I.- El FRETECO

1) ¿Por qué surge el Freteco?

A comienzos del año 2005, con la expropiación por parte del gobierno bolivariano del presidente Chávez de la empresa Venepal y su posterior puesta en funcionamiento bajo la figura de la cogestión entre el Estado y los trabajadores, se abrió un nuevo frente de lucha para la clase trabajadora venezolana. Luego vendría la fábrica de válvulas CNV, hoy INVEVAL, expropiada en abril de 2005; a esta última la seguiría INVETEX, y el caso es que hoy día son varias las empresas que se encuentran bajo el régimen de la cogestión obrera o que se encaminan hacia él.

Es bueno recordar que todas estas empresas habían sido cerradas, y en su gran mayoría descapitalizadas, por sus propietarios originales por diversas razones que iban desde el utilizarlas como arma política en contra del presidente Chávez, hasta manejos fraudulentos, pasando por la ineptitud propia de los capitalistas vernáculos, estas empresas cerradas son la expresión más acentuada de la crisis de capitalismo y de su incapacidad de desarrollar la riqueza del país. Es en este marco que el Estado, empujado por la lucha incansable de los trabajadores que se encontraban en la calle como consecuencia de estos cierres, decide intervenir directamente, ya sea a través de la expropiación por causa de utilidad pública (casos Invepal e Inveval) o aportando capital para la reapertura de la empresa con la condición de la participación obrera, junto a los empresarios, en la dirección de la misma, o, en el caso más nefasto, realizando una cogestión sui generis entre Estado y empresarios, dejando de lado a los trabajadores (caso Invetex).

Sea como sea el caso, la conformación de estas empresas cogestionarias ha sido llevado adelante por funcionarios del Estado que en muchas ocasiones no entienden lo que están haciendo y se continúan manejando con los viejos paradigmas capitalistas establecidos en el Código de Comercio, o que, peor aún, sí saben lo que quieren y, producto de su desconfianza en los trabajadores, no desean una efectiva participación obrera en el control y dirección de estas empresas. Los trabajadores que nos encontramos en esta situación hemos tenido que batallar a diario en interminables negociaciones donde se nos ha tratado de imponer un modelo cogestionario que no se corresponde con los intereses de nuestra clase, tal y como lo ha reconocido últimamente el propio presidente Chávez cuando afirmó que el modelo de darle acciones de las empresas cogestionarias a los trabajadores organizados en cooperativas no había sido el más indicado. No por esto dejamos de reconocer que la conformación de las empresas en cogestión ha sido un enorme paso en la dirección correcta, pero sólo eso: un paso. Es de suma importancia para nosotros, en este momento histórico en que ha entrado la revolución bolivariana, definir un modelo de cogestión distinto, propio, que responda plenamente a los intereses de los trabajadores y del pueblo, y sirva, igualmente, de base para la construcción de ese Estado de transición obrero y socialista que todos deseamos.

Es por eso que en febrero del año 2006 los trabajadores de INVEVAL convocaron a todos los demás trabajadores de las empresas cogestionadas, o que estaban en vía de serlo, a la conformación de un Frente Revolucionario de Trabajadores de las Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO), para discutir entre nosotros, los trabajadores, cómo debía ser esa empresa cogestionaria y no aceptar pasivamente imposiciones de la burocracia; para defender unidos nuestros derechos y presentar una sola y fuerte voz a la hora de negociar y de defender el proceso revolucionario que comanda el presidente Chávez. Al mismo tiempo en la medida que las empresas ocupadas tienen enormes enemigos en la clase capitalista y en la burocracia estatal que no quiere bajo ningún concepto el desarrollo del control obrero de la producción , los trabajadores de estas empresas cogestionadas decidieron agruparse para extender la toma y ocupación de fábricas al resto del aparato del país en el camino de la completa estatización de los medios de producción , de la banca , la manufactura y la tierra para implementar una economía socialista en Venezuela. El impulso que inicialmente dio el Presidente Chávez a través de la expropiación de varias empresas sólo se podrá completar si la clase trabajadora extiende la ocupación de empresas y muestra cual es el autentico camino a seguir para la construcción del socialismo en Venezuela.



2) ¿Qué es el FRETECO?

El Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO) es la organización de lucha de los propios trabajadores de las empresas ocupadas y bajo control obrero creado para extender la expropiación de empresas, su nacionalización y su puesta en funcionamiento bajo control obrero. En ese sentido el FRETECO está abierto a la participación de cualquier grupo de trabajadores que se encuentre en conflicto o con sus empresas ocupadas.

