El pasado 25 de abril los estudiantes de secundaria, bachillerato y formación profesional volvimos a salir a la calle, por séptima vez durante este curso, para rechazar las medidas que el Ministerio de Educación pretende imponer con su "Ley de Calidad". Más de dos millones de estudiantes paralizamos las clases ese día en todo el Estado, con un seguimiento de más del 80%, y decenas de miles salimos a las calles en más de 50 manifestaciones y concentraciones en Madrid, Bilbao, Vitoria, San Sebastián, Barcelona, Tarragona, Girona, Palma de Mallorca, Valencia, Zaragoza, Sevilla, Málaga, Granada, Córdoba, Albacete, Guadalajara, Valladolid, Ávila, Oviedo, Gijón, Avilés, Santiago de Compostela, Ourense o Vigo, entre otras, siendo las más destacadas las de Barcelona con 10.000 estudiantes, Valencia y Bilbao con 3.000 o Madrid con 2.000.
Nuevamente los jóvenes le hemos dicho al Gobierno del PP que no estamos dispuestos a acatar su política reaccionaria que sólo pretende adecuar el sistema educativo a un mercado laboral que busca, sobre todo, mano de obra poco cualificada y barata. Por eso, la derecha pretende —a través de medidas elitistas y segregadoras como son la prueba de reválida o los itinerarios académicos— expulsar a los estudiantes del sistema educativo lo antes posible, con baja cualificación, para nutrir a los empresarios de turno, y a la vez ahorrarse inversión en la enseñanza pública. Este es su objetivo, nada que ver con solucionar el fracaso escolar o dar más calidad a la enseñanza.
Cuando el 7 de marzo el Sindicato de Estudiantes convocaba huelga contra esta ley, el Ministerio no se cansaba de afirmar que éramos unos mentirosos, alarmistas y demagogos, que nuestra protesta no tenía sentido y que todavía no había una ley. Curiosamente, a los pocos días, el 11 de marzo, Pilar del Castillo hacía público el documento de bases de la futura "ley de Calidad". La salida a la arena de este borrador nos ha dado la razón y ha puesto de manifiesto que los únicos que mienten son ellos. Precisamente por eso el apoyo de padres y profesores a nuestra lucha es cada vez mayor.
Desde el Sindicato de Estudiantes defendemos una reforma de la educación en beneficio de la mayoría de la sociedad, en beneficio de los hijos de los trabajadores. Por eso exigimos un plan de inversión en la enseñanza pública que permita dignificar nuestros institutos reduciendo la masificación, contratando más profesores, eliminando los barracones, etc., para elevar el gasto público en educación hasta un 7% del PIB, al igual que los países que mejores resultados educativos tienen en Europa. Este es el primer paso para empezar a combatir el fracaso escolar, y no las medidas reaccionarias y elitistas que está lanzando el PP.
Si realmente quieren acabar con el fracaso escolar lo primero que tienen que hacer es reducir el número de alumnos por clase para que podamos recibir una educación más personalizada, que aumenten las plantillas de profesores, que haya profesores de apoyo para quien necesite más atención, que desaparezcan los barracones, que se acaben los no admitidos en la FP, etc. Y esto significa que inviertan dinero en la educación pública, todo lo contrario de lo que está haciendo el PP.
Continuar la lucha
La derecha ve con mucha preocupación la simpatía social que está creando la lucha estudiantil. Al fin y al cabo, la educación no es un problema que preocupa exclusivamente a los jóvenes sino también a los padres; los más interesados en una educación pública de calidad son las familias trabajadoras. Por eso la derecha ha utilizado todas sus bazas para tratar de impedir el éxito de la huelga del día 25. Muchas juntas directivas afines al PP han cercenado el derecho de huelga y manifestación a los estudiantes, como es el caso, a modo de ejemplo, de un instituto de Granada donde, a pesar de que la huelga se había votado mayoritariamente en asamblea por los estudiantes, el director la ha declarado "ilegal". O el caso del IES Galileo Galilei de Madrid, donde se ha amenazado a nuestros compañeros con que si iban a la huelga ni siquiera les permitirían hacer los exámenes. También han intentado utilizar de una forma patética a las Nuevas Generaciones del PP, que han enviado un fax a los institutos con insultos al SE y contra la huelga.
A pesar de todas estas maniobras, tenemos de nuestro lado a la mayoría de los profesores y de los padres y madres. Pero es necesario transformar este apoyo en organización y lucha.
En ese sentido el Sindicato de Estudiantes celebra que por fin se convoquen por parte de CCOO, UGT, STES, CGT y CEAPA movilizaciones unitarias de toda la comunidad educativa para el próximo 8 de mayo (el 27 de abril en Valladolid y el 26 de mayo en Catalunya), movilizaciones en las que nos volcaremos. Estas movilizaciones inician un nuevo período de confluencia en la calle de padres, profesores y estudiantes. La convocatoria de estas movilizaciones reflejan la presión y el sentimiento que existe por parte de muchos padres y profesores ¡hay que pasar a la acción de una vez!
Este curso ha sido intenso en movilizaciones, desde la lucha contra la LOU hasta la convocatoria del pasado 25 de abril contra la mal llamada ‘ley de Calidad’. Pero han sido fundamentalmente los estudiantes los que han salido a la calle. Si los dirigentes de sindicales hubiesen movilizado también a los profesores, el gobierno estaría ahora, como mínimo, en una situación mucho más delicada.
Saludamos que por fin se convoquen manifestaciones de toda la comunidad educativa, pero hay que tener claro que no serán suficientes para frenar los planes de la derecha, que se juega mucho con esta contrarreforma. La ‘ley de calidad’ es un pilar fundamental de la estrategia del PP de convertir la educación pública en algo meramente asistencial, en un gueto en el que retener a los hijos de las familias obreras antes de su entrada en el mercado laboral. Por eso desde le SE hemos insistido repetidamente en la necesidad de preparar ya y convocar una huelga general de toda la comunidad educativa, sería un paso fundamental para poder ganar esta batalla.
El derecho a una educación pública de calidad para la mayoría de la sociedad está en juego. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras la derecha se sale con la suya. Ahora es el momento de luchar, antes de que el Ministerio apruebe su ley. Sólo con la movilización masiva y decidida es posible parar sus planes educativos, planes que a su vez están íntimamente ligados a otras medidas, como la anunciada reforma del desempleo, de las pensiones, del convenio colectivo, de los partidos políticos, etc. Por eso consideramos necesaria la convocatoria de una huelga general de trabajadores de 24 horas, en la que los estudiantes participaríamos decididamente. En el terreno de la lucha social, en la calle, es cuando quedará evidente el aislamiento y debilidad de este gobierno. Es el terreno en que podemos pararles los pies al PP, es el terreno en el que podremos hacer valer nuestros derechos y reivindicaciones.