En este libro Antonio Salas, conocido periodista de investigación y experto en infiltración dentro de todo tipo de grupos, describe su experiencia como topo dentro del movimiento neonazi español. Largos meses de infiltración bajo el seudónimo de Tiger 88 permiten a Salas revelar el complicado entramado del submundo neonazi, poniendo así de manifiesto los íntimos vínculos entre los principales colectivos skinhead presentes en la península (Hammerskin, Blood & Honour…), los partidos políticos de extrema derecha tales como Democracia Nacional o el Movimiento Social Republicano, los autodenominados grupos de música patriótica (Batallón de Castigo, Odal Sieg…), asociaciones culturales como el Círculo de Estudios Indoeuropeos, o las violentas peñas de fútbol como los Ultrasur del Real Madrid o las Brigadas Blanquiazules del Español que actúan bajo el amparo de las direcciones de sus respectivos clubes.

Sin embargo, y a pesar del evidente interés de gran parte de esta información, el libro tiende a quedarse en un simple listado, a veces muy repetitivo, de personalidades, grupos, locales, actividades y demás parafernalia relacionada con los skinheads y otros grupúsculos fascistas sin llegar a ahondar realmente en las causas sociales que permiten el desarrollo de las bandas fascistas o en el papel que los neonazis juegan en la represión de los jóvenes y trabajadores de izquierdas en el Estado español. Sembrando la confusión, el libro establece un erróneo y superficial paralelismo entre los grupos fascistas y antifascistas basándose en una supuesta identidad de sus métodos, lo que es una auténtica falacia.

Con todo, el principal fallo del libro es que oculta la relación entre las bandas fascistas y el aparato del Estado burgués. Esta omisión resulta escandalosa si tenemos en cuenta que la infiltración de Antonio Salas llegó a su fin cuando un alto mando policial le delató ante los Ultrasur, y que en el libro se menciona repetidamente la pertenencia de legionarios, guardias civiles… a los grupúsculos neonazis. La instrumentalización de grupos neonazis por parte del Estado es un fenómeno generalizado como demuestra el hecho de que el reciente proceso de ilegalización del partido neonazi alemán haya tenido que ser suspendido al descubrir los jueces que 30 miembros de su ejecutiva eran en realidad miembros de los servicios secretos alemanes, de tal manera que era difícil discernir quien dictaba realmente las ordenes en el partido, los nazis o el Estado.

El fascismo no es más que otro de los síntomas de la decadencia senil del capitalismo. Cuando a la burguesía no le es suficiente con los métodos “democráticos” de represión, las bandas fascistas pueden jugar un papel auxiliar al del aparato del Estado a la hora de reprimir el movimiento de los trabajadores y la juventud.

Si bien en la situación actual la burguesía no utiliza los servicios de las bandas fascistas sino aisladamente, el día de mañana, cuando los jóvenes y trabajadores del Estado español e internacionalmente tomemos el camino de la transformación de la sociedad y pongamos en entredicho la existencia misma del capitalismo, estos grupúsculos fascistas serán usados sistemáticamente como provocadores y fuerzas de choque de la reacción; eliminando a los elementos más avanzados del movimiento contra los que la legalidad burguesa no pueda actuar abiertamente y creando una situación de terror y pánico entre la población que justifique la intervención del ejército, el restablecimiento del orden… Así ocurrió durante la Transición española en la que los actos terroristas de elementos fascistas vinculados al aparato del Estado precedieron al intento de golpe de Estado del 23-F.

La lucha contra el fascismo sólo puede tener sentido como parte de la lucha general contra el sistema capitalista. En la lucha contra las bandas fascistas no se puede confiar en el aparato del Estado burgués, en sus jueces y policías, que como hemos visto dan cobijo y protegen a estos elementos reaccionarios. Tampoco se puede dejar esta lucha en manos de pequeños grupos de activistas separados de las masas. La actividad de las bandas fascistas sólo puede ser combatida por la intervención consciente y masiva de los jóvenes y trabajadores en la lucha, organizando comités de autodefensa que, amparados por las organizaciones de izquierdas, denuncien y aíslen a los elementos fascistas en cada barrio, fabrica y centro de estudios.


window.dataLayer = window.dataLayer || []; function gtag(){dataLayer.push(arguments);} gtag('js', new Date()); gtag('config', 'G-CWV853JR04');