A pesar de las mentiras, la manipulación mediática y el bombardeo ideológico, desde el principio fue evidente que los argumentos utilizados por Bush, Blair, Aznar y compañía eran sólo una excusa para invadir el país y controlar su riqueza petrolera. Ahora incluso tienen que reconocer que no existen las famosas armas de destrucción masiva y buscan desesperadamente un chivo expiatorio entre sus respectivos servicios secretos.
La estupidez mental de los imperialistas les hizo creer que su invasión de Iraq sería como un paseo militar triunfante, pero una vez allí se han encontrado con una enorme resistencia popular que está socavando poco a poco la moral del ejército invasor y está creando serios problemas para el imperialismo, tanto económicos como sociales que también se están reflejando dentro de Estados Unidos.
El imperialismo se encuentra actualmente empantanado en Iraq. El fantasma de Vietnam sobrevuela sus cabezas y por eso busca desesperadamente una salida. Además hay también razones internas ya que en noviembre son las elecciones presidenciales y Bush necesita presentar algún éxito en Iraq que haga creer a la opinión pública que toda esta sangría de soldados (más de 525 soldados estadounidenses muertos, que son más que en los cuatro primeros años de la guerra de Vietnam) no está siendo en vano.
Esa es la razón para el cambio de planes de la administración estadounidense que intenta desesperadamente que la ONU vuelva a Iraq y ampare legalmente la ocupación. ¡Incluso están dispuestos a conceder contratos a empresas que no sean estadounidenses!
Ahora Bush y su gobierno dicen que el próximo 1 de julio Iraq tendrá un gobierno legítimo (léase “gobierno títere”). Al principio propuso un sistema político basado en una asamblea nacional que representase a todos los grupos religiosos y étnicos iraquíes. El país se dividiría en 18 provincias, cada una de ellas tendría un comité organizador formado por quince personas elegidas a dedo, y éstas a su vez elegirían los 250 miembros de la asamblea nacional, de este modo, EEUU controlaría el 80% de los “parlamentarios”. Pero rápidamente hubo manifestaciones de masas en Iraq para exigir la celebración de unas elecciones democráticas y de nuevo tuvieron que dar marcha atrás.
Acabar con la ocupación en Iraq requiere la solidaridad activa de los jóvenes y trabajadores de los países imperialistas con el movimiento obrero y de resistencia que se están desarrollando en Iraq. La lucha de la clase obrera no tiene fronteras. El 15 de febrero volveremos a salir a la calle para demostrar nuestra oposición al expolio imperialista.