Atacando a los inmigrantes y a los pobres no se combate a la ultraderecha
Cada vez resulta más evidente el carácter político del partido BSW presentado por Sahra Wagenknecht el pasado otoño, tras su escisión de Die Linke. Tanto ella como sus seguidores no se cansan de subrayar en innumerables entrevistas y artículos que han roto con las políticas de izquierdas y anticapitalistas, que luchan por una "clase media alemana floreciente" que impulse una "mayor cultura de la innovación" en lugar de por la clase obrera, y que se posicionan "en el centro político", "a la izquierda de la CDU, y a la derecha del SPD" (Sabine Zimmermann, presidenta de BSW en el estado de Sajonia).
La conferencia regional del partido en Sajonia, que tuvo lugar el 18 de mayo cerca de Dresde, ha dejado claro a cualquier simpatizante de esta supuesta “nueva izquierda" hacia dónde se dirige este proyecto. El partido de Wagenknecht se posicionó, entre otras cosas, a favor de la participación en un Gobierno junto a la CDU y otras fuerzas de la derecha, por el incremento la de policía y contra la "inmigración descontrolada", por el establecimiento de una tarjeta de pago discriminatoria para los solicitantes de asilo de cara a que obtengan únicamente prestaciones en especie, y por un comité de investigación sobre la pandemia del coronavirus en el Parlamento estatal sajón en línea con los peores planteamientos pequeñoburgueses conspiranóicos, muy ligados a sectores de la extrema derecha.
Por otro lado, en materia de política económica y social, el BSW se limita a plantear tibias medidas en línea con la socialdemocracia y los reformistas, e incluso los liberales -relajación del límite de deuda, reducción de la burocracia, ligero aumento del salario mínimo, absteniéndose ¡por supuesto! de cualquier referencia, aunque sea vagamente crítica, contra el capitalismo.
¿Qué es la BSW? ¿A quién representa su discurso?
Wagenknecht y sus seguidores han abandonado su pasado político reciente a una velocidad récord. No hace mucho, como parte de una supuesta ala de izquierdas en Die Linke, se quejaban de los "izquierdistas latte macchiato", izquierdistas universitarios centrados en las llamadas políticas de identidad, denunciando su falta de atención a las cuestiones sociales y a los intereses de los "trabajadores comunes".
Hoy, sin embargo, defienden a ultranza la economía de mercado y la llamada cultura del esfuerzo, agitan contra los desempleados y los inmigrantes exigiendo sanciones a los centros de empleo y deportaciones, y atacan sin contemplaciones a la propia clase trabajadora, cuyos sectores más oprimidos, y a veces militantes, son caracterizados como inmigrantes, como extranjeros. Demagogia rojopardista de la peor especie que ayudará a impulsar a la extrema derecha de AfD social y electoralmente.
La Alianza por Sahra Wagenknecht (BSW) se está configurando como un partido populista-conservador, cada vez más cercano a la extrema derecha, que insiste en su apoyo al Estado, al Estado capitalista y sus fuerzas de represión, con un pequeño toque socialdemócrata en algunos sitios, y por supuesto, leal a la propiedad privada y al capitalismo. No se trata de una acusación de los comunistas revolucionarios: así es como su fundadora concibió el partido y así se ven a sí mismos.
La BSW muestra en vídeos promocionales a jóvenes emprendedores que "desearían realmente poder poner en marcha su nueva empresa", pero que se ven "frenados por la locura de la burocracia", así como a agricultores y pequeños empresarios que se quejan de “que ya no pueden continuar gestionando su negocio de forma rentable". Wagenknecht se dirige a ellos, planteando que quiere resolver sus problemas mediante una "economía innovadora con una competencia leal".
Su programa está dirigido a esa pequeña burguesía reaccionaria que quiere hacer negocio a costa de explotar aún más a los trabajadores, especialmente a los trabajadores inmigrantes, a los que quieren sin ningún derecho, así como a costa del medio ambiente, aboliendo cualquier tipo de restricción, y garantizando los mínimos impuestos posibles, aunque sea destruyendo los servicios públicos. Esta es la esencia de su programa, calcado al de la extrema derecha.
