Negroponte no es un simple “diplomático”. Comenzó su carrera en 1969 como alto funcionario en la embajada estadounidense en Saigón y durante nueve años jugó un papel directo en operaciones que costaron la vida a millones de vietnamitas. Fue embajador de EEUU en Honduras entre los años 1981 y 1985, desde donde supervisó operaciones que incluían la financiación ilegal de la Contra nicaragüense, la construcción de bases militares estadounidenses, entre ellas la base aérea El Aguacate, que teóricamente servía para hacer llegar los suministros a los soldados norteamericanos que se encontraban en el país, pero en la práctica utilizada para las actividades de la Contra. En 1999 en ese lugar se encontraron fosas comunes y celdas con las paredes llenas de sangre.
Durante su estancia en Honduras negó sistemáticamente que en el país se estuvieran violando los derechos humanos, a pesar de que en ese mismo período fueron secuestradas o “desaparecieron” cientos de personas, incluidos dirigentes sindicales, estudiantiles y otros oponentes al régimen militar. Una parte importante de esta guerra sucia la llevó a cabo el Batallón 316, financiado y entrenado por la CIA, que fue el principal escuadrón de la muerte en este país centroamericano; todo con conocimiento de Negroponte, que convirtió Honduras en una gigantesca base de operaciones de la CIA para llevar a cabo la guerra sucia contra los sandinistas. Estas operaciones costaron la vida a 50.000 personas.
Su currículo demuestra claramente que su misión en Iraq no será simplemente “diplomática”. Su verdadera tarea será ocuparse de la guerra sucia contra la insurgencia iraquí, dirigentes sindicales y todo aquel que se resista a la ocupación. Tiene experiencia.