Lenin y Trotsky, dos gigantes unidos por las ideas y la revolución
El gobierno de los sóviets, instaurado en Rusia tras la Revolución de Octubre de 1917, era conocido también como el gobierno de Lenin y Trotsky. La revolución unió a ambos de manera inseparable. En la guerra civil, en los primeros pasos del joven Estado soviético, en la formación de la Internacional Comunista, sus nombres aparecían indisolublemente ligados.
Tras la muerte de Lenin, Stalin y la camarilla burocrática en ascenso adoptaron la idea antimarxista del "socialismo en un solo país" con la que trataron de justificar teóricamente el abandono de la perspectiva de la revolución internacional y que conectó con la burocracia del aparato estatal que quería "paz y tranquilidad" para disfrutar de sus incipientes privilegios, conseguidos furtivamente. Esta teoría vino de la mano de la lucha contra el "trotskismo". Con la intención de abrir un cisma entre Lenin y Trotsky, y así apuntalar el ascenso de Stalin, se desempolvaron las viejas polémicas que les habían separado antes de la revolución.
Lo interesante del estudio de las diferencias entre Lenin y Trotsky es precisamente cómo éstas acabaron desapareciendo, cómo ambos revolucionarios sintonizaron totalmente en la prueba fundamental de la revolución y la toma del poder de la clase obrera. No en vano los dos tenían una actitud completamente rigurosa hacia el marxismo, comprendiendo de forma profunda el método del materialismo dialéctico.
Bolchevismo y menchevismo
La perspectiva de una revolución en un país atrasado semifeudal, como Rusia a primeros del siglo XX, suponía para los revolucionarios rusos una situación nueva. Trotsky señalaba en Tres concepciones de la revolución rusa que el desarrollo históricamente atrasado del capitalismo ruso "engendra una constitución social ‘combinada', totalmente nueva, en la que las últimas conquistas de la técnica y de la estructura capitalista se implantan en unas relaciones de barbarie feudal y prefeudal, transformándolas y dominándolas, creando así una situación muy particular de relaciones recíprocas entre las clases".
En la socialdemocracia rusa se da un profundo debate teórico, espoleado por la experiencia revolucionaria de 1905. El carácter democrático burgués de la revolución era tanto el punto en común de todas las tendencias, como el punto de partida de las diferencias acerca de qué clase social la llevaría a cabo y con qué medios lo haría.
Los mencheviques razonaban de la siguiente forma: como la revolución era "burguesa", correspondía a la burguesía y al liberalismo (su expresión política) dirigirla. La clase obrera debía abstenerse de "asustar" a la burguesía con sus reclamos y exigencias, y mucho menos tomar el poder: debía resignase a jugar un papel auxiliar.
Lenin y los bolcheviques, por el contrario, consideraban que la burguesía rusa jugaba un papel reaccionario. Los lazos de la débil burguesía rusa con los terratenientes feudales y con el capital extranjero por un lado, y el desarrollo de la clase obrera y sus organizaciones sindicales y políticas por el otro, empujaba a la burguesía a los brazos de la reacción desde el primer momento en que las masas despertaban a la acción. Esto se puso de manifiesto en la revolución rusa de 1905.
Perspectivas para la revolución
La actitud hacia el liberalismo burgués era la línea que delimitaba el oportunismo del marxismo, representados respectivamente por menchevismo y bolchevismo. En este aspecto esencial nunca hubo ninguna diferencia de planteamiento entre Lenin y Trotsky; ambos siempre defendieron, de forma irreconciliable, una política de independencia de clase.
Lo que sí es verdad es que respecto al desarrollo que tendría la revolución fue más precisa la perspectiva de Trotsky que la de Lenin. Por supuesto que Lenin entendía su formulación, "dictadura democrática de obreros y campesinos", como una fase revolucionaria, en la que las masas del campo y de la ciudad impondrían sus intereses frente a los de los terratenientes, la gran burguesía y el zarismo.
