Un verdadero fenómeno político y social ocurrió el pasado domingo 26 en Caracas durante la movilización popular convocada para el cierre de campaña en la ciudad capital. He de atestiguar que en los ocho años de proceso revolucionario en que hemos visto los caraqueños tantas y tantas movilizaciones políticas que mis ojos jamás habían visto algo parecido.

La campaña electoral había transcurrido en forma inusualmente serena. El Presidente Chávez ha venido cumpliendo una apretada agenda de visitas a las diferentes ciudades y pueblos del país así como en los barrios populares de Caracas apreciándose en todas ellas un eufórico desbordamiento por las calles y avenidas por donde circula montado en un camión saludando al pueblo revolucionario, en medio de cientos de banderas rojas y tricolores así consignas y cantos revolucionarios. No obstante el comportamiento de los revolucionarios en la vida cotidiana, había venido siendo discreto y sereno, apreciándose un clima mas tranquilo en relación a los días del referéndum.

Pero la derecha en las últimas semanas ha acrecentado su campaña histérica y disociadora entre sus seguidores haciéndoles ver a través de los medios de comunicación que su candidato lacayo sube y sube en las encuestas y el Presidente baja y baja. Esta estrategia comunicacional realmente logró cohesionar a las desmoralizadas bases de la derecha constituida fundamentalmente por sectores ricos y de capas medias de la población apreciándose en las últimas concentraciones de la oposición una mayor presencia y entusiasmo.

Igualmente como producto de la campaña mediática disociadora se venia apreciando en los últimos días un envalentonamiento de los seguidores de la oposición en la calle, reuniones sociales y puestos de trabajo. Pero la gota que al parecer derramó el vaso fue una inmensa concentración que organizó la oposición el día sábado en un tramo del sector este de la principal autopista de Caracas donde se concentran la mayoría de las urbanizaciones de ricos y clases medias altas de la capital que de alguna manera rememoraba la concentración que realizaron el día 11 de abril de 2002 y que posteriormente fue desviada hacia el Palacio de Gobierno con el desenlace que todos conocemos. El mismo lugar, la misma escenografía, la misma histeria lacaya y fascistoide.

Perro volviendo a mi testimonio. Por razones familiares me tuve que trasladar a la vecina ciudad de Maracay a 1 hora y media de Caracas con la intención de regresarme en mi vehiculo el domingo por la mañana para asistir a la concentración con los camaradas de la CMR. Salí de Maracay a las 8 de la mañana y solo me fue posible llegar a la Avenida Bolívar de Caracas a las ¡2pm!. No pueden imaginar los cientos y cientos de autobuses y vehículos de todo tipo que atiborraban la autopista, repletos de gente con banderas y franelas rojas, que eufóricos iban cantando consignas sin cesar.

De los innumerables caseríos que se encuentran a lo largo de la vía, salían cientos de personas con afiches del comandante Chávez a saludar a los vehículos que circulaban. La autopista colapso faltando 20 Km para entrar a Caracas, y ningún vehiculo se podía mover, por lo que la gente en su afán por llegar al centro de Caracas se bajaban y caminaban por la autopista para llegar a la ciudad. Impresionado ante lo que estaba viendo, logre meterme por una vía alterna montañosa que poca gente conoce y logré entrar a Caracas por el populoso sector llamado El Valle. Para mi asombro la mayoría de las personas que deambulaban por la calle andaban con franelas, boinas y camisas rojas como la cosa más normal todavía a kilómetros del centro. De los balcones pendían banderas y afiches de Chávez.

En las esquinas de se observan numerosos grupos de personas vestidas de rojo gritando consignas resignados a no poder llegar a la Avenida Bolívar por el colapso de la ciudad. Mientras buscaba alguna vía alterna que me acercara, comencé a escuchar el discurso del Comandante Chávez el cual comenzó a las 12:30. Pude escuchar a través de la radio el estruendoso rugido de la multitud que desde tempranas horas colmaba las 5 principales avenidas del centro capitalino: Bolívar, Fuerzas Armadas, México, Urdaneta, Universidad.

Resignado y mientras hacia malabares para estacionar mi vehiculo y tomar el metro. Escuche al Presidente hablarle a la masa lleno de entusiasmo y fuego revolucionario. Mandó a hacer silencio en la avenida Bolívar, y pidió una a una el rugido de cada una de las avenidas circundantes totalmente colmadas, era impresionante escucharlo.

Alertó el presidente sobre las posibles amenazas del imperialismo ante la eventualidad de la tremenda derrota que van a sufrir el próximo Domingo. Les hizo un llamado a los seguidores de la oposición sobre todo a los padres de familia, a no dejarse llevar por la locura de los dirigentes de la derecha que iban a tratar a impulsarlos a desconocer el triunfo revolucionario y a tentarlos a salir a las calles a provocar violencia. Invitó a votar tranquilos y en familia, todos, y a esperar serenos los resultados en la noche.

Cuando por fin logré llegar a una de las bocas del Metro, me decepcioné al ver a millares de personas que venían de vuelta. Les pregunte que si era que el Presidente había dejado de hablar, y me decían que no, que era que los niños estaban ya cansados y con hambre y se iban a comer. Los restaurantes, los bares, toda, toda la ciudad estaba llena de gente con piezas de vestir rojas. Hombres, mujeres, niños, abuelos de todas las razas, deambulaban por toda la ciudad. Realmente era algo alucinante. Nunca visto.

Cuando al fin logre llegar a la Avenida Bolívar ya eran las 3 de la tarde, habían pasado 7 horas desde que salí de Maracay. Me quedo como consuelo la avalancha que se produjo cuando el Presidente se retiraba en el camión en medio de la locura popular.

No cabe duda que el pueblo reaccionó ante la provocación de la derecha y produjo ese fenómeno que jamás mis ojos podrán olvidar.

window.dataLayer = window.dataLayer || []; function gtag(){dataLayer.push(arguments);} gtag('js', new Date()); gtag('config', 'G-CWV853JR04');