Con el Frente los trabajadores también nos hemos organizado para enfrentar el ataque a la revolución que viene realizando el capitalismo a través de las campañas de desabastecimiento y de sabotaje económico. Por eso, desde el FRETECO consideramos que la toma de empresas cerradas o que estén participando de este saboteo, y su nacionalización bajo control obrero es el medio más efectivo para acabar con esta amenaza de la contrarrevolución, a la vez de permitir a la clase trabajadora venezolana completar su tarea histórica de conducir a la Revolución Bolivariana hacia el socialismo. La toma de empresas es el primer paso hacia la expropiación de los capitalistas.

En el año 2006 el Frente realizaron tres marchas con ese fin: una el 14 de marzo hasta la Asamblea Nacional, y otra el 4 de abril desde la Asamblea Nacional hasta el Palacio de Miraflores para llevar los reclamos de las empresas ocupadas y cogestionadas, para luchar contra el saboteo económico de la burocracia y de los capitalistas, así como para apoyar al Presidente Chávez en la segunda batalla de Sta. Inés el 3 de diciembre. También en ese año, los días 13 y 14 de octubre, el FRETECO organizó su Primer Congreso al cual asistieron delegados obreros de unas quince empresas cogestionadas u ocupadas, y donde se aprobó el documento Diez ejes estratégicos para defender la cogestión revolucionaria y hacerla avanzar hacia el control obrero.

3) El FRETECO y la UNT

Para que la Revolución Bolivariana se complete en el socialismo es necesario que la clase trabajadora entre decisivamente en escena y termine con el capitalismo en Venezuela de un modo revolucionario, esto es, a través de la toma y ocupación de toda la industria básica y su puesta en funcionamiento bajo control obrero a través de un plan democrático que englobe a toda la economía del país.

En el año 2005 se vio el inicio de ese movimiento de la clase obrera para dejar su sello en la revolución. Todo ello culminó con las expropiaciones de empresas, la formación de Invepal e Inveval, y el inicio del proceso de “cogestión”. Este proceso de expropiaciones continuó a lo largo de ese año y del siguiente, y se extendió a un puñado de industrias: Central Pío Tamayo, Sideroca, Tomatera Caigua, Central Cumanacoa, establecimiento de la cogestión en Alcasa, etc.

La lucha por la toma de empresas, por su nacionalización y por el control obrero es la punta de lanza de la lucha por el socialismo en Venezuela. Toda una serie de trabajadores han sido los primeros en dar ese paso ocupando sus empresas y en algunos casos poniéndolas a funcionar, como ocurre en Sanitarios Maracay. Sin embargo, las empresas ocupadas y en cogestión, al quedar sus luchas aisladas unas de otras y de momento no generalizarse al resto de la clase obrera, han permitido al aparato del Estado, a la burocracia que es fundamentalmente el viejo aparato del Estado de la IV República, frenar su desarrollo, su puesta en funcionamiento, así como sembrar en su seno el germen de su vuelta al capitalismo.

Para que la lucha por el control obrero, la expropiación y la nacionalización de empresas sea victoriosa y rompa la tenaza de la burocracia y de los capitalistas, es necesario extenderla al resto de la clase trabajadora y unificar la lucha de todos los trabajadores en torno a ese punto. Para ello es fundamental que la UNT se ponga al frente de la toma de empresas como su primera prioridad. La UNT debería dotarse de un plan de acción para impulsar la toma de empresas y exigir al gobierno su nacionalización bajo control obrero. Fábrica cerrada, fábrica tomada, tal como lo ha dicho el presidente Chávez. La UNT debería hacer realidad esta frase y no sólo detenerse en las fábricas cerradas. El conjunto del movimiento obrero debe poner su punto de mira en la expropiación y nacionalización del conjunto de la industria básica del país. Por eso, desde el FRETECO consideramos que la UNT debería hacer un censo de las empresas cerradas, infrautilizadas o en conflicto, Estado por Estado, y hacer girar al conjunto del movimiento obrero del país en torno a la lucha por la nacionalización y el control obrero de las mismas.


II.- LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO

1) ¿Qué socialismo?

