conquistas sociales
El triunfo de la revolución en Cuba significó un impresionante avance en las condiciones de vida de la población. Antes de 1959 la situación social del pueblo cubano era deplorable. La sanidad y la educación eran un privilegio de una minoría. En la práctica el país era una colonia de EEUU, destinado a proveerle azúcar y minerales, mientras la burguesía local hacía suculentos negocios con el juego y los burdeles de lujo para los turistas de alto poder adquisitivo. El pueblo era tratado con mano dura y con desprecio.
Entre 1961 y 1964 el analfabetismo se redujo al 3,9% de la población, en la época del dictador Batista alcanzaba el 23,69%. En 1958 había un millón de analfabetos absolutos, más de un millón de semi analfabetos, 600.000 niños sin escuelas y 10.000 maestros sin trabajo. A los pocos meses del triunfo ya había más maestros rurales que en toda la historia del capitalismo en Cuba. El año de la revolución había unos 14.000 universitarios —la mitad de los cuales abandonó el país—, en 1990 habían entrado en la enseñanza superior 560.000 estudiantes.
El gasto en salud pública antes de la revolución era de veinte millones de pesos, en 1975, se había elevado a 400 millones, veinte veces superior al de 1959. En ese año el país sólo contaba con una escuela de medicina, que graduaba alrededor de 300 médicos por año, muchos de los cuales se quedaban sin trabajo. En la década de los 70 se habían creado ya cinco escuelas y se licenciaban más de mil médicos al año. Mientras que la expectativa de vida antes de la revolución era de 55 años, tras la supresión del capitalismo en la isla ésta se elevó a 751.
A toda la basura demagógica del imperialismo y de los ideólogos del capitalismo contra Cuba hay que contraponer la realidad con datos y cifras. Es muy clarificadora la situación social de Cuba con el de los países de la región. Este es el cuadro basado en datos de la CEPAL2.
Es significativo que incluso en indicadores como esperanza de vida y tasa de mortalidad infantil, considerando el periodo 1995-2000, Cuba presente cifras superiores a las de Argentina, Brasil y Venezuela, con un nivel de desarrollo económico sensiblemente superior.
El punto clave para los avances sociales de la revolución cubana fue la abolición del capitalismo y la instauración de la planificación de la economía. La transformación de las relaciones sociales de producción en la isla fueron determinantes para las mejoras sociales pero también para la base de apoyo político del régimen que se instauró con la revolución de enero de 1959.
De la toma del poder
al enfrentamiento
con el imperialismo
No deja de ser paradójico que lo que todavía hoy es la conquista más seria de la revolución, la economía planificada, sobre la que han descansado todos sus avances sociales y la propia estabilidad del régimen, no estuviera en el programa de la guerrilla del Movimiento 26 de Julio. Algo de eso adelantamos en la primera parte del artículo.
El Movimiento 26 de Julio no era en absoluto un movimiento de carácter socialista. Era un movimiento nacionalista compuesto fundamentalmente por sectores de las capas medias radicalizadas que luchaban contra la dictadura de Batista y la subyugación humillante del país al imperialismo de EEUU. Era también un movimiento muy heterogéneo y como era inevitable, la presión de la lucha política y las presiones de clase, dividió la organización entre el ala más conciliadora y el ala más radicalizada. En ese último sector estaba Fidel y el Che, que además eran los verdaderos dirigentes de la guerrilla y los que más exponían su pellejo. En un momento determinado, aproximadamente un año antes de la revolución, Fidel tuvo que desautorizar públicamente a aquellos miembros del Movimiento 26 de Julio que habían llegado demasiado lejos en sus intrigas con la oposición burguesa y que estaban haciendo demasiadas concesiones a las presiones del imperialismo. El imperialismo, ante la más que probable caída de Batista, ya estaba tanteando los candidatos a la sucesión y había en la dirección del 26 de Julio anticomunistas declarados.
El plan de Fidel era el más radical, quería provocar una derrota nítida del régimen y evitar cualquier maniobra por arriba que permitiese a los militares o al imperialismo determinar el futuro político de la isla o desplazando a un segundo plano al movimiento guerrillero. Pero eso no significaba que tuviese en su cabeza, en aquel momento, la perspectiva de una cuba socialista.
El propio Che, que estaba situado claramente a la izquierda del movimiento revolucionario, cuando le preguntaron, cinco años después de la revolución, si en Sierra Maestra había previsto que la Revolución Cubana tomaría una dirección tan radical, contesta: “Lo sentía intuitivamente. Desde luego no se podía prever el rumbo que tomaría la revolución ni la violencia de su desarrollo. Tampoco era previsible la formulación marxista-leninista… Teníamos una idea más o menos vaga de resolver los problemas que veíamos claramente y que afectaban a los campesinos que luchaban con nosotros y los problemas que veíamos en la vida de los obreros”3.
Hay muchísimos más testimonios de Fidel y del Che que confirman esa idea.
