La lucha de clases se precipita en Grecia. Tras dos masivas huelgas en menos de un mes --el 10 de febrero del sector público, con un seguimiento del 85% según los sindicatos convocantes, y la huelga general del 24 de febrero, en la que los trabajadores del sector público unieron sus fuerzas a los del sector privado paralizando por completo el país -- el gobierno socialdemócrata de Giorgos Papandreu respondía, el 3 de marzo, con un nuevo y durísimo plan de ajuste para "salvar el país".

La lucha de clases se precipita en Grecia. Tras dos masivas huelgas en menos de un mes --el 10 de febrero del sector público, con un seguimiento del 85% según los sindicatos convocantes, y la huelga general del 24 de febrero, en la que los trabajadores del sector público unieron sus fuerzas a los del sector privado paralizando por completo el país -- el gobierno socialdemócrata de Giorgos Papandreu respondía, el 3 de marzo, con un nuevo y durísimo plan de ajuste para "salvar el país".

 "Son los ricos los que nos trajeron hasta el borde de la bancarrota y son ellos los que tienen que pagar", así de claro lo tiene el trabajador de imprenta Elefterios Fotopulos, al igual que el funcionario Michalis Koroleos: "Estoy manifestándome en contra de la congelación de salarios (...) porque otros robaron el dinero y nosotros somos los que vamos a pagar". Ambos coincidían con algunas de las consignas más coreadas  en las manifestaciones: "No seremos nosotros quienes paguemos por la crisis de los ricos" o "El pueblo y sus necesidades son más importantes que los mercados".  

"Los mercados nos desangran"

Este sentimiento general extendido en la sociedad griega lo recogía el presidente del GSEE, sindicato del sector privado y vinculado al PASOK: "Hemos convocado una huelga de carácter político (...) el gobierno no sólo debe sentir las presiones de los mercados, sino también de la gente. Los mercados piden medidas más drásticas y nos desangran". A la vez, el vicepresidente de ADEDY, sindicato del sector público y también con vínculos con el partido de Papandreu, remataba: "La UE y el Gobierno necesitan entender que seguiremos saliendo a la calle hasta que derrotemos estas medidas injustas que golpean a los pobres sin resolver nuestros problemas económicos".

El objetivo del gobierno es reducir el déficit público del actual 12,4% al 8,7% PIB en 2010 y su enorme deuda del 113% del PIB (casi 300.000 millones de euros) y con ello dar muestras de su inquebrantable disposición de satisfacer los mandatos de las instituciones financieras internacionales (del 5 al 9 de marzo el presidente griego se reunirá con Merkel, Sarkozy y Obama) y conseguir su respaldo para evitar la quiebra del Estado griego (entre abril y mayo vence el plazo para refinanciar 20.000 millones de euros en deuda pública y a lo largo de todo 2010 esa cifra es de más de 50.000 millones) y una caída en picado del euro.

El dilema de la Unión Europea (UE) en estos momentos  sigue siendo si rescatar o no a Grecia. El 12 de febrero se celebraba la enésima cumbre de la UE, con Grecia como punto central del orden del día, y en la que se acordó tomar "medidas decididas y coordinadas, si es necesario, para salvaguardar la zona euro en su conjunto"; una declaración de intenciones que no va acompañada de ningún plan económico real. ¿De dónde saldrá el dinero? En este contexto de crisis económica ninguna burguesía quiere acarrear con este costo añadido. Por ejemplo, en Holanda se ha votado una ley que prohíbe usar recursos fiscales en un posible rescate. Todos los ojos miran a Alemania, principal economía  europea y cuyos bancos están expuestos a la deuda griega. Sin embargo, ni si quiera Alemania tiene mucho margen para tomar estas medidas. Por un lado, los socios de gobierno de Merkel, los liberales del FDP, se oponen completamente al rescate: "no se puede dar más alcohol a un alcohólico para curarlo". En la propia CDU se escuchan voces contrarias: "dónde vamos a terminar si empezamos ahora [con Grecia]" y la propia Merkel dice no estar dispuesta a "gastar para salvar a los pillos". Por otra parte, y más importante, el descontento social en Alemania no deja de crecer, los ataques fruto de la crisis también se han hecho sentir y en las últimas semanas planea sobre las cabezas de los trabajadores alemanes la posibilidad de la retirada de los subsidios de desempleo a los parados de larga duración (propuesta por los liberales), el incremento del paro (se prevé que supere los 4 millones en 2010) y los índices de pobreza y desigualdad social han crecido en los últimos años. Así, la idea de que ya está bien de que los trabajadores paguen la crisis está más que extendida. Según El País, 14 de febrero, 7 de cada 10 alemanes son contrarios al rescate, el 71% de la población.