Las diferencias surgían de la caracterización que hacía Lenin del gobierno democrático-revolucionario que tendría que llevar a cabo las tareas de la revolución, la "dictadura democrática del proletariado y el campesinado". Trotsky criticaba esta formulación por su ambigüedad. La falta de precisión de Lenin era intencionada, incluso no excluía la posibilidad de que en la coalición predominaran los elementos del capesinado. Trotsky enfatizaba mucho en la imposibilidad de que el campesinado pudiera jugar un papel político independiente. Creía que los dos únicos resultados posibles de la revolución serían la dictadura de la burguesía, que caería en brazos de la reacción zarista, o la dictadura del proletariado en alianza con el campesinado pobre, y que en este último caso, un gobierno de los trabajadores bajo la bandera del marxismo, no podría limitarse sólo a las tareas burguesas, sino que tendría que pasar, ininterrumpidamete, de las traeas democráticas a tareas de tipo socialista. Estas son, en esencia, las tesis de la revolución permanente.
En el momento de la verdad, con la revolución de 1917, Lenin abandonó su vieja fórmula, que se había convertido en el refugio teórico de los "viejos bolcheviques" (Kámenev, Zinóviev y Stalin), que habían asumido el planteamiento menchevique de apoyar al gobierno provisional de la burguesía liberal. "Quien en el momento actual habla sólo de ‘dictadura-revolucionaria del proletariado y el campesinado' va a la zaga de la vida, se ha pasado prácticamente, en virtud de ello, a la pequeña burguesía y está en contra de la lucha de clases proletaria, por lo que debe ser entregado al archivo de las rarezas ‘bolcheviques' prerrevolucionarias" (Lenin, Cartas sobre táctica). Las tesis de abril de Lenin son un claro testimonio del grado de afinidad al que había llegado con la teoría de la revolución permanente de Trotsky, y fueron decisivas para enderezar al partido bolchevique hacia la conquista del poder.
La lucha por un partido proletario
Sin embargo, las diferentes perspectivas de desarrollo que pudiera tener la revolución no fue la razón por la cual Trotsky no entró en el Partido Bolchevique hasta 1917. El tema fue la cuestión de la unidad. En el II Congreso del POSDR en 1903 se formaron dos fracciones por unas diferencias sobre cuestiones organizativas (estatutos y órganos de dirección), pero que revelaban anticipadamente dos concepciones de partido y dos programas enfrentados. En aquel momento, Trotsky tomó partido por los mencheviques, pero en cuanto estos alineamientos maduraron y cristalizaron en dos tendencias políticas contrapuestas en 1904, una marxista revolucionaria (bolchevismo) y otra oportunista (menchevismo), Trotsky rompió con los mencheviques.
Durante los años en que las dos fracciones permanecieron en el POSDR, tanto en el ascenso revolucionario de 1905 como en el período de negra reacción que le sigue, hasta que finalmente en 1912 la escisión se consuma formándose el Partido Bolchevique, Trotsky defendió la necesidad de unificar las diferentes tendencias.
A pesar de las enormes diferencias políticas que mantenía con los mencheviques, su conciliacionismo se basaba en la perspectiva de que los mejores elementos de los mencheviques, ante un nuevo ascenso de masas, virarían a la izquierda, arrinconando así a los elementos más oportunistas. Lenin, en cambio, defendía que la unidad con los sectores más sanos del movimiento sólo se podía conseguir si se preservaba y se protegía a las fuerzas del marxismo dentro de un partido con un perfil ideológico claro, con una actitud principista intransigente, máxime en periodos de reflujo político. Trotsky, reconoció posteriormente que Lenin en la cuestión del partido estaba en lo cierto de principio a fin.
Una de las aportaciones teóricas más importantes de Lenin al arsenal del marxismo fue el modelo de partido, forjado al calor de las polémicas, debates, crisis y escisiones de la historia del bolchevismo. La ruptura con la psicología de pequeño círculo de propaganda, que es el verdadero significado de la fractura de 1903, dirigiéndose de forma audaz al proletariado y fusionándose con el movimiento de masas, se combina de forma dialéctica con la necesidad de que el partido revolucionario delimite de forma clara y precisa los límites ideológicos que separan a una tendencia proletaria revolucionaria de las tendencias reformistas y ultraizquierdistas y pequeñoburguesas, para cohesionar a los cuadros y educar políticamente a la vanguardia.
