El ex presidente Otto Pérez se encuentra en prisión preventiva, la vicepresidenta también está en la cárcel, otros tantos funcionarios de alto rango están en la cárcel o bien se encuentran bajo investigación, incluso algunos prefirieron renunciar para evitar caer en desgracia. El saliente parlamento guatemalteco también está totalmente desacreditado por su tibia acción en el caso de corrupción, el Partido Patriota (del ex presidente Otto) vive una profunda crisis interna. Nunca un régimen de derechas en Guatemala había vivido una situación de tanta debilidad política. Esto ha sido producto directo de un estallido social extraordinariamente poderoso que ha cimbrado los pilares fundamentales del régimen capitalista en Guatemala.

La movilización del 25 de abril sacudió a todo Guatemala y a Centroamérica entera. Cerca de 30 mil personas respondieron a la convocatoria para expresar el rechazo a la corrupción que carcome al gobierno de Otto Pérez y que la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) denunció. Desde ese momento se abrió un periodo de movilización en las calles y organización de los sectores más empobrecidos que rompió la estabilidad de uno de los regímenes de derecha más prometedores para los intereses capitalistas.

Muy rápidamente las movilizaciones se extendieron hacia otras ciudades importantes y hasta por pequeños pueblos. Este fue un cambio cuantitativo y cualitativo que indicaba la participación de amplios sectores empobrecidos y golpeados históricamente por la oligarquía guatemalteca.

Con ello mismo el movimiento aumentó sus demandas, ya no solo se trata de eliminar la corrupción que desde el gobierno dirige Otto Pérez y los empresarios, ahora se incorporaron demandas de distribución de tierras, lucha contra las mineras, salarios, etc. Este estallido social ha tomado por sorpresa a toda la oligarquía y al imperialismo estadounidense.

A pesar del ambiente de repudio, Otto Pérez se negó a aceptar su vínculo con la corrupción y por tanto a dejar su puesto al frente del país. Pero le resultó imposible mantenerse cuando irrumpió el movimiento de masas.

Las jornadas de agosto y el encarcelamiento de Otto Pérez

Las jornadas de lucha que se vivieron durante los días 25, 26 y 27 de agosto llevaron la situación de inestabilidad a un nivel superior. El 25 de agosto se realizaron cierres de carreteras en al menos 11 ciudades en una treintena de puntos; al día siguiente la respuesta del Gobierno y de toda la oligarquía en conjunto fue la de intentar frenar las movilizaciones reprimiendo físicamente. El 27 hubo un paro general que implicó la asistencia de todos los contingentes que habían luchado en días anteriores a la capital. Esto es lo que provocó que Otto Pérez renunciara el 2 de septiembre y al día siguiente fuera enviado a prisión. Ha sido un auténtico triunfo de las masas.

Cierto que el empresariado se unió al paro del 27. En realidad era imposible frenar las acciones de ese día, además, las empresas que voluntariamente cerraron sus puertas por órdenes patronales no son claves en la producción. La maniobra de los empresarios persigue dejarles en las mejores condiciones posibles para tratar de descarrilar el proceso de lucha. Afortunadamente sus planes no arrojaron los resultados que esperaban.

En Guatemala se han cometido las más grandes atrocidades para mantener el dominio del capitalismo, al menos desde hace 30 años se ha vivido un régimen sangriento que no se ha tentado el corazón para reprimir cruelmente. No podemos olvidar que Otto Pérez representa a la casta militar responsable del asesinato de más de 200.000 personas durante la dictadura militar de Efraín Ríos Montt (1982-83), está vinculado a toda la política de terror y represión que ha sufrido el pueblo y sus dirigentes políticos durante todos estos años después de la firma de los acuerdos de paz. La caída y el encarcelamiento de Otto Pérez significan para muchos compañeros hacer un poco de justicia por todas las atrocidades que la oligarquía guatemalteca ha cometido.

Por ello estas movilizaciones adquieren un carácter todavía más especial, porque significan un despertar que rompe la desorganización, la dispersión y el miedo que ha provocado toda aquella historia reciente. Aun siendo muy positivo lo logrado solo está anunciando un periodo de lucha más intenso de las masas explotadas.

