Tras la aplastante victoria popular del 15 de Agosto las elecciones a alcaldes y gobernadores del 31 de octubre representan otra oportunidad para que el movimiento obrero y popular inflijamos una nueva derrota a la oposición golpista y contrarrevolucionaria y mandemos un nuevo mensaje al imperialismo de que estamos dispuestos a seguir defendiendo este proceso revolucionario y llevarlo hasta el final.


Votar es sólo el primer paso. Organicemos asambleas revolucionarias obreras y populares

Varias gobernaciones y alcaldías actualmente en manos de la oposición podrían ser recuperadas. Esto es muy importante. La Coordinadora (anti)Democrática sufrió un durísimo golpe el 15 de agosto y desde entonces no ha levantado cabeza, los partidos de la oposición están divididos y en descomposición. Una nueva derrota es estados clave como Carabobo, Miranda, o ya no digamos Zulia o Bolívar, unido a la pérdida de decenas de alcaldías que hoy utilizan para sus actividades golpistas y contrarrevolucionarias , agudizaría estas divisiones y les debilitaría aún más por todo un período.

Solamente por esto ya valdría la pena movilizarse el 31 de octubre pero es que , además, al mismo tiempo que recuperamos estas gobernaciones y alcaldías las bases revolucionarias debemos organizarnos por abajo en asambleas en cada centro de trabajo, centro de estudios, barrio, parroquia, etc. para exigir soluciones a nuestros problemas y hacer que los candidatos bolivarianos elegidos rindan cuentas ante el movimiento revolucionario.

Desde la CMR hemos defendido una y otra vez que los candidatos fuesen elegidos por la base pero no sólo eso: que estén obligados a rendir cuentas de forma permanente ante las bases y puedan ser elegibles y revocables por asambleas revolucionarias de los trabajadores y los sectores populares en todo momento, de modo que si no cumplen puedan ser sustituidos inmediatamente. Si empezamos a organizar ya estas asambleas podemos presionarles para que efectivamente cumplan con el pueblo o ,si no lo hacen, imponerles políticas verdaderamente revolucionarias mediante la movilización e incluso -si así lo deciden las bases- sustituirlos por otros candidatos que sí lo hagan.

El propio Presidente Chávez ha denunciado insistentemente durante las últimas semanas el burocratismo y ha exigido a todos los alcaldes y gobernadores que se llamen bolivarianos que se pongan a la orden del movimiento popular. Pero esto sólo lo podremos conseguir organizándonos los trabajadores y los sectores populares en asamblea, discutiendo cuales son los principales reclamos y necesidades de cada sector y unificando estos en un pliego de reclamos del movimiento popular que exijamos que sea el programa a desarrollar por los alcaldes y gobernadores de cada zona.

Es imposible que una única persona , o un grupo, por más honesto o brillante que pueda ser, logre derrotar a la burocracia o hacer la revolución dentro de la revolución. A la burocracia solamente la podemos derrotar las masas explotadas organizadas con los métodos tradicionales de la clase obrera (asambleas, movilizaciones de masas, elecciòn y revocabilidad de todos los dirigentes obreros y populares, etc) Son los trabajadores de cada fábrica, los habitantes de cada barrio, quienes mejor conocen sus necesidades, si hay planes u obras que no se llevan a cabo, qué funciona bien y qué funciona mal, quien es revolucionario y quien es un “adeco o copeyano con boina roja”.

Sólo si los trabajadores, al frente de los sectores populares, participamos en la toma de todas las decisiones y construimos una estructuras de poder genuinamente revolucionarias -alternativas al estado capitalista de la IV República- la revolución podrá seguir avanzando y ser completada, acabando con la explotación capitalista y construyendo una nueva sociedad sin corrupción, explotación ni miseria, una sociedad socialista.

Ambiente muy crìtico en las bases

Es evidente que el interés en las elecciones del 31 de octubre y la movilización popular está siendo bastante menor que en la Batalla de Santa Inés. Esto no es casualidad. En primer lugar en aquella ocasión todos estábamos claros en que se trataba de una batalla decisiva para el proceso revolucionario. Para el movimiento popular se trataba de ratificar al único dirigente de este proceso que goza de su apoyo y reconocimiento generalizado, el Presidente Chávez, y al mismo tiempo de derrotar nuevamente al imperialismo y la oligarquía y dejar claro el deseo de que la revolución siga adelante, se depure y llegue hasta el final, hasta un cambio decisivo que dé satisfacción a todas las aspiraciones populares.

Estas elecciones ,en cambio, se ven condicionadas por el hecho de que muchos de los candidatos bolivarianos oficiales (especialmente los que ya han gobernado) lejos de tener ese grado de apoyo que mantiene el Presidente son ampliamente criticados por las políticas que han aplicado durante los últimos cuatro años, que no son (ni mucho menos) las que exigía el movimiento obrero y popular y las que necesita el proceso revolucionario para triunfar.

