Criteria en el banco CaixaBank. Las próximas en crear un banco, gracias a lo cual no tendrán que llegar al 9,5%, serán NovaCaixaGalicia y CatalunyaCaixa. Progresivamente las demás se irán sumando.
¿A quién beneficia la bancarización?
Del mismo modo que las pensiones eran un bocado muy apetecible para la banca por el negocio de los fondos privados de pensiones, los recursos manejados por las cajas también lo son. Y es que las cajas de ahorro representan un trozo de pastel muy importante en los recursos financieros existentes en el Estado español.
La banca es la gran beneficiada de esta operación. En primer lugar, porque terminarán por absorber los pequeños bancos que creen las cajas. En este sentido, Josep Oliu, presidente del Sabadell, dijo el 27 de enero que estaban interesados en CatalunyaCaixa, pero que esperarían a que ésta acudiese a los fondos del FROB. Esto nos conduce a la segunda cuestión: no van a comprar las cajas con el agujero económico actual. Lo harán cuando hayan sido saneadas con el dinero de todos, quedándose, por un módico precio, con el enorme negocio que supone gestionar los ingentes recursos económicos manejados por las mismas. Asistimos, pues, a un nuevo trasvase de riqueza del bolsillo de los trabajadores al de los banqueros, por la vía de socializar las pérdidas y privatizar los beneficios.
Hay que dar una lucha global y de clase
Los más de 132.000 trabajadores de las cajas de ahorros serán los principales perjudicados: como trabajadores y por trabajar en el sector. Antes de hacerse públicos estos datos, la patronal de las cajas ya reclamaba un recorte de entre el 6 y el 7% en la masa salarial de sus trabajadores. Además, la reestructuración implicará un recorte de 15.000 empleos. La publicación de los datos de exposición al riesgo inmobiliario y las consecuencias en lo referente a la aceleración de las reformas son argumentos que la patronal utilizará para profundizar los ataques. La respuesta sindical debe ser contundente. Los responsables son en primer lugar aquellos que, conocedores de la sobreexposición al ladrillo, siguieron beneficiándose con la especulación, y también los que dejaron hacer: Banco de España, comunidades autónomas, gobierno central, Banco Central Europeo, etc. Las direcciones de CCOO y UGT, en la medida que asumen el fondo de la argumentación de todas las decisiones estratégicas de la burguesía también están asumiendo en la práctica la reconversión bancaria como algo inevitable, sin ningún tipo de oposición. Tienen que dar un giro radical en su política sindical y unificar en la lucha a todos los trabajadores del sector. Los ataques de hoy contra los trabajadores de las cajas de ahorro, servirán para justificar mañana esos mismos ataques al conjunto del sector financiero.
En Galicia, la CIG y el BNG tienen convocada bajo el lema “en defensa del ahorro, el empleo y el país”, una jornada de movilizaciones para el 13 de marzo. El camino debe ser el de la lucha con dos ejes bien definidos: contra la privatización de las cajas y en defensa del empleo. Sin embargo, también es muy importante no idealizar qué son las cajas de ahorro bajo el sistema capitalista. Ciertamente, en estas entidades el papel de la administración tiene un gran peso, pero la pregunta es: ¿al servicio de quién está la administración? ¿Acaso la administración del PP no está directamente vinculada a los intereses de banqueros y empresarios que empujan, precisamente, en la dirección de la privatización de las cajas? La administración y el apartado del Estado están estrechamente vinculados al gran capital, como se ha demostrado en los últimos tres años de crisis mundial, en la que los gobiernos no han tenido inconveniente en dilapidar cantidades ingentes de dinero público para salvar a los banqueros.
Por eso, frente a la privatización nuestro modelo no puede ser la defensa de las actuales cajas de ahorro ni la táctica puede consistir en buscar aliados en sectores empresariales con intereses ligados al actual modelo de cajas, que se resiste por sus propios intereses a los planes del gobierno. La alternativa pasa por unir la defensa de todo el empleo del sector con la reivindicación de nacionalización de las cajas y de todo el sistema financiero bajo control obrero*.
* Como explicamos en Nuevos pasos hacia la privatización de las Cajas de Ahorro (ver El Militante nº 242, octubre 2010).