La intervención imperialista de Putin en Ucrania está provocando una nueva y dramática ola de refugiados. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, el número de mujeres, niños y ancianos que huyen del conflicto ha alcanzado los dos millones seiscientos mil y podría llegar hasta los seis.
Las imágenes dramáticas de gente inocente forzada a abandonar aceleradamente sus hogares con lo puesto, sin duda despiertan el apoyo solidario de la clase obrera y la juventud europea y mundial. Sin embargo, esta genuina solidaridad es utilizada cínicamente por la UE y el imperialismo norteamericano como un arma de su propaganda de guerra contra Rusia.
El cinismo de la UE
Por supuesto, los comunistas revolucionarios estamos junto a las víctimas de esta guerra, contra Putin y su intervención imperialista, pero no nos situaremos junto a aquellos que han reducido y siguen reduciendo a escombros países enteros como Serbia, Iraq, Afganistán, Siria, Libia, Yemen… y que han causado al menos 900.000 muertos y 38 millones de desplazados desde el 11-S de 2001, y que se presentan hipócritamente como defensores de la población civil y abanderados de la paz.
Para el imperialismo otantista la población ucraniana no es más que carne de cañón en su estrategia contra el imperialismo ruso. Se muestran solidarios y vierten lágrimas de cocodrilo ante su sufrimiento, para ganar a la opinión pública occidental con el objetivo de que esta avale sus pretensiones expansionistas hacia el Este y una nueva remilitarización de Europa. Pero esta política propagandística que puede cambiar de sentido rápidamente, si las dimensiones del éxodo se hacen mucho mayores.
La Unión Europea decidió, el pasado 3 de marzo, aplicar la norma, aprobada en 2001, que permitirá la entrada sin límites de refugiados ucranianos. Los “Veintisiete” activan ahora una directiva creada hace 20 años y que nunca había sido puesta en práctica hasta este momento. Esta generosidad y solidaridad hacia los refugiados recién descubierta por la UE, dista mucho de ser desinteresada.
Esta “sensibilidad” con los refugiados ucranianos, contrasta con la crueldad con la que la “democrática” y “humanitaria” Europa ha tratado a las cientos de miles de personas que han intentado encontrar refugio en el viejo continente huyendo de las guerras en África u Oriente Medio.
Tan solo hace unos meses, Josep Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, tildaba a refugiados sirios, afganos e iraquíes de invasores, y exigía mano dura para impedir su entrada a Europa, a los Gobiernos de Polonia, Grecia, etc.
Tras años de guerra, la crisis de refugiados en Siria es la mayor del mundo, afectando a 5,6 millones de hombres, mujeres y niños. La actuación de la UE hacia ellos ha sido completamente deleznable, y no han escatimado esfuerzos ni recursos para blindar las fronteras de Europa para impedirles la entrada.
Cientos de miles de sirios se hacinan en los centros de “refugiados”, auténticos campos de concentración, en Turquía, Líbano, Egipto, Iraq o Jordania. Por otro lado, según ACNUR, El 86% de los refugiados sirios que viven fuera de los campos sobreviven en infraviviendas, y subsisten con tan solo 3,2 dólares al día.
La UE ha “donado” más de 6.000 millones de euros a la dictadura de Erdogan para contener en condiciones infrahumanas o encarcelar directamente a miles de refugiados sirios, afganos o iraquies. Pero Turquía no es el único caso. El Gobierno español ha entregado a la dictadura marroquí más de 90 millones de euros, cientos de vehículos, drones y material para el control de fronteras, y retener a miles de migrantes en las mismas nefastas condiciones. .
Así es como la Unión Europea ha venido “externalizando” la represión en sus fronteras usando a terceros países, donde las libertades individuales y los derechos de los trabajadores brillan por su ausencia.
Los organismos europeos han avalado a los Gobiernos polaco o húngaro cuando han reprimido salvajemente a los refugiados en sus fronteras y no han dudado en apoyar firmemente al Gobierno griego cuando este los ha hacinado en insalubres campos de concentración en la isla de Lesbos o los han recibido a golpes e incluso a balazos.
Está claro que a los ojos de Bruselas no todos los inmigrantes son iguales. Ahora se desbloquean recursos, cuando durante todos estos años lo único que han encontrado los refugiados eran concertinas, pelotas de goma o la muerte entre alambradas y basura o en el Mediterráneo.
Según la OIM (Organización Internacional para las Migraciones), desde 2014 hasta diciembre de 2021, casi 23.000 personas habrían perdido la vida en el Mediterráneo. Durante estos años la Comisión ha llevado a cabo una campaña activa y consciente de abandono a los refugiados y de boicot y persecución[1] a las ONG de recate como Open Arms o Sea-Eye.
Y para mayor escándalo, ni tan siquiera con la activación de esta “Directiva de Protección Temporal” que garantiza la acogida automática a los que huyen de Ucrania, esconde Bruselas su racismo. Aquellos que no poseen un pasaporte ucraniano, es decir, inmigrantes africanos o árabes que vivían en Ucrania, aunque estén huyendo de la misma guerra, quedarán fuera de esta medida.
El Gobierno PSOE-UP promete ayudar a los ucranianos que huyen de la guerra mientras apalea a los refugiados subsaharianos
Dos días después de que se pusiera en marcha el mecanismo para acoger a cientos de ucranianos en el Estado español, 2.500 subsaharianos fueron atacados con gas pimienta, pelotas de goma y porrazos, al intentar cruzar la valla de Melilla. En esta ocasión, la policía se ha empleado con tanta violencia que más de 20 inmigrantes han tenido que ser hospitalizados y al menos otros 30 han sido devueltos en caliente.
Esta es la política migratoria de este Gobierno que sigue manteniendo los CIE y las concertinas en su frontera sur contra refugiados que también huyen de la guerra, de regímenes dictatoriales y la miseria.
Es evidente que para el Gobierno PSOE-UP no todos los refugiados son iguales, ni huyen de la misma violencia. Hay refugiados de primera y de segunda claro, y ahora toca utilizar a los ucranios de manera demagogica en una campaña de propaganda obscena. Es precisamente este tipo de actuaciones racistas y clasistas, las que dan alas a la extrema derecha.
Todos aquellos que nos consideramos revolucionarios, debemos levantar la bandera del internacionalismo; tenemos que decir bien claro que no existen refugiados de primera y de segunda. A la vez que señalamos y denunciamos a los capitalistas y su podrido sistema, verdaderos responsables de estas guerras, y abogamos por la necesidad de derrocarlos, peleamos por la genuina solidaridad para con los que huyen de las guerras y la miseria, exigiendo que todos y todas, vengan de donde vengan, sean acogidos con todos sus derechos sociales y ciudadanos, y se dediquen todos los recursos necesarios para garantizarles unas condiciones de vida dignas.
Notas:
[1] La incautación del barco de una ONG pone al descubierto la peligrosa política de Europa. Los gobiernos europeos echan a los barcos de ONG del Mediterráneo a golpe de trabas administrativas