ceoeLos recortes sociales no sólo se están llevando a cabo en Grecia, Italia, etc. En el Estado español se están concretando los ataques más importantes de los últimos 30 años a las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera. La sanidad, la educación y demás servicios sociales básicos están siendo amenazados gravemente.

Esto, que ya de por sí es razón más que suficiente para que los dirigentes de CCOO y UGT rompieran de una vez por todas con su política de pacto social, no es la única vía a través de la cual los capitalistas atacan nuestros derechos. El día a día en el puesto de trabajo es cada vez más insoportable para millones de obreros, que sienten que la patronal está totalmente envalentonada y actúa a su total antojo.

 

La patronal se niega a firmar convenios y los que firma no los cumple

Existen 404 convenios sectoriales, que afectan a 3.508.477 trabajadores, cuya vigencia finalizó entre los años 2008 a 2010 y que no han sido renovados. La patronal, ante la clamorosa ausencia de presión sindical, opta por abandonar las mesas de negociación sin firmar nada, dilatar la negociación hasta el infinito o firmar el convenio sin tener intención de cumplirlo en ningún momento. Enfrentados a esta actitud de los grandes empresarios, los dirigentes sindicales, en vez de movilizar a los miles de delegados y afiliados para revertir esta situación, denunciando a los empresarios por su voracidad y organizar la respuesta colectiva de una clase obrera que ha dado numerosas muestras de estar dispuesta a luchar, se empantana en interminables reuniones sobre cuestiones jurídicas. El último episodio de este tipo lo tuvimos el pasado 28 de octubre, cuando CCOO, UGT, CEOE y CEPYME  firmaron el acuerdo con el que supuestamente se desbloqueará la negociación colectiva pendiente. En él se recoge que las partes se comprometen a realizar el “máximo esfuerzo” para desbloquear y dar salida a la negociación colectiva pendiente (¡como si con esto la patronal se viera obligada a algo!), así como a “intensificar” el diálogo y la negociación para prorrogar el Acuerdo Interconfederal de Negociación Colectiva (ANC) más allá de 2012, cuyo contenido consideramos negativo para los intereses de los trabajadores.
En el mismo texto sindicatos y patronales reconocen que la “fuerte caída de la actividad de las empresas y la masiva destrucción de empleo” que se han derivado de la crisis “pueden estar influyendo en el mayor retraso y enquistamiento de las negociaciones de los convenios”. Los dirigentes de CCOO y UGT dan por buenas las dulcificadas explicaciones de los empresarios y firman acuerdos con ellos en los que aceptan sus argumentos, allanando el camino para que nuestros salarios sigan cayendo, nuestros empleos sigan precarizándose y la patronal siga engordando su abultada cuenta de resultados.

