A mediados de abril la banca daba a conocer una propuesta muy interesante para todos los que tienen créditos hipotecarios y dificultades para cumplir con sus letras: alargar el plazo de amortización de los préstamos para reducir la cuota mensual que pagamos al banco; pero es una falsa salida que tiene un coste, que naturalmente es el aumento de los intereses abonados al final de la vida del préstamo.
A mediados de abril la banca daba a conocer una propuesta muy interesante para todos los que tienen créditos hipotecarios y dificultades para cumplir con sus letras: alargar el plazo de amortización de los préstamos para reducir la cuota mensual que pagamos al banco; pero es una falsa salida que tiene un coste, que naturalmente es el aumento de los intereses abonados al final de la vida del préstamo.
Miguel Martín, presidente de la Asociación Española de la Banca (AEB) presenta este plan como una obra de caridad, pero en verdad, se trata de salvar a los bancos y cajas españoles de la debacle generada en los últimos meses por el rampante aumento de la morosidad de sus clientes, tanto empresas como particulares. Y por supuesto lo que les interesa es alargar la deuda lo más posible y así cobrar más intereses.
Morosidad
Los datos de incremento de morosidad hablan muy claro. Se ha abierto la caja de los truenos y no pasa semana sin que al menos una empresa constructora, grande o pequeña, presente concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos), dejando agujeros que la Banca no está dispuesta asumir. Los últimos datos publicados por el INE, informan de que la morosidad ha aumentado un 28% en el último año. Pero hay que mirar un poco más lejos, ya que los índices de morosidad sólo se conocen a toro pasado, pero la tendencia que marcan para el futuro próximo es seguir aumentando. Es lógico y comprensible que las constructoras e inmobiliarias esperen y ninguna quiera ser la primera en mostrar su descubierto, excepto si le es imposible ocultarlo. En cambio cuando ya son muchas las que se encuentran en situación de suspensión de pagos, la que se incorpora pasa un poco más desapercibida, lo cual es bueno para su negocio si es que pretende reactivarse en un futuro próximo. Sólo hay que ver cómo han aguantado hasta las elecciones del pasado mes de marzo y cómo se han disparado en las últimas semanas.
Para que se resuelva la crisis de liquidez y de confianza es necesario el cumplimiento de dos condiciones: estabilidad en el mercado inmobiliario y recuperación del crédito, pero ninguna de las dos está presente a día de hoy ni tampoco se vislumbra en el horizonte. El milagro que todos esperan es una reactivación del mercado inmobiliario, pero no hay nada, absolutamente nada, ningún dato en el mercado, ninguna ratio, ninguna magnitud, que no apunte a un hundimiento de los precios que ya ha comenzado: demanda en retroceso, sobreoferta descomunal, precios fuera de toda lógica económica, y evaporación del crédito. La situación no podría ser más clara.
Lección aprendida
Los bancos tienen la lección aprendida de la crisis de los 90 y no quieren ejecutar embargos, van a agotar las posibilidades de cobrar la deuda, cobrándola como sea, hay pequeñas cajas locales que se plantean recuperarla como los joyeros a domicilio (dame lo que puedas cada semana y poquito a poquito lo vas pagando). Esos directores de sucursal que se creían dioses, los reyes del mambo, pueden llegar a verse como vendedores ambulantes, de casa en casa, casi pidiendo misericordia, para poder cumplir con sus objetivos ante sus jefes.
¿Por qué un banco iba a querer tener una cartera de inmuebles embargados en un mercado claramente bajista? Si las viviendas embargadas se pudieran vender, ya lo harían sus propietarios para liquidar la deuda con el banco y volver a dormir a pierna suelta.
El problema de ejecutar los embargos es que eso conduce a una bajada de precios todavía más acentuada, es la pescadilla que se muerde la cola y por eso los bancos van a retrasar lo más posible dar ese paso. Recordemos que la banca no vive de vender inmuebles sino dinero y productos financieros. Así es como han conseguido enormes ganancias desde que nacieron, pero muy especialmente en el último periodo. En los años locos del boom inmobiliario, la banca española amasó beneficios récord; en 2007 ganaron un 19,82% más que en 2006, casi 20.000 millones de euros y eso que era el final del boom. ¿Cómo? premiando al aventurero, al inversor aficionado con condiciones crediticias tan bajas que parecen de ciencia ficción mientras que esos bajos intereses castigaban al ahorrador (que debería ser el principal activo de los bancos), lo que llevó a muchos ahorradores a adentrarse en el proceloso mundo inmobiliario. Los bancos estimularon conscientemente este tipo de actividades porque a corto plazo es muy rentable. Es como la fábula de la cigarra y la hormiga, sólo que al revés.
Era el momento de hacer buenos negocios, pero ahora las cosas han cambiado; de puertas para adentro los banqueros sabían muy bien que el aumento del euríbor (índice de referencia para las hipotecas desde el año 2000) llegará, como poco, al 6 ó 7% en 2009 (más del triple que al inicio del boom, cuando se situaba en torno al 2 ó 2,3%). El Banco Central Europeo lo ha dejado muy claro, desmarcándose de posibles bajadas a causa de la inflación y los bancos han hecho lo mismo que el que regala droga a la puerta de una discoteca. La droga vale mucho dinero pero es provechoso regalarla durante un periodo y cuando ya tienen un mercado enganchado y llega la hora de la verdad, decir su precio real y que se busquen la vida para pagarla.
Futuro incierto
La banca es un negocio privado, no una institución benéfica, su existencia no tendría sentido si no fuera por el beneficio que extrae de su actividad, el alargamiento de los plazos de amortización de la deuda va en ese camino. Es posible que esta crisis se lleve por delante a muchos empresarios de la construcción, del sector inmobiliario, proveedores de las constructoras, y también a pequeños bancos y cajas (aunque ninguno de ellos sufrirá la crisis como la clase obrera).
Es más difícil que la gran banca sufra consecuencias al mismo nivel, pero tampoco es descartable que acaben afectados algunos de los grandes. En su último informe de estabilidad financiera, el Banco de España, ha asegurado tajante que la morosidad del sector inmobiliario no tendrá impacto en las cuentas de resultados de las entidades, incluso si se incrementara de forma exponencial, gracias al colchón de provisiones que ha acumulado la banca española en la última década, les bastaría con gastar el 63% de los fondos de reserva, pero le ha faltado aclarar si hay alguna entidad por debajo de esa capacidad de resistencia y si hay posibilidades de que la morosidad sobrepase el 7%, el máximo porcentaje que puede absorber dicha provisión.
Conclusión: aunque aquí no hay subprime la crisis puede afectar de lleno la estabilidad del sector financiero. Eso sí, si no lo cambiamos con la lucha, seremos los trabajadores los que paguemos los desarreglos provocados por la "sólida" y "fiable" banca española.