¡Solo la lucha de masas y la huelga general frenarán las pretensiones dictatoriales de Trump!

A tan solo un mes de la llegada de Trump a la Casa Blanca, se ha desatado una ofensiva brutal contra las familias trabajadoras migrantes. Este Gobierno ultraderechista quiere generar una situación de shock y terror, no solo para golpear a los sectores más explotados de nuestra clase, sino de cara a profundizar su deriva autoritaria, justificar la creciente militarización de la sociedad, y poder dar así un golpe decisivo a toda la clase obrera norteamericana.

La amenaza fascista que supone el Gobierno de Trump no debe tomarse a broma. Su agresividad contra los migrantes a nivel interno, y contra el resto del mundo en política exterior, amenazando con intervenir militarmente allí donde consideren, mostrando abiertamente una agresiva agenda imperialista y defendiendo la limpieza étnica en Gaza, o planteando una política arancelaria salvaje de cara a intimidar a sus competidores, es proporcional a la decrepitud del capitalismo norteamericano y a su decadencia frente a China a nivel internacional. 

Por eso mismo, ante un escenario internacional tan incierto, y tan desfavorable para el imperialismo norteamericano, donde dicha política arancelaria podría volverse como un boomerang contra la economía norteamericana, adquiere cada vez más relevancia golpear a nivel interno, imponiendo medidas autoritarias y creando las condiciones para poder explotar sin escrúpulos a su propia clase trabajadora.

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El Gobierno ultraderechista de Trump quiere generar una situación de shock y terror, para golpear a los sectores más explotados de nuestra clase, profundizar su deriva autoritaria, y poder dar así un golpe decisivo a toda la clase obrera norteamericana. 

Un régimen bonapartista en guerra contra la clase obrera

El propio Trump, tanto en campaña electoral como ya en la Casa Blanca, no ha dudado en poner sobre la mesa la posibilidad de utilizar determinadas leyes de excepción, como la Ley de Insurrección de 1807 o la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, ambas elaboradas en un escenario de guerra y de potencial invasión extranjera. Igualmente, está utilizando al ejército en la frontera, y ha planteado su posible despliegue en las ciudades para perseguir y expulsar a migrantes. Algo prohibido por la Posse Comitatus Act de 1878, que establece que el ejército no podrá intervenir dentro de los EEUU de cara a aplicar la ley[1].

Toda esta campaña contra la inmigración, plagada de bulos, falsedades y completas exageraciones, tiene un claro objetivo, avanzar en una auténtica deriva dictatorial, no solo contra los propios migrantes, sino contra el movimiento antifascista o de solidaridad con palestina, contra el sindicalismo combativo o el movimiento feminista, y en definitiva, contra cualquier movimiento y organización de izquierdas. 

El ascenso del fascismo en Alemania también apeló a la lucha por el orgullo patrio. Pero para ello fue necesario en primer lugar establecer una dictadura atroz desatando una brutal ofensiva interna para explotar hasta el extremo a la clase obrera alemana, suprimiendo cualquier organización de la clase trabajadora, tanto los partidos políticos de izquierdas como los sindicatos, y desatando un terror absoluto mediante la más brutal represión y el establecimiento de campos de concentración por todo el país.

Obviamente, no nos encontramos aún en este punto en los EEUU, ya que la clase trabajadora conserva una enorme fuerza y no ha sufrido una derrota decisiva, pero sería un error obviar que el objetivo de la Administración Trump y sus secuaces fascistas es justamente ese. Un proceso en el que el primer objetivo es encontrar un enemigo interno que justifique dicha represión y la adopción de medidas autoritarias, y que permita además dividir a la clase trabajadora y a los oprimidos.

Es lo que hicieron los nazis cuando atizaron el sentimiento antisemita y supremacista, culpando a los judíos de todos los males de la nación, y armando sobre esas bases a bandas fascistas para aplastar cualquier posible resistencia desde abajo. Y es en la dirección en la que pretende avanzar el trumpismo, con propuestas como las impulsadas en los estados de Missouri y Mississippi de cara a legalizar la figura del “cazarrecompensas” para delatar a migrantes indocumentados a cambio de mil dólares[2].