La patronal no tiene suficiente y quiere más

La debilidad invita a la agresión. Esta frase es ya una dramática realidad para millones de obreros de este país debido a esta nefasta política de los dirigentes de los principales sindicatos, pero desde el punto de vista de la patronal no se ha alcanzado, ni mucho menos, el límite. Hace pocos días, la CEOE hizo público su programa, un decálogo de reivindicaciones que revela a las claras y sin tapujos sus intenciones y objetivos. Juan Rosell, presidente de la patronal, lo presentó declarando con todo el cinismo del que fue capaz que lo hacía con “toda la buena intención del mundo”. ¡La arrogancia de los capitalistas ya no encuentra límites! Sus “propuestas” se resumen en: la CEOE exige la fijación del copago en materia de sanidad, de justicia y de educación, el drástico recorte del derecho a huelga y un nuevo contrato indefinido por despido. Éste se concreta en que el improcedente tendría una indemnización de 20 días, de los que 8 los abonaría el Fogasa, que se pagaría durante no más de un año y la indemnización del despido objetivo por causas económicas se quedaría en 12 días.
También están contenidas en su documento otras reivindicaciones históricas de la patronal, como la disminución de las cotizaciones de los empresarios a la Seguridad Social, que exigen sean rebajadas “sustancialmente”, así como la reducción del Impuesto de Sociedades. Además, la patronal exige la drástica y rápida reducción del déficit público mediante recortes en el sector público y en ningún caso con un aumento de impuestos. Plantean que el ajuste fiscal debe realizarse por el lado de los gastos. Sobre esta cuestión, la CEOE pide centrar el ajuste en los gastos corrientes. Es decir, recortar hasta los tuétanos los gastos sociales, que son la parte del león de estos gastos corrientes y reducirlos a su mínima expresión. De hecho, en una parte de su documento podemos leer: “El sector público debe centrarse en lo esencial (¡sic!), reducir su tamaño, simplificar su estructura y adaptar sus recursos humanos a la nueva situación”; qué duda cabe que de materializarse estas pretensiones nos encontraríamos ante el desmantelamiento definitivo de los servicios sociales, su privatización total y el despido masivo de trabajadores de la sanidad, la educación, la administración pública, etc., algunos de los cuales volverían a ser contratados por las empresas privadas que se hicieran con el servicio en condiciones salariales notablemente peores,.
Estas reivindicaciones, que en gran parte vienen recogidas en el programa electoral presentado recientemente por el PP, son las clásicas aspiraciones de los capitalistas de este país: “El que quiera educación para sus hijos, que la pague; el que quiera sanidad que la pague, el que quiera en definitiva cualquier servicio social, que lo pague”. ¡Cómo si ya no lo pagáramos a través de los impuestos! ¡cómo si estas prestacoiones fueran un regalo de los ricos y no una conquista social arrancada con la lucha!
Por otro lado, exigen que los recortes no afecten a la inversión pública, especialmente la destinada a infraestructuras. Las inversiones en infraestructuras son necesarias, pero en la medida en que son empresas privadas las que llevan a cabo su ejecución, éstas suponen una fuente de suculentos y seguros beneficios para los grandes capitalistas, además de un gran foco de corrupción. ¡Exigen recortar los gastos sociales, pero no las partidas con las que los empresarios, a través de contratos millonarios, dilapidan los recursos del estado y engordan su cuenta de resultados!  Como en otras ocasiones los sectores más duros de la patronal han conseguido influir de forma decisiva en los posicionamientos de la CEOE. A mediados de octubre, la patronal madrileña (CEIM) publicó un informe en el que se formulan sus propuestas, “ineludibles”, de cara a las elecciones. En el texto se apuesta por “avanzar en los modelos de copago en las prestaciones tanto sanitarias como del Sistema de Atención a la Dependencia” y “restringir el ejercicio” de la huelga “en periodos que supongan un daño irreparable para la economía o la seguridad de personas y empresas”.

Hay que organizar la izquierda dentro de CCOO y UGT

Los sindicatos han criticado el programa de la patronal, pero esto no ha sido obstáculo para que firmaran el acuerdo sobre negociación colectiva antes citado, ni para seguir ofreciendo un pacto de rentas (topes salariales, para que quede más claro), esta vez, hasta 2014.
Mientras las cúpulas sindicales actúan de esta forma tan irresponsable para con los trabajadores, decenas de miles de afiliados y delegados sindicales de CCOO y UGT, participamos y alentamos las numerosas e importantes movilizaciones que continuamente se producen a lo largo y ancho de todo el Estado y en todos los sectores.
El pasado 15 de octubre centenares de miles de trabajadores y jóvenes volvimos a inundar las calles de las principales ciudades convocados por el movimiento 15-M, miles de profesores, padres, estudiantes, trabajadores de la sanidad, etc., nos estamos movilizando contra estos recortes; de estos, miles hemos construido con mucho esfuerzo nuestros sindicatos. Las condiciones para la convocatoria de una huelga general de 24 horas, que sea el inicio de un calendario de movilizaciones ascendente de la clase obrera y que reanude el camino emprendido por la exitosa huelga general del 29 de septiembre de 2010, están más que dadas. CCOO y UGT no los creamos para que fueran gestores de este podrido sistema sino para defender los intereses de los trabajadores, la mayoría de la población. Necesitamos organizarnos para recuperar nuestros sindicatos, lo que implica una batalla para arrancarlos de la senda trazada por la política de pactos y consensos, que ha revelado de forma reiterada su inutilidad para frenar la embestida de la burguesía. ¡Por un sindicalismo de clase, combativo y revolucionario!


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