Trotsky en una de sus obras de madurez, Stalin, evalúa años después los motivos de Lenin en su polémica contra el conciliacionismo en el período de reacción: "Algunos socialdemócratas -escribía Lenin- incurrieron en aquel período en el afán conciliador, partiendo de los motivos más diversos. La exposición más consistente de esta tendencia procede de Trotsky, casi el único que trató de aducir un fundamento teórico de tal política". Prosigue Trotsky: "Precisamente porque en esos años el conciliacionismo se hizo epidémico, Lenin vio en él la amenaza máxima para el desenvolvimiento de un partido revolucionario. (...) Atacó con redoblada furia a los conciliadores cuyas posiciones básicas estaban más cerca del bolchevismo. Soslayando el conflicto público con el ala conciliacionista del mismo bando bolchevique, Lenin tuvo a bien dirigir sus polémicas contra el "trotskismo", especialmente porque yo, como queda dicho, trataba de suministrar "un fundamento teórico" al conciliacionismo. (...) La labor de Lenin durante los años de reacción (minuciosa y detenida en los detalles, audaz en su amplitud de intención), constituirá siempre una gran lección de preparación revolucionaria".
La Revolución Rusa despejó esta polémica a favor de Lenin. Sin un partido serio, disciplinado y con raíces en el movimiento la clase obrera rusa no hubiera podido triunfar en 1917. Trotsky participa como bolchevique desde su llegada al país en mayo, y entra en el partido bolchevique y en el Comité Central en agosto de 1917, en vísperas de la preparación de la insurrección armada.
Revolución de Octubre y la lucha contra la burocracia
Las diferencias que mantuvieron separados a Lenin y Trotsky, que posteriormente fueron amplificadas hasta el absurdo por el estalinismo, precisamente revelan que la evolución del pensamiento político de ambos revolucionarios confluyó en la Revolución Rusa, en la medida que las ideas se correspondían con el desarrollo del proceso objetivo de la lucha de clases.
Esto no significa que estuvieran de acuerdo en absolutamente todo o que no hubiese debates y discrepancias sobre cuestiones tácticas. No podemos desarrollarlas aquí. Lo importante es que en los aspectos esenciales estuvieron de acuerdo y que entre sus grandes virtudes estaba la de saber rectificar abiertamente cuando cometían un error.
Uno de los capítulos más importantes de la colaboración política de ambos revolucionarios, y la última batalla que libró Lenin antes de morir, fue la lucha contra la burocracia y su representante en la dirección del partido, Stalin. La degeneración burocrática del Estado soviético y del Partido Bolchevique, por el aislamiento de la revolución en un país atrasado cuya clase obrera estaba exhausta (o había sido aniquilada en la Guerra Civil), fue un peligro anticipado por Lenin, quien caracteriza a la burocracia como un desarrollo burgués parasitario en el seno del Estado obrero. Es entonces cuando le propone a Trotsky formar un bloque en el Comité Central contra Stalin en vísperas del XII Congreso del Partido en 1923. La enfermedad impide a Lenin participar en esta batalla, y tras su muerte en enero de 1924 Trotsky recoge el testigo de la lucha por la defensa de las tradiciones de Octubre y del bolchevismo.
BIBLIOGRAFÍA
· León Trotsky, La revolución permanente, Fundación Federico Engels (FFE).
- Tres concepciones de la revolución rusa. En Marxismo Hoy nº 8, FFE.
- Mi vida, www.marxists.org/espanol/trots-ky/indice.htm.
- Stalin, www.marxists.org/espanol/trotsky/-1940s/stalin/index.htm.
· V. I. Lenin, Las tesis de abril, FFE.
· Ted Grant y Alan Woods, Lenin y Trotsky, qué defendieron realmente, FFE.