De concretarse, supondría un nuevo salto, impulsando aún más la organización de bandas paramilitares al estilo de las SS alemanas. Algo que se sumaría a la amplia amnistía concedida por Trump a cientos de fascistas que asaltaron el Capitolio, y que ahora salen de las cárceles con el pecho henchido y preparados para participar en las razias decretadas por su Administración contra los migrantes hispanos.

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El objetivo del Gobierno de Trump es golpear a los migrantes, al movimiento antifascista o de solidaridad con palestina, al sindicalismo combativo, al movimiento feminista, y en definitiva, desarticular cualquier movimiento y organización de izquierdas.  

La economía norteamericana depende, y mucho, de los migrantes. ¡Por eso quieren aterrorizarles!

La supuesta lucha contra el fentanilo y el crimen organizado es una auténtica farsa. La realidad es que a Trump no le interesa ni un ápice la salud pública de su población. Así se vio durante la pandemia del Covid, cuando fruto de una política negligente por parte de su Administración murieron más de un millón de estadounidenses, o ahora con la decisión de sacar a EEUU de la OMS o con la elección de un chalado conspiranoico antivacunas como Kennedy al frente del Departamento de salud.

El fentanilo -que ha originado una grave epidemia de drogadicción por todo el país-, es totalmente legal en EEUU y se comercializa por grandes empresas farmacéuticas sin ninguna restricción. Obviamente, Trump no pone ningún problema a dichas compañías, que se han forrado desde hace décadas convirtiendo en adictos a millones de estadounidenses. Tampoco ha planteado ninguna medida contra el blanqueo de capitales por parte de los grandes bancos norteamericanos, sin los que el gran negocio del narcotráfico internacional sería absolutamente impensable.

Todo esto no es más que una excusa para convertir a los migrantes hispanos, como los judíos en la Alemania nazi o la inmigración árabe y musulmana hoy en Europa, en el chivo expiatorio frente a la decadencia orgánica del imperialismo estadounidense.

La cacería de migrantes ha generado una atmósfera de auténtico terror, que es el objetivo, criminalizando a millones de familias que representan hasta el 20% de la mano de obra del país. Una mano de obra que en determinados sectores, como los cuidados, la agricultura o el sector ganadero, puede alcanzar hasta el 80%. Obviamente el objetivo, a pesar de las bravuconadas de Trump, no es expulsarles a todos, sino generar un ambiente de excepción que permita explotarlos aún más e impedir que levanten la cabeza.

La realidad es que la mano de obra migrante resulta absolutamente decisiva para la economía norteamericana. Los indocumentados pagan en promedio anualmente más de 8.889 dólares en impuestos por persona, el equivalente a una cuarta parte de sus ingresos y lo mismo que un ciudadano estadounidense de clase media. Estos ingresos, que en su mayoría van a parar a las arcas federales, financian la seguridad social, el Medicare y el seguro de desempleo, programas de los que los indocumentados están excluidos.

Mientras que las y los trabajadores migrantes pagaron en 2022 una tasa efectiva promedio de impuestos estatales y locales de 8.9%, los contribuyentes más ricos -el 1% más alto en la escala de ingresos-, pagaron una tasa impositiva efectiva promedio de 7.2%[3].

Con la llegada de Trump, se han disparado las deportaciones. Entre 900 y 1200 en la última semana de enero frente al promedio semanal de 311 en 2024. Los niños están dejando de acudir a clases ante la amenaza de ser detenidos dentro de las escuelas –el lunes 3 de febrero la asistencia en el distrito escolar de Los Ángeles cayó un 66%–, y los adultos evitan salir, incluso a trabajar, por el miedo a ser deportados y no poder volver a ver a su familia.

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La cacería de migrantes ha generado una atmósfera de auténtico terror, que es el objetivo, criminalizando a millones de familias que representan hasta el 20% de la mano de obra del país. 

