La izquierda colombiana está tratando de reagruparse, después del golpe que significó la ejecución sistemática de la Unión Patriótica —partido de izquierdas con gran apoyo popular a finales de los 80—, con más de tres mil miembros asesinados por militares y paramilitares. El Frente Social y Político (FSP) es un proyecto que reúne a todos los colectivos de izquierda, aunque muy variopinto, y ha logrado rentabilizar entre los sectores de izquierda que se habían visto obligados a la abstención.
De cara a los comicios presidenciales del 26 de mayo el FSP se la juega con Lucho Garzón, fue secretario de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), una de las centrales obreras. Es su primera incursión en la política y su programa es más bien reformista, llama a la economía mixta y lo único que propone claramente es hacerle frente a las políticas neoliberales.
En la otra orilla está Álvaro Uribe Vélez, que representa todo lo que los paramilitares necesitan en la presidencia: es ganadero y ampliamente conocido por los paras, y cuenta con la confianza de la embajadora de USA, Anne Patterson. Cuando fue gobernador de Antioquia, ante el peligro que estaba representando el aumento de la insurgencia y atendiendo a la solicitud de la pequeña burguesía ganadera, articuló una especie de grupos armados de autodefensa, llamados Convivir —paramilitares bajo el amparo de la ley—. Estos fueron desintegrados después de un largo debate. En su programa electoral hay una propuesta con las mismas características de las Convivir. Aunque muy tímidamente, la Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Mary Robinson, aunque muy tímidament, denunció que "algunos candidatos políticos parecen tolerar las actividades paramilitares, tal como lo demuestra la propuesta presentada por uno de los principales candidatos, de armar a un millón de civiles". El ascenso de Uribe a la presidencia promete un derramamiento de sangre, con la complicidad de los intereses y del imperio que pararepresenta, sólo comparable con el de El Salvador en los 80.
La construcción de un partido de clase supone un paso adelante pero solo logrará conectar con las masas desfavorecidas, que han roto con el bipartidismo, con un programa verdaderamente revolucionario que solucione sus problemas.