Desde que el presidente Chávez planteó a comienzos del año 2005 que la Revolución Bolivariana iba hacia el socialismo se ha abierto una interminable discusión en todos los rincones del país sobre el tema. Todo el mundo opina y quiere dar su versión sobre lo que entiende por socialismo, desde los sectores más explotados de la sociedad y por lo tanto más comprometidos con el proceso revolucionario que ven en el socialismo la clave para su liberación definitiva, pasando por los sectores reformistas que tratan de disfrazar al socialismo de social-democracia, hasta los sectores de la derecha más reaccionaria que tratan por todos los medios de vender la falsa idea de la superioridad del capitalismo sobre el socialismo al identificar a este último con los fracasados modelos burocrático-stalinistas que existían en Europa del Este. Para nosotros sólo existe un socialismo. Un socialismo que no se basa en el mundo de las ideas y de las buenas intenciones, y que por lo tanto no es utópico, sino que está sólidamente asentado en la realidad material y en la verdad científica. Basados en ese análisis científico de la sociedad y de su evolución a través de la historia, coincidimos con el presidente Chávez en que desde hace mucho tiempo el capitalismo, como sistema social, ha dejado de dar soluciones a la humanidad y ya no satisface las necesidades más elementales de la misma, llegando al extremo de estar poniendo en peligro la propia existencia de la vida en la Tierra con su forma anárquica y depredadora de producción. Las relaciones de producción capitalistas desde hace más de un siglo se han convertido en una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas lo cual ha provocado las numerosas revoluciones sociales que se han venido dando en el mundo desde entonces y de las cuales forma parte la Revolución Bolivariana. En ese sentido estamos convencidos que ha llegado la hora, incluso por una cuestión de supervivencia de la propia especie humana, de dejar atrás el sistema capitalista, enterrarlo para siempre en lo más hondo de la historia y comenzar a construir la sociedad socialista, que no es otra cosa que esa sociedad de transición entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista en la cual se acabará finalmente con la injusticia y la desigualdad entre los seres humanos. La principal característica de esta sociedad socialista, y que por lo mismo es también la esencia de lo que nosotros entendemos por socialismo, es que la propiedad de los medios de producción ya no será propiedad privada de individuos aislados (principal característica del capitalismo) sino propiedad colectiva de toda la sociedad. Como dijera Lenin: “...en la primera fase de la sociedad comunista (a lo que suele darse el nombre de socialismo), el “derecho burgués” no se suprime por completo, sino sólo en parte, sólo en la medida de la transformación económica ya alcanzada, es decir, sólo en lo que se refiere a los medios de producción. El “derecho burgués” reconoce la propiedad privada de los individuos sobre los medios de producción. El socialismo los convierte en propiedad común.” (Lenin, “El Estado y la Revolución”, cap. V)

Sólo de esta forma: acabando con la propiedad privada sobre los medios de producción y convirtiéndola en propiedad común de toda la sociedad se acabará con la explotación del hombre por el hombre y se estará arrancado de raíz el origen de la explotación capitalista, entonces sí podremos decir que estamos construyendo el socialismo. En el mismo sentido, también se debe acabar con la propiedad privada de la banca y de la tierra. Una vez que los grandes medios de producción, la tierra y la banca sean propiedad de toda la sociedad se podrá planificar la economía en función de las necesidades de todos y no de un puñado de privilegiados, ese será el comienzo del fin de todas las lacras capitalistas que han asolado a la humanidad como el hambre, el desempleo, la delincuencia de todo tipo, las guerras, etc., y el inicio de una nueva vida de mejor calidad con un acceso masivo a la educación, a la salud, a la cultura, a la ciencia y al esparcimiento para toda la sociedad, sin excluidos.

Ese es el socialismo que entendemos y que queremos, independientemente del nombre que se le dé.


2) El papel de la clase obrera en la revolución socialista *

Como hizo la burguesía en su juventud contra el feudalismo, corresponde ahora a la clase obrera dirigir la lucha contra el capitalismo y sus sostenedores.


La burguesía no puede existir sin la clase obrera, pues su riqueza depende de la explotación de la fuerza de trabajo. Es en ese sentido que Marx planteó que la burguesía creó a sus propios sepultureros.


Lejos de la fantasía de los académicos y plumas pagadas de la burguesía acerca de la supuesta “inexistencia” de la clase obrera, ésta está llamada a ser la sepulturera del sistema capitalista. Su papel en la producción capitalista y sus particulares condiciones de vida y trabajo hacen que ninguna otra clase o capa oprimida de la sociedad pueda sustituirla en esa tarea.

Los obreros, en cambio, ven la fuente de sus males en su patrón, que es el que les baja el salario, el que les obliga a echar horas extras, el que les explota y el que les despide. Para defenderse necesitan de la máxima unión entre todos los compañeros de trabajo, de aquí su mentalidad solidaria, colectiva y anti individualista. Sus propias condiciones de trabajo refuerzan esta mentalidad. Todo proceso productivo necesita, para funcionar, la implicación de todos los obreros de la empresa. Cada uno de ellos es un eslabón necesario en el proceso productivo. Esa interdependencia mutua en el proceso de trabajo refuerza dicha mentalidad colectiva.


