‘Abenomics’ o la fracaso de las recetas capitalistas para salir de la crisis
Apenas dos años después de la victoria electoral del conservador Shinzo Abe y del triunfal lanzamiento de un paquete de medidas económicas saludado con entusiasmo por el FMI y bautizado en su honor como Abenomics, la reciente convocatoria de elecciones anticipadas para el 14 de diciembre puede marcar un importante punto de inflexión en la política japonesa.
La entrada en recesión de la economía japonesa en el tercer trimestre de este año, después de un segundo trimestre claramente calamitoso, pone de manifiesto los escasos resultados de la Abenomics. Esta política se presentó como la combinación de tres tipos de medidas —las “tres flechas”, en el poético lenguaje del primer ministro japonés— que supuestamente aseguraría un sólido despegue a una economía en estado catatónico desde el estallido de la burbuja inmobiliaria y bursátil en el ya lejano 1990.
Fracaso de las medidas expansivas
La entrada en recesión de la economía japonesa en el tercer trimestre de este año, después de un segundo trimestre claramente calamitoso, pone de manifiesto los escasos resultados de la Abenomics. Esta política se presentó como la combinación de tres tipos de medidas —las “tres flechas”, en el poético lenguaje del primer ministro japonés— que supuestamente aseguraría un sólido despegue a una economía en estado catatónico desde el estallido de la burbuja inmobiliaria y bursátil en el ya lejano 1990.
La primera flecha consistía en intensificar las ya tradicionales políticas de expansión monetaria que durante años y años han intentado en vano reactivar la economía japonesa, confiando en que esta vez los resultados fuesen diferentes. Pero el lanzamiento de un plan de estímulo de 70.000 millones de euros, como ya ocurrió en anteriores ocasiones, ha servido fundamentalmente para provocar una intensa revalorización del mercado bursátil y generar ganancias especulativas a la banca y los grandes inversores.
También provocó una notable depreciación del yen, pero dado que buena parte de las empresas japonesas han deslocalizado parte de su producción a países asiáticos para aprovechar los bajos salarios, el encarecimiento de las importaciones anuló los posibles efectos benéficos que la devaluación podría tener para las exportaciones y encareció notablemente la factura energética del país.
Más deuda y más pobreza
Y como era inevitable, las políticas expansivas han agravado el problema de la inmensa deuda que atenaza las finanzas públicas japonesas y que ya supone un 240% del PIB (en el Estado español la deuda pública roza el 100% del PIB).
Por eso, la segunda flecha de Abe se destinaba a rebajar el peso de la deuda mediante un conjunto de medidas fiscales que recaían básicamente sobre los hombros de los consumidores, mediante un aumento del IVA en dos tramos: del 5% al 8%, que entró en vigor en abril, y del 8% al 10%, un aumento que se ha aplazado hasta 2017 en vista de la coyuntura recesiva en la que Japón se ha adentrado.
El impacto de estas medidas, junto con las políticas de bajos salarios de las empresas japonesas, ha acelerado el empobrecimiento de la clase trabajadora japonesa. Sólo en un año, desde septiembre de 2013 al mismo mes de 2014, los ingresos familiares cayeron un 6% en términos reales, agudizando así la tendencia a la pauperización de los asalariados que se detecta desde los primeros momentos de la crisis.
El fracaso de las políticas expansivas de Abe no es una sorpresa. Demuestra por enésima vez que las diversas combinaciones de políticas expansivas —tipos de interés al 0%, expansión monetaria de dimensiones colosales, ayudas públicas a las empresas, estímulos fiscales a la inversión privada, grandes planes estatales de inversión en infraestructura, comunicaciones y tecnología, etc.— son completamente impotentes para cambiar el rumbo de la crisis de sobreproducción que acompaña al sistema capitalista en su fase de decadencia.
Después de veinte años de expansión sin precedentes, después de que el “milagro japonés” generara miles de libros y artículos académicos, después de que Japón fuese puesto como ejemplo en las escuelas de negocios de todo el mundo…, 24 años de crisis han puesto punto y final al sueño irrealizable de un capitalismo en permanente crecimiento, que aseguraría una vida digna a las futuras generaciones de trabajadores.
‘Reformas estructurales’ en marcha
Porque lo que se anuncia en el horizonte no es la salida de la crisis, sino la puesta en marcha de la tercera flecha de Abe, la flecha de las “reformas estructurales”, es decir, un programa de más privatizaciones, mayor recorte del gasto social, mayor precarización de las relaciones laborales, y, en suma, seguir asegurando los beneficios de los capitalistas a costa del sudor y la sangre de los trabajadores.
El temor a una respuesta social masiva refrenó a Abe durante estos dos años, y por eso lanza en este momento una convocatoria de elecciones de carácter plebiscitario, presentando como programa las mismas medidas que acaban de fracasar. Su intención es asegurarse un nuevo mandato de cuatro años para, con nuevos bríos, imponer más sacrificios a los trabajadores, y también para atender una de las exigencias de los capitalistas japoneses que mayor rechazo generan entre la población: poner de nuevo en funcionamiento las centrales nucleares, paralizadas después de la catástrofe de Fukushima.
El primer ministro Abe está seguro de que su apuesta es ganadora. Su confianza se ve reforzada por la ausencia de alternativas de los partidos de la oposición. Desafortunadamente, el Partido Comunista Japonés, que en los primeros años de la crisis experimentó un fuerte crecimiento en militantes y en votos, no ha sido hasta el momento capaz de dirigirse a los trabajadores ofreciendo una clara perspectiva socialista, única vía que le permitiría convertirse en una alternativa a la decadencia del capitalismo japonés y poner fin a la terrible pesadilla que la clase obrera japonesa está sufriendo. Pero al igual que está ocurriendo en el Estado español, finalmente la clase obrera, aprendiendo de su experiencia de lucha cotidiana, encontrará la manera de participar con voz propia en la vida política de Japón.