La llamada “rebelión de los banlieues1” ha recibido todo tipo de interpretaciones, pero el más generalizado ha sido el de de limitarla casi exclusivamente a un problema de inmigración e integración. Intentaron buscar motivos religiosos, pero no los eLa llamada “rebelión de los banlieues1” ha recibido todo tipo de interpretaciones, pero el más generalizado ha sido el de de limitarla casi exclusivamente a un problema de inmigración e integración. Intentaron buscar motivos religiosos, pero no los encontraron, intentaron buscar a bandas organizadas de delincuentes, pero tampoco las encontraron y finalmente, tuvieron que reconocer que eran las condiciones materiales de existencia las que estaban detrás de todo. Unas condiciones que sufre el conjunto de la clase obrera.

Una parte importante de los que participaron en esta explosión social eran franceses de origen emigrante, los hijos y los nietos de los miles de emigrantes procedentes de las antiguas colonias francesas en África, que llegaron en masa durante los conocidos como les trentes glorieuses (los treinta gloriosos) o después de la Segunda Guerra Mundial, cuando hacía falta reconstruir un país devastado y una mano de obra mermada por las bajas derivadas del conflicto bélico. Para alojar a todos estos emigrantes se construyeron barrios en los extrarradios de las grandes ciudades francesas, ciudades dormitorio como las que podemos ver en cualquier gran ciudad destinadas a albergar a la clase obrera y con escasa infraestructura y malas comunicaciones.

Esta situación se ha ido agravando con la política reaccionaria llevada a cabo por el gobierno de la derecha. Durante los últimos años han ido reduciendo paulatinamente las ayudas destinadas a estas zonas y aquellos sectores sociales más desprotegidos. Cada año han reducido un 20% el dinero destinado a cuestiones sociales en los barrios obreros, se han cerrado centros culturales, se ha reducido el dinero destinado a la formación de jóvenes en paro y un largo etcétera. Incluso se eliminó la policía de barrio que trabajaba en estas zonas con los jóvenes y se ha sustituido directamente por los gendarmes y las fuerzas especiales, con el único objetivo de reprimir e intimidar.

Según datos oficiales en Francia hay 700 barrios en estas condiciones, barrios que albergan a los trabajadores, con una población mayoritariamente joven y con tasas de paro que rondan entre el 40 y el 50%. Los jóvenes que tienen la suerte de encontrar un empleo sólo consiguen trabajo temporal y mal remunerado que no les permite independizarse. El 70% de los nuevos contratos son temporales y el 50% de éstos duran menos de un mes, los jóvenes son los que consiguen 4 de cada 5 de estos contratos.

En lugar de empleo los jóvenes se han encontrado con represión. Según la Comisión Nacional de Seguridad Deontológica2, en 2004 la violencia policial aumentó un 38% y en un tercio de los casos los motivos de esta violencia policial eran racistas. Además este año Amnistía Internacional denunció “la impunidad general” con la que opera la policía francesa.

¿Libertad, igualdad

y fraternidad?

También ha quedado en evidencia lo que realmente significa para la clase dominante francesa el lema de la república: “libertad, igualdad y fraternidad”. Su verdadero carácter democrático, recurriendo a una ley colonial de 1955 que permite a los prefectos decretar el toque de queda, prohibir manifestaciones y reuniones, eliminar la libertad de expresión y prensa, autorizar los registros policiales arbitrarios, etc. Lo más escandaloso es que cuando se aplicó por primera vez durante tres días ¡todos los partidos del parlamento votaron a favor incluida la izquierda! Después, cuando ya la situación estaba en calma y la derecha proponía ampliarla durante tres meses, entonces sí votaron en contra. Era evidente que con el argumento de la seguridad la burguesía quería ampararse en la represión legal para afrontar los salvajes ataques contra la clase obrera francesa que se han anunciado.

El gobierno sigue adelante con la privatización de las empresas eléctrica y de gas, lo que ha provocado ya varias huelgas y manifestaciones de los trabajadores. En el sector público se han anunciado movilizaciones tras conocer que el gobierno sólo ofrece una subida salarial del 1,5%. El 21 de noviembre se convocó una huelga indefinida del transporte ferroviario. Después de dos días de huelga el gobierno dio marcha atrás y dijo que no privatizaría. También ha habido huelga de profesores, de los trabajadores del Metro de París y transporte urbano. Todas las semanas en París hay manifestaciones por distintos conflictos laborales. Lo último es que la patronal y el gobierno quieren reducir las prestaciones por desempleo a casi la mitad de tiempo y que ahora sólo cubren al 50% de los parados. La CGT ya ha dicho que es inaceptable y que no firmará, pero sigue sin dar el paso de convocar una huelga general.

Rechazo al sistema

Cuando analizamos las causas de la victoria del “no” en el referéndum de la Constitución Europea, señalábamos el proceso de radicalización y toma de conciencia que se estaba produciendo en la sociedad francesa. El “no” era una expresión de rechazo a años de políticas antisociales, años de recortes sociales y pérdida de poder adquisitivo y que los trabajadores, correctamente, identificaban con la política que está poniendo en práctica la clase capitalista tanto en Francia como en el resto de Europa.

En ese sentido, el 4 de noviembre Libération publicaba, en un artículo titulado “El capitalismo no tiene quórum en Francia” una encuesta muy significativa. “El sondeo… es absolutamente categórico: según los resultados de la encuesta, la opinión pública rechaza el capitalismo con una representación próxima a los dos tercios. El liberalismo económico tampoco lo lleva mucho mejor. El socialismo parece la única opción (por poco) mayoritaria en el país (con un 51% del resultado)”. Según el director de LH2 Opinion, la empresa encargada de la encuesta, lo más significativo es “la amplitud del malestar suscitado por el concepto de capitalismo”. Un 41% de los encuestados describen el capitalismo como “la explotación del hombre por el hombre”, y un 45% como “la acumulación de riqueza” por un número reducido de personas.

Más adelante el artículo comenta: “Ninguna pregunta hacer prever que el anticapitalismo se extienda más entre las generaciones que vivieron la confrontación entre capitalismo y comunismo: los jóvenes entre 18 y 34 años se oponen frontalmente al sistema (60%), casi tanto como los mayores. Cantera de protestas para el futuro que ya desde ahora se deja ver”, una buena conclusión.

1. Banlieues: suburbios.

2. Deontología: parte de la ética que trata de los deberes y principios que afectan a una profesión, por ejemplo deontología policial.


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