Otro paso hacia la guerra
Julián Costas
La victoria de Álvaro Uribe en las elecciones presidenciales colombianas del 26 de mayo supone un paso más en la intensificación del conflicto armado que sufre el país latinoamericano. Uribe apoya una mayor intervención estadounidense en el país y promete una fuerte ofensiva militar contra la guerrilla, incrementar los presupuestos militares y el poder del ejército e incluso crear un cuerpo masivo de voluntarios contra las FARC y el ELN.
La burguesía rompe la negociación
La apertura de la negociación en 1998 era un reconocimiento por parte de la burguesía de la imposibilidad de una victoria militar sobre la guerrilla en aquellos momentos. También era un monumental engaño. Esperaban que en un contexto influido todavía por las derrotas populares del período anterior y marcado por una mayor estabilidad económica y política en el continente, fuese relativamente fácil cambiar la correlación de fuerzas combinando la negociación con la presión militar. Mientras se negociaba en la zona de distensión administrada por la guerrilla continuaban los combates en el resto del país. Su objetivo último era forzar a las FARC y al ELN a negociar las condiciones de su rendición, como hicieran las guerrillas salvadoreña y guatemalteca a principios de los 90.
Pero en cuatro años de negociación y guerra no han conseguido imponer sus condiciones. En el contexto actual, de crisis económica y ascenso de la movilización revolucionaria de las masas en Latinoamérica (Argentina, Venezuela,...), la existencia del punto de referencia que supone la guerrilla (a pesar de sus métodos incorrectos y su programa insuficiente) resulta cada vez más inaceptable para los capitalistas colombianos y el imperialismo. Esa es la razón de que los sectores decisivos de la burguesía hayan decidido ahora romper la negociación. Piensan, además, que con el apoyo estadounidense (Plan Colombia),y más tras los atentados del 11-S, aumentan las posibilidades de debilitar seriamente la posición militar guerrillera e incluso de derrotarles.
El gobierno de Pastrana exigió a las FARC una tregua incondicional y la aceptación de controles militares en la zona de distensión para seguir negociando. Les hicieron una oferta que sólo podían rechazar. De aceptarla, los guerrilleros concederían el tiempo e instrumentos que el ejército necesitaba para cercarles y debilitarles. Su negativa ha sido utilizada para responsabilizarles de la ruptura y justificar una ofensiva militar inmediata y más abierta.
Buscando un hombre fuerte
Basándose en el cansancio de sectores de la población tras cuatro años de negociación sin resultados y durante los cuales el enfrentamiento ha continuado, han centrado el debate en la inaceptabilidad de seguir negociando con la guerrilla mientras continúe el enfrentamiento militar.
Uribe, un político burgués que ha roto públicamente con el Partido Liberal, ha sido el campeón en la utilización demagógica de esta cuestión, combinándola hábilmente con la crítica a los corruptos políticos oficiales, para captar el voto de sectores desesperados y poco concienciados políticamente de la población.
El sostén inicial de Uribe eran los terratenientes y los paramilitares fascistas, que le han dado los votos que controlan mediante el miedo y sus redes clientelares. Pero, a medida que crecía frente a los desprestigiados candidatos liberal y conservador, sectores decisivos de la burguesía han visto en él al hombre fuerte que pueda encabezar esa ofensiva contra la guerrilla (y también contra las condiciones de vida de las masas) que necesitan.
Sería absolutamente erróneo pensar que el 53% de votos recogido por Uribe refleja un apoyo sólido, estable y mayoritario de la sociedad colombiana a sus ideas reaccionarias. Para empezar, la mayoría de la sociedad colombiana, como por otra parte es habitual, no votó, reflejando su enorme hastío ante la podredumbre del sistema y décadas de guerra así como la ausencia de alternativas que pareciesen tener posibilidades de cambiar esta situación a corto plazo.
Potencial de la izquierda
El Polo Democrático, coalición de izquierdas liderada por el dirigente sindical Lucho Garzón, ha movilizado a una parte de los sectores más conscientes y combativos de los trabajadores y campesinos obteniendo casi 700.000 votos (un 6%), su mejor resultado en mucho tiempo, pero no aparecía ante las masas más amplias con posibilidades de ganar.
Lo cierto es que existe un enorme potencial para la izquierda. La escalada militar puede llevar a Colombia a una situación dramática. Esto —unido a los ataques a las condiciones de vida que la crisis económica y la dependencia del imperialismo obligarán a Uribe a realizar— intensificará el descontento popular y la búsqueda de una salida a la barbarie capitalista e imperialista. La clave de la situación es que los sectores más a la izquierda del Polo Democrático y del Partido Comunista y la propia guerrilla ofrezcan a los trabajadores y campesinos un programa marxista que plantee la transformación revolucionaria de la sociedad y unos métodos basados en la lucha de masas, la huelga general y la creación de comités y milicias de autodefensa bajo el control democrático de asambleas populares para combatir la represión tanto paramilitar como del Estado burgués.