El pasado 27 de septiembre Angela Merkel, candidata de la CDU-CSU, salía victoriosa de las urnas y revalidaba su puesto al frente de la cancillería alemana con más holgura que en las elecciones pasadas. Los resultados electorales le permitían además romper con sus hasta ahora socios socialdemócratas del SPD, cuyos resultados han sido catastróficos, con los que ha gobernado el país los últimos cuatro años y formar un gobierno netamente de derechas en coalición con los liberales del FDP. Los titulares de todos los medios han sido unánimes: en tiempos de crisis los alemanes se aferran a la derecha, pero ¿qué hay de cierto en esto?

El pasado 27 de septiembre Angela Merkel, candidata de la CDU-CSU, salía victoriosa de las urnas y revalidaba su puesto al frente de la cancillería alemana con más holgura que en las elecciones pasadas. Los resultados electorales le permitían además romper con sus hasta ahora socios socialdemócratas del SPD, cuyos resultados han sido catastróficos, con los que ha gobernado el país los últimos cuatro años y formar un gobierno netamente de derechas en coalición con los liberales del FDP. Los titulares de todos los medios han sido unánimes: en tiempos de crisis los alemanes se aferran a la derecha, pero ¿qué hay de cierto en esto?

En el lado de la derecha, la CDU-CSU obtuvo la victoria con el 33,8% de los votos (14.655.004). Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. El porcentaje de voto está muy lejos de la horquilla de entre el 45-50% de los votos que obtenía la democracia cristiana desde los años 50 hasta 1994 y que jamás ha recuperado. Es más, también para ellos es el peor resultado obtenido desde 1949. Entre la CDU-CSU han perdido respecto a 2005 la nada despreciable cifra de casi 2 millones de votantes. De hecho, Merkel sólo ha podido conseguir su objetivo de "una mayoría estable", gracias al aumento de casi 5 puntos de los liberales (14,5% de los votos), es decir 1,6 millones de votos que han sido absorbidos por el FDP del electorado de la CDU y sus socios de la CSU, gracias a una campaña centrada en las promesas de una bajada de impuestos a las empresas y la población con mayores ingresos, para salir de la crisis.

El SPD paga duramente su alianza con la derecha

Ciertamente la debacle obtenida por el SPD ha sido espectacular, y aunque la trayectoria a la baja en los últimos años es algo conocido -lo último fueron los nefastos resultados en la europeas de este año donde consiguió un 20,8% del voto-, los resultados han superado a los más pesimistas sondeos preelectorales, dejando a la antaño todopoderosa socialdemocracia alemana con un dramático 23% de voto (9.988.843); una pérdida de nada menos que 11,2 puntos porcentuales respecto a las elecciones de 2005, lo que se traduce en un récord de caída de más de 6 millones de votos desde las últimas elecciones. El peor resultado en 60 años. Pero no sólo eso. El SPD ha dilapidado más de la mitad de su apoyo electoral en una década: ha pasado de tener más de 20 millones de votos en 1998, lo que le permitió formar gobierno con los verdes tras casi dos décadas de gobiernos de derechas levantando unas enormes expectativas de cambio entre los trabajadores, a obtener menos de 10 millones el pasado 27 de septiembre. La política de contrarreformas y ataques a los trabajadores de estos años, especialmente la aprobación de la "Agenda 2010" ,  no han pasado en balde, más si cabe, cuando prácticamente todos los artífices de aquella contrarreforma siguen ostentando los principales cargos del partido.

Si a esto añadimos una campaña electoral en la que dirección del SPD ha hecho bandera de la no alianza con Die Linke, y cuyo presidente, F. Müntefering, lo más "atractivo" que prometía era una alianza con los verdes y los ¡liberales!, no nos puede sorprender que los trabajadores, la juventud y los parados alemanes les hayan dado la espalda de forma sonora.