Las elecciones del 6 de septiembre y las maniobras del imperialismo y la oligarquía

El imperialismo estadounidense y la oligarquía guatemalteca intentaron cortar todo el ambiente de movilización y encauzar el descontento hacia las elecciones del 6 de septiembre. Su objetivo: apoyar, frente al movimiento de masas, al candidato que ganara, no importaba cual, para que siguiera con los planes que Otto Pérez dejó inconclusos. Conseguir un recambio, legitimado en las urnas, inocuo para sus intereses, y sacar a las masas de las calles, para que todo siga igual.

El 40% de abstencionismo es un indicador del profundo rechazo a estas elecciones. Sin embargo el hecho que mejor refleja el ambiente existente es la convocatoria de movilizaciones para el mismo 6 de septiembre, en plena jornada electoral. El Gobierno tuvo que desplegar un fuerte dispositivo militar y policial para frenarlas. La jornada electoral no ha dejado sino un claro ambiente de desprecio hacia la “democracia” de la oligarquía.  

Los resultados plantean que el primer candidato a la segunda ronda electoral es el actor de comedia Jimmy Morales del Partido Frente Convergencia Nacional (PFCN) quien obtuvo un 24% de los votos. El segundo candidato aún no está definido porque la diferencia entre Sandra Torres (ex primera dama) de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y Manuel Baldizón, el Partido Líder, no llega ni a un punto porcentual (menos de 1.200 votos).

Lo que aquí importa es que no hay señales de que el resultado electoral genere confianza en el régimen, en el nuevo presidente y mucho menos que abra un periodo de estabilidad.

Intereses imperialistas

La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala encarna sobre todo los intereses de los imperialistas estadounidenses. Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, es quien directamente está detrás de la CICIG. Tan solo en 2015, EEUU aportó 7 millones de dólares para el presupuesto de este organismo. Los planes estadounidenses son amplios, la ONU ya ha reconocido la necesidad de crear réplicas de estas comisiones para el caso de Honduras y El Salvador, de hecho han iniciado los trámites legales. El objetivo de estas comisiones es asegurar un ambiente político y social que le permita retomar las riendas de lo que históricamente ha sido considerado su patio trasero para seguir explotando a Latinoamérica. La hegemonía estadounidense se ha perdido como producto del ingreso de capitales chinos, del asenso revolucionario en toda una serie de países y de la debilidad y estupidez intrínseca de sus antiguos aliados. Ahora quieren recomponer las cosas.

Sin embargo los métodos para que Estados Unidos se imponga no son provocar movilizaciones que lleguen a los límites que vemos en Guatemala, y que pongan en jaque la estabilidad del sistema. Latinoamérica tiene grandes reservas revolucionarias, y evidentemente Estados Unidos está muy lejos de que querer animar el ambiente de revolución.

Por todo esto debemos eliminar toda suposición en torno a que las movilizaciones en Guatemala han sido impulsadas por el imperialismo estadounidense en complicidad con la oligarquía centroamericana. El caso de Guatemala se les fue de las manos y demuestra lo inestable que es la situación, no solo en ese país sino en el continente entero. Por tanto los trabajadores y campesinos de todo el continente debemos apoyar la lucha de las masas guatemaltecas.

El pueblo guatemalteco ha demostrado que su capacidad de lucha es poderosa, esa es la clave que explica la profunda crisis del gobierno de Otto Pérez. Gracias a ello se ha convertido en toda una fuente de lecciones e inspiración política para otros pueblos centroamericanos. Los pasos que siguen deben estar marcados por una consigna: confianza en las fuerzas de nuestra propia clase, de los pobres, los campesinos, los indígenas. La CICIG ahora se hace pasar por democrática y dispuesta a la lucha, un sector de los empresarios también intentan jugar a lo mismo. No debemos caer en la trampa.

La única democracia que nos conviene es la que elimina el poder económico de los grandes empresarios, banqueros y finqueros para instalar el dominio de los trabajadores. En Guatemala debemos seguir avanzando hacia una república centroamericana sin miseria ni explotación.

¡Viva la lucha del pueblo guatemalteco!


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