La alternativa a esta situación ,evidentemente, no es la abstención sino –como hemos dicho anteriormente- que los trabajadores y los sectores populares nos organicemos para marcar el camino, participar en la toma de todas las decisiones y poder sustituir alos dirigentes que no estén dispuestos a actuar como autènticos revolucionariuos por otros surgidos del propio movimiento revolucionario que sí lo estèn.. Participar significa votar el 31 de octubre por candidatos identificados con el proceso para derrotar nuevamente a la contrarrevolución pero eso sólo es un primer paso que debe ir acompañado por nuestra movilización y organización para depurar y completar la revolución.

En toda una serie de zonas en las que han surgido candidatos elegidos por la base y con apoyo social más a la izquierda de los oficiales los marxistas de la CMR creemos que una victoria de estos candidatos sería un paso adelante para el proceso revolucionario. Este es el caso en Vargas, donde la candidata a gobernadora por el colectivo Vargas Revoluciòn, movimiento de masas surgido del ala izquierda del MVR, Gladys Requena fue elegida en una consulta popular en la que participaron alrededor de 14.000 bolivarianos. Más de 10.000 votaron por ella y no llegaron a 2.000 los que votaron por el actual gobernador Antonio Rodrìguez Sanjuán. Aquí quien divide el voto chavista es el candidato oficial ya que la propia candidata ha ofrecido en reiteradas ocasiones ir a unas primarias y elegir democráticamente al candidato del movimiento bolivariano.

En otras zonas en las que no ha surgido ningún candidato de izquierdas capaz de competir con el candidato oficial la gran mayoría de los partidarios del proceso revolucionario acudirá a votar por los candidatos oficiales para cerrar el paso la reacción pero con muchísimo descontento y crítica hacia estos candidatos. Esto refleja un sano instinto de clase. Votar por los candidatos del proceso ,como hemos dicho, es un primer paso pero en ningún caso puede ser un cheque en blanco. Tan importante como votar ,o incluso más, es que los trabajadores y todos los explotados nos organicemos para completar la revolución en la única dirección que permite resolver los problemas de los oprimidos y vencer definitivamente al imperialismo y la reacción, el socialismo.

¿Negociar con los capitalistas o completar la revolución en dirección al socialismo?

Dentro del propio movimiento bolivariano hay un debate cada vez más claro entre dos direcciones a tomar. Un sector mayoritario de la dirigencia de los partidos tradicionales del Bloque del Cambio, muchos ministros (especialmente los responsables de la economía o de PDVSA) y la mayoría de los gobernadores y alcaldes defienden que debemos mantenernos dentro del capitalismo. Según ellos, la consolidación de la revolución bolivariana y el desarrollo del país pasa porque el estado invierta el ingreso petrolero en toda una serie de ayudas que incentiven la inversión privada de los capitalistas venezolanos y foráneos.

Estas ideas están claramente expresadas, por ejemplo, en el artìculo “Encuentros con Empresarios” escrito por el Ministro de Planificación, Jorge Giordani, para Qantum (nº 32): “Para esa transición (de una economía sustentada en la renta petrolera a una economía productiva, nota nuestra) se hace fundamental la presencia de un verdadero empresariado nacional que tome riesgos y actùe dentro de los cánones de la Constitución…(…) La conformación de un Proyecto Nacional para cuándo menos las próximas tres a cuatro décadas debe mantener un apoyo proveniente de los sectores productivos nacionales (queda claro en todo el artìculo que Giordani se refiere fundamentalemnte a los empresarios privados), los cuales deberán ponerse a la altura de un mundo cada vez más globalizado e interdependiente”.

Las conclusiones de este análisis son claras: no podemos nacionalizar los sectores decisivos de la economía para resolver los problemas sociales, no podemos acelerar el ritmo de la revolución y que los trabajadores y los sectores populares participemos en la toma de todas las decisiones, incluida la política económica, porque eso alejaría a a los empresarios. Es más, debemos hacer a estos algunas concesiones.

Frente a estas ideas reformistas la gran mayoría de los que apoyamos este proceso, los trabajadores y todos los demás sectores populares oprimidos por el capitalismo (campesinos, buhoneros, desempleados…) lo que queremos es que la revolución avance y solucione de forma definitiva nuestros problemas. Esto no puede hacerse confiando en los capitalistas venezolanos y foráneos, quienes a lo largo de décadas –incluso cuando el sistema capitalista crecía a nivel internacional- se han mostrado incapaces de desarrollar el país y sólo se han dedicado a especular con la riqueza nacional.

Por si alguien todavía tiene dudas, sólo hay que repasar estos últimos seis años de gobierno de Chávez: a pesar de que el Presidente ha llamado a los empresarios una y otra vez a invertir estos se han dedicado a sabotear la economía y destruir empleo.

