¡Ni Le Pen, ni Macron, organizar la lucha de masas contra la derecha y la extrema derecha!

Los resultados de la primera ronda en las elecciones presidenciales francesas han supuesto un terremoto político sin precedentes: el desplome de la socialdemocracia (PSF), que apenas supera el 6%, y el fracaso de la derecha gaullista significa que ninguno de los dos partidos que en las últimas décadas han contribuido a la gobernabilidad capitalista de Francia estarán en la segunda vuelta. El hastío de millones de trabajadores y jóvenes franceses con las políticas de austeridad se ha reflejado de manera clara en las urnas. Y aunque finalmente la lucha por la presidencia será disputada por Emmanuel Macron y Marine Le Pen, la auténtica sorpresa de estas elecciones la ha protagonizado Jean-Luc Mélenchon, logrando 7.011.856 votos y un porcentaje histórico del 19,62%.

Emmanuel Macron se ha alzado con la victoria al conseguir 8.528.585 votos (23,86%), mientras la ultraderechista Marine Le Pen, con 7.658.990 papeletas (21,43%), queda por debajo de sus expectativas y alejada de las encuestas que la presentaban como la vencedora indiscutible de las elecciones.

François Fillon, el candidato de la derecha gaullista, ha quedado en un insólito tercer puesto con 7.162.632 votos (19,94%), 2,6 millones menos que en 2012 y 4,2 millones por debajo de 2007. Si antes de estas elecciones la derecha tradicional atravesaba una crisis profunda, afectada por múltiples escándalos de corrupción que implican a sus principales figuras públicas —entre ellos el propio Fillon—, estos resultados alentarán nuevas divisiones internas.

Debacle histórica del Partido Socialista

Para el Partido Socialista Francés también se abre una nueva etapa. Su candidato Benoît Hamon ha quedado en quinto lugar con sólo 2.268.838 votos (6,35%), ¡8 millones de votos menos de lo conseguido por Hollande en las presidenciales de 2012! El derrumbe histórico de uno de los principales partidos socialdemócratas de Europa sólo es comparable al sufrido por el PASOK griego, y en ambos casos responde a un proceso que se ha desarrollado en las últimas décadas: la fusión de su dirección con los capitalistas, su servilismo a la hora de aplicar una política salvaje de austeridad y contrarreformas sociales, y su defensa a ultranza de las ambiciones imperialistas de la clase dominante. Todo ello reforzado en el último periodo por la adopción del gobierno Hollande de una legislación represiva y todo tipo de medidas para la militarización de la sociedad.

De hecho, si se extrapolan estos datos de cara a las elecciones legislativas del próximo mes de junio, el PSF podría cosechar los peores resultados de su historia parlamentaria. En cualquier caso el partido está completamente dividido. Valls y Hollande apoyaron a Macron en la primera ronda, y es muy probable que en las próximas semanas se produzca un desfile de destacados dirigentes abandonando el barco para incorporarse a la formación política de Macron.

El Frente Nacional pasa a la segunda vuelta pero sin conseguir sus objetivos

Todas las encuestas electorales publicadas durante las semanas previas a las elecciones daban a Le Pen como vencedora. En ninguna de ellas bajaba del 25% pero finalmente sacó 7,6 millones de votos, el 21,4%, lo que supone 1,2 millones de votos más que en 2012. Aunque ha pasado a la segunda vuelta, estos resultados demuestran los límites del Frente Nacional.

Le Pen se basó en el modelo de Trump: agitó duramente contra la inmigración presentándose como la defensora de los “olvidados” de Francia y la única candidata antiestablishment. Pero, a diferencia de las elecciones norteamericanas, en esta ocasión sí existía un candidato a la izquierda, Mélenchon, que defendía un programa contra la austeridad y los recortes.