Un auténtico proceso de expolio social, sin importar la legislación existente o los llamados derechos humanos, separando cruelmente a familias enteras o robando incluso sus pertenencias, como hicieron los nazis, de aquellos que son deportados y que son sacados del país con lo puesto.

Lo último, el anuncio de Trump de convertir la base militar de Guantánamo en un centro de deportación para 30.000 migrantes. Un auténtico campo de concentración opaco, blindado y bajo legislación militar, donde la Administración Bush ya encerró a miles de detenidos de las guerras de Afganistán e Irak sometiéndoles a un régimen de torturas y aislamiento propio de regímenes genocidas.

El Partido Demócrata es cómplice de esta deriva

Pero la realidad es que si se ha llegado a esta situación, no es solo por Trump y los republicanos, sino también por la política racista desplegada por la Administraciones demócratas. Tanto Biden como los Gobiernos de Obama alcanzaron récords de deportaciones, muy por encima de las realizadas durante el primer mandato de Trump. En dicho periodo, la Administración trumpista deportó a 766.373 personas, frente a las 824.018 deportadas por Biden hasta noviembre de 2024. Unas cifras que palidecen frente a los más de 1,8 millones de deportados durante el primer mandato de Obama[4].

Pero es que además, tras la llegada ahora de Trump a la casa Blanca, un importante sector de los demócratas está avalando abiertamente esta política de terror. En enero, la Cámara de Representantes tramitó la llamada Ley Laken Riley, que permitirá detener de manera indefinida y deportar a migrantes que hayan cometido delitos menores, entre los que incluyen determinados delitos de tráfico. La norma se aprobó con el voto de los republicanos, ¡y de 48 congresistas demócratas! Pero es que además dicha tramitación de urgencia pudo llevarse adelante gracias al apoyo de los demócratas en el Senado, siendo necesario 60 votos y teniendo los republicanos tan solo 53.

Por otro lado, el alcalde de Nueva York –feudo demócrata-, Eric Adams, ha planteado que ya está en contacto con la Administración Trump de cara a colaborar en su política migratoria, y que implementará deportaciones masivas. Los demócratas, alcaldes y gobernadores, y la propia Administración Biden no han hecho más que competir con Trump en su política de mano dura. De hecho, el Gobierno de Biden ha incrementado la inversión en tecnologías, incluida IA, que puedan localizar y perseguir a migrantes indocumentados. Unas tecnologías, y un gran negocio, que ahora Trump va a poder utilizar sin cortapisas para sus planes xenófobos y supremacistas[5]

Pero a pesar de todo esto, el ala izquierda del Partido Demócrata, encabezada por Sanders y Alexandra Ocasio Cortez, continúa haciendo llamamientos a sus compañeros racistas de partido para que no cedan ante la demagogia trumpista. ¡Patético! Tras apoyar durante cuatro años a la Administración Biden, tanto en su criminal política migratoria como en el terrible genocidio en Gaza, bajo la excusa de frenar a Trump, ahora continúan como si nada, confiando en un Partido Demócrata que ha demostrado sobradamente su compromiso con el imperialismo, el genocidio, el peor belicismo y, en definitiva, la reacción.

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Las Administraciones demócratas, tanto de Biden como de Obama han contribuido decisivamente a alcanzar esta situación. Bajo su gestión se alcanzaron récords de deportaciones. "

Solo un movimiento de masas desde abajo frenará a estos fascistas

Pero a pesar de todo esto, y del shock que por el momento está causando la brutalidad de Trump, también estamos comenzando a ver las primeras muestras de resistencia, desde abajo, al margen del Partido Demócrata y de toda la podrida institucionalidad burguesa.

En los últimos días se han convocado múltiples protestas por todo Estados Unidos contra estas políticas, especialmente en California, Nueva York y otros estados con gran presencia de hispanos, e incluso en Texas, bastión de la reacción.  Decenas de miles han salido a las calles, al grito de “In the schools, NO ICE[6]! (Fuera ICE de las escuelas)”, “¡nadie es ilegal!”, “los inmigrantes pagan más impuestos que Trump”, “alto a las deportaciones masivas” y “nadie es ilegal en tierra robada”. En Los Ángeles hubo dos días seguidos de manifestaciones y bloqueos de avenidas. “Es importante salir a la calle y que Donald Trump sepa que no nos mantendremos callados mientras separa familias”, dice Laura, empleada de un negocio en la ciudad de Burbank[7].

