Piensan que todo está superado. La economía capitalista mundial, encabezada por EEUU, está recuperándose rápidamente. En realidad, no ha habido recesión económica ni crisis. Y si ese hubiera sido el caso, apenas ha sido perceptible. Esta es la historPiensan que todo está superado. La economía capitalista mundial, encabezada por EEUU, está recuperándose rápidamente. En realidad, no ha habido recesión económica ni crisis. Y si ese hubiera sido el caso, apenas ha sido perceptible. Esta es la historia que aparece en las páginas económicas de los periódicos y programas de televisión.

El año financiero termina en marzo, justo cuando comienza la Pascua, y los estadísticos estadounidenses han revisado los datos de crecimiento económico del último trimestre de 2001. A pesar del desastre provocado por el ataque terrorista a las Torres Gemelas del 11 de septiembre, a pesar de la mayor bancarrota empresarial de la historia financiera estadounidense Enron, a pesar de la guerra en Oriente Medio y Afganistán, la economía estadounidense creció un 0,4% (un 1,7% anual). También la semana pasada anunciaron que en marzo la confianza en la economía estadounidense entre las familias ha dado el mayor salto en diez años. Sí, ciertamente creen que todo está superado.

En realidad, durante la "recesión" del año pasado los consumidores continuaron gastando como si no existiera el mañana. Como comenta Stephen Roach, de Morgan Stanley: "Nunca antes los consumidores han gastado tanto y con tal abandono durante una recesión". Más adelante: "En los 28 trimestres de las pasadas seis recesiones, la demanda del consumidor subió, como media, sólo un 0,5% anual. En el cuarto trimestre de 2001, el consumo se disparó hasta una tasa del 6% anual".

Tampoco el cuadro de desempleo puede asociarse a una recesión real. El número de despidos de trabajadores fabriles ha sido respetable, pero los puestos directivos han aumentado. Stephen Roach señala que los directivos aumentaron un 2,9% el año pasado. Uno de cada tres trabajadores despedidos en los últimos tres años ahora es un "director", la clase directiva ahora equivale al 15,3% de la fuerza laboral.

Al mismo tiempo, la productividad continuó creciendo y ha superado el 5% anual, cuando normalmente en una recesión baja, porque no se puede despedir a los trabajadores al mismo ritmo que caen las ventas. Pero el aumento de la productividad es sólo una de las características peculiares de la que parece ser la recesión más extraña y corta nunca vista. Esta última recesión no se va a destacar por el daño infligido como es normal cuando pasan las recesiones, en este caso se distinguirá por el que no ha infligido.

El mes pasado, el gurú de la nueva economía capitalista en EEUU, Alan Greenspan puso el sello que marcaba el final de la recesión, ahora bien, sí depositó una nota de cautela ante el futuro: "Aunque el gasto familiar continúe con su tendencia ascendente y el potencial para una aceleración significativa de la actividad en este sector, es probable que sea más limitado que en ciclos anteriores. Es probable que la recuperación del gasto de las empresas en inversión fija sea sólo gradual. En particular, el crecimiento será sin duda menos frenético que en 1999 y a principios de 2000".

La experiencia de anteriores recesiones

Así que la recuperación podría ser modesta. ¡O puede que no ocurra! Todos deberían recordar las experiencias de las anteriores recesiones capitalistas desde 1945. Es bastante común que después de una contracción inicial del PIB, la economía se recupere durante un trimestre o dos antes de una nueva caída. En las crisis anteriores, los economistas, los inversores y especialmente los políticos, siempre eran muy optimistas. En las recesiones de 1957, 1960, 1969-70, 1973-1974 y 1980-82, todos seguían pronosticando una recuperación económica inminente. Pero en todas estas recesiones, después de la contracción inicial del PIB, la economía se expandió y después experimentó una nueva contracción.