La lucha de los trabajadores de cualquier empresa pone de manifiesto una ley muy importante de la dialéctica: el todo es mayor que la suma de las partes. La fuerza combinada de los obreros en una empresa luchando por los mismos intereses es muchísimo mayor que la presión aislada de cada uno de ellos, que es la situación en que se coloca el pequeño burgués de clase media.


El socialismo es la ideología natural de la clase obrera. Cuando la lucha de los obreros contra el patrón de su empresa llega a su punto más agudo, se producen ocupaciones de empresas o se retienen a los directivos en su interior. En esos momentos es cuando se pone de manifiesto “quién manda aquí”. La idea de expropiar al patrón y el sentimiento de que la empresa debe ser de propiedad común entre los trabajadores nace, en un momento determinado, como un desarrollo natural de su conciencia.


La idea de la propiedad común nace de su condición obrera. Para que la empresa pueda seguir funcionando, no se puede dividir en trozos y repartir entre los trabajadores, sino que debe mantenerse unida trabajando todos en común.

Las propias condiciones de vida que crea el capitalismo, establecen las bases para la futura sociedad socialista. Mientras que en la vieja economía agraria cada familia tenía su casa, su pozo, sus propios medios de hacer lumbre, de alimentarse y vestirse, y sus condiciones de vida particulares, hoy las familias obreras viven en común (ciudades, barrios y edificios comunes), con un sistema de electrificación, de conducción de aguas, de telefonía, de transporte público, y de adquisición de medios de consumo, comunes. Todo esto refuerza aún más esa mentalidad antiindividualista y socialista en la conciencia de las familias obreras.


Es un error plantear como eje de la reivindicación un capitalismo más democrático, más humano, con más proteccionismo económico..., y limitarse a poner controles a los movimientos de capital o defender una distribución mas justa de la riqueza dentro de este sistema.


3) La empresa socialista

Como ya explicamos al comienzo de este trabajo, en un primer momento el proceso de creación jurídica y organizativa de estas empresas quedó en manos de funcionarios burocráticos que, al no tener muy claros los conceptos de socialismo, terminaron creando unos híbridos tres cuartas partes capitalistas y una cuarta parte socialistas. Como era de esperarse, en la práctica estos inventos no funcionaron y la parte capitalista terminó pervirtiendo a la parte socialista. Ello nos llevó a plantearnos, desde nuestra posición de trabajadores y en base a la experiencia que hemos adquirido participando en la dirección o dirigiendo directamente estas empresas, la forma organizativa, el carácter y los objetivos que las mismas deberían tener en el marco de una revolución que se define socialista como es el caso de la Revolución Bolivariana. En ese sentido, hay tres elementos que consideramos como fundamentales de cara a lo que debe ser una empresa socialista y que se hallan estrechamente relacionados entre sí: la propiedad de la misma, su dirección y administración, y el carácter de su producción.

3.1.- LA PROPIEDAD DE LAS EMPRESAS SOCIALISTAS DEBE SER 100% ESTATAL Y EL CONTROL DE LOS TRABAJADORES

El modelo que se diseñó en un primer momento desde el Gobierno planteaba una propiedad mixta:

1. 51 % del Estado, 49% privada: En algunos casos ese 49% privado correspondía a asociaciones cooperativas, en donde se había agrupado a los trabajadores, pero que por la forma mercantilista en que se habían planteado los objetivos de la empresa, terminaban reproduciendo en su interior las relaciones de producción capitalistas. En otros casos, el 49 % era propiedad de uno o más empresarios, con lo cual las relaciones de producción capitalistas se mantenían intactas: un individuo continuaba apropiándose de la plusvalía generada por el trabajo de los obreros de la empresa.
2. Más del 50 % el empresario, menos del 50 % los trabajadores: este sería el modelo clásico de cogestión que se desarrolló en Europa como producto de las crisis que han venido sufriendo las empresas capitalistas. El empresario capitalista no cede una parte de su propiedad a los trabajadores porque de pronto se ha vuelto bueno y justo, sino por necesidad, porque en su lógica capitalista es preferible ganar algo a no ganar nada y de esta forma también involucra a los trabajadores en la necesidad de hacer sacrificios por “la empresa que también es de ellos”. Las relaciones de producción capitalistas tampoco se han alterado aquí: un individuo se sigue llevando la tajada más grande del pastel mientras la mayoría debe repartirse las sobras.