El fin del capitalismo
en Cuba
Cuando pacta la rendición de Santiago Fidel le toma juramento al magistrado Manuel Urrutia, que se convertiría en el primer presidente después de la revolución. Como plantea Taibo II en su libro El Che, era “un gobierno en el que domina la oposición burguesa, con incrustaciones del 26 de Julio y del que están ausentes las dos fuerzas aliadas al 26 de Julio: el PSP y el Directorio” (el subrayado es nuestro). H. Thomas, en la obra citada, comenta: “Las medidas de Urrutia, sin embargo, se limitaron a proponer la liquidación del juego y de los burdeles”. En realidad el gobierno de Urrutia era un gobierno burgués suspendido en el aire, completamente desprovisto de un aparato estatal y por tanto de cualquier capacidad de decisión real, que estaba en manos de la guerrilla, ya que el Estado burgués se había desintegrado completamente. Fue un gobierno efímero, que sucumbió rápidamente a las tensiones de clase que desató el proceso revolucionario.
Para las masas el término revolución significaba una transformación radical de sus condiciones de vida. Para satisfacer las enormes presiones desde abajo — que incluyeron huelgas por incremento salarial, manifestaciones de despedidos bajo el gobierno de Batista reivindicando su readmisión, etc. — el régimen surgido de la revolución tomó medidas como el congelamiento y rebaja de los alquileres, congelamiento de las tarifas, crea el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), etc.
La presión desde abajo se daba al mismo tiempo que una creciente hostilidad del imperialismo. En realidad eran dos fenómenos interrelacionados. Lo que temía el imperialismo era que el gobierno, presionado por las masas, acabase poniendo en peligro sus intereses en la isla. Presionaron duramente a la burguesía cubana para que atacase duramente a Fidel, advirtiéndole que sus beneficios no eran más que migajas del negocio principal que las grandes multinacionales mantenían en la Isla. Además, ¿a santo de qué el imperialismo iba a consentir una democracia burguesa, con total libertad de acción para el partido comunista, en uno de los jardines más mimados de su patio trasero? Así, la hostilidad creciente del imperialismo y de la burguesía cubana, por un lado, y las exigencias de las masas pobres de la ciudad y del campo (que eran la base de sustentación de los guerrilleros en el poder) acabaron por provocar una dinámica de medidas (del imperialismo) y contramedidas (del gobierno revolucionario) que acabó con el fin del capitalismo en la isla.
El imperialismo, ya en enero de 1959 empezó a organizar un griterío en la prensa norteamericana por los fusilamientos a los torturadores del régimen de Batista pero la primera crisis seria se produce ante la negativa de las multinacionales, presionadas por el gobierno de EEUU, a refinar el petróleo. Eso provoca la intervención del gobierno cubano en las refinerías. Como respuesta EEUU bloquea la exportación de petróleo de Venezuela a la isla. Cuba reacciona con la decisión de comprar todo el petróleo a la URSS. La administración norteamericana no se hace cargo de la cuota de azúcar que tenía previsto importar, fundamental para la economía cubana, la URSS se ofrece a comprarla.
Las tensiones del imperialismo con el gobierno cubano se ponen al rojo vivo. Este último pasa de las intervenciones a las nacionalizaciones, no sólo de las multinacionales sino de las principales empresas de capital nacional. Hacia finales de 1960 el capitalismo quedó prácticamente eliminado en Cuba. EEUU lanza el boicot comercial a la isla e inicia los preparativos de invasión militar. Eso crea un clima de movilización social en la isla impresionante. Castro se tiene que basar en las masas para hacer frente al boicot, al sabotaje y los planes de invasión de EEUU.
Finalmente la invasión se produce, en abril de 1961, en la Bahía Cochinos. Sintiendo que las conquistas de la revolución están en peligro hay una auténtica movilización popular para frenar la invasión. Se produce una dura competencia entre las distintas milicias revolucionarias para ganarse el honor de ser los primeros en aplastar a la reacción. El pueblo, los 200.000 milicianos armados, comprendían muy bien que la victoria de los invasores significaba el fin: la vuelta de la servidumbre al terrateniente, al hambre, a una vida prácticamente animal, al asesinato y a las torturas de los esbirros de los poderosos. La catástrofe que sufre el imperialismo es completa: en dos días, de 1.400 participantes en la frustrada invasión, 1.200 fueron hechos prisioneros.
Es en este contexto cuando, el 16 de abril, durante el entierro de las primeras víctimas de milicianos, Castro habla por primera vez de la “revolución socialista’’. El Primero de Mayo de 1961 el carácter socialista de la revolución cubana es anunciado de forma masiva.
En Cuba no había ningún margen para un capitalismo próspero, con un desarrollo económico no supeditado al imperialismo norteamericano. Fidel y Che rectificaron a tiempo las limitaciones de su programa inicial. Si tuvieron un margen tan grande para cambiar de orientación sin que la contrarrevolución aplastara su movimiento, o incluso el mismo hecho de que llegaran al poder sin un programa marxista revolucionario, fue por toda una serie de circunstancias excepcionales que hemos tratado de apuntar en este y en el anterior capítulo sobre la revolución cubana. Si algún sentido tiene sacar las lecciones de la revolución cubana es que su futuro, hoy, 45 años después, depende en gran medida del triunfo de la revolución socialista en América Latina y en el mundo.