Luego de la derrota de la revolución española, los “revolucionarios” de cafetín culparon de la derrota, a la “falta de madurez” de la clase obrera, algo que, también hemos oído muchas veces aquí en Venezuela en boca de sectores de la burocracia, cuando se refieren a la “falta de consciencia” del pueblo. León Trotsky, respondería explicando la relación dialéctica que existe entre la clase obrera, sus organizaciones y su dirección, para entender el porqué de la derrota y sacar las conclusiones para no repetir estos errores.
Como surge la dirección de una clase social
La dirección no es, el "simple reflejo" de una clase social. Una dirección se constituye en el curso de la lucha entre las diferentes clases. Pero tan pronto como aparece, la dirección se eleva inevitablemente por encima de la clase y por este hecho se arriesga a sufrir la presión y la influencia de las demás clases sociales. El proletariado puede "tolerar" durante bastante tiempo a una dirección que ya ha sufrido una total degeneración interna, pero que no ha tenido la ocasión de manifestarlo en el curso de los grandes acontecimientos. Es necesario un gran choque histórico para revelar de forma aguda, la contradicción que existe entre la dirección y la clase. Los choques históricos más potentes son las guerras y las revoluciones. Por esta razón la clase obrera se encuentra a menudo cogida de sorpresa por la guerra y la revolución. Pero incluso cuando la antigua dirección ha revelado su propia corrupción interna, la clase no puede improvisar inmediatamente una nueva dirección, sobre todo si no ha heredado del período precedente los cuadros revolucionarios sólidos, capaces de aprovechar el derrumbamiento del viejo partido dirigente.
La responsabilidad de la dirección
La falsificación histórica consiste en hacer recaer la responsabilidad de la derrota española sobre las masas obreras y no sobre los partidos que han paralizado, el movimiento revolucionario de las masas. Algunos argumentan, los dirigentes siempre tienen “alguna” responsabilidad, con el fin de evitar la realidad. Esta idea, que intenta que las derrotas sean aceptables como los necesarios eslabones de la cadena, es incapaz de plantearse, y se niega a plantearse, la cuestión del papel desempeñado por factores tan concretos como son los programas, los partidos, las personalidades que fueron los responsables de la derrota. Naturalmente el “nivel de conciencia” sirve de fundamento a todos los demás factores políticos, pero, de la misma forma que los cimientos de una casa no disminuyen la importancia de, las paredes, las ventanas, las puertas, o el techo, el "nivel de conciencia" no disminuye en nada la importancia de los partidos, de su estrategia y de su dirección. Pero, para hacer justicia, hay que añadir que nuestros sabios no comprenden ni ellos mismos lo que dicen. De hecho, lo que reclama de la “conciencia de las masas” es absolutamente fantástico. Los obreros españoles, al igual que los campesinos españoles, han dado el máximo de lo que las clases son capaces de dar en una situación revolucionaria: fueron ellos lo que detuvieron el ataque de los oficiales, improvisaron milicias y levantaron comités de obreros, ciudadelas de su propia dictadura. En Venezuela, la historia se repite, la derrota del golpe de Estado del 2002, la lucha contra el paro petrolero, la creación de consejos de fábrica (Inveval, Invepal, Vivex, etc.).
¿Si los obreros han demostrado su madurez, porque aún no toman el poder? A esto responde Trotsky: La victoria no es el fruto maduro de la "madurez" del proletariado. La victoria es una tarea estratégica. Es necesario utilizar las condiciones favorables de una crisis revolucionaria a fin de movilizar a las masas; tomando como punto de partida el nivel determinado de su "madurez", es necesario empujarle a ir hacia adelante, enseñarle a darse cuenta que el enemigo no es omnipotente, que está desgarrado por sus contradicciones, que reina el pánico detrás de su imponente fachada. El principal elemento, vital, de este proceso es el partido, de la misma forma que el elemento principal y vital del partido es su dirección. El papel y la responsabilidad de la dirección en una época revolucionaria son de una importancia colosal.