La lucha organizada de la clase trabajadora y la juventud, de las mujeres y el movimiento LGTBI, y de las comunidades migrantes y racializadas es el único camino para frenar las aspiraciones totalitarias y fascistas de la Administración Trump. Desarrollar, extender y organizar de manera independiente este movimiento es clave.

Hay que conformar y extender comités de lucha y autodefensa de cara a enfrentar al ICE en cada espacio posible, en las escuelas, hospitales, iglesias o centros de trabajo, y no delegar esta resistencia en alcaldías o gobernadores demócratas que hoy hablan contra Trump pero que mañana acuerdan con él y se hacen eco del discurso antiinmigración, de una u otra manera.

Una resistencia que pasará por levantar un movimiento de masas, con movilizaciones simultáneas en decenas de ciudades, mediante la acción directa y el boicot, y sobre todo, que apoyándose en la enorme fuerza de la clase obrera norteamericana, utilice la huelga general como un arma para golpear y tumbar a este Gobierno plagado de fascistas.

La amenaza del trumpismo ha puesto en el punto de mira a los migrantes, pero sus planes van mucho más allá. Los sectores más nazis, en total sintonía con Trump, ya han planteado que hay que adoptar medidas frente a las protestas, hoy en solidaridad con los inmigrantes pero mañana frente a huelgas o protestas laborales por mejores salarios. Mike Collins, congresista de Georgia, ha planteado que presentará en el Capitolio una iniciativa para convertir las protestas en autopistas en un delito federal: “Primero fueron los simpatizantes de Hamás y ahora lo hacen los ilegales y quienes los apoyan”. Más claro agua, nos quieren tratar a todos los que levantemos la voz como terroristas.

La amenaza es muy seria. El riesgo de usar militares para las redadas no es una broma, y su objetivo central es generar un ambiente de temor entre el conjunto de la población estadounidense. Todas estas medidas, además, supondrán dirigir aún más recursos al lobby militar y a las industrias armamentísticas y de vigilancia, profundizando la reducción del gasto público a pesar de las enormes necesidades sociales que enfrenta el país.

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La lucha de la clase trabajadora y la juventud, de las mujeres, el movimiento LGTBI, de las comunidades migrantes y racializadas es el único camino para frenar las aspiraciones totalitarias y fascistas de la Administración Trump. 

La lucha solo puede venir desde abajo, vinculada a una lucha internacional contra la ofensiva sionista supremacista en Palestina, contra el ascenso de la ultraderecha en Europa, contra la militarización y el riesgo cada vez más real de guerras atroces, y contra una desigualdad lacerante en beneficio de un puñado de magnates que actúan como auténticos parásitos. Una lucha que solo puede ser anticapitalista y que debe levantar el programa del socialismo. Una lucha en la que hay que apuntar contra Trump y sus colaboradores, y contra aquellos que le sostienen, la clase capitalista.

¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!

 

 Notas:

[1] Los Poderes de Emergencia están a punto de ser probados

[2] El racismo no se esconde en Estados Unidos: mil dólares por señalar a un migrante indocumentado

[3] Indocumentados pagan cada año al fisco de EU 8 mil 889 dólares en promedio

[4] https://elpais.com/mexico/2025-01-24/radiografia-de-los-mexicanos-deportados-de-estados-unidos-44-millones-en-15-anos-de-la-mano-dura-de-obama-a-la-xenofobia-de-trump.html

[5] https://archive.ph/sv8cL

[6] ICE: Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU.

[7] https://elpais.com/us/2025-02-04/la-ofensiva-de-trump-contra-los-migrantes-calienta-las-calles-de-estados-unidos.html#

Periódico de la Izquierda Revolucionaria

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