En las pasadas elecciones del 25 de junio en Bulgaria, el Partido Socialista Búlgaro (BSP, antiguo Partido Comunista) ganó las elecciones al frente de una coalición de izquierdas en la que se incluye al actual PC. El hasta ahora primer ministro (el eEn las pasadas elecciones del 25 de junio en Bulgaria, el Partido Socialista Búlgaro (BSP, antiguo Partido Comunista) ganó las elecciones al frente de una coalición de izquierdas en la que se incluye al actual PC. El hasta ahora primer ministro (el ex – rey Simeón II que cuando ganó las elecciones prometió “hacer ricos a los búlgaros en 800 días”) ha sido desalojado del poder sufriendo una humillante derrota (se ha quedado en el 19%) como castigo a su política de contrarreformas capitalistas como incluso reconocía el hasta ahora ministro de Asuntos Exteriores a la CNN: “Hemos pagado el precio político por la dolorosas reformas que hemos tenido que llevar a cabo para ingresar en la OTAN y en la Unión Europea”.

Una pensionista búlgara, al ser entrevistada en El País del pasado 25 de junio, afirmaba que no podía sobrevivir con pensiones tan míseras y que “sólo con el ingreso en la Unión Europea podría tener una pensión y un nivel de vida occidental”. Desgraciadamente, nada más lejos de la realidad. En el contexto de crisis general del capitalismo y de crisis actual de la propia UE, se está desarrollando un proceso de recortes para asegurar los beneficios de los capitalistas que amenazan la jornada laboral, los salarios, la carestía de la vida o el seguro de desempleo, y no en países como los orientales sino en ¡Francia y Alemania!, los hasta ayer vivos ejemplos del “estado del bienestar” patrocinado por los dirigentes sindicales y socialdemócratas. ¿Qué podríamos esperar de Bulgaria aunque fuese miembro de la Unión Europea? Más y peor, la continuación de las medidas que impone el Capital para asegurar su tasa de beneficios a costa de empeorar las condiciones de vida de la clase obrera.

Victoria de la izquierda: perspectivas

Desgraciadamente, aunque el BSP ha ganado las elecciones porque representa a los ojos de muchos trabajadores y pensionistas búlgaros las ventajas sociales de la economía planificada, sus dirigentes están a años luz de ofrecer las soluciones que se necesitan para acabar con la miseria, la pobreza y la inseguridad arrastrada tras la restauración capitalista. Su objetivo declarado ahora es un gobierno de “unidad nacional” para emprender las contrarreformas y ataques necesarios que les abran las puertas a ingresar en la UE, aunque también habrá que ver hasta que punto esto es posible en el contexto de la actual crisis comunitaria. Tras conocer su victoria, el dirigente socialista Stanishev afirmó que “la izquierda tiende la mano a todas las formaciones democráticas del nuevo parlamento” para “realizar la prioridad nacional que es la adhesión a la Unión Europea”.

La desilusión después de quince años de “democracia” es patente: la abstención ha superado el 46% mientras en los anteriores comicios sólo llegó al 32%. Y es que, según las últimas noticias incluso los dirigentes socialistas podrían pactar con el ‘partido del Rey’, como se conoce en Bulgaria al partido ‘Movimiento Nacional de Simeón II’. Esto demuestra la completa bancarrota de los antiguos dirigentes estalinistas y su total aceptación de la restauración capitalista y sus reglas. Además, la Comisión Europea ya ha presionado para la rápida formación de un nuevo gobierno que acelere las reformas necesarias para el ingreso en la UE (previsto para el 1 de enero de 2007), anunciando que si no las cumple retrasará la ampliación un año más. Es decir, el nuevo gobierno seguirá atado de pies y manos al Capital y sus exigencias.

No hay solución posible bajo el capitalismo

El BSP ha vencido sin duda por aparecer ante gran parte de las masas como “los comunistas”, repitiendo una situación que se ha dado con frecuencia en muchos países del Este de Europa, como Alemania oriental o recientemente Moldavia, en la antigua Unión Soviética. Desafortunadamente, esta situación tiene una doble cara: los gobiernos electos de los antiguos PC realizan la misma y salvaje política que los partidos de derechas reafirmando el proceso de restauración capitalista y todos los efectos que éste ha conllevado para la clase obrera de los antiguos países estalinistas: desmantelamiento de la educación y la sanidad, pensiones de miseria, inflación, bajada sin precedentes del nivel de vida, salarios bajos para la mano de obra empleada en las multinacionales inversoras, etc… Es la consecuencia de los intereses privados de los dirigentes “ex-comunistas”, estos burócratas de la vieja nomenclatura que hacían discursos citando a Lenin y “en defensa de la patria socialista” mientras se enriquecían y engordaban sus privilegios a costa del proletariado, y que en 1989-1991 fueron los primeros en saquear la propiedad de la clase obrera privatizando las empresas estatales y convirtiéndose en capitalistas. Si entendemos esto entenderemos el porqué de esta situación tan funesta para los intereses de las masas en los países del Este. Comprenderemos porque estos elementos se encuentran firmemente asentados en la lógica capitalista y por ello no ofrecen ninguna alternativa realista para solucionar los problemas del proletariado.

Sin duda hay numerosos trabajadores en Bulgaria y otros países del Este que miran hacia los partidos comunistas y sus sucesores ante la desilusión y odio que provoca el capitalismo. Es un síntoma el crecimiento de sus votos y apoyos en los últimos años en diversos países como la República Checa o Alemania Oriental. En estos países los trabajadores han pasado por la experiencia del estalinismo, que demostró que la economía planificada “necesita la democracia como el cuerpo humano el oxígeno”, en palabras de Trotsky. Después de quince años desde la caída del estalinismo también han comprobado como los actuales dirigentes de los PC y sus sucesores han aplicado las mismas políticas que las formaciones burguesas y han visto como se desvanecían todas las promesas de “una vida mejor” bajo el capitalismo. Esto permanecerá en la conciencia de los trabajadores y les ayudará a sacar conclusiones revolucionarias. Si como vemos los dirigentes no tienen alternativa y se limitan a defender el capitalismo y sus terribles reglas, la base debe armarse con el programa del marxismo y retornar a Lenin, para luchar por la economía planificada bajo su control democrático y así construir una sociedad en la que primen resolver las necesidades sociales y no los bolsillos de una minoría de parásitos.


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