La gota que el día 9 de junio desbordó el vaso de la rabia de los estudiantes fue el plan del Gobierno de privatizar las residencias estudiantiles y el aumento de las tasas universitarias. Hasta la fecha el movimiento no se ha expresado en los excepcLa gota que el día 9 de junio desbordó el vaso de la rabia de los estudiantes fue el plan del Gobierno de privatizar las residencias estudiantiles y el aumento de las tasas universitarias. Hasta la fecha el movimiento no se ha expresado en los excepcionales niveles de la revuelta de 1999, pero esta vez las manifestaciones estudiantiles están conectando cada día más con el enfado entre los trabajadores, especialmente las mujeres y los vendedores de las calles iraníes. La simpatía popular hacia la juventud es tremenda, y se comprende bien ya que el 60% de la población iraní tiene menos de 30 años y un 23% está en el paro.

Durante estas primeras semanas la reacción del Estado clerical ha sido brutal. Sabemos que hubo cientos de detenciones y, en esta fase, eso demuestra la debilidad del gobierno del “reformista” Jatami y del guía espiritual y político Jamenei. El próximo 9 de julio se celebra el aniversario del movimiento de 1999 y la batalla cruenta que los paramilitares y la policía desataron contra los estudiantes en rebelión.

Las consignas que se han coreado son: “¡Basta de Jatami, abajo el Gobierno!”, “¡Muerte a los mulás, muerte a Jamenei!”, “¡Fuera la religión del Estado, queremos democracia!”. La paciencia de las masas con la dictadura religiosa se agotó. Se sabe que la camarilla religiosa que se apoderó del Estado ya vive en el paraíso musulmán.

Las condiciones de vida de las masas iraníes son de pesadilla. La producción de bienes está en un 30% por debajo del nivel de los años 70 por culpa de la guerra contra Iraq y de la casta estatal religiosa y parasitaria. Los salarios están cotidianamente mermados por la inflación de un 17%. La mitad de la población vive en la pobreza, 200.000 niños viven en las calles. Las ciudades están cargadas de tensión, ya que dos de cada tres iraníes viven en zonas muy urbanizadas. 1.700.000 mujeres viven en la calle y decenas de miles están condenadas a la prostitución y a los castigos de los mulás. En dos palabras, la situación de la juventud es desesperada.

El papel de los ‘reformistas’

Esta misma generación ya luchó una vez en 1999, pero le dio al régimen la posibilidad de reformarse votando masivamente a los candidatos ‘reformadores’ de Jatami. Tras cuatro años de gobierno sin cambios, lo que quieren las masas trabajadoras, paradas y estudiantiles es un cambio social fundamental. Dichos reformistas no han querido enfrentarse en ningún momento a la jerarquía religiosa por el miedo a alimentar la iniciativa de las masas. Las reformas que guardan en su programa son de carácter liberal, o sea privatizaciones y ataques al ya bajo nivel de vida de los trabajadores y la juventud. Pero este programa no solo choca con los intereses de los trabajadores, además, choca con los intereses de la jerarquía religiosa, que se basa en la propiedad estatal (60% de la industria) y de las empresas semiestatales (que controlan otro 10-20%). El plan de Jatami es vender ¡538! entidades públicas alimentarias e industriales, que de momento sobreviven gracias a importantes subsidios públicos. El plan de privatización de la educación universitaria va en esta dirección.

La clase obrera también está desafiando al gobierno. En los últimos meses hemos visto muchas huelgas por el impago de sueldos. Un ejemplo: Esfahan, Tedjarat, Rahim Zadeh, Kohe Faht y Pars Fastony son fábricas cuyos obreros llevan 8 meses trabajando sin salario. El día 17 de marzo 10.000 trabajadores han marchado hasta la Delegación de Gobierno y han sido atacados brutalmente por los antidisturbios. Hubo 12 detenciones. La lista de acontecimientos como estos es bastante larga. En todo el país hay más de 100.000 obreros que llevan entre tres y 36 meses sin cobrar su salario. Hay ciudades importantes como Esfahän, Mashhad, Khorram Abad y Shiraz en las que hubo manifestaciones de decenas de miles de trabajadores coreando “¡abajo el régimen islámico!”.

La situación económica, dependiente en un 80% del petróleo, cuyos precios están bajando, es muy peligrosa para la precaria estabilidad del régimen. Todo eso está aterrorizando a los mulás y al ayatolá Jamenei. Son conscientes de estar al borde de una revolución. Se han abierto grietas en el régimen. 127 diputados han pedido al ayatolá que acepte las reformas antes de que el país caiga en el caos. Tanto reformistas y conservadores ven su fin a la vuelta de la esquina.

Los planes del imperialismo

El imperialismo europeo y norteamericano desean un cambio de régimen en el sentido procapitalista. No sólo para comerse todas las empresas estatales, sino también para apoderarse del control del petróleo y los minerales, estableciendo su base estratégica al borde del área petrolífera de los estados meridionales de la antigua URSS. Bush, además, sueña con poder controlar un territorio que abarque desde Arabia Saudita hasta Paquistán. Les gustaría poder contar con un régimen títere en Irán, pero los estudiantes ya han dejado claro que no lucharán para sufrir otra dictadura. Las agresiones a Iraq y Afganistán no han pasado desapercibidas. Todo el revuelo de las inspecciones de la AIEA a las centrales nucleares, así como los discursos sobre las armas de destrucción masiva tienen el mismo sentido que en el caso de Iraq, son amenazas que dejan dos posibilidades: ¡obedecer o ser bombardeado! Las detenciones de los muyahidines del pueblo en París nos indican el tipo de democracia que los capitalistas franceses le desean a Irán.

El programa de lucha de los militantes de la izquierda iraní (el Tudeh y otros grupos comunistas como el Partido Comunista Obrero de Irán), tanto en el país como en el exilio, debe rechazar cualquier compromiso con los exiliados monárquicos que la revolución de 1979 derrocó. Debería explicar que la burguesía iraní, representada por Jatami, igual que los imperialistas europeos y norteamericanos, no representa ningún progreso para los jóvenes iraníes. Las propiedades e industrias estatales iraníes para nada son un mal en sí, pero hay que arrancarlas de las manos de la jerarquía islámica y defenderlas frente a los hombres de negocios de Jatami. Solo la planificación democrática de la economía bajo control obrero podría acabar con la miseria y dar un ejemplo revolucionario a las masas oprimidas de todo Oriente Medio. Esperemos que los estudiantes encuentren el camino hacia la clase obrera y que sea esta la que tome posesión de la economía para orientarla hacia la satisfacción de sus necesidades. En esta época de crisis del capitalismo y guerras no hay camino intermedio.


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