Como decíamos antes: si hablamos de socialismo estamos hablando de la propiedad de los medios de producción, en este caso de la propiedad de las empresas. Si estamos hablando de una empresa socialista estamos hablando que esa empresa debe ser propiedad de toda la sociedad, no de un individuo, así éste sea dueño de sólo una parte de la misma. En esta etapa de transición la sociedad es representada por el Estado, por lo que la propiedad de la empresa socialista debe ser 100 % del Estado, es decir de todos nosotros, sin exclusiones. Es la única forma de destruir la relación capitalista-proletario que es una relación de explotación de un hombre por otro, y construir unas relaciones de producción socialistas donde no existan explotados ni explotadores.


3.2.-La dirección y la administración de la empresa

Muy poco avanzaríamos en la construcción de una empresa socialista, aunque la propiedad de la misma sea 100 % del Estado, si al frente de ella y en su administración colocamos funcionarios provenientes de la burocracia del Estado y dejamos a un lado de estas tareas a los trabajadores. ¿Quién conoce mejor la empresa y su funcionamiento que sus propios trabajadores? ¿Quién está más arraigado a ella y sería capaz de defenderla hasta las últimas consecuencias que los trabajadores? Por ello planteamos el control obrero sobre la producción y la administración de la empresa socialista a través del Consejo de Fábrica. Como bien dice Trotsky en “El Programa de Transición”, a través del control obrero los trabajadores pueden acceder a los “secretos empresariales” que son utilizados por los capitalistas para justificar sus ataques a la clase obrera y, en este momento, también para atacar al gobierno bolivariano del presidente Chávez, y destruirlos. “Los primeros objetivos del control obrero consisten en aclarar cuáles son las ganancias y gastos de la sociedad, empezando por la empresa aislada, determinar la verdadera parte del capitalismo aislado y de los capitalistas en conjunto en la renta nacional, desenmascarar las combinaciones de pasillo y las estafas de los bancos y de los truts; revelar, en fin, ante la sociedad el derroche espantoso de trabajo humano que resulta de la anarquía del capitalismo y de la exclusiva persecución de la ganancia.” (L. Trotsky, “El Programa de Transición”). Está claro que para esta tarea los trabajadores debemos contar con “la ayuda de profesionales y técnicos honestos y comprometidos con el pueblo en calidad de consejeros y no como tecnócratas”, como también dijera más adelante Trotsky. El control obrero de la empresa sólo es el primer paso hacia la construcción de la empresa socialista, pero es un paso indispensable.

También creemos necesario, en esta etapa de transición que está viviendo la sociedad venezolana, donde se ha planteado la transformación de las estructuras del Estado capitalista a través de los cinco motores constituyentes, principalmente a través del quinto motor: la explosión de los consejos comunales, que haya presencia de delegados de los Consejos Comunales, aledaños a las empresas, en la dirección y administración de las empresas cogestionarias. Igualmente planteamos la presencia de delegados obreros de los Consejos de Fábrica de las empresas cogestionarias en los Consejos Comunales, de tal forma de establecer un vínculo y una unión entre la empresa socialista y la comunidad.

Este es el programa de transición hacia la empresa socialista que propone el FRETECO y que deberia recogerse en los futuros estatutos de estas empresas.

1. Ejercerán el control obrero todos los trabajadores de la empresa, por medio de un Consejo de Fábrica formado por delegados elegido en asamblea general de trabajadores.La Asamblea de trabajadores es el máximo órgano de decisión de la empresa. El Consejo de Trabajadores estará supeditado a las decisiones de la misma. Cualquier delegado del Comité, así como el conjunto del Comité podrá ser revocado y elegido en cualquier momento. El mandato máximo del consejo de fábrica será de un máximo de cuatro meses.

2. Todos los libros de contabilidad, licitaciones, contrataciones, correspondencia y documentos en general, sin excepción, así como todos los almacenes y depósitos de materiales, herramientas y productos, sin excepción alguna, deben estar a disposición del Consejo de Fábrica.

3. Los delegados de los trabajadores del Consejo de Fábrica serán electos democráticamente en Asamblea General de trabajadores y podrán ser revocados en cualquier momento por sus electores.

4. Estos delegados de los trabajadores no dejarán de trabajar pero tendrán todas las facilidades necesarias cuando se encuentren en el desempeño de las funciones para las cuales fueron elegidos.

5. Deben levantarse actas de la elección y serán comunicados los nombres de los elegidos al gobierno quien llevará un registro de los mismos.