El ascenso electoral del Frente Nacional estos últimos años no sólo se ha producido entre las capas medias que han perdido su antigua prosperidad por la crisis. Aunque en las zonas rurales es donde mantiene sus apoyos fundamentales, sectores de trabajadores y jóvenes condenados al desempleo han sido atraídos por su discurso demagógico y reaccionario. El avance del Frente Nacional es una consecuencia directa del fracaso de la socialdemocracia y de la derecha tradicional frente a la crisis del capitalismo. Ellos han llenado los bolsillos de los capitalistas y empobrecido a millones de franceses. Pero a pesar de todo, millones de trabajadores y jóvenes saben muy bien que Le Pen no es más que un instrumento de la gran patronal para aplastar al movimiento obrero y sus derechos.

Emmanuel Macron el candidato de las altas finanzas

Emmanuel Macron se ha convertido, sin lugar a dudas, en el candidato más fiable para la burguesía y ha sido catapultado por los medios de comunicación capitalistas como el “salvador” de Francia. Ministro de Economía con Hollande, tuvo una gran responsabilidad en el diseño de su política de recortes. Tras abandonar el gobierno del PSF, del que formaba parte como independiente, creó su propia formación para las presidenciales, En Marche!, y le han labrado una imagen de convencido europeísta, libre de corrupción y ataduras a la “vieja política”. Pero detrás de estas patrañas “centristas” está el fiel agente del capital financiero, partidario de la austeridad, los recortes, y las privatizaciones masivas.

No es casualidad que, desde la derecha tradicional hasta la dirección PSF, toda la Francia respetuosa con el orden establecido haya pedido el voto a Macron, envolviendo su postura como una “llamada” patriótica para derrotar a la ultraderecha antieuropea.

Avance histórico de Mélenchon

Para la izquierda lo más importante ha sido el avance histórico de Jean-Luc Mélenchon que con Francia Insumisa ha logrado 7.011.856 votos (19,62%), 3 millones más que en 2012. A tan sólo 115.000 votos de Fillon, a 550.000 de Le Pen, y casi a punto de pasar a la segunda ronda electoral, la candidatura de Mélenchon es la más votada entre los jóvenes menores de 25 años y la primera en 4 de las 10 ciudades más importantes de Francia (Marsella —la segunda ciudad de Francia—, Toulouse, Lille y Montpellier), mientras en otras tres queda en segundo lugar (Burdeos, Nantes y Estrasburgo). Un avance espectacular que responde al mismo fenómeno internacional que hemos vimos con el triunfo de Syriza en 2015, en EEUU con Sanders o con Podemos en el Estado español.

Los medios de comunicación están llenos de declaraciones y opiniones sobre el supuesto giro a la derecha de la sociedad francesa y la crisis de la izquierda. Pero los resultados de las elecciones del 23 de abril presentan un cuadro diferente. Retratan la polarización política que experimenta la sociedad, la crisis del sistema bipartidista, y certifican el giro a la izquierda de millones de trabajadores y jóvenes. Un ejemplo de ello es que las formaciones a la izquierda del PSF (Francia Insumisa, Nuevo Partido Anticapitalista y Lutte Ouvriere) consiguen los mismos votos que el Frente Nacional.

La segunda vuelta: organizar la movilización contra la derecha y la ultraderecha

Entendiendo que habrá sectores de la clase obrera que voten a Macron en esta segunda ronda, la izquierda que lucha no puede apoyar a un candidato que gobernará aplicando las mismas recetas de la socialdemocracia y la derecha, y que han asfaltado el terreno para el avance del FN. ¡Así no se frenará a la ultraderecha!

Francia Insumisa está en una posición extraordinaria para las legislativas del próximo mes de junio. Más de 450.000 personas se apuntaron a la formación a través de Internet, lo que representa un potencial enorme para convertirse en el gran referente de la izquierda francesa.

La tarea inmediata es organizar todo este potencial y organizar Francia Insumisa como un partido de la clase obrera y la juventud con un programa socialista y de ruptura con el capitalismo. Hay que preparar la resistencia frente a la derecha y la ultraderecha tanto en las calles como en las próximas elecciones legislativas de junio de la única manera eficaz: organizando grandes movilizaciones de masas contra Le Pen para este Primero de Mayo en todas las ciudades, en todos los barrios, empresas y centros de estudio, y continuar la batalla con la preparación de una gran huelga general.

 


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