En cualquier caso todo apunta a que de momento la principal preocupación de la burguesía es imponer un plan de austeridad draconiano a los trabajadores griegos. El problema es que a parte de la cólera social que está provocando, esas medidas echarán más lastre a la economía, devastarán el crecimiento económico griego en los próximos años y eso tendrá consecuencias también en la economía europea.

Una nueva vuelta de tuerca más sobre los trabajadores

El plan de ajuste anunciado en Grecia se concreta en el recorte de 4.800 millones de euros, que se suman a los más de 8.000 millones anunciados en febrero. Este nuevo paquete de ajuste saldrá de congelar las pensiones de los jubilados, de recortar el sueldo a los 600.000 funcionarios del país que sufrirán una reducción de sus complementos salariales (en un 30% la primera de las dos pagas extra y en un 60% la segunda) que suponen alrededor del 30% de sus ingresos. El IVA aumentará entre el 0,5 y el 2%, según los productos, llegando a alcanzar el 21%, los impuestos al alcohol y al tabaco subirán nada menos que el 20% y la gasolina costará entre 3 y 8 céntimos más el litro.  Además, se recortarán en 700 millones la inversión pública y la contratación de trabajadores en el sector público directamente se congela en 2010, salvo en educación, sanidad y fuerzas de seguridad del Estado.

Mientras se lanza este aluvión de ataques, Giorgos Panpandreu en una entrevista publicada por El País, el domingo 28 de febrero, insistía de forma insultante en que "como hay mucho despilfarro [no dice de quién], es mucho lo que podemos ahorrar", ¿será que pagar pensiones y salarios dignos (en Grecia hay 250.000 trabajadores con salarios de 740 euros) es un despilfarro?, y proseguía diciendo  que "hay muchos ciudadanos que no pagan impuestos", lo que no dice Papandreu es que en tan sólo un mes Grecia ha sufrido una huída de capitales por valor de 9.000 millones de euros (es decir, prácticamente un tercio del déficit que tiene el país) y, lo más escandaloso, que su gobierno pretende facilitar la repatriación de esos capitales, eliminando la obligación de justificar el origen del dinero y reducirá a la mitad el recargo por depósitos bancarios. Es decir, que el gobierno del PASOK está planteando la misma política aplicada en la Italia de Berlusconi, amnistiando a los verdaderos defraudadores.

Los trabajadores decididos a luchar

La rabia y la indignación de los trabajadores, los jóvenes y la inmensa mayoría de la población griega no se han hecho esperar. Pocas horas después de hacerse público estos ataques y de que su aprobación inmediata, las movilizaciones se han sucedido sin parar  y la tensión social ha ido in crescendo con una enorme celeridad. El 2 de marzo el sindicato ADEDY anunciaba una nueva convocatoria de huelga para el 16 de marzo, coincidiendo con la primera evaluación por parte de la UE de las medidas tomadas por el gobierno. Sin embargo, los acontecimientos se precipitaban. El 3 de marzo, en Atenas, se manifestaban los jubilados y el Partido Comunista (KKE) llamaba a no respetar las medidas del gobierno y su sindicato, el PAME, a salir a la calle en protesta por este atropello. Así, el día 4, los dos principales sindicatos convocaron una manifestación por el centro de Atenas (y en otras ciudades), a la misma hora en que se votaba el nuevo plan de ajuste. Cientos de trabajadores ocuparon las oficinas del ministerio de Finanzas, en la pancarta que extendieron se leía: "A levantarse. Las medidas no pasarán".

Pero lo más sintomático del ambiente explosivo que se vive en Grecia es que los dirigentes sindicales se tenían que reunir con carácter de urgencia esa misma tarde. El presidente de GSEE, Gianis Panagópulos, declaraba: "No descartamos llamar a una huelga para mañana". Poco después, esto era un hecho, ADEDY y GSEE hacían pública la convocatoria de huelga general para el viernes 5 de marzo y manifestaciones.  Además, ADEDY está discutiendo adelantar al 11 de marzo la anunciada huelga del sector público prevista para el día 16, para que confluya con la convocada en el sector privado. Y todo ello, en un ambiente de protestas que no cesa. El 8 de marzo, los funcionarios de Hacienda han convocado un paro de 48 horas contra los recortes en sus salarios o, por ejemplo, los empleados de los servicios de limpieza municipales harán un paro de cuatro horas el 10 de marzo y una manifestación en Atenas.

La crisis económica, política y social en Grecia está mostrando el camino para las masas en Europa en los próximos meses y años. Así de claro se expresaba, recientemente, el Financial Times: "Lo que será crucial en los próximos años, no es la simple amplitud de la deuda, sino saber si los gobiernos están en posición de encontrar un medio eficaz de reducirla (...) sin provocar (en el mejor de los casos) una inestabilidad política o (en el peor) una verdadera revolución".


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