6. Se formará una Comisión de Enlace entre el gobierno y los trabajadores de todas las empresas en transición hasta a las empresas socialistas para coordinar con el Estado todos los asuntos relacionados con la producción, venta, suministro de materia prima, prestamos y en general con la planificación de la producción de todas las empresas. En esta Comisión de Enlace encargada de la planificación de la producción habrá una representación de los Consejos Comunales, de la Unión Nacional de Trabajadores, del Estado y de los Comités de Fábrica de todas las empresas bajo control obrero. Los representantes de los trabajadores en la Comisión de Enlace serán miembros del Comité de Fábrica, elegidos dentro del Comité de Fábrica y revocable por el mismo o por la Asamblea General de trabajadores. En caso de diferencia, los Comités de Fábrica tendrán derecho de veto a cualquier decisión del Comité de Enlace. El Comité de Enlace tendrá derecho a apelar ante la Asamblea de Trabajadores para resolver cualquier diferencia de criterio con el Comité de Fábrica. En este caso la Asamblea de Trabajadores tendrá la última palabra.

7. Los sindicatos afiliados a UNT se mantendrán dentro de las empresas en transición hasta al socialismo y bajo control de los trabajadores. Su tarea será garantizar el mantenimiento de los derechos de los trabajadores y la coordinación con el resto de la clase trabajadora.

8. El Comité de Fábrica y el comité de Enlace deben informar periódicamente sobre la gestión que están realizando por escrito y en Asamblea de Trabajadores. Se levantarán actas públicas de todas sus reuniones.

9. Las decisiones del Consejo de fábrica son obligatorias para trabajadores y empleados de la empresa y no pueden ser anuladas más que por la misma Asamblea de Trabajadores.

10. Los congresos de trabajadores de empresas en transición hasta al socialismo bajo control obrero decidirán reglas más detalladas de Cogestión y Control Obrero.

3.3.-El carácter de la producción:

Lo que hace mover a la sociedad capitalista es la competencia ya que ella es el móvil económico para la acumulación de capital que en definitiva es fin último del capitalismo. El éxito en la competencia viene determinado por el nivel de productividad que tenga cada empresa y que la llevará a realizar o no la plusvalía. Las empresas que estén por encima del nivel medio de productividad serán las más eficaces, desde el punto de vista del capitalismo, ya que habrán realizado completamente la plusvalía y por lo tanto habrán obtenido un beneficio completo. Obviamente éste no puede ser el parámetro para medir el éxito de una empresa socialista, tal como erróneamente se planteó en un principio. El carácter de la producción de una empresa en transición hasta el socialismo no puede estar fundamentado ni en la competencia ni en la obtención del mayor beneficio económico, sino en satisfacer las necesidades de la sociedad participando como un eslabón más de la economía planificada y cumpliendo con las metas que la propia sociedad le impuso a través de dicha planificación. Esto es que una empresa que según el criterio capitalista es deficitaria porque no da beneficios económicos, desde la óptica socialista es beneficiosa porque satisface unas determinadas necesidades de la sociedad.

Consideramos, igualmente, que las empresas cogestionarias o que se hallan tomadas por sus trabajadores (estas últimas deberían ser estatizadas a la brevedad posible) o cerradas por sus patrones, deben pasar a integrar la Corporación de Empresas en Transición hasta al socialismo, y transformarse, en muy corto tiempo, en la punta de lanza de la construcción de una economía socialista.

La producción de las empresas de esta Corporación se organizará a través de la planificación central de la economía en función de las necesidades sociales a través de la elaboración de un plan elaborado por el estado, que sea debatido y aprobado democráticamente (y si fuera el caso corregido o rechazado) por las Asambleas de Trabajadores de estas empresas, comunidades, sindicatos y en los Comités de Enlace.

4) El gobierno de la empresa de transición hasta al socialismo

4.1- El Consejo de Fábrica: instancia de administración y Control Obrero

El Consejo de Fábrica ha sido la forma de organización natural que los trabajadores se han dado para gobernar las fábricas que se hallan bajo su control directo, independientemente del país donde se encuentren. Hubieron Consejos de Fábrica en la Rusia revolucionaria, en Alemania, y varios países europeos más, aunque probablemente los más famosos hayan sido los de Turín en Italia en 1919. Al respecto, Antonio Gramsci les daba una gran importancia pues los consideraba las células del Estado Obrero, la expresión más genuina de la democracia obrera, “... la palabra nueva es, desde este punto de vista, investigar la organización de la fábrica como instrumento de producción para encontrar en ella, en el obrero como productor, como creador y no como simple asalariado, el germen del futuro estado, de la democracia nueva”. A través del estudio hecho por el propio Gramsci a los diversos Consejos Obreros que surgieron en aquella época, determinamos una serie de características comunes a todos ellos:

