Unas declaraciones escandalosas, propias de la casta
¡La inmensa mayoría de sus seguidores dirían NO!

"Es tristemente lo único que se podía hacer". Así se manifestó Pablo Iglesias días después de que la Troika impusiera su plan de recortes salvajes contra el pueblo griego, y el núcleo dirigente de Syriza, con Tsipras a la cabeza, lo aceptara. "Apoyaríamos lo que apoya el Parlamento griego", remachó Íñigo Errejón. Ambas declaraciones definen llanamente lo lejos que han llegado los principales líderes de Podemos en su aceptación de las reglas del juego del capitalismo, dejando claro que, aunque el pueblo griego se pronuncie democráticamente, doblar la espalda servilmente ante el gran capital financiero es la única opción.

Para justificar el baño de pragmatismo, y siguiendo el estilo propio de los políticos de la casta, Pablo Iglesias recurrió a una bonita parábola: "¿Hacemos política o nos volvemos todos a la academia a seguir haciendo análisis estupendos?". Es evidente que por hacer política, en los términos que Pablo Iglesias sugiere, se entiende convertir el rotundo NO del pueblo griego en el referéndum el 5 de julio en una humillante capitulación ante los jefes de la Troika, tal como denunció el ministro Varoufakis.

"¿Hacemos política o nos volvemos a la academia a seguir haciendo análisis estupendos?" El ambiente pequeño burgués y la atmósfera de autosuficiencia desmedida en que se mueven algunos dirigentes de Podemos, los ha colocado progresivamente en una burbuja muy alejada de la vida común. En el caso de Pablo Iglesias, a sus manifestaciones de las últimas semanas —desde las provocaciones y el desprecio a miles de militantes de IU, su desdén hacia los símbolos de la izquierda y a los sentimientos de millones que lo arriesgaron todo, o su negativa a la unidad popular— se suma ahora su balance sobre los acontecimientos griegos.

¿Acaso los trabajadores y la juventud de Grecia que han luchado frente a viento y marea en estos años, que han ocupado plazas, fábricas y organizado huelga general tras huelga general, que han derrotado al PASOK y Nueva Democracia en las urnas aupando al poder a Syriza, y que han dado una lección histórica el 5 de julio, acaso han dejado alguna vez de hacer política? Por supuesto que no. La rebelión ejemplar del pueblo griego ha colocado en la picota a los promotores del austericidio y de los recortes, sin necesidad de la "Academia" y los discursos estupendos. Una rebelión que apunta directamente a la línea de flotación del sistema y abre la perspectiva clara de la transformación socialista de la sociedad.

Aquí lo que se ventila es lo que haría una organización, cuyos dirigentes se autoproclaman los cerebros de una revolución democrática en marcha, cuando haya que abandonar el terreno de la cátedra de los lugares comunes y de la semántica, y tomar decisiones políticas consecuentes que rompan con la lógica de las élites y sirvan los intereses de la mayoría. Esta es la cuestión, ni más ni menos. Y, a la hora de la verdad, Pablo Iglesias y Errejón no se han colocado al lado de los diputados de Syriza que se han rebelado contra esta capitulación o de los trabajadores y la juventud que se han manifestado en la Plaza de Syntagma ante una nueva humillación que hundirá a Grecia un poco más en la catástrofe. Con sus declaraciones se han situado junto a los dirigentes del PASOK y de Nueva Democracia, es decir, los partidos de la casta que han apoyado con sus votos a Tsipras y que más tarde le enviarán al matadero.

Iglesias y Errejón votarían SÍ al plan de la Troika en el Parlamento. Actuarían como Zapatero, como tantos otros, cuando se deciden las cuestiones importantes que afectan a la vida de millones de hombres y mujeres. Pero saben que la inmensa mayoría de la militancia y de los votantes de Podemos harían justamente lo contrario. Y esa contradicción, de clase, será la fuente de los mayores quebraderos de cabeza que afrontarán en el futuro.


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