Coordinador del Movimiento de las Fábricas Ocupadas de Brasil y miembro de la Dirección Nacional del PT
El Militante.- La prensa burguesa presenta a Brasil como un modelo esperanzador de desarrollo económico. ¿Cuál es la situación en este punto?
Serge Goulart.- El aspecto central de la política económica de Lula es transformar Brasil en un gran exportador agromineral. Ese es el objetivo del Plan de Aceleración de Crecimiento del gobierno. Esta política se hace a costa de la producción industrial y hace más vulnerable la economía brasileña a los precios internacionales de las materias primas.
Asociado al fomento de la exportación de minerales y productos agrícola se está produciendo un acelerado proceso de compra de tierras en Brasil, con una destacada participación de empresas de EEUU ligadas a la producción de etanol. Se está dando un proceso de revalorización y concentración de tierras, en un país donde la posesión de la tierra es ya tremendamente desigual.
Para tranquilizar a la Banca y cuadrar los desequilibrios financieros del Estado el gobierno de Lula lanzó desde el principio un duro plan de contención de gastos públicos. Ahora mismo Brasil tiene una deuda externa de 200 mil millones de dólares y el gobierno tiene unas reservas de 200 mil millones. Esta situación de equilibrio nunca se ha dado antes. Sin embargo, el problema de la deuda persiste. Con la desvalorización del dólar frente al real brasileño se ofreció la posibilidad de cambiar los títulos de deuda que estaban en dólares por títulos en moneda nacional, a unos tipos de interés mucho más atractivos para los especuladores. Gran parte de la deuda externa se ha transformado en interna, pero sigue ahí y crece a un ritmo bestial, de un 14% al año.
El tiempo que lleva Lula en el gobierno ha coincidido con una situación de gran liquidez internacional e incremento del precio de las materias primas pero esta situación no se va a mantener indefinidamente, como los síntomas de recesión mundial están poniendo en evidencia.
EM.- En el plan político, ¿cual está siendo el papel de Lula en el escenario internacional?
SG.- Lula pretende jugar el mismo papel que Mandela hizo en África. Quiere ser el estabilizador de toda América Latina. Ya trata a Bush de "compañero" y no se produce el más mínimo reproche a su política. El ejército brasileño comanda las tropas de ocupación de Haití, en clara misión imperialista. Como hemos visto, la política económica está en completa armonía con los intereses del imperialismo norteamericano.
EM.- ¿Ha habido algún cambio en la orientación del gobierno en esta segunda legislatura?
SG.- Es importante señalar una situación contradictoria. En las elecciones presidenciales de noviembre de 2006 Lula tuvo dificultades para ganar a su rival de la derecha en la primera vuelta. En la segunda vuelta tuvo que apelar a un discurso más clasista, hablar de pobres y ricos, recordó que la oposición era la que había privatizado toda la riqueza de Brasil. Ese mensaje produjo un vuelco en la situación y le permitió ganar con contundencia. Es un dato revelador del ambiente de fondo que hay en Brasil. Sin embargo, en la práctica, la política del gobierno en la segunda legislatura está siendo de un profundo y acelerado giro hacia la derecha. Se ha reforzado la coalición con dos partidos burgueses, PMDB y PP, que fueron creados por la dictadura.
Desde septiembre se ha dado un giro privatizador muy fuerte, afectando a todas las carreteras federales, a los ferrocarriles, centrales hidroeléctricas, líneas de transmisión de energía, etc. Incluso ha iniciado la privatización de la propia selva amazónica. Irónicamente, el mismo día 21 de septiembre, el Día del Árbol en Brasil, se aprobó el alquiler de la Floresta Nacional de Jaraima por un periodo de treinta años.
También se está atacando muy duro a la clase obrera. Se han puesto en marcha dos proyectos de reforma de la Seguridad Social, de cara a su privatización e incrementando la edad de jubilación a los 70 años. Se están quitando derechos reconocidos en el Código Laboral y elevando a la categoría de normas sentencias judiciales desfavorables para los trabajadores. Incluso se quiere imponer una medida que desató una huelga general contra el ex presidente Fernando Henrique Cardoso: tendrá mayor valor legal lo acordado entre los sindicatos y los patronos que lo determinado por la ley. Así se podrán establecer jornadas laborales y condiciones de trabajo sin ningún tipo de límite legal.
Es en este marco de giro hacia una confrontación mayor con el movimiento obrero donde hay que situar la brutal intervención policial contra las fábricas ocupadas en Brasil, particularmente la ocupación policial de CIPLA.
Lula debe cambiar radicalmente de política, rompiendo su coalición con la burguesía y constituyendo un verdadero gobierno de los trabajadores.
EM.- ¿Por donde se puede romper la situación de relativa estabilidad que hay en Brasil, sobre todo en relación a otros países de América Latina?
SG.- La victoria de Lula frente a Cardoso expresó un profundo giro hacia la izquierda en la sociedad brasileña. Lula está utilizando su enorme autoridad, acumulada en el pasado, para hacer una política de derechas, favorable a los capitalistas y al imperialismo. Sin embargo los choques fundamentales y generales con el movimiento obrero aún no se han producido. En la pasada legislatura se impulsó la primera reforma de la Seguridad Social y se encontró con una fuerte movilización de los funcionarios. Luego el gobierno no se atrevió a seguir por el camino de la confrontación directa, prefirió esperar la segunda legislatura para reanudar más "reformas" y en este punto estamos; pero todavía no hay una percepción clara por parte de las masas, de la envergadura de estos ataques.
A esta situación se suma una coyuntura económica relativamente favorable, que da un cierto margen al gobierno y sobre todo, la falta de una alternativa marxista, revolucionaria, con una fuerte implantación en el movimiento, pero esta es la tarea en la que estamos.
EM.- ¿Qué efectos está teniendo la revolución venezolana en la situación política en Brasil?
SG.- En primer lugar la clase dominante brasileña ha lanzando una campaña muy intensa de desprestigio de Chávez y todo lo que representa la revolución bolivariana. Recientemente, la revista Veja, muy influyente, publicó una portada teñida de rojo, en la que se veía a Chávez arengando a las masas, y con el título "La sombra de un dictador". En el interior se dedicaban diez páginas venenosas contra "el rojo loco". Todo eso no es gratuito, indica una preocupación.
Hay una anécdota muy sintomática de la situación: en la apertura de los juegos panamericanos Lula intentó por varias veces dirigirse a la gente que abarrotaba el estadio. No pudo hacerlo por los pitidos y abucheos. Sin embargo, cuando se anunció por megafonía la presencia de la delegación de Cuba hubo una explosión de alegría, de aplausos, de apoyo. Y cuando se anunció la de Venezuela aquello era ya una locura, un delirio de solidaridad. Eso indica el verdadero ambiente, profundo, que existe en las masas. Tarde o temprano esto tendrá una expresión política y organizada.
No se puede perder de vista que estamos en una situación convulsiva, cualquier accidente puede tener grandes consecuencias. No es una situación de estabilidad a largo plazo. Otro factor a tener en cuenta en la situación es que, a pesar de las apariencias, el aparato del PT es realmente débil, no está asociado, como ocurre con los partidos obreros tradicionales en Europa, a grandes conquistas sociales en el pasado. Así que el aparato es fuerte pero también frágil ante un cambio de la situación.
La perspectiva para Brasil es de revolución, de entrada de las masas en acción, que se asentará sobre un poderoso movimiento obrero y campesino. Es para lo que tenemos que prepararnos.