Beneficios e inversión

Y en esta ocasión, las condiciones para una recuperación están incluso más ausentes. Durante el cuarto trimestre del año pasado los beneficios cayeron otro 8% y los márgenes de beneficio (la diferencia entre los costes de producción de cada unidad y el precio de venta) están en su nivel más bajo desde la depresión de los años treinta. Y esa es la clave. Sin beneficios, no habrá inversión ni recuperación.

Las empresas consiguen beneficios vendiendo productos y servicios a un precio superior de lo que les cuesta producirlos. Una empresa individual puede aumentar los beneficios reduciendo los costes. Pero los costes de una empresa son los ingresos de otra. Así que al reducir los costes no hace nada por la economía en su conjunto. La forma de aumentar los beneficios en la economía es con el aumento de las ventas o el incremento de la productividad.

El crecimiento de la productividad es la gran esperanza para crear beneficios de Alan Greenspan y los demás economistas. "Las sinergias de tecnologías clave elevaron, apreciablemente, las tasas futuras de beneficios en la inversión de alta tecnología, llevaron a un avance del gasto de capital empresarial y aumentaron significativamente la tasa de crecimiento de la productividad estructural", estas palabras las pronunció el presidente de la Fed el pasado verano, intentaba explicar por qué los precios de las acciones estaban tan elevados.

Con la extraordinaria nueva productividad de Greenspan, se podría esperar que los beneficios empresariales subieran. Y Greenspan dijo que lo harían. Todo el mundo pensaba que ocurriría. Y por eso subieron las acciones. En su lugar, los beneficios empresariales han colapsado. Se supone que aumentarían los beneficios, gracias a las iluminadas prácticas de dirección de las empresas estadounidenses y a la nueva tecnología de la información que permitiría incrementar la productividad.

Pero juzgaron muy mal la influencia de estos dos importantes cambios en la economía estadounidense. En lugar de mejorar los beneficios, los hundieron. ¿Por qué? Porque el aumento de la productividad no ha venido de los beneficios sino de una intensa competencia. Los beneficios de uno se han convertido en las pérdidas de otro. La gran inversión en tecnología de la información no ha ido acompañada de un aumento de los precios. En los últimos tres meses ¡sólo han aumentado un 0,1%! El mismo fenómeno se está repitiendo por todo el planeta en las principales economías capitalistas. Los beneficios empresariales en todo el mundo llevan cinco trimestres cayendo sin descanso, la mayor caída en tres décadas.

Y sin beneficios, no habrá inversión. Prácticamente todo el aumento reciente del PIB procede de la reposición de existencias. Pero este es un fenómeno a corto plazo. A menos que despeguen el gasto de consumo y el de capital, la demanda de nueva producción se alejará. Los consumidores han gastado más que cuando estaban en la cumbre del boom económico y están más endeudados que antes, los capitalistas no pueden esperar que los estadounidenses sigan gastando al mismo ritmo. Y el gasto de capital no muestra ninguna señal del nivel real de crecimiento necesario para que la economía vuelva a despegar.

Como mencionamos arriba, las nóminas de directivos aumentaron durante la "recesión". A finales de 2001 las deudas de las empresas habían alcanzado los 4,93 billones de dólares. La carga de la deuda sigue en aumento. Aunque los precios al por mayor (los precios en puerta de fábrica) han caído hasta una tasa anual del 2,6% los tipos de interés reales son superiores al 10%, una de las tasas de servicio de la deuda más onerosas de la historia.

Las empresas estadounidenses siguen acumulando deudas. Desde 1995 a 2000, la inversión neta en capital fijo de las empresas estadounidenses ha aumentado en 321.000 millones de dólares, mientras, el endeudamiento empresarial se disparó hasta alcanzar los 2,472 billones de dólares. Por cada dólar añadido en nueva inversión en capital fijo neto, han acumulado 7,7 dólares de deuda. Pero en esta etapa de la recesión, el sector empresarial, normalmente, debería limpiar su déficit y ahorrar en inversión, pero no lo están haciendo.

Así que podríamos pasar de la recesión que nunca existió, a la recuperación que nunca llegó.


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