En última instancia, quieren un país en el que todos, desde los trabajadores hasta los multimillonarios, siempre que no sean inmigrantes, cooperen por el bienestar económico de la nación alemana. Una visión reaccionaria completamente ajena al marxismo, a la izquierda que lucha, que nada tiene que ver con las ideas de Rosa Luxemburgo o Karl Liebknecht, y que en nada beneficiará a los "trabajadores comunes y corrientes". Pero esta visión sí tiene mucho que ver con el nacionalismo económico, la bandera que levanta la extrema derecha en todo el mundo ante la decadencia imparable del capitalismo occidental.
¿Al menos luchan por la paz? ¡Luchan por una Alemania soberana!
Algunos partidarios "de izquierda" del BSW justifican su apoyo al partido Wagenknecht por su supuesta "política de paz". Pero BSW no lucha por la paz. Plantea que hay que luchar por una nación alemana soberana que represente con confianza sus propios intereses económicos en un "orden mundial multipolar". Un sueño en el que Wagenknecht, no por casualidad, comparte casi palabra por palabra discurso con políticos de AfD como Maximilian Krah. Pero, ¿qué intereses económicos? ¿Los de la burguesía alemana que hace negocios con una Rusia o una China capitalista? ¿En que puede beneficiar eso a la clase trabajadora?
Es este objetivo, defender los intereses de una parte de los grandes monopolios capitalistas alemanes, el que actualmente lleva a la BSW a oponerse a la OTAN y al régimen ucraniano. Para Wagenknecht, la alternativa a la subordinación al bloque imperialista liderado por Estados Unidos es recurrir al imperialismo chino y ruso. Pero este rumbo, como estamos viendo, no conducirá a más paz.
Por este camino el imperialismo alemán no rebajará su agresividad, no modificará su naturaleza, como algunos piensan. Tan solo participará de la lucha despiadada por el control de los mercados y las áreas geoestratégicas bajo otra bandera. Pensar que hay un imperialismo progresista, más social, más democrático, aún teniendo en consideración el legado de destrucción y genocidios contra los pueblos cometidos por el imperialismo estadounidense, es alejarse por completo del punto de vista de clase e internacionalista del leninismo. Un punto de vista teórico y práctico que con con tanta claridad explicó el líder bolchevique en su célebre libro sobre esta cuestión y que aplicó la Internacional Comunista en sus primeros años.
Cualquiera que realmente quiera luchar contra la guerra y el imperialismo debe eliminar sus causas: el sistema económico capitalista global y la competencia que genera entre las clases dominantes nacionales y sus Estados burgueses. Wagenknecht y su partido no sólo no quieren cambiar nada en esto, sino que incluso defienden activamente el orden capitalista y la ilusión reaccionaria de un futuro pacífico a través de un "mundo multipolar". Un viejo discurso que ha fracasado una y otra vez. En este sentido, el programa de BSW no es menos reaccionario que el de los Verdes. La única diferencia es que difieren sobre quién representará mejor los intereses del capital alemán, quien les garantizará mejores negocios, si Beijing o Washington.
¡Construir un partido comunista revolucionario!
El surgimiento y desarrollo del BSW es una expresión más de la decadencia capitalista, y de la profunda crisis del reformismo y la izquierda parlamentaria que, bajo las condiciones actuales, encuentra cada vez menos margen para sus políticas capitalistas redistributivas y de paz social. La clase trabajadora no puede esperar nada positivo de esta formación, que agita además los peores prejuicios de la reacción contra los pobres y los inmigrantes. Un discurso que sí encaja perfectamente con las políticas de los partidos burgueses, cada vez más a la derecha, tanto conservadores como socialdemócratas, que defienden a ultranza la propiedad privada y la economía de mercado y, en consecuencia, la pobreza, el desempleo, las crisis económicas recurrentes, las guerras y la destrucción del medio ambiente.
El declive de Die Linke y el surgimiento de peligrosos fenómenos como la BSW han puesto sobre la mesa la que ha sido siempre una prioridad para los marxistas: la creación de un partido comunista revolucionario que luche consecuentemente por derrocar el orden existente, por la expropiación de las grandes corporaciones capitalistas y los bancos, y por el establecimiento de una república obrera socialista. Un partido así no puede crearse como un proyecto sectario de unos pocos izquierdistas, sino que debe tener raíces reales entre los sectores más avanzados de la clase trabajadora y la juventud, y ser una expresión real de su voluntad de lucha. Contribuir a su formación sigue siendo nuestro objetivo.