Así se comprende que la participación en estas elecciones haya sido la más reducida de la historia  de la República Federal Alemana, un 70,8%, y 6,9 puntos menos que en 2005. Ha habido más de 3 millones de alemanes que han dejado de ir a votar respecto a las elecciones de 2005, y la mayoría de ellos eran votantes socialdemócratas. El SPD se ha hundido en las zonas más pobres y obreras como el norte del Rhur, zona tradicional del acero y el carbón donde arrasaba en los años setenta. En otras ciudades industriales tradicionales del SPD como Bochum (donde tiene una de sus cuatro factorías alemanas Opel, y que anunciaba en plena campaña, el despido de 4.500 trabajadores en todo el país) han perdido un tercio de sus votos, en Dortmund ha caído 15 puntos, en Duisburgo ha perdido cerca del 40% de sus votantes. Y es precisamente en estas zonas donde la abstención se ha hecho notar de forma descarnada. "En un distrito de Duisburgo en el que uno de cada tres habitantes depende del subsidio local, la participación electoral fue del 44%, frente a la media nacional del 70%". (La Vanguardia, 30/09/09)

Die Linke avanza con paso firme

Pero lo más significativo de estas elecciones es que el descontento de los trabajadores también se ha expresado en un aumento contundente de las posiciones a la izquierda de la socialdemocracia. El ascenso firme de Die Linke es una muestra de ello (también Los Verdes aumentan en 800.000 votos). Han sido los únicos que han defendido la retirada de las tropas alemanas de Afganistán, conectando con el malestar cada vez más amplio en la población con esta guerra (las encuestas hablan de que tres de cada cuatro alemanes quiere el regreso de las tropas). Han defendido un salario mínimo de 10 euros/hora, el aumento de los impuestos a los ricos y recortarlos a los trabajadores. Más dinero para la educación. Ingresos mínimos de 500 euros para los parados y elevar la cuota de 165 euros por familia al mes por hijo (en el caso de los parados debería desvincularse del subsidio que reciben). Inversiones estatales por valor de 100.000 millones euros al año y hablan de la estatización de los bancos.

Así es como han conseguido obtener 5.153.88de votantes (el 11,9% del voto), aumentando en más de un millón los votos de 2005 y colocándoles con 76 diputados en el parlamento (frente a los 146 del SPD). Si nos remontamos a 2002 , cuando obtuvo el 4% de los votos, podemos observar que ha triplicando sus resultados de forma vertiginosa. Además no sólo mantiene su base tradicional en el Este, donde obtiene alrededor del 28% de los votos (el SPD cae del 30,4% al 17,9%), sino que avanza también en el Oeste, donde ya tiene presencia en cinco de los diez parlamentos regionales de la Alemania occidental y ha pasado de obtener un 4,5% de los votos al 8,3%, fundamentalmente en los barrios y ciudades obreras.

Gobierna en la Ciudad-Estado de Berlín (en coalición con el SPD) y en los próximos días podría entrar en tres gobiernos regionales: Sarre donde obtuvo el 21,6% de los votos (SPD 25,5%); Turingia con el 27,4% (SPD 18,5%), donde la izquierda tiene mayoría absoluta, por primera vez desde 1923; y Brandenburgo, con el 27,2%, y donde está en manos del SPD el formar gobierno de izquierdas o, decantarse con la CDU, contra la voluntad del electorado.

Y todo esto a pesar de la campaña de intoxicación anti-Die Linke llevada a cabo por los medios de comunicación, como algún articulista ha tenido que reconocer "en la prensa alemana es muy difícil encontrar artículos neutros sobre  Die Linke", en la española también, añadimos nosotros. Pero el temor y la ira de la clase dominante va más allá de la manipulación informativa a la que nos tienen acostumbrados, todos estos garantes de la democracia, la libertad y le Estado de derecho se dedican a espiar a los miembros de Die Linke. "Los 53 diputados de La Izquierda en el Bundestag son los únicos que merecen el privilegio, oficialmente reconocido de ser "vigilados" (teléfonos, ordenadores, correo, seguimientos) por los servicios secretos, como si fueran delincuentes (...) está claro que la anomalía europea de Die Linke, suscita miedo en el "establishment" alemán."  (La Vanguardia, 23/09/09)

Pero, la realidad es tozuda: estos resultados reflejan la voluntad de sectores amplios de la juventud y de la clase trabajadora alemana de un giro a la izquierda contundente y que también empieza a reflejarse en un aumento de militancia, Die Linke contaba en diciembre de 2008 con cerca de 76.000 afiliados.

