candido_toxoEl lema elegido por los dirigentes sindicales de CCOO y UGT para este 1º de Mayo ha sido: “Empleo con derechos | Contra los recortes sociales”. Pero como sabemos todos los trabajadores, sindicalistas y militantes de la izquierda con un mínimo de experiencia, los derechos no se defienden con palabras sino con hechos. Y los hechos dicen que la estrategia seguida por las direcciones sindicales ha abonado el terreno para que los derechos sociales se recorten sin un plan contundente de movilización que lo impida.

Desde el momento en que las cúpulas sindicales cortaron en seco las perspectivas de continuidad de la lucha, que millones de trabajadores y jóvenes habían asumido con la convocatoria de la huelga general del 29 de septiembre, favorecieron la ofensiva del gobierno y la patronal. Una ofensiva que se reforzó desde que los dirigentes de CCOO y UGT firmaran con el gobierno y la CEOE la vergonzosa reforma de las pensiones, que no es otra cosa que un gravísimo recorte social. Con toda probabilidad se acordará también la reforma de los convenios colectivos, que implica un nuevo retroceso de los derechos laborales (ver artículo en la página 19).

Una cúpula sindical divorciada de la clase obrera

Esta política de concesiones a cambio de nada se está haciendo a espaldas y en contra de la voluntad de la mayoría de los trabajadores y afiliados de CCOO y UGT. En donde ha habido un mínimo debate sobre la política de pactos llevada a cabo por la cúpula estatal, la mayoría de la militancia de base se ha pronunciado en contra, como ha ocurrido en diferentes federaciones y sindicatos de rama de CCOO de Asturias, Madrid, Andalucía, Galicia… y, cuando menos, la dirección se ha encontrado en graves dificultades para explicar y convencer de sus posiciones. En cuanto a la percepción global de los pactos, las encuestas publicadas en medios de comunicación han sido concluyentes: una mayoría de la población se ha manifestado en desacuerdo con las contrarreformas, especialmente con la ampliación de la edad de jubilación a los 67 años.
La explicación del giro a la derecha de los dirigentes sindicales de CCOO y UGT no está en la falta de voluntad de lucha de la clase obrera; no es producto de su sensibilidad con el sentir de los trabajadores, sino de su divorcio. Se han elevado tan por encima de los intereses generales de los trabajadores, han asumido tan profundamente su papel de “hombres de Estado” que la creciente desestabilización económica, social y política del sistema capitalista, el riesgo de que la protesta de los trabajadores contra una medida concreta del gobierno se convierta en una verdadera rebelión social (como ha ocurrido en Francia, Grecia y Portugal), les ha empujado a una posición todavía más a la derecha de lo que estaban. El conservadurismo sindical no es producto de un débil malestar social sino que éste ha llegado a tal punto crítico, que un proceso de movilizaciones contundentes y continuadas tendría consecuencias que superan con creces las expectativas de unos dirigentes que carecen por completo de perspectivas y de un programa alternativo al capitalismo.

Un ambiente muy crítico hacia el sistema

La percepción general de los trabajadores de lo que está sucediendo y de lo que habría que hacer va en una dirección totalmente contraria a la practicada por los dirigentes sindicales. Hay un sentimiento muy crítico hacia el capitalismo entre un amplio segmento de los trabajadores y de la juventud. La base social de este sentimiento se ensancha todavía más respecto a la política de rescates continuos a los banqueros y aún más respecto a la política de recortes sociales, donde la oposición es abrumadoramente mayoritaria.
Eso no quiere decir que la política desmovilizadora de los dirigentes sindicales no tenga efectos políticos y en el ambiente, en ambos casos en sentido negativo. Por supuesto, todo lo que hagan los dirigentes sindicales, en un sentido o en otro, por acción o por omisión, tiene muchísima incidencia en la situación política. ¡Esa es precisamente la clave de la cuestión y lo que hay que cambiar! La política desmovilizadora de los dirigentes sindicales es, hoy por hoy, el factor en la ecuación política más importante de todos. Si los dirigentes sindicales de CCOO y UGT hubiesen optado por la continuidad de la huelga general del 29-S el gobierno estaría con muchas más dificultades para aplicar sus planes. Por supuesto, la lucha no garantiza una victoria de inmediato, no está exenta de dificultades y obstáculos que superar, pero sí es el marco más favorable para que un sector decisivo de los trabajadores y de la juventud saquen conclusiones cada vez más avanzadas, se organice mejor y arrastre tras de sí a la inmensa mayoría de la sociedad. La lucha es el mejor medio, además, para poner a cada uno en su sitio, incluida, por supuesto, a la derecha, que está utilizando demagógicamente la crisis para obtener réditos electorales.
El ejemplo de la movilización de los trabajadores del sector de la sanidad y la educación en Catalunya es muy ilustrativo. Toda la demagogia que CiU esgrimió en las pasadas elecciones al Parlament, se ha concretado en un plan salvaje de recorte del gasto para la sanidad y la educación pública. A pesar de las vacilaciones y la timidez de la respuesta planteada por los dirigentes sindicales, la manifestación que se produjo en Barcelona el pasado 13 de abril desbordó todas las previsiones, con decenas de miles de trabajadores y jóvenes en las calles. Esto demuestra que sí existe ambiente para luchar, que la clase obrera y la juventud sí están dispuestas a dar la batalla y que las condiciones para una movilización contundente, sostenida y extensa están completamente maduras.
En una confrontación abierta contra los ataques del gobierno y la patornal, la clase obrera contaría, sin duda alguna, con el apoyo de la inmensa mayoría de la sociedad y de la juventud. Un movimiento masivo y fuerte, sería un irresistible polo de atracción hacia la base social del PSOE, sin duda muy descontenta con la política antisocial del gobierno. La existencia de una organización como el Sindicato de Estudiantes (SE), con una posición inequívocamente anticapitalista y de clase, sería una baza muy importante en esta lucha. El SE, que convocó la jornada de protesta juvenil del 30 de marzo, ha anunciado su voluntad de seguir impulsando, en unidad de acción con otras organizaciones juveniles y estudiantiles de la izquierda, nuevas jornadas de lucha en los próximos meses.

