El miércoles 9 de abril amanecimos de júbilo, este día, sin dudas, será recordado por los trabajadores como un punto álgido en la lucha de clases que se viene desarrollando en Venezuela en el marco de la revolución bolivariana: finalmente, después de una larga y dura lucha por parte de los obreros de Sidor, el presidente Chávez ordenó la nacionalización de la empresa propiedad del consorcio transnacional Ternium. El significado real que esta acción pueda tener en el desarrollo futuro de la revolución dependerá en gran medida de cómo los revolucionarios y, sobre todo, la clase trabajadora la utilicen para hacer avanzar el proceso, pero su sólo anuncio ya ha generado un entusiasmo y una expectativa tales, no sólo entre los trabajadores sino entre las masas venezolanas en general, que deberían presagiar una nueva y fuerte arremetida de la clase trabajadora en la lucha por el poder, pero a un nivel superior.
El hecho que la nacionalización de Sidor no haya sido una acción aislada sino que se venga a sumar a las recientes nacionalizaciones de Lácteos Los Andes y de las empresas cementeras nos permite extraer algunas conclusiones. En primer lugar muestra cómo la lucha por la nacionalización, por la expropiación de los capitalistas es la lucha clave en torno a la que debe girar la lucha de los trabajadores y demostrado nuevamente que el presidente Chávez si la lucha se organiza en ese eje es receptivo a la presión de la clase trabajadora. La lucha por las nacionalizaciones, por desalojar a los capitalistas de las fábricas y por el control obrero es la lucha clave de la revolución para marchar al socialismo.
Sin dudas, la nacionalización de Sidor ha supuesto un duro golpe a los planteamientos de los sectores sectarios y ultraizquierdistas del movimiento obrero que plantean que el gobierno del presidente Chávez no es sensible a la presión de la clase trabajadora, así como también para los burócratas reformistas que desde el Ministerio del Trabajo y desde la Gobernación del Estado Bolívar apoyaron a los empresarios en contra de los trabajadores, incluso ordenando su represión, ahora han quedado desenmascarados ante el pueblo como lo que realmente son: unos fieles representantes de la burguesía.
Para el gobierno debería servir de lección y aprender, de una vez por todas, que es un error continuar apostando por la burguesía de cualquier tipo, llámese nacional, latinoamericana, bolivariana, o como sea, en definitiva la burguesía sólo es burguesía y en esta etapa de decadencia del capitalismo es incapaz de desarrollar nada que no sea miseria y destrucción, mucho menos si hablamos de medios de producción. La prueba está a la vista, tres meses después que el gobierno le diera su confianza para sacar a Venezuela de la crisis de desabastecimiento que ella misma generó a través de su plan de sabotaje económico, ha sido incapaz de aportar una solución, más bien que los problemas se han venido agravado en extremo. El objetivo principal de la burguesía a corto, mediano y largo plazo es el aplastamiento de la revolución bolivariana y a esa tarea está dedicando sus mejores esfuerzos. Sin embargo, pareciera, por declaraciones del presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, y de otros funcionarios gubernamentales, que se estaría contemplando darle una nueva oportunidad de participación en el capital accionario de las empresas nacionalizadas y, por ende, en la dirección de las mismas. De ser así, se estaría volviendo a apostar por el fracaso pero ahora, con la participación de la burocracia, a una escala superior.
El tiempo de las revoluciones no es eterno, cada minuto que se pierde luego no se recupera, volver a repetir las fórmulas gastadas del reformismo intentando vanamente que la burguesía asuma el papel progresista que alguna vez jugó en la historia, solamente es una perdedera de tiempo que al final puede resultar muy costoso para la revolución.
Como ya hemos dicho antes, si la nacionalización de Lácteos Los Andes y de las cementeras constituyó un paso hacia delante, la nacionalización de Sidor es un gran paso en esa misma dirección, pero a un paso deben de seguir otros pasos para que todo el contenido revolucionario que tiene esta medida no se pierda en las oficinas de los burócratas y de los capitalistas. En primer lugar, hay que desalojar completamente a los burgueses de estas empresas, mientras se mantenga a uno solo de ellos allí, así sea con una sola acción, se mantendrá el esquema de relaciones de producción capitalista y de esa forma es imposible construir el socialismo.
Es necesario, como lo hemos repetido cientos de veces desde la CMR y desde el FRETECO, que estas empresas nacionalizadas, así como las que se están creando bajo la forma de empresas socialistas, sean puestas bajo el control de sus trabajadores a través de los Consejos de Fábrica o de Trabajadores, es la única fórmula para abstraerlas de la inoperancia burocrática y de la corrupción, y para que se conviertan en una formidable herramienta para la construcción del socialismo.
El hecho que la nacionalización de Sidor no haya sido una acción aislada sino que se venga a sumar a las recientes nacionalizaciones de Lácteos Los Andes y de las empresas cementeras nos permite extraer algunas conclusiones. En primer lugar muestra cómo la lucha por la nacionalización, por la expropiación de los capitalistas es la lucha clave en torno a la que debe girar la lucha de los trabajadores y demostrado nuevamente que el presidente Chávez si la lucha se organiza en ese eje es receptivo a la presión de la clase trabajadora. La lucha por las nacionalizaciones, por desalojar a los capitalistas de las fábricas y por el control obrero es la lucha clave de la revolución para marchar al socialismo.
