La situación generada tras las elecciones ha situado a PODEMOS como actor imprescindible para un posible gobierno de la izquierda. Pero la eventualidad de que finalmente se pueda producir un acuerdo entre el PSOE y PODEMOS para desalojar a la derecha, provoca escalofríos no sólo en el propio PP sino en la cúpula del PSOE cuyos “barones”, situados a años luz del sentir de las bases socialistas que votaron un gobierno del cambio, están ejerciendo sobre el sector de Pedro Sánchez y la opinión pública una presión feroz para evitarlo.
El último en aportar su granito de arena, antes del comité federal del sábado 30 de enero, ha sido Felipe González quien aprovechaba una extensísima entrevista en El País, destacada en portada como noticia principal, para insistir en su campaña de difamación a PODEMOS de la forma más burda, justificando una nueva legislatura del PP auspiciada por la abstención del PSOE.
Felipe, a quien de forma gratuita atribuye el País una “influencia dentro de su partido y en la sociedad que no solo no ha decrecido en este tiempo, sino que ha aumentado…”, insiste en alertarnos sobre el perverso proyecto “secesionista” de PODEMOS, aprovechando, como no, para echar leña al fuego del españolismo más reaccionario: “La crisis aumenta de tamaño por la aparición del secesionismo, que plantea un desafío para una España que ha sido un espacio público compartido durante 500 años” nos ilustra doctamente Felipe González, ignorando deliberadamente el conflicto de las nacionalidades históricas, para cargar contra el derecho a decidir defendido por PODEMOS[1].
El ex presidente socialista, responsable, entre otras muchas cuestiones, de la entrada en la OTAN, la guerra sucia de los GAL o la salvaje reconversión industrial que dejó al norte del país en una situación de coma económico, nos alerta del proyecto “liquidacionista” de PODEMOS, les llama prepotentes e irresponsables. Por supuesto, Felipe, como toda la derecha política y mediática, no deja de advertirnos de los riesgos de una salida “bolivariana” en el Estado español, denostando y atacando nuevamente el proceso revolucionario en Venezuela que amenazó desde sus inicios los intereses económicos de empresarios de su calaña. Felipe, “socialista” de palabra y capitalista de hecho, nos intenta dar lecciones de democracia.
A coro con las declaraciones de González, ese mismo día se reunían en un hotel madrileño sesenta antiguos dirigentes del PSOE convocados por dos ilustres personajes: Corcuera, el ex Ministro del Interior que quiso pasarse por el arco de triunfo los derechos democráticos más elementales, y Leguina, reconvertido en comentarista televisivo habitual en los platós de 13TV o Telemadrid, y siempre dispuesto a participar en la campaña de demonización de todo lo que huela a izquierda. Tal es el nivel al que han llegado todos estos individuos, que apuestan por “una conjunción de partidos constitucionalistas”, entre ellos el PP, pues según sostenía el mismo Leguina a las puertas del hotel, aunque los populares han estado “llenos" de corrupción, “no” son aquellos que están ahora sentados en el Congreso. Qué increíble escuchar estas palabras tras la detención, pocas horas antes, de 23 miembros destacados del PP valenciano en una nueva macro operación contra la corrupción.
Del leninismo 3.0 de González al “chavismo-comunismo” de Aznar
Retomando la entrevista de Felipe. El sumun de sus rayos y centellas llega cuando describe a Podemos como “leninismo 3.0”… rivalizando con la delirante descripción sobre Podemos de otro ex presidente, el más castizo representante de la extrema derecha, Jose Mª Aznar que los califica de “chavistas – comunistas con financiación venezolana e iraní”.
El mismo esfuerzo que dedica González en señalar que el PSOE no puede pactar con PODEMOS, lo invierte también en manifestar sibilinamente sus preferencias por un gobierno del PP y Ciudadanos con la abstención del PSOE: “A nadie le extrañará que a estas alturas de mi vida prefiera que haya un Gobierno con programa acordado para España, porque lo necesitamos, incluso si no es el Gobierno que más me guste a mí personalmente… creo que ni el Partido Socialista ni el PP ni otros deberían negar la posibilidad de un Gobierno para España si no están en condiciones de hacerlo ellos”
Eso sí, hay que apoyar al gobierno del PP en lo fundamental (es decir, en los nuevos recortes), pero “sin gran coalición” ya que “dejar el espacio de la oposición a Podemos es una gran estupidez” y sobre todo evitar ir a unas nuevas elecciones, porque “la nueva realidad que han querido los electores, (…) puede repetirse, en peores condiciones, si los responsables políticos (…) devuelven la responsabilidad que les toca a los ciudadanos en nuevas elecciones”
En conclusión, la voz de Felipe se une al coro de los privilegiados que, por primera vez en mucho tiempo, temen seriamente perder sus privilegios. Por mucho que trate de marear la perdiz, Felipe González ha hecho en esta entrevista lo que tenía que hacer: defender los intereses de los capitalistas, de los que él es un destacado representante.
A los trabajadores, Felipe González ya no nos engaña. La corriente a favor de un gobierno de izquierdas, que revierta los recortes del PP y derogue sus leyes reaccionarias es profunda, porque nace de la movilización y de la lucha contra una legislatura de pesadilla. Que millonarios como él, que no tiene absolutamente nada que ver con los votantes del PSOE que quieren echar a la derecha del gobierno, traten de convencernos de lo contrario, alineándose en la práctica con Aznar, Patricia Botín y la patronal, es un argumento más para perseverar en la lucha contra un posible gobierno de gran coalición y la política de recortes que traerá bajo el brazo inevitablemente.
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[1] Aunque no es ningún secreto, no está de más recordar que el PSOE defendió en su momento el derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas, una reivindicación tradicional de la izquierda en el Estado español y que más tarde abandonaría la dirección del PSOE en su vertiginoso giro a la derecha . Así, en el programa del congreso de Suresnes donde Felipe González fue elegido secretario general, puede leerse lo siguiente 1) La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español.