Nuevo gobierno: Sangre, sudor y lágrimas

El nuevo gobierno será el de los grandes empresarios y querrán aprovechar su nueva mayoría para lanzar el ataque contra la clase obrera alemana. Por más que Merkel quiera aparecer con una cara amable, dice ser "la canciller de todos los alemanes" y que no cambiará de rumbo (como si eso fuera una garantía de algo) respecto a la política salarial y cuestiones sociales, las necesidades objetivas de los capitalistas alemanes presionan en dirección contraria. Los liberales han prometido recortes de impuestos (la abolición del impuesto sobre beneficios industriales, la fuente principal de financiación de los ayuntamientos) y las peticiones en esa línea no se van a hacer esperar, el Presidente de la Federación de Cámaras de Comercio e Industria al día siguiente de las elecciones ya estaba reclamando una bajada del impuesto de sociedades y de herencias.

Se enfrentan a una enorme deuda, sólo las operaciones de rescate de los bancos se calculan en 480.000 millones de euros y ya se escuchan la voces de que "si el gobierno quiere contener la deuda, deberá aumentar el IVA", (se habla de llegar al 25%, una subida de 6 puntos respecto al actual). Y todo ello cuando se prevé una caída de la economía en 2009 de entre un 5 y un 6%; según el Bundesbank la economía alemana no recuperará los niveles de 2008 hasta el año 2013. Alemania, la locomotora europea, hasta ahora primer exportador mundial ya ha cedido su puesto a China, debido a una caída de sus exportaciones del 26%. De hecho, actualmente las exportaciones alemanas están un 20% por debajo del nivel anterior al inicio de la crisis económica.

Los datos también nos hablan de un claro aumento de la polarización social. En 2007 la pobreza alcanzaba al 14% de la población alemana (unos 11 millones de personas), un porcentaje que ha aumentado en 3 puntos desde 2005 y que alcanza cifras de más del 20% en el Este del país. Según un estudio de la OCDE, entre 1985 y 2005 la desigualdad de los ingresos aumentó dos veces más que la media europea. Así el 10% de la población posee el 50% de la riqueza. El riesgo de caer en la pobreza de las familias en las que ningún miembro trabaja estaba en un 40%, mientras que la media de la OCDE es del 30%.

Entre 2002 y 2005 los salarios brutos se redujeron un 5%, los trabajadores que ganan menos de dos tercios del salario bruto medio han pasado de ser el 25% a principios de los años 90 al 30% en 2005. El paro, oficialmente en 3,5 millones de desempleados (8,3% de la población activa) en realidad es mayor -según Los Verdes se podría cifrar, sin esperar al 2010, en 5 millones de parados -, se va a disparar.

El pacto existente para no tomar medidas drásticas sobre el empleo y el recorte de los gastos sociales hasta pasadas las elecciones es una muestra del miedo y no de la buena gestión de la crisis por parte de Merkel y la burguesía alemana, muy conscientes de que lo peor de la crisis está por llegar y que se pueden enfrentar a un conflicto social y político de grandes dimensiones. En la industria alemana se prevé un mínimo de 42.000 despidos en los últimos meses de este año y, además, el gobierno aprobó un plan de jornadas reducidas en las empresas para evitar despidos en masa (1,4 millones trabajadores afectados) que no puede mantener indefinidamente.

El ex presidente de la Federación de la Industria alemana se refería a esto con gran claridad. Las "supresiones masivas de empleo se han aplazado en la industria nacional (...) los golpes más crueles contra los trabajadores están por llegar" y "después de las elecciones habrá un aumento considerable del número de parados".