Sin dudas, la nacionalización de Sidor ha supuesto un duro golpe a los planteamientos de los sectores sectarios y ultraizquierdistas del movimiento obrero que plantean que el gobierno del presidente Chávez no es sensible a la presión de la clase trabajadora, así como también para los burócratas reformistas que desde el Ministerio del Trabajo y desde la Gobernación del Estado Bolívar apoyaron a los empresarios en contra de los trabajadores, incluso ordenando su represión, ahora han quedado desenmascarados ante el pueblo como lo que realmente son: unos fieles representantes de la burguesía.
Para el gobierno debería servir de lección y aprender, de una vez por todas, que es un error continuar apostando por la burguesía de cualquier tipo, llámese nacional, latinoamericana, bolivariana, o como sea, en definitiva la burguesía sólo es burguesía y en esta etapa de decadencia del capitalismo es incapaz de desarrollar nada que no sea miseria y destrucción, mucho menos si hablamos de medios de producción. La prueba está a la vista, tres meses después que el gobierno le diera su confianza para sacar a Venezuela de la crisis de desabastecimiento que ella misma generó a través de su plan de sabotaje económico, ha sido incapaz de aportar una solución, más bien que los problemas se han venido agravado en extremo. El objetivo principal de la burguesía a corto, mediano y largo plazo es el aplastamiento de la revolución bolivariana y a esa tarea está dedicando sus mejores esfuerzos. Sin embargo, pareciera, por declaraciones del presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, y de otros funcionarios gubernamentales, que se estaría contemplando darle una nueva oportunidad de participación en el capital accionario de las empresas nacionalizadas y, por ende, en la dirección de las mismas. De ser así, se estaría volviendo a apostar por el fracaso pero ahora, con la participación de la burocracia, a una escala superior.
El tiempo de las revoluciones no es eterno, cada minuto que se pierde luego no se recupera, volver a repetir las fórmulas gastadas del reformismo intentando vanamente que la burguesía asuma el papel progresista que alguna vez jugó en la historia, solamente es una perdedera de tiempo que al final puede resultar muy costoso para la revolución.
Como ya hemos dicho antes, si la nacionalización de Lácteos Los Andes y de las cementeras constituyó un paso hacia delante, la nacionalización de Sidor es un gran paso en esa misma dirección, pero a un paso deben de seguir otros pasos para que todo el contenido revolucionario que tiene esta medida no se pierda en las oficinas de los burócratas y de los capitalistas. En primer lugar, hay que desalojar completamente a los burgueses de estas empresas, mientras se mantenga a uno solo de ellos allí, así sea con una sola acción, se mantendrá el esquema de relaciones de producción capitalista y de esa forma es imposible construir el socialismo.
Es necesario, como lo hemos repetido cientos de veces desde la CMR y desde el FRETECO, que estas empresas nacionalizadas, así como las que se están creando bajo la forma de empresas socialistas, sean puestas bajo el control de sus trabajadores a través de los Consejos de Fábrica o de Trabajadores, es la única fórmula para abstraerlas de la inoperancia burocrática y de la corrupción, y para que se conviertan en una formidable herramienta para la construcción del socialismo.
La UNT debe extender la lucha de Sidor tomando, ocupando fábricas, poniéndolas bajo control obrero y demando al gobierno nacional su nacionalización.
En ese sentido, es también una magnífica oportunidad que, una vez más, se le presenta a la UNT para que recomponga su unidad, sus dirigentes dejen a un lado las diferencias, y desarrolle una campaña nacional de tomas y ocupaciones de empresas que se encuentren explotando a los trabajadores, haciendo sabotaje económico, y se hallen cerradas o infrautilizadas. La UNT debe demandar la nacionalización de estas empresas al gobierno nacional al mismo tiempo que enarbola las banderas del control obrero, apoyándose para ello en la extraordinaria victoria de los trabajadores de Sidor.
La UNT debería realizar una campaña nacional por la implementación de los Consejos de Fábrica o de Trabajadores, su coordinación nacional y que éstos se transformen en el embrión del Estado revolucionario, así como por el desarrollo del control obrero de la producción. Igualmente debería asumir su función de unificar a los trabajadores para permitirles desempeñar el rol protagónico que tienen reservado en la revolución venezolana. Es necesario extender la lucha de Sidor a cientos de empresas, demandando su expropiación y su puesta en funcionamiento bajo control obrero. Esa es la tarea central de la clase obrera venezolana, del movimiento sindical revolucionario. Esa es la única vía posible para la construcción del socialismo.
En ese sentido, es también una magnífica oportunidad que, una vez más, se le presenta a la UNT para que recomponga su unidad, sus dirigentes dejen a un lado las diferencias, y desarrolle una campaña nacional de tomas y ocupaciones de empresas que se encuentren explotando a los trabajadores, haciendo sabotaje económico, y se hallen cerradas o infrautilizadas. La UNT debe demandar la nacionalización de estas empresas al gobierno nacional al mismo tiempo que enarbola las banderas del control obrero, apoyándose para ello en la extraordinaria victoria de los trabajadores de Sidor.
La UNT debería realizar una campaña nacional por la implementación de los Consejos de Fábrica o de Trabajadores, su coordinación nacional y que éstos se transformen en el embrión del Estado revolucionario, así como por el desarrollo del control obrero de la producción. Igualmente debería asumir su función de unificar a los trabajadores para permitirles desempeñar el rol protagónico que tienen reservado en la revolución venezolana. Es necesario extender la lucha de Sidor a cientos de empresas, demandando su expropiación y su puesta en funcionamiento bajo control obrero. Esa es la tarea central de la clase obrera venezolana, del movimiento sindical revolucionario. Esa es la única vía posible para la construcción del socialismo.