¡Los sindicatos deben convocar ya una nueva huelga general de 48 horas!

Una gran oleada de movilizaciones obreras y populares contra el gobierno ha coincidido en el tiempo con las escandalosas revelaciones de corrupción que muestran al desnudo la completa putrefacción del capitalismo brasileño y sus instituciones. El presidente Michel Temer está contra las cuerdas y podría caer.

Tras el golpe de Estado institucional que desalojó a Dilma Rousseff del poder, el nuevo gobierno de Temer anunció una batería de ataques a los trabajadores sin precedentes desde los años 90. En estos momentos están en tramitación una reforma laboral que fomenta masivamente la subcontratación y otra de las pensiones que retrasa la edad de jubilación a los 65 años y exige requisitos para jubilarse imposibles de cumplir para millones de trabajadores.

La clase obrera respondió a estos ataques con movilizaciones en todas las ciudades y con una masiva huelga general el pasado 28 de abril. A pesar de que los dirigentes sindicales no anunciaron una nueva convocatoria de huelga, el gobierno acusó el golpe y comenzaron los desgajamientos entre los grupos parlamentarios que le dan apoyo. Y en medio de todo esto estallaron casos de corrupción que comprometen decisivamente a Temer y a toda una legión de diputados, ministros y cargos públicos en general.

Corrupción orgiástica

No hay calificativos para describir la magnitud del escándalo de corrupción que está emergiendo en Brasil. A finales de mayo Ricardo Saud, director del gigante cárnico JBS, declaró ante la justicia que financiaron las campañas de 1.829 candidatos de 28 partidos políticos en Brasil mediante sobornos millonarios. Este escándalo viene precedido del desatado tras la declaración de los 77 ex-ejecutivos de la constructora Odebrecht, implicada en un gigantesco caso de corrupción de la petrolera estatal Petrobras y que ya supuso el encarcelamiento de decenas de cargos políticos. Y el 18 de mayo salieron a la luz grabaciones en las que Michel Temer autoriza que se siga sobornando al ex líder del Congreso, Eduardo Cunha, para comprar su silencio. Todo esto es un auténtico esperpento: Eduardo Cunha, el sobornado, que se encuentra en prisión y enfrentado a una pena de 15 años, fue el responsable de iniciar el proceso de impeachment contra Dilma Rousseff acusándola, cómo no, de corrupta.

El capitalismo sólo puede funcionar en base a la corrupción legal e ilegal. Por eso, ya sea Brasil, México, el Estado español o Francia, la necesidad de democratizar y limpiar a fondo las instituciones, una demanda hondamente sentida por la población, implica inevitablemente derribar una fachada de democracia burguesa que esconde la dictadura implacable del gran capital. Pensar en una depuración democrática efectiva de las instituciones, manteniendo al mismo tiempo el poder de los capitalistas, es una utopía reaccionaria. Mientras en Brasil una minoría de oligarcas tenga en sus manos el control de la tierra, la industria y la banca, dispondrán de los medios para comprar cuantas voluntades políticas precisen. Por tanto, la lucha contra la corrupción es parte de un combate más amplio por un cambio radical y socialista.

'Direitas Já!'

Tras la huelga general, los sindicatos convocaron una masiva marcha a Brasilia el pasado 24 de mayo. 100.000 trabajadores y jóvenes movilizados por la izquierda, y llegados de todos los rincones del país, tomaron la capital y sufrieron la represión de la Policía Militar. En su desesperación, Temer ordenó la intervención del ejército, y poco después tuvo que revocar esta orden, inédita desde la democracia, reflejando su extrema debilidad.

La situación de este gobierno fraudulento es agónica. La propia burguesía baraja deshacerse de Temer para evitar males mayores. Para el movimiento obrero, tumbar a este reaccionario es muy importante y posible. Pero no basta. Los capitalistas ya trabajan con esa hipótesis y traman su sustitución “constitucional” por otro títere que lleve a cabo lo que es vital para ellos: la aprobación de la reforma laboral y de las pensiones.

Ante esta situación, el movimiento ha pasado de la consiga “Fóra Temer” a la de “Direitas Já!”, exigiendo la celebración de elecciones (directas). La burguesía trata de impedirlo, ya que el eje central sobre el que tendrían que posicionarse los diferentes candidatos es el de su acuerdo o no con las odiadas contrarreformas de Temer.

La caída de Temer, la convocatoria de elecciones e incluso la retirada de las contrarreformas laboral y de pensiones están al alcance de la mano. La gravísima crisis política y la disposición a la lucha por parte de los trabajadores lo hacen posible. Pero es imprescindible que los dirigentes sindicales organicen y unifiquen la lucha. Es urgente la convocatoria de una nueva huelga general, pero esta vez de 48 horas, que exija la caída de Temer (que es una demanda a gritos), la eliminación de las contrarreformas, el encarcelamiento de todos los corruptos y la convocatoria de elecciones generales. Y dar pasos efectivos en la construcción de un frente único de toda la izquierda revolucionaria, como están defendiendo nuestros compañeros de la LSR (Liberdade, Socialismo e Revolução, la sección brasileña del CIT, http://www.lsr-cit.org).


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