Los capitalistas intentaràn derrotar la revolución. Por una alternativa socialista

¿Porquè? Por dos razones fundamentales:
1) Porque eso es lo que están haciendo los capitalistas en todo el mundo. Como ha dicho el propio Presidente recientemente: el sistema capitalista es todo el mundo está generando miseria, desempleo y pobreza. En Nueva York hay dos millones de pobres, en número de pobres en EE.UU ha crecido en 1, 3 millones en un año y el de desempleados en 2 millones en los últimos años. La razón de todo esto es que el sistema capitalista está en crisis a escala internacional. En todos los países el mantenimiento de los beneficios capitalistas se está dando en base a aumentar la explotación de los trabajadores y precarizar las condiciones de vida de las masas.
2) Porque el discurso revolucionario del Presidente estimula la participaciòn de las masas y los capitalistas ven eso con gran inquietud y desconfianza. Tras fracasar sus intentos de derrotar la revolución mediante la violencia han decidido calarse un poco más a Chàvez y aprovechar el actual crecimiento económico para hacer buenos negocios. Pero utilizarán su poder económico únicamente en su beneficio y presionarán al sector reformista del gobierno y a través de este al propio Presidente para que les haga cada vez más concesiones.

Si el Presidente – a causa de su fuerte vinculaciòn con el movimiento popular- no cede a sus pretensiones o no lo hace en grado suficiente seguiràn saboteando la economía. Lo hemos visto con el aumento de las regalías de un 1% aun 16%. Como explicamos en el artículo de este mismo periódico sobre la deuda, esta medida es un paso adelante pero muy pequeño todavía en comparación al dinero que se llevan las multinacionales y a lo que se necesita. De momento las multinacionales lo han aceptado a regañadientes porque no tienen fuerza para desestabilizar al gobierno y porque en una situación en la que sus beneficios están creciendo mucho pueden tolerar esto durante un tiempo. Pero si se siguen tomando medidas en ese sentido, o si se da una crisis fuerte en EE.UU (que muchas economistas preveen inminente) que amenace sus altìsimos beneficios presionaràn contra estas medidas y seguiràn saboteando la economía.

Su objetivo en estos momentos es frenar la revoluciòn y seguir manteniendo el control de la economía en sus manos para, en cuanto les sea posible, intentar de nuevo salir de Chávez y de la revolución a como dé lugar. El problema es que la política que defiende el sector reformista de la dirigencia , sea consciente o inconscientemente, ayuda a estos planes y debilita a medio y largo plazo a la revolución. Los ejemplos de Chile o Nicaragua, y nuestra propia experiencia en este proceso, demuestran que una revolución debe aprovechar los momentos favorables para ir hasta el final. La negociaciòn es utilizada una y otra vez por la oligarquía para ocultar sus autènticos objetivos y ganar tiempo para poder llevar a cabo sus planes contrarrevolucionarios. Una revolución que se queda a medio camino es derrotada antes o después.

La única alternativa a las polìticas procapitalistas del sector reformista es una polìtica genuinamente revolucionaria que debe pasar por poner las principales fuentes de riqueza del país en manos del estado; nacionalizando la banca, los grandes monopolios –Polar, CANTV,etc- y las empresas en crisis o a punto de cerrar (Venepal, CNV, Industrial de Perfumes y otras) bajo control obrero, expropiando las tierras ociosas y entregándoselas a cooperativas agrarias y a los pequeños campesinos para trabajarlas; negàndose apagar la deuda externa y dedicando esos fondos a impulsar las Misiones, los núcleos de desarrollo endògeno , etc.

Esto no se puede hacer con el actual estado, cuyas estructuras fundamentales todavía proceden de la IV Repùblica, es decir, son burguesas. Es necesario construir un estado de los trabajadores, basado en asambleas revolucionarias en las que la clase obrera y los sectores populares ,como decíamos antes, podamos elegir y revocar a nuestros representantes en cada barrio, parroquia, centro de trabajo y estudio, cuartel, etc. Estos representantes deberían unificarse a nivel local, estadal y nacional en una genuina Asamblea Nacional revolucionaria, cobrar lo mismo que los trabajadores a quienes representan para que no se burocraticen y rendir cuentas regularmente ante las bases revolucionarias (de modo que si no cumplen puedan ser sustituidos de forma inmediata).

Estas medidas , unidas a la instrucción militar del pueblo y la creación de milicias obreras y populares en cada fábrica y cada barrio para defender la revolución contra cualquier tentativa golpista o intento de intervenir del imperialismo, permitirían enterrar definitivamente el estado y la economía capitalista de la IV república y empezar a construir el socialismo, que no es otra cosa que la democracia participativa y protagónica hecha realidad y llevada a todos los terrenos , incluido el económico.





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