El día 30 de noviembre hubo en Italia una gran huelga general contra los recortes de Berlusconi a los presupuestos sociales. Convocaron todas las centrales sindicales y se celebraron manifestaciones en 70 ciudades en las que participaron bajo la lluvEl día 30 de noviembre hubo en Italia una gran huelga general contra los recortes de Berlusconi a los presupuestos sociales. Convocaron todas las centrales sindicales y se celebraron manifestaciones en 70 ciudades en las que participaron bajo la lluvia más de un millón de trabajadores. Se trata de la quinta huelga general contra el gobierno derechista de Berlusconi, hecho que demuestra su creciente aislamiento. Las centrales sindicales que anteriormente pactaban por separado con Berlusconi (CISL y UIL) fueron obligadas a convocar por la presión de su base y esta vez no pudieron boicotear la iniciativa de la CGIL, el sindicato mayoritario y de izquierdas. La patronal (Confindustria) también critica ahora la política de Berlusconi, pero por razones opuestas a las de los trabajadores.

Los sectores más golpeados por la Ley de Presupuestos de 2005 son la Universidad, el empleo público (3,3 millones de trabajadores tienen convenio caducado hace 10 meses), la sanidad pública y la educación secundaria. El paro fue convocado para 4 horas, pero en Nápoles y Salerno se extendió a 8 horas. 70.000 personas procedentes de muchas provincias del sur se manifestaron en Nápoles. A lo largo y ancho de la península decenas de colectivos obreros bajaron a la calle sumando sus reivindicaciones a las consignas de los sindicatos. La oposición al cierre y deslocalización de empresas y a los bajos salarios es el tema central de las pancartas obreras. El contexto es de miles de empresas italianas en crisis y de recesión económica. En Sicilia hubo 9 manifestaciones, una en cada capital de provincia, con fuerte participación de los trabajadores eventuales. La manifestación más grande fue la de Milán, la capital industrial del norte del país: 50.000 personas marchando bajo la lluvia. No hay sector industrial, de los servicios, público o privado que no haya sido sacudido por la huelga. En todo el país protestaban las decenas de miles de jóvenes trabajadores eventuales de las administraciones públicas y los cientos de miles de las fábricas.

¿Y ahora qué? El gobierno pende de un hilo. Los trabajadores saben por experiencia que las organizaciones políticas y sindicales no harán nada para que el gobierno caiga antes de las elecciones. Muchos lo han admitido en las entrevistas en los cortejos. Nuestra opinión es que la CGIL y los partidos de izquierdas, DS y Rifondazione Comunista, deberían comprender que ha llegado la hora de derrotar a la derecha con una huelga más dura. Una huelga general de 48 o 72 horas, declarada con este objetivo, acabaría con la pesadilla de las leyes reaccionarias de Berlusconi.


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