El fracaso político y sindical de la política socialdemócrata

No se trata de subestimar las maniobras y acciones de la burguesía y del gobierno del PSOE, que ha asumido plenamente la tarea de llevar hasta el final las “reformas estructurales” contra la clase obrera. Lo que queremos señalar es que, en una medida determinante, la situación está mediatizada por la política de parálisis defendida por los máximos dirigentes estatales de CCOO y UGT, aunque esta política, al igual que la del gobierno, no tenga una base de apoyo social firme y activa. La fuerza de los capitalistas sería muchísimo más relativa si la clase obrera pudiese desplegar plenamente su propia fuerza, potencialmente mucho mayor. Para empezar a poder hacerlo, la primera tarea es que la orientación estratégica de los sindicatos dé un viraje de 180 grados.
La incompatibilidad de la política socialdemócrata y reformista con los intereses generales de la clase obrera ha llegado a su grado extremo con la crisis capitalista. En el terreno sindical, el “realismo” reformista se reduce a tratar de “consensuar” los ataques; pero cada concesión debilita al movimiento obrero, cercena derechos históricos y prepara el terreno para más ataques, no sólo a nivel general, sino en cada empresa. En el terreno político, desde el gobierno, como también se ha visto en Grecia y Portugal, la socialdemocracia se ha entregado totalmente a la tarea de saquear a los pobres para enriquecer aún más a los ricos, que es a lo que se reduce, en general, la política burguesa en el periodo histórico de decadencia capitalista en el que estamos. El mismo criterio se puede aplicar a las políticas llevadas a cabo desde comunidades autónomas y ayuntamientos. Incluso en la cuestión nacional y la defensa de los derechos democráticos, los dirigentes del PSOE han ido cada vez más a rebufo del PP. En el momento de escribir estas líneas la dirección del PSOE ha pactado con el PP impugnar todas las listas de Bildu de cara a las próximas elecciones municipales, algo que, de prosperar, volvería a convertir las elecciones en Euskadi en un fraude anticipado. La derechización del PSOE en todos los terrenos está favoreciendo, obviamente, las aspiraciones electorales del PP y no podemos olvidar que la victoria del PSOE en las elecciones generales del 2004 no se debió a su política reformista sino a un poderoso movimiento de los trabajadores y de la juventud contra el gobierno de Aznar.

Construir un referente de lucha por la transformación socialista de la sociedad

valeriano__zapateroDe cara a las elecciones municipales y autonómicas del próximo 22 de mayo, la percepción de que “gobierne quien gobierne siempre ganan los mismos”, se ha reforzado entre capas muy amplias de la clase obrera y la juventud. Eso implicará un crecimiento de la abstención. Obviamente, millones de trabajadores y jóvenes también se volverán a movilizar en las urnas pensando, y con razón, que una victoria de la derecha supondrá un mayor endurecimiento de los ataques. En este contexto, los marxistas de El Militante consideramos que la opción electoral que mejor puede expresar el rechazo al PP y a la política antiobrera de los dirigentes del PSOE es el voto a Izquierda Unida. A pesar de las limitaciones de su programa, y de su renuncia a orientarse a la base de los sindicatos para dar una respuesta organizada contra la política desmovilizadora de los dirigentes de CCOO y UGT, Izquierda Unida se ha opuesto a las contrarreformas y ha participado activamente en las movilizaciones de los últimos años, presentándose como un referente más a la izquierda para muchos trabajadores y jóvenes. En todo caso, como la experiencia ha demostrado sobradamente, votar no basta. La tarea fundamental para los sectores más avanzados de los trabajadores y la juventud es crear los medios para la construcción de una alternativa revolucionaria.
Cualquier alternativa política y sindical que pretenda servir a los intereses de la mayoría de la sociedad tiene que partir del reconocimiento de una realidad básica: en esta fase de crisis y decadencia del capitalismo mundial, lo que es elemental e imprescindible para los capitalistas contradice de forma absoluta lo que es básico e imprescindible para los trabajadores y sus familias. Todo intento de conciliar estos intereses contrapuestos lleva a la colaboración con quienes controlan las palancas del poder, el gran capital financiero y las grandes empresas, y a la asunción de sus objetivos y necesidades. Por eso, una alternativa que defienda los intereses básicos de la mayoría de la población, luche consecuentemente contra el paro, en defensa de la sanidad y la educación públicas, por una vivienda para todos, debe plantear abiertamente que la riqueza que generamos con nuestro trabajo sea puesta al servicio de las necesidades de la mayoría, y eso sólo será posible con la nacionalización de la banca y los grandes monopolios bajo el control democrático de los trabajadores.
Nunca las condiciones para el socialismo, para una producción dirigida de forma colectiva, democrática y al servicio de la mayoría han estado tan maduras. La necesidad de transformar la sociedad es un anhelo cada vez más extendido entre los trabajadores y la juventud. ¡Esa es la tarea! ¡Construye la Corriente Marxista Revolucionaria El Militante para defender esta alternativa en el movimiento obrero y juvenil!


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