Ahora, el día siguiente ya ha llegado. El semanario económico alemán Wirtschaftwoche señalaba que "los alemanes se despertarán en un nuevo mundo (...) un agujero de 152.000 millones en ingresos, 320.000 millones en nuevas deudas, agujeros en el sistema de seguros, 90.000 puestos de trabajo en peligro en el sector del automóvil, 180.000 en el sector financiero, predicciones de hasta 5 millones de parados para el año que viene" y continúa "Sean cuales sean los resultados, el próximo gobierno tendrá que hablar de sangre, sudor  y lágrimas." (La Vanguardia, 26/09/09)

A esto hay que añadir que el gobierno saliente aprobó una ley para llevar a cabo importantes recortes presupuestarios, con el objetivo de reducir el déficit público (limitarlo al 0,35% para 2016). Es decir, una receta acabada para los recortes en los gastos sociales.

Y será un gobierno de derechas quien tendrá que enfrentarse a todo esto con el SPD en la oposición. Es cierto que renqueante por su política de derechas, pero precisamente por ello no tendrá más remedio que hacer una oposición contundente -Steinmeier dijo que hará una "dura oposición" y apeló a los jóvenes a rescatar al partido- si quiere recuperar la confianza de su base social tradicional y no quiere desaparecer del mapa político.

Más si tenemos en cuenta la existencia de Die Linke, que ha demostrado no ser un club de nostálgicos ni ser flor de un día, sino que se ha consolidado como un referente nítidamente de  izquierdas. Como señalaba el conservador Frankfurter Allgeimeine Zeitung, "Merkel va a tener enfrente una formación de izquierdas que este país no conocía desde hace mucho tiempo". Efectivamente eso abre un nuevo periodo de mayor inestabilidad en Alemania, donde la lucha de clases se expresará con más claridad. En palabras del diario El País, 29/09/09: "Una nueva etapa de polarización presionará a Merkel".

Congreso del SPD, los límites de la socialdemocracia

Steinmeier, Müntefering, así como el que ha sido ministro de Finanzas con Merkel, Peer Steinbrück, representan la política de ataques a los trabajadores. La crisis en el SPD está servida. A mediados de noviembre se celebrará el congreso del partido y ya se están afilando los cuchillos. Las críticas en el sentido de que hay que buscar "un acercamiento con las bases tradicionales" del partido y un giro a la izquierda no se han hecho esperar.

Desde las juventudes del SPD, Francisca Drohsel afirmaba: "Tenemos un problema de credibilidad. La gente no nos cree. Debemos recomenzar con un cambio radical para recuperar la confianza de los que sufren bajo la tijera que se abre cada vez más en esta sociedad entre los ricos y los pobres".  Por su parte, la agrupación regional de Berlín ya ha hablado contra la continuidad de Steinmeir, y se habla de Andrea Nahles, dirigente del ala izquierda, para sustituir al actual secretario general del partido, que dimite. También se baraja el nombre de Klaus Wowereit, alcalde de Berlín -único lugar donde gobierna en coalición con Die Linke-, para la presidencia del SPD. Wowereit defiende la necesidad de formar coalición con Die Linke para las elecciones de 2013 y dejar de tratarla como un tema tabú ya que "no ha sido de utilidad al SPD y no tiene ningún sentido". En esto coincide con el presidente del mayor sindicato alemán, IG Metall, que pedía a su partido (el SPD) en un mitin ante 45.000 sindicalistas en Francfort previo a las elecciones, que "no estigmatice a La Izquierda". Son conscientes de que la política de alianzas llevada a cabo en los últimos años, es decir la colaboración de clases con la burguesía pura y dura en un gobierno de coalición, sólo ha servido -como pronosticamos los marxistas- para apuntalar a la derecha, desprestigiar al SPD antes los ojos de las masas y conducirle a la actual debacle. Un giro en la política de alianzas, basado en la colaboración con Die Linke para hacer frente a los ataques de la derecha, si se diese sobre la base de una defensa intransigente de todos los puestos de trabajo, de incrementar los impuestos a los ricos y un plan concreto de recuperación e incremento de todas las conquistas sociales, sería un paso adelante muy positivo para la clase obrera alemana.