1ª. La práctica de la democracia directa entre los trabajadores, concretada en la elección directa de los delegados o representantes obreros en asambleas de taller y de fábrica;

2ª. La afirmación del principio de revocabilidad constante de los mandatos o delegaciones como forma de oposición a la burocratización y el caciquismo;

3ª. El intento de superación de la división existente entre obreros organizados sindicalmente y obreros no organizados, así como entre los diferentes niveles y categorías de la producción;

4ª. Consecuentemente, la superación de la organización obrera por oficios como forma de sindicación anticuada y no correspondiente al nivel de desarrollo y organización de las fuerzas productivas en el capitalismo posbélico;

5ª. La afirmación de la primacía de la lucha en la fábrica y, por consiguiente, de la necesidad de que la dirección de la lucha obrera estuviera en la fábrica misma;

6ª. El intento de demostrar la posibilidad de la gestión obrera de la producción en la fábrica prescindiendo de los capitalistas propietarios de los medios de producción.

DOS EJEMPLOS EXITOSOS DE FÁBRICAS BAJO CONTROL OBRERO: INVEVAL Y SANITARIOS MARACAY

En nuestro caso concreto en Venezuela, quizás sea la de Inveval y la de Sanitarios Maracay las experiencias más significativas de control obrero de la producción. Hay muchas más de enorme interés pero por motivos de espacio resaltamos las mas significativas y que pueden servir de modelo tanto al conjunto del los trabajadores como al gobierno revolucionario.

Los trabajadores de INVEVAL fueron junto a los de INVEPAL los primeros y por lo que representa la empresa dentro de la política de cogestión obrera que ha adelantado el gobierno del presidente Chávez. Desde la creación de la empresa en abril de 2005, los trabajadores se encontraron de la noche a la mañana y sin ninguna preparación previa, que habían pasado de ser unos simples asalariados a las órdenes de un patrón capitalista a tener ante sí la enorme tarea de controlar y dirigir una empresa de la cual cada uno de ellos sólo conocía la tarea que realizaba a diario. El grado de instrucción no superaba el bachillerato, en su inmensa mayoría apenas habían superado la escuela primaria, y unos pocos con formación técnica media (electricistas, mecánicos, etc). En el área de administración sólo quedaron tres personas con conocimientos medios.

La idea original desde los entes del gobierno que manejaron la creación de la nueva empresa, fue que al frente de la misma se colocaran un grupo de tecnócratas que se encargarían de llevar adelante todas las tareas de dirección administrativa y supervisión técnica de la producción, con una presencia de representantes de los trabajadores más simbólica que efectiva. Esta forma de organización se trató de plasmar, inclusive, en una propuesta de estatutos que finalmente nunca se concretaron. La realidad fue que en ningún momento se evidenció un verdadero interés por parte de la burocracia gubernamental por acompañar a los trabajadores en la tarea de sacar adelante a esta empresa, en parte producto de la ignorancia en el valor estratégico que estos proyectos tenían para el proceso revolucionario y también por la propia incapacidad de dicha burocracia. En estas circunstancias, los trabajadores se dieron a la labor de rescatar las instalaciones y la maquinaria de una fábrica cerrada por tres años, y aprender en el camino la mejor forma de administrarla y de ponerla a funcionar. En un comienzo se valieron de la forma organizativa que se les había impuesto desde el gobierno y que no se diferenciaba mucho de la clásica organización de la empresa capitalista: una directiva compuesta por cinco miembros, tres representantes del Estado y dos representantes de la cooperativa donde se había agrupado a los trabajadores.

Afortunadamente, por instrucciones directas del presidente Chávez, el presidente de la empresa era un trabajador. Casi dos años se mantuvo esta estructura que finalmente terminó demostrando que no era la más adecuada para dirigir una empresa que de hecho ha estado bajo control obrero, y que produjo toda una serie de distorsiones, inclusive abandonando y destruyendo su sindicato, como que un grupo muy pequeño de trabajadores tuviera que asumir toda la responsabilidad de la empresa, llegando a situaciones de desgaste físico y de estrés, ante la pasividad y apatía de la mayoría que había comenzado a ver a los trabajadores en funciones de dirección, no como a unos compañeros más sino como a unos nuevos patrones. Esta situación terminó de hacer crisis a finales del año 2006, y producto de una serie de discusiones que se abrieron entre los mismos trabajadores con la iniciativa de FRETECO luego de los planteamientos hechos por el presidente Chávez en enero de 2007 de profundizar la revolución, surgió la propuesta de crear un Consejo de Fábrica que asumiera las tareas de dirección de la empresa. Dicha propuesta tuvo una inmediata y calurosa acogida por la casi totalidad de los trabajadores, y a finales de enero se eligieron en asamblea los delegados obreros que integrarían el primer Consejo de Fábrica que quedó formalmente instalado el 28 de enero.