Oskar Lafontaine respondía a una pregunta sobre si se alegraba o entristecía al ver las bajas previsiones de voto al SPD diciendo: "No puedo alegrarme de eso. Si el SPD sigue siendo tan débil triunfarán Merkel y los liberales (...) mientras el SPD se adhiera a los recortes sociales, se asegura su autodestrucción y es responsable de la división de la izquierda en Alemania"; por su parte el otro dirigente de Die Linke, Gregor Gysi, insistía en que la única salida para el SPD es que se "resocialdemocratice y abandone el camino conservador de los últimos años".

Hay que ser claros. La tan añorada estabilidad de la locomotora europea está lejos de recuperarse. Soplan aires de tormenta en el panorama social. La crisis de los partidos tradicionales es evidente, especialmente del SPD, pero también de la democracia cristiana. Antes de la unificación alemana entre ambos recogían de forma constante prácticamente el 80% de los votos que se emitían, sin embargo, en la actualidad esa cifra está por debajo del 60%. Hay quien se empeña en no ver la realidad. Egon Barh, veterano del SPD, hace poco decía refiriéndose a Die Linke que "hasta que no regrese al consenso general, no podrá ser integrado" en el sistema. Nosotros decimos esa no puede ser la pretensión de Die Linke, ni es lo que quieren las bases obreras del SPD. El sistema capitalista está en crisis, su credibilidad por los suelos y el "consenso general" se ha roto, la polarización social y política es la característica actual.

 

Lo que hay que comprender es que la etapa clásica de la socialdemocracia, basada en amplias concesiones a los trabajadores, que a su vez se sostenía en una curva histórica de ascenso capitalista tras la Segunda Guerra Mundial, hace tiempo que ya no existe. Por lo tanto, efectivamente, es necesario girar a la izquierda, pero es una idea errónea pensar que la alternativa es una "resocialdemocratización". Es imposible volver hacia atrás, ya que el capitalismo no es capaz de ofrecer lo que ofreció en el pasado, ni siquiera en Alemania. Girar a la izquierda exige un programa que rompa con el capitalismo y siente las bases de una economía socialista democráticamente planificada por los trabajadores en beneficio de la mayoría.

Cuadro resultados electorales

                           1998    Votos                      2005        Votos                      2009        Votos                  Dif. 05/09   Votos

CDU/CSU*      35,2%   17.329.388             35,2%     16.631.049             33,8%     14.655.004           -1,3%      -1.976.045

SPD            40,9%  20.181.269             34,2%     16.194.665             23%         9.988.843           -11,2%      -6.205.822

FDP             6,2%    3.080.955             9,8%        4.648.144             14,5%      6.313.023            +4,7%     +1.664.879

Die Linke    5,1%    2.515.454             8,7%        4.118.194             11,9%     5.153.884            +3,5%    +1.035.690

Los Verdes  6,7%   3.301.624             8,1%        3.838.326             10,7%      4.641.197             +2%         + 802.871

Otros**        5,9%   2.899.822             3,9%        1.857.610               6%        3.245.682             +2,1%    +1.388.072

Abstención:  17,8% 49.308.512          22,3%     47.287.988             29,2%    43.997.633          -6,9%      -3.290.355

*CDU: de 14.004.908 en 1998 a 13.136.740 votos en 2005 a 11.824.794 en 2009 (-1.311.946)

CSU: de   3.324.480 en 1998 a    3.494.309 votos en 2005 a   2.830.210 en 2009 (- 664.099)

**Otros: 635.437 votos el neonazi NPD en 2009 (-0,1% respecto a 2005)

            845.904 votos el Partido Pirata en 2009, el 2% de los votos (no existía en 2005)

 

 

 


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