Las funciones del Consejo de Fábrica de Inveval no se han limitado a lo interno de la empresa sino que han salido hacia las comunidades de su entorno, vinculándose con los Consejos Comunales del Municipio Guaicaipuro y del Municipio Carrizal para involucrarse en la solución de los problemas de estos sectores y haciendo realidad lo planteado por Gramsci: “Fuera de la fábrica los comités obreros se complementarían con comités de barrios representativos de otras categorías de trabajadores y con organizaciones campesinas equivalentes articulando así el conjunto un sistema de democracia proletaria que habría de constituir el embrión del futuro sistema de los soviets políticos, cuya base es la asamblea y cuyo principio está en la consideración de que las representaciones o delegaciones tienen que ser emanación directa de las masas y estar vinculadas a éstas por un mandato imperativo”.

También cabe señalar la experiencia de los trabajadores de Sanitarios Maracay que tomaron la fábrica el 14 de noviembre de 2006 y a iniciativa del sindicato de UNT , que había dirigido la lucha contra el patrón , eligieron un Comité de Fábrica en Asamblea general para gestionar los asuntos en la empresa, todo ello sin ninguna ayuda por parte del Estado venezolano, y basándose en la experiencia de los trabajadores agrupados en FRETECO y en el de la empresa brasileña bajo control de los trabajadores CIPLA. Pese al abandono y sabotaje de los empleados, técnicos y administrativos de la misma, los trabajadores han hecho funcionar la empresa de un modo exitoso, garantizando un salario mínimo a casi 600 trabajadores y mejorando la producción de la planta como nunca pudiera pensar su antiguo dueño. Los trabajadores demandan la expropiación de la empresa por parte del Estado como único medio de garantizar los puestos de trabajo y poder adquirir la materia prima. La producción de salas de baño de Sanitarios Maracay se podría destinar a la Misión Vivienda y ayudar a resolver el déficit habitacional en nuestro país, y así estar a la vanguardia en la lucha por el desarrollo endógeno del país. La experiencia de los trabajadores de Sanitarios Maracay muestra como los trabajadores por sí mismo pueden dirigir una empresa sin patronos y es un punto de referencia del conjunto del movimiento obrero Venezolano.

El Consejo de Fábrica de Inveval como de Sanitarios Maracay ha demostrado en la práctica cómo funciona el gobierno obrero de la empresa en transición hasta al socialismo. Ha estimulado la participación de todos los trabajadores en la toma de decisiones, los ha involucrado en tareas y en la solución de problemas que antes les eran ajenas. La responsabilidad ahora es de todos y no de unos pocos: si aciertan, aciertan todos y si se equivocan, se equivocan todos. Los problemas que surgieron en un comienzo como producto de la falta de experiencia y de lo novedoso que les resultaba esta forma de organización, se han ido superando a través de la natural toma de conciencia que les ha dado la práctica y el uso de este instrumento de democracia obrera. Todas las tareas de toma de decisión en la empresa pasan por el Consejo de Fábrica, al cual quedó adscrita, de hecho, la antigua dirección que, por cuestiones legales, aún conserva la representación jurídica de la empresa. En ese sentido, el Consejo de Fábrica ha resultado ser una excelente escuela de formación para los cuadros obreros en lo referente a economía, a planificación, a administración y a la toma de decisiones, demostrándoles a ellos mismos que los trabajadores sí están en condiciones de dirigir las empresas como paso previo a dirigir el Estado.

CONCLUSION.

Los trabajadores agrupados en FRETECO son conscientes de que las empresas no pueden sobrevivir como islas aisladas en medio de un contexto capitalista: o las empresas son expropiadas por el gobierno bajo control obrero y estas expropiaciones se extienden al resto del aparato productivo o estas empresas aunque estén autogestionadas o en régimen de cooperativa o expropiadas por el Estado, pero aisladas, acabarán sucumbiendo a la presión del capitalismo nacional e internacional y de la burocracia estatal burguesa heredada de la IV República. En estos momentos de ofensiva del imperialismo y la burguesía contra la revolución bolivariana los trabajadores Venezolanos han demostrado que son los únicos que pueden hacer frente al sabotaje económico de la burguesía y del imperialismo. Sólo la extensión del control obrero de la producción al conjunto del aparato productivo venezolano dentro de una planificación centralizada de la economía se puede hacer con éxito